Loudres Miguel - La llamada de La Habana
Здесь есть возможность читать онлайн «Loudres Miguel - La llamada de La Habana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La llamada de La Habana
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La llamada de La Habana: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La llamada de La Habana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La llamada de La Habana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La llamada de La Habana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Calma, tranquilo, Alberto. Todo se aclarará. ¿Tenías problemas con él?
– No, ningún problema. Bueno, Zabaleta era una persona difícil. Tenía bastante mal carácter y era muy exigente pero… bueno, nosotros dos trabajábamos bien juntos, creo yo. No tenía ninguna razón para despedirme.
– ¿Estás seguro?
– Sí, segurísimo.
– ¿Dónde estaba la carta? -pregunté yo.
– En uno de los cajones de su mesa.
– ¿Ha pasado algo especial en la agencia últimamente?
¿Algo raro…?
– Especial, no. Tenemos mucho trabajo. Y un trabajo muy importante: la campaña electoral de Alfonso Juárez.
Alfonso Juárez es el líder de un nuevo partido de centro derecha. Es un partido pequeño todavía pero mucha gente piensa que pronto va a ser un partido importante.
– En ese tema, Zabaleta y yo no estábamos de acuerdo – continuó Alberto.
– ¿Por qué?
– Ya sabes, la política es muy complicada y… Bueno, a mi no me gustan ni Juárez ni su partido. Creo que no es bueno para la agencia trabajar para ellos.
En ese momento sonó el teléfono. Era Emma, la secretaria de Alberto. El inspector Gil quería hablar con él. Me quedé sola en la oficina y pude mirarlo todo tranquilamente: era la típica oficina de un yuppíe [9]madrileño. No había fotos de niños sobre la mesa. «¿No se habrá casado?», me pregunté. ¡Hacía tantos años que no nos veíamos…! No sabía nada de su vida.
5
Unos minutos después, Alberto volvió.
– Habíame un poco de Zabaleta -le dije-. ¿Edad?
– Unos cuarenta y ocho o cuarenta y nueve.
– ¿Casado?
– Sí. Su mujer es María Victoria Villaencina.
– ¿La que a veces sale en Hola [10]?
– Sí. Una mujer muy…
– ¿Muy qué?
– No sé cómo decirlo… Muy especial. Muy inteligente, muy elegante… Es hija del Marqués del Carpo, ya sabes…
– No, ni ¡dea, sólo leo Hola en el dentista y en la peluquería.
– Bueno, pues eso, es una aristócrata, pero de la aristocracia pobre.
– ¿Qué tal iba el matrimonio? ¿Problemas?
– No sé, quizá. Ignacio y yo no hablábamos de cosas personales.
– ¿Cuándo puedo hablar con ella?
– ¿Con la mujer de Zabaleta?
– Sí.
– No ha llegado todavía. Cuando llegue a Madrid, supongo.
– O sea que estaba fuera…
– Estaba de vacaciones en Cuba, en La Habana. Llega esta noche, creo. Ella fue la última persona que habló con Ignacio Zabaleta. Le llamó anoche desde la Habana, a las nueve y media, hora española. Allí en La Habana, eran las tres y media.
– ¿Y tú? ¿Dónde estuviste anoche desde las ocho hasta las once?
– A ver…
Alberto intentaba ordenar sus recuerdos.
– Salí de aquí a las siete, fui al supermercado de El Corte Inglés [11]a comprar unas botellas de cava [12]. Por la noche estaba invitado en casa de unos amigos y quería llevarles algo [13].
Luego, me fui a casa. Había mucho tráfico y tardé mucho. Es que vivo en Pozuelo [14], ¿sabes?
– No, no sabía -dije pensando que efectivamente no sabía casi nada del Alberto actual.
– Llegué a casa sobre las nueve o nueve y media. Estuve un rato en casa y sobre las diez, fui a casa de esos amigos.
– O sea que entre las siete y las diez no tienes ninguna coartada… ¿Estuviste todo el rato solo?
– Sí.
Pensé que eso no era nada bueno para Alberto, pero no dije nada. Despedido por Zabaleta, sin coartada entre las siete y las diez, candidato a ser el futuro director de «Publimagen»… Iba a ser difícil demostrar que era ¡nocente.
– Algo más? ¿Algo que pueda ser interesante?
– Sí, un anónimo.
– ¿Una carta?
– Sí, Zabaleta recibió una carta muy extraña hace dos o tres días. La carta decía que teníamos que dejar la campaña electoral de Alfonso Juárez, que si no lo hacíamos, matarían a alguien.
– ¿Qué raro, ¿no?
– Sí, es muy raro.
– ¿Puede ser una asesinato político?
– Ni ¡dea. Pero hay algo más: la policía cree que esa carta se escribió con mi ordenador.
– ¿Cómo que con tu ordenador?
– No sé, no sé… Lola, yo no entiendo nada de lo que está pasando. ¿Qué voy a hacer? -dijo desesperado.
¡Pobre Alberto! Yo sí lo entendía: alguien quería verle en la cárcel, alguien que había matado a Ignacio Zabaleta.
Pero, ¿quién?
6
Volví a la oficina después de intentar animar a Alberto.
Margarita, como siempre, estaba hablando por teléfono con su novio.
– Perdona, mi amor, un segundo. Sí, sí, ahora mismo te llamo, cariño… -dijo Margarita colgando el teléfono al ver mi mirada asesina.
– ¿Ha pasado algo? ¿Qué son esas flores?
Encima de una mesa había un enorme ramo de flores.
– Las ha mandado el Sr. Ramales. Está muy contento. Dice que somos los mejores detectives de Madrid.
– ¿Nosotros?
– Sí. Ha dejado un cheque de ciento cincuenta mil pesetas y las flores.
– ¿No me digas! ¿Y eso?
– Su mujer ha vuelto.
– Pero nosotros no hemos hecho nada…
– Es lo que yo decía: seis millones es muy poco.
No dije nada. Tomé una rosa y me la llevé a mi despacho.
7
A las dos y media sonó el teléfono.
– Lola, Paco por la línea dos.
– ¡Hombre! ¿Qué tal por El Escorial? -le dije con toda mi ironía.
– Bien, muy bien…
– ¿Y tu americana?
– ¿Qué americana?
– La chica, «tu» turista americana…
– Ah, Lulú. Es canadiense.
– ¿Y los canadienses no son americanos?
– Bueno, sí claro… Se va a París esta noche.
– Hombre, qué pena. Pero así puedes venir algún día a la oficina, ¿no te parece?
– ¿Te he dicho ya que el padre de Lulú tiene una fábrica de bombones en Montreal?
– No me digas… O sea, que es la mujer de tu vida.
– Venga, nena, no te pongas así… Además, estos días no tenemos ningún cliente.
– Primero, no me llames «nena» [15]. Y, segundo, sí tenemos un cliente. Tenemos el caso más importante de la historia de esta maldita agencia: el asesinato de Ignacio Zabaleta, el director de la agencia de publicidad más importante de España.
– ¿Sí? ¿Nosotros? ¿Por qué nosotros?
– Nada, cosas mías…Tengo que hablar contigo. ¿A qué hora vas a venir?
– Ahora mismo. Voy enseguida para allá.
– Te espero.
– Nena… No estás enfadada, ¿verdad?
– No. Pero no me llames nena, ¿vale? -respondí yo y colgué.
Es horrible: no me puedo enfadar con Paco. Aunque se vaya a El Escorial con guapas canadienses fabricantes de chocolate.
8
Al rato llegaron mis dos socios. Paco y Miguel. Paco, comiendo bombones «made in Canadá», naturalmente.
En unos minutos les expliqué todo lo que yo sabía del caso Zabaleta: quién era Alberto, quién era Ignacio Zabaleta, la puerta cerrada con llave de la oficina, la carta de despido, el anónimo,…
– Y eso es todo lo que sabemos -terminé diciendo.
Los tres nos quedamos callados un momento. Los tres sabíamos que era un caso importante y, probablemente, difícil.
– ¿Por dónde empezamos? -preguntó Paco con la boca llena de chocolate canadiense.
– Hay que hablar con todos, con la secretaria… ¿Cómo has dicho que se llama? -dijo Miguel.
– Blanca Fanjuí -dijo Paco.
– Eso, con Blanca Fanjuí, con la mujer, con los otros empleados de «Plublimagen»…
– Quizá también con el político, con Juárez -añadió Paco.
– Yo sé cómo llegar hasta él. Un compañero mío de la Universidad es su asesor de imagen -dijo Miguel.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La llamada de La Habana»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La llamada de La Habana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La llamada de La Habana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.