Hillary Waugh - Corra cuando diga ya
Здесь есть возможность читать онлайн «Hillary Waugh - Corra cuando diga ya» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Corra cuando diga ya
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Corra cuando diga ya: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Corra cuando diga ya»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Corra cuando diga ya — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Corra cuando diga ya», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
El timbre del teléfono sonó y la mujer informó a Peter que sólo habría cuarenta y cinco minutos de demora. Peter se lo comunicó a Karen y comentó:
– Ahora le haremos ganar el pan con el sudor de su frente.
– Sí -dijo Karen-, Gorman. No Brandt. Gorman.
– Por supuesto. En este caso Gorman puede manejar mejor los hilos. ¿Por qué no?
– Por qué no, realmente. ¿No habrá algún agente de Brandt en Niza, como había en Roma y Génova?
– Sí, hay un agente en Niza. Pero ese agente está actualmente en Alemania Occidental.
– O dice que está en Alemania Occidental, que para el caso es lo mismo.
– ¿Qué le ocurre ahora?
– Me sorprende que no lo haya advertido -respondió ella, señalando la cama-. Las comodidades de la habitación. Una cama, ningún sofá.
– Es una habitación para una persona. Tiene suerte de que la cama no haya sido de una plaza.
– Sí, he tenido mucha suerte. No tengo un centavo, estoy indefensa y sin pasaporte. En todos lados Brandt tiene agentes que consiguen pasaportes, que lo amparan y le brindan protección mientras espera. Pero aquí no. En Niza, no. El agente de Niza está ausente, de modo que no hay más remedio que compartir la cama con Peter Congdon, mientras Gorman hace una serie de trámites burocráticos a tres mil millas de distancia.
– ¡Ay, Dios mío! ¿Realmente cree que estoy tratando de montar una escena de seducción?
– Estoy equivocada, por supuesto. ¡Cómo va a hacer semejante cosa el virtuoso Peter Congdon! Nunca ha seducido a nadie en su vida.
– Si estuviera dispuesto a propasarme lo habría hecho anoche, en el barco.
– Anoche, no. ¡Después de tenerme en remojo en el agua helada! Tenía la conciencia sucia. Pero esta noche quien está en falta soy yo. Y no me diga que no ha pensado que, si he sido la amante de un tipo, tengo que ser una pieza bastante fácil.
– No sé cómo se le ocurre… -Peter se le acercó-. Escuche, nena, yo voy a dormir en esta mitad de la cama. Mirando hacia esa puerta. Usted sabrá dónde duerme y cómo duerme. Pero le digo una cosa: su dudosa virtud está a salvo. No acostumbro mezclar el placer con el trabajo en primer lugar, y, en segundo lugar, si quisiera una mujer, saldría a buscarla. Pero no me metería con usted. ¡Nunca me metería con usted!
– ¡Conque no! -saltó ella furiosa-. Trata de ocultarlo, pero no puede. Lo he visto mirarme. He visto sus ojos. Quizá me odie, quizá me desprecie, pero me desea. Me tiene ganas. Conozco demasiado bien esa mirada.
– ¿Desearla? -repitió él indignado-. No podría tocarla sin pensar en el dinero que cobró por permitir que Joe Bono la tocara- dinero arrancado a prostitutas y drogadictos. Dinero de esclavos, que lo pagan para seguir siendo esclavos; porque piensan que es mejor eso que la muerte. ¿Tocarla a usted? Nunca tendrá la satisfacción.
Ella levantó la cabeza en un gesto orgulloso.
– Y nunca tendrá la oportunidad.
– Muy bien. Estamos de acuerdo. Ahora vaya y tíñase el pelo. Hágalo de una vez, ¿quiere? Tengo que bañarme y afeitarme.
Jueves 22.05-22.45 horas
Pasaron la comunicación a las veintidós y cinco; para entonces Karen era nuevamente rubia, aunque no natural, y Peter estaba impecablemente afeitado y renovado por el baño.
– ¿Qué está haciendo en Niza? -preguntó Gorman antes de que Peter pudiera comenzar a hablar.
Habían tenido un encuentro con unos cuantos mafiosos. Habían escapado con vida, pero Karen había perdido su pasaporte.
– ¿Cómo que lo perdió? Explíquese, Congdon.
– Quiero decir que se lo robaron, y no pienso meterme con ellos para tratar de recuperarlo. No creo que sea la mejor manera de llevársela sana y salva.
– ¿En su opinión cuál es la mejor manera?
– Creo que lo mejor es que le consiga otro pasaporte.
– ¡Ah! ¡Conque eso cree! Así como así, ¿no?
– Senador: necesita un pasaporte.
– ¡Pero carajo, Congdon! Primero la mafia le quita la clave, ahora le roban el pasaporte. Cualquier agente de mierda ya tendría a la chica aquí. Usted, en cambio, está perdido en qué sé yo qué país porque no tiene pasaporte. ¡Justamente eso!
Peter no quiso decir al senador que era culpa suya, del suficiente Gorman, que la mafia hubiera dado con el detective encargado de la misión. No quiso decírselo, porque no quería culpar al senador de los problemas sucesivos.
– Lo lamento, señor, pero así están las cosas. Además estamos cortos de fondos.
– ¡Así que dinero también! Me sorprende que aún tenga a la chica. ¿O no la tiene?
– Sí la tengo, senador. Está con vida y goza de buena salud. Se la entregaré no bien la equipemos con un pasaporte.
– Y con dinero para el billete, según entiendo.
– Todavía tengo. Pero me gustaría contar con unos quinientos dólares más. La mafia sabe que estamos en Niza, y si tenemos problemas de dinero…
– Muy bien. Pero ¿por qué recurre a mí? Si tiene problemas llame a su jefe. El es el responsable. Él le eligió. Yo no.
– Mi jefe no trafica con pasaportes, y miss Halley me dice que usted se las arregló para que su pasaporte fuera válido. Eso significa que el Departamento de Estado puede entregar un duplicado. Pero miss Halley no puede convencer a la gente del consulado local de que es quien dice ser. Por lo tanto, senador, como le consiguió el pasaporte, por un lado, y como puede atestiguar su identidad, por otro, ¿no le parece muy natural que recurra a usted para que reemplace el pasaporte robado?
Gorman murmuró algo y lanzó un juramento.
– Está bien -dijo-. Es evidente que si alguien le salva de la mafia, ese alguien tengo que ser yo. Veré qué puedo hacer. Llámeme a mi oficina mañana a las dieciséis.
– ¿A las dieciséis hora de aquí o de allí?
– De aquí, por supuesto. ¿Cómo puedo saber qué hora es allí?
Peter aceptó hacerlo y Gorman dijo:
– Y por amor de Dios, no se deje pescar. ¡Necesito a esa chica!
Peter dijo que no se dejaría pescar, se despidió y colgó. Se puso de pie y encendió un último cigarrillo. Tenía medio cuerpo desnudo y sólo tenía puestos los pantalones y los calzoncillos. Karen se había envuelto la cabeza en una toalla y estaba en combinación. Peter dejó su automática en el estante vecino a la cama, debajo del teléfono, y colgó el cartel de Ne Pas Déranger del lado exterior de la puerta. Calzó una de las sillas bajo el picaporte interior, apagó las luces, excepto las lamparitas articuladas de la cabecera de la cama, se quitó los pantalones de espaldas a Karen, los colgó en una silla y se deslizó entre las sábanas. Luego se quitó el reloj de pulsera, le dio cuerda y lo dejó sobre el estante del teléfono.
– Buenas noches -dijo-. Discúlpeme si no le hago compañía, pero necesito que el sueño restaure mi belleza.
Ella se había mantenido de pie, junto al extremo más distante de la cama, observando el proceso.
– No faltaba más -replicó, pero siguió observando sin moverse. Él se estiró en su lado, siempre vuelto hacia la puerta del pequeño hall de entrada y quitó las mantas, conservando sólo la sábana como abrigo. No miró a la muchacha ni una sola vez.
Le observó un minuto más, pero no se movió. Se dirigió entonces al baño, cerró la puerta, lavó sus prendas íntimas, las colgó en un gancho sobre el bidet, se volvió a poner la combinación y se lavó los dientes. Luego abrió la puerta con toda cautela y espió a través de la rendija.
Estaba como le había dejado, vuelto hacia el otro lado. La muchacha se acostó en silencio, apagó las lamparitas de la cabecera y se deslizó entre las sábanas, manteniéndose en el borde de la cama, a más de treinta centímetros de su compañero. La respiración de Peter era acompasada y Karen se relajó. La tensión comenzaba a ceder. Gorman y Peter la salvarían.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Corra cuando diga ya»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Corra cuando diga ya» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Corra cuando diga ya» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.