Elizabeth George - Cenizas de Rencor

Здесь есть возможность читать онлайн «Elizabeth George - Cenizas de Rencor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cenizas de Rencor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cenizas de Rencor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Olivia Whitelaw ha vivido su vida como polo negativo de la de su autoritaria madre: esta quería que estudiase, pero ella dejó el instituto y se fue a vivir con un hombre casado, quien no tardó en dejarla a su vez. Abandonada y embarazada, su madre solo la readmitió en casa a condición de que abortase… Ahora quizá es demasiado tarde para enderezar su destino, pero no así para intentar comprender los extraños mecanismos psicológicos por los que una hija puede, aun en su rebeldía, vivir al compás de los caprichos de su madre. Para intentar comprender cómo los actos de una persona pueden venir invariablemente determinados por el criterio de otra. Y cómo una relación emocional tan enrarecida puede involucrar a otras personas e incluso dar lugar a un siniestro crimen… Por su parte, el inspector Linley tendrá que hilar muy fino para llegar al meollo de este amargo entramado de sentimientos.

Cenizas de Rencor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cenizas de Rencor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Qué viste aquella noche? -preguntó en voz baja.

– Merecía morir.

– No digas eso.

– Digo lo que me da la gana. Tengo derecho. Me da igual que haya muerto.

– No te da igual. Querías a tu padre como a nadie más en el mundo, y tus mentiras no van a cambiar eso.

Jimmy escupió una hebra de tabaco al suelo, y a continuación un esputo verdegrisáceo. Jeannie se negó a rendirse.

– Querías a tu padre tanto como yo. Tal vez más, porque entre tú y él no se interponía una rubia explosiva. Nada podía evitar que le quisieras y que desearas tenerle en casa de nuevo. Tal vez por eso mientes ahora, Jim. A mí. Al señor Friskin. A la poli. -Vio que un músculo se tensaba de repente en la mandíbula de su hijo. Intuyó que se debatía al borde de lo que era perentorio decir-. Tal vez mientes porque es más fácil. ¿Lo has pensado? Tal vez mientes porque es más fácil que asumir la pérdida definitiva de papá.

Jimmy tiró el cigarrillo al suelo y dejó que se consumiera.

– Exacto. Has acertado de pleno, mamá -dijo, en un tono de excesivo alivio para el gusto de Jeannie.

El muchacho extendió la mano hacia el paquete de JPS. Jeannie cerró la suya sobre el paquete y la mano de Jimmy.

– Tal vez es como dijo el señor Friskin.

– Mamá -llamó Shar desde la puerta de la cocina.

Jim ocultaba la casa a la vista de Jeannie. No hizo caso a su hija.

– Escúchame, Jim -dijo en voz baja.

– Mamá -volvió a llamar Shar.

– Has de decirme por qué mientes. Has de decirme la verdad ahora mismo.

– Ya la he dicho.

– Has de contarme exactamente lo que viste. -Jeannie extendió la mano hacia él, pero el chico se apartó-. Si me lo dices, si me lo dices, Jim, pensaremos entre los dos lo que hay que hacer.

– He dicho la verdad. Cien veces. Nadie quiere saberla.

– Toda la verdad no. Por eso me la has de decir ahora. Para pensar en lo que debemos hacer, porque de lo contrario…

– ¡Mamá! -llamó Shar.

– ¡Jimmy! -aulló Stan.

Jim se volvió hacia la casa. Jeannie le cogió por el codo.

– ¡Joder! -dijo Jim.

– No -dijo Jeannie.

Y el inspector Lynley se deshizo con suavidad de Shar y Stan, colgados de sus brazos.

– Tenemos unas preguntas más -dijo desde la cocina.

Y Jimmy salió corriendo.

Lynley no había imaginado que el chico fuera capaz de moverse a tal velocidad. Antes de que terminara la frase, Jimmy se había soltado de su madre y corrido hacia el fondo del jardín. No se molestó en abrir el portal, sino que saltó sobre el muro. Sus pasos resonaron en el callejón que corría entre las casas.

– ¡Jimmy! -gritó su madre, y salió tras él.

– Huye hacia Plevna Street -gritó Lynley sin volverse a la sargento Havers-. Intente cortarle el paso.

Se libró de los dos niños y salió en persecución del muchacho, mientras Havers cruzaba la sala de estar y salía por la puerta principal.

Jean Cooper había abierto el portal del jardín cuando Lynley la alcanzó. Se agarró a su brazo.

– ¡Déjele en paz! -chilló. Lynley se soltó y corrió tras el muchacho. Ella le siguió, sin dejar de gritar el nombre de su hijo.

Jimmy corría entre el estrecho sendero de hormigón que separaba las casas. Miró una vez hacia atrás y aumentó la velocidad. Una bicicleta estaba apoyada contra el portal del jardín de la última casa, y cuando pasó a su lado la tiró hacia el centro del sendero y saltó sobre la valla que bordeaba la parte superior del muro de ladrillo que separaba el sendero de Plevna Street. Se perdió de vista.

Lynley saltó sobre la bicicleta y se desvió hacia un portal de madera empotrado en el muro del que el muchacho no había hecho caso. Estaba cerrado con llave. Cogió carrerilla para saltar sobre la valla. Oyó que Havers gritaba al otro lado del muro. Después, el ruido de pasos martilleó sobre el pavimento. Demasiados pasos.

Se izó y cayó sobre la acera a tiempo de ver que Havers subía por Plevna Street en dirección a Manchester Road, seguida por tres hombres, uno de los cuales llevaba dos cámaras.

– Mecagüen la leche -exclamó, y se sumó a la persecución, esquivando a un pensionista que se apoyaba en un bastón y a una chica de pelo rosa que comía algo con aspecto hindú sentada en el bordillo.

Solo le costó diez segundos rebasar a los periodistas, y otros cinco alcanzar a Havers.

– ¿Dónde?-preguntó.

La sargento señaló, sin dejar de correr, y Lynley le vio. El chico había saltado otra valla que bordeaba un parque, en la esquina de Plevna Street. Corría por un sendero de ladrillo curvo en dirección a Manchester Road.

– Es absurdo ir por ahí -jadeó Havers.

– ¿Por qué?

– Subcomisaría de Manchester. A unos cuatrocientos metros. Hacia el río.

– Telefonéeles.

– ¿Desde dónde?

Lynley señaló la esquina de Plevna Street y Manchester Road, a un edificio achatado de ladrillo con dos cruces rojas y la palabra «clínica» escrita en rojo a lo largo de una cornisa blanca. Havers corrió hacia allí. Lynley siguió el perímetro del parque.

Jimmy salió por las puertas del parque a Manchester Road y se desvió hacia el sur. Lynley gritó su nombre y, en el mismo momento, Jean Cooper y los periodistas doblaron la curva de Plevna Street y le pisaron los talones.

Los periodistas gritaban «¿Quién es…?» y «¿Por qué le…?», mientras el fotógrafo alzaba una cámara y empezaba a disparar. Lynley se lanzó tras el muchacho.

– ¡Jimmy! ¡Para!-chillaba Jean.

Jimmy aceleró el paso con mayor determinación. El viento soplaba del este, y cuando Manchester Road se desvió un poco hacia el oeste, consiguió con facilidad aumentar la distancia entre sus perseguidores y él. Corría con todas sus fuerzas, la cabeza gacha, los pies sin apenas tocar el suelo. Pasó ante un almacén abandonado y se dispuso a torcer hacia la calle cuando se acercó a una floristería, en la cual una mujer de edad avanzada vestida de verde estaba entrando contenedores de flores. La mujer lanzó un grito de espanto cuando Jimmy estuvo a punto de derribarla. En respuesta, un alsaciano salió disparado de la tienda. El perro emitió un aullido de furia, se precipitó hacia el muchacho y cerró los dientes alrededor de la manga de su camiseta.

Gracias a Dios, pensó Lynley, y aminoró el paso. A cierta distancia detrás de él, oyó que la madre del muchacho gritaba el nombre de su hijo. La florista dejó caer un cubo de narcisos sobre la acera.

– ¡César! ¡Siéntate! -chilló, y cogió al perro del collar. El alsaciano soltó a Jimmy.

– ¡No! -bramó Lynley-. ¡Reténgale!

Cuando la mujer giró en redondo con la mano hundida en el pelaje del alsaciano y una expresión de miedo y perplejidad en la cara, Jimmy escapó.

Lynley pisoteó los narcisos cuando el chico torcía a la derecha, a unos treinta metros de distancia. Escaló otra valla y desapareció en los terrenos de la escuela primaria de Cubitt Town.

Ni siquiera se ha parado a recuperar el aliento, pensó Lynley estupefacto. O le espoleaba el terror, o corría maratones en sus ratos libres.

Jimmy cruzó el patio de la escuela. Lynley saltó la valla. Estaban construyendo un anexo a la escuela de ladrillo pardo, y Jimmy se metió en la obra, entre pilas de ladrillos, montañas de tablas de madera y colinas de arena. Hacía dos horas por lo menos que las clases habían terminado y no había nadie en el patio que le obstaculizara, pero cuando se acercó al edificio más alejado, tras el cual se extendían los campos de juego, un vigilante surgió por las puertas dobles, le vio y lanzó un grito. Jimmy pasó de largo antes de que el hombre pudiera reaccionar. Entonces, vio a Lynley.

– ¿Qué pasa aquí? -chilló, y se le plantó delante-. Alto ahí, señor. -El vigilante nocturno le cortó el paso con los brazos en jarras. Miró hacia Manchester Road, justo cuando Jean Cooper saltaba la valla, seguida de los periodistas-. ¡Usted! -gritó-. ¡Quédese ahí! ¡Esto es terreno particular!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cenizas de Rencor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cenizas de Rencor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Elizabeth George - Believing the Lie
Elizabeth George
Elizabeth George - Wer dem Tod geweiht
Elizabeth George
Elizabeth George - For the Sake of Elena
Elizabeth George
Elizabeth George - I, Richard
Elizabeth George
Elizabeth George - Licenciado en asesinato
Elizabeth George
Elizabeth George - El Precio Del Engaño
Elizabeth George
Elizabeth George - Al borde del Acantilado
Elizabeth George
Elizabeth George - Cuerpo de Muerte
Elizabeth George
Elizabeth George - Sin Testigos
Elizabeth George
Elizabeth George - This Body of Death
Elizabeth George
Отзывы о книге «Cenizas de Rencor»

Обсуждение, отзывы о книге «Cenizas de Rencor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x