Lawrence Block - Un baile en el matadero

Здесь есть возможность читать онлайн «Lawrence Block - Un baile en el matadero» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un baile en el matadero: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un baile en el matadero»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Matt Scudder ha pasado muchos de sus días sumergido en el alcohol, dejándose el alma en cada rincón de la Gran Manzana. Hace tiempo perteneció al Departamento de Policía de Nueva York, pero todo aquello ya quedó atrás. Ahora es un detective sin licencia, perseverante y de mente afilada, y no deja que sus obsesiones enturbien la investigación.
Lo acaban de contratar para que demuestre una sospecha: que Richard Thurman, personaje influyente de la vida pública, planeó el brutal asesinato de su esposa, estando ella embarazada. En medio de la investigación aparecerán pistas desconcertantes, aparentemente desligadas del caso, pero todos los misterios acabarán confluyendo para enseñar al detective que una vida joven e inocente puede ser comprada, corrompida y aniquilada.
`Un baile en el matadero` recibió el premio Edgar 1992.

Un baile en el matadero — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un baile en el matadero», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Solo miro escaparates -le respondí.

– Pues los has mirado todos -me dijo-. Llevas un buen rato dando vueltas al mismo bloque.

– ¿Y qué?

– Que qué estas buscando.

– Nada.

– Baja hasta aquella esquina -me indicó-, hasta la Octava, y después dobla la esquina y espera.

– ¿Porqué?

– ¿Cómo que por qué? Para que no se nos quede mirando todo el mundo, para eso.

Lo esperé en la Octava Avenida y él debió de correr para dar la vuelta al bloque o tomar algún atajo por el Hotel Carter. Hacía años se llamaba hotel Dixie, y era famoso porque el telefonista contestaba siempre a las llamadas diciendo: «Hotel Dixie, ¿y qué?». Creo que le cambiaron el nombre más o menos cuando Jimmy Carter le arrebató la presidencia a Gerald Ford, pero es posible que me equivoque; no obstante, aunque hubiese sido así, probablemente no fuese más que una coincidencia.

Yo estaba de pie en un portal cuando el chico se me acercó caminando desde el sur de la calle Cuarenta y Tres, con las manos en los bolsillos y la cabeza inclinada a un lado. Llevaba una chaqueta vaquera, pantalones de la misma tela y una camiseta. Cualquiera pensaría que estaba asándose con aquella chaqueta puesta, pero el calor no parecía molestarlo.

– Te vi ayer, tío, y hoy vuelvo a verte todo el día por aquí. Todo el tiempo arriba y abajo, arriba y abajo. ¿Qué estás buscando?

– Nada.

– ¡Y una mierda! Todo el mundo en el Deuce busca algo. Al principio creí que eras de la pasma, pero no eres poli.

– ¿Cómo lo sabes?

– No lo eres, ¿verdad? -preguntó mientras me echaba una mirada concienzuda-. ¿O sí? Igual resulta que sí eres un madero.

Me reí.

– ¿De qué te ríes? Te portas muy raro, tío. Por ahí preguntan si quieres comprar porros, o coca, si es así, no tienes más que hacerme un gesto con la cabeza, ni siquiera tienes por qué mirar al tipo que te la venda. ¿Quieres algún tipo de droga?

– No.

– No. Lo que quieres es una cita con alguna pibita.

Negué con la cabeza.

– ¿Con un tío, entonces? ¿O con un tío y una tía? ¿Quieres ver algún espectáculo? ¿Quieres formar tú parte del espectáculo? Dime lo que quieres.

– No he venido más que a pasear -le contesté-. Tengo cosas en que pensar.

– ¡Y una…! -me dijo-. Venir hasta el Deuce a pensar. Anda tío, ponte mi gorra de pensar y baja ya a la Tierra. Si no me dices lo que quieres, ¿cómo te lo voy a conseguir?

– ¡Que no quiero nada!

– Dime lo que quieres, yo te ayudaré a conseguirlo.

– Ya te lo he dicho, no quiero nada.

– Bueno, pues yo quiero mierda, un montón de mierda, así que dame un dólar.

No pretendía amenazarme, no había ningún signo de intimidación, así que yo le pregunté:

– ¿Y por qué tengo que darte un dólar?

– Tío, porque somos amigos. Y después, como somos colegas, a lo mejor te doy un porro. ¿Qué te parece?

– Yo no fumo chocolate.

– ¿Qué no fumas chocolate? Y entonces, ¿qué fumas?

– Es que yo no fumo.

– Entonces dame un dólar y yo no te daré nada.

Me reí, aun a mi pesar. Eché un vistazo a mi alrededor y vi que nadie nos estaba prestando atención. Saqué la cartera y le alargué un billete de cinco dólares.

– ¿Para qué es esto?

– Para nada. Te lo doy porque somos amigos.

– Vale, ¿pero qué quieres? ¿Quieres que me vaya a alguna parte contigo?

– No.

– Y entonces, ¿por qué me das esto?

– Oye, sin problemas, si no lo quieres…

Le eché la mano al billete, pero él lo retiró rápidamente, mientras se reía.

– ¡Eh! -exclamó-. Lo que se da no se quita, ¿no te lo enseñó tu mamá?

Se metió el billete en el bolsillo, ladeó la cabeza y me escrutó con la mirada.

– Tío, no te entiendo…

– No hay nada que entender. ¿Cómo te llamas?

– ¿Que cómo me llamo? ¿Por qué quieres saber cómo me llamo?

– Por nada.

– Puedes llamarme TJ.

– Vale.

– Vale. ¿Y cómo te llamas tú?

– Puedes llamarme Booker.

– ¿Qué pasa, Booker? -dijo, meneando la cabeza-. Tío, no te pega eso de Booker. Te puede pegar cualquier otra cosa, pero eso de Booker…

– Bueno, me llamo Matt.

– Matt -repitió él, como si estuviera probando cómo le sonaba mi nombre-. Sí, eso mola. Matt. Matthew. Ese eres tú, Matthew.

– Y esa es la verdad, Caridad.

Se le iluminaron los ojos.

– ¡Eh! -me dijo-. Eso es de Spike Lee. ¿Has visto la peli?

– Claro.

– Desde luego, eres un tipo difícil de entender.

– Que te repito que no hay nada que entender.

– Tú tienes algún vicio. Lo que pasa es que no sé cuál es.

– A lo mejor no tengo.

– ¿En esta calle?

Silbó de forma monótona. Tenía la cara redonda, la nariz ancha y los ojos brillantes. De pronto me pregunté si los cinco dólares que le había dado no se los gastaría en una dosis de crack. Estaba un poco rechoncho como para pensar que se metía crack; no tenía el aspecto que se les pone a los que lo consumen. Pero también es cierto que eso no se produce de forma inmediata.

– En el Deuce -prosiguió- todo el mundo tiene un vicio. Un vicio de crack o de porros, de sexo o de viruta, de subidón o de flipe. Tío, si tú no tienes, ¿qué haces aquí?

– ¿Y tú qué haces aquí, TJ?

– Oh, yo tengo mi propio vicio -me dijo riéndose-. Tengo que saber los vicios del resto de la peña, ese es mi vicio, y ahora esa gente eres tú, Matt.

Pasé unos cuantos minutos más con TJ, y desde luego fue la mejor cura que podía haber encontrado para la tristeza que me había dejado la calle Cuarenta y Dos, y, además, por solo cinco dólares. Para cuando volví a la parte alta de la ciudad ya me había quitado la mortaja que había llevado puesta todo el día. Me di una ducha, tomé una buena cena y me fui a una reunión.

Al día siguiente el teléfono sonó mientras me afeitaba. Cogí el metro hasta Brooklyn y conseguí un trabajo que me proporcionó un abogado de la calle Court llamado Drew Kaplan. Tenía un cliente que había sido acusado de haber matado a un hombre en un atropello y haberse dado a la fuga.

– Él jura que es inocente -me dijo Kaplan-, aunque yo personalmente creo que todo lo que cuenta es un montón de mierda, pero por si acaso está diciéndole la verdad a su abogado, deberíamos tratar de encontrar algún testigo del atropello de la viejecita. ¿Te gustaría intentarlo?

Dediqué una semana al asunto, y después Kaplan me dijo que lo dejase, que le habían ofrecido la posibilidad de que su cliente adujera conducción temeraria y negación de auxilio.

– Han decidido retirar la acusación de homicidio -me informó-. Y desde luego yo le he recomendado que lo acepte, y finalmente lo ha hecho, una vez que se le ha metido en la cabeza que de esa forma no tendrá que cumplir condena. Le van a pedir seis meses, pero estoy seguro de que el juez le concederá la libertad condicional, así que mañana aceptaré el acuerdo, a no ser que desde que hablamos por última vez hayas encontrado al testigo perfecto.

– Acabo de encontrar a alguien esta tarde.

– Un cura -me dijo-, un cura con una visión perfecta y que además tiene la medalla de honor del Congreso.

– En realidad no es tan perfecto, pero sí muy válido. El problema es que la chica está segura de que tu cliente es culpable.

– ¡Por Dios! -exclamó-. ¿Y la acusación no ha dado con ella?

– Hasta hace dos horas, por lo menos, no.

– Bueno, rogaremos a Dios para que no la encuentren -me dijo-. Dejaré cerrado el caso mañana. Te he enviado el cheque por correo. Sigues sin tener licencia ni presentar informes, ¿verdad?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un baile en el matadero»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un baile en el matadero» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un baile en el matadero»

Обсуждение, отзывы о книге «Un baile en el matadero» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x