• Пожаловаться

Ruth Rendell: Falsa Identidad

Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell: Falsa Identidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Ruth Rendell Falsa Identidad

Falsa Identidad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Falsa Identidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un pastor anglicano se pone en contacto con el detective Wexford para investigar un caso resuelto quince años atrás. Arthur Painter, chofer y jardinero de una acaudalada dama, asesinó a su anciana patrona por dinero. Aunque el sacerdote actúa por motivos personales muy lícitos, el inspector jefe no está dispuesto a dar su brazo a torcer y ratifica que condenó al auténtico responsable del homicidio. Pero a medida que el tenaz religioso comunique al policía nuevas pesquisas y hable con distintos testigos, se irá desvelando una oscura trama de intereses económicos que apunta a uno de los miembros de la familia de la víctima como principal beneficiario de su muerte. Al final, Wexford no podrá continuar haciendo oídos sordos a las dudas que se ciernen sobre su primer caso criminal…

Ruth Rendell: другие книги автора


Кто написал Falsa Identidad? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Falsa Identidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Falsa Identidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Oh, por el amor de Dios, Mike! ¿no es evidente? No haga caso de tanto «me veo obligado», «contra mi voluntad» y demás palabrería. Dudo que el reverendo reciba un estipendio muy generoso. Probablemente, escribe libros sobre crímenes verídicos entre la comunión de la mañana y la reunión de madres cristianas de la tarde. Tiene que estar desesperado si cree que resucitando a Painter va a encandilar a las masas.

– Creo que recuerdo el caso -dijo Burden con aire pensativo-. Acababa de salir de la escuela…

– Y le hizo decidirse a elegir esta profesión, ¿no es así? -se burló Wexford-. «¿Qué quieres ser cuando seas mayor, hijo?» «Quiero ser detective, papá.»

Después de ser la mano derecha de Wexford durante cinco años, Burden se había vuelto inmune a sus burlas. Él sabía que cumplía la función de válvula de escape, de sicario con el que su jefe podía desahogar su violento y, a veces, dudoso sentido del humor. Pero los habitantes de aquel pueblo, a los que Wexford denominaba genéricamente «nuestros clientes», a no ser que fueran sospechosos de delito, debían ser protegidos. En ese momento, la obligación de Burden era aguantar los accesos de cólera y los sarcasmos de su jefe. Le tocaba hacer de esponja para empapar el menosprecio dirigido, en justicia, contra Griswold y su amigo.

El inspector Burden miró vivamente a Wexford. Después de veinticuatro horas agotadoras, esta carta era el colmo. Su jefe estaba tenso por la irritación, las arrugas que surcaban su rostro aparecían más marcadas que nunca y su cuerpo, contraído por la ira creciente, parecía a punto de estallar; tenía que desahogarse, encontrar una vía para liberar toda aquella tensión.

– Este asunto de Painter -dijo Burden con astucia, adoptando el papel de terapeuta-, no fue ningún asunto extraordinario. Lo seguí en los periódicos porque tuvo mucha repercusión local, pero no recuerdo ningún otro detalle que mereciese la pena destacar.

Wexford volvió a meter la carta en el sobre y la guardó en un cajón. Sus movimientos eran precisos y muy controlados. «Una palabra fuera de lugar -pensó Burden- y la habría roto en pedazos y tirado al suelo, dejándola a merced del servicio de la limpieza.» Sus palabras parecían haber dado en el clavo, consideradas las circunstancias, porque con voz fría y áspera Wexford dijo:

– Fue un caso muy importante para mí.

– ¿Porque fue usted el detective que se hizo cargo de la investigación?

– Porque fue el primer homicidio que llevé yo solo. Fue importante para Painter porque le ahorcaron por ello y, desde luego, también lo fue para su viuda. Supongo que la trastornó un poco, si es que hay algo capaz de trastornar a esa mujer.

Burden lo observó con nerviosismo mientras examinaba la quemadura de cigarrillo que uno de los hombres interrogados había hecho en el asiento de cuero amarillo de una silla. Se preparó para el estallido de su jefe, sin embargo éste dijo con indiferencia:

– ¿No tiene que volver a casa?

– Es demasiado tarde -contestó Burden, conteniendo un bostezo-. Además, mi esposa se ha ido a la costa.

Era un hombre fuertemente apegado a su hogar y su chalet le parecía un depósito de cadáveres cuando Jean y los niños estaban fuera. Esta faceta de su carácter, una actitud chapada a la antigua y un tanto mojigata, junto a su relativa juventud proporcionaban a Wexford un sinfín de oportunidades para hacer burlas y comentarios sarcásticos a su costa. Pero el inspector jefe se limitó a decir:

– Lo había olvidado.

Burden hacía bien su trabajo y aquel hombre corpulento y feo le respetaba por ello. Aunque acostumbraba a mofarse de él, Wexford apreciaba la ventaja de tener un subordinado cuyas serias y agraciadas facciones cautivaban a las mujeres. Cuando éstas se hallaban frente a su rostro ascético, se veían animadas por una compasión que Wexford acusaba de «debilidad» y se mostraban más dispuestas a abrir su corazón ante él que ante un peso pesado de cincuenta y cinco años. Su personalidad, sin embargo, no destacaba y quedaba eclipsada por la de su superior. Ahora, para poder canalizar aquella aguda vitalidad, Burden tenía que correr el riesgo de llevarse una reprimenda por estúpido.

– Si va a tener que discutir el asunto con ese Archery, ¿no sería mejor que recapitulásemos los hechos?

– ¿Usted y yo?

– Bueno, usted entonces, señor. Después de tanto tiempo, debe tener el caso algo olvidado.

El estallido vino acompañado de una sonora carcajada:

– ¡Por el amor de Dios! ¿Cree que no adivino lo que está tramando? Cuando quiera un psiquiatra me buscaré un profesional. -Hizo una pausa y su risa se transformó en una sonrisa forzada-. De acuerdo, quizá me pueda ayudar… -Pero Burden cometió el error de relajarse demasiado pronto-. A aclarar los hechos delante de ese condenado Archery, me refiero -dijo Wexford con brusquedad-. Pero no espere encontrar ningún misterio, ni ninguna taimada pista falsa. Fue Painter, no hay lugar a dudas. -Señaló la ventana con el dedo, en dirección este. El inacabable cielo de Sussex se teñía de diluidos tonos rosáceos y dorados como una acuarela-. Tan seguro como que el sol sale en este momento -dijo-. No había ninguna duda. Herbert Arthur Painter mató a su patrona, una mujer de noventa años, de un hachazo en la cabeza, por doscientas libras. Era un retrasado mental, salvaje y brutal. El otro día, leí en el periódico que a las personas antisociales los rusos las llaman «no personas», y ésa es la mejor descripción que se puede hacer de él. Me extraña que un pastor abogue por un sujeto de esa calaña.

– Si es que es ésa su intención.

– Ya veremos -dijo Wexford.

Los dos hombres estaban de pie, parados frente a un mapa sujeto a la pared empapelada de amarillo.

– La mató en su propia casa, ¿verdad? -preguntó el ayudante-. En uno de esos caserones de la carretera de Stowerton.

El mapa mostraba toda la extensión de la tranquila región campestre. Kingsmarkham, una población con unos doce mil habitantes, estaba en el centro, con las calles coloreadas de marrón y blanco, y los pastos de los alrededores aparecían en verde, salpicados por unas manchas de color verde más oscuro que señalaban los bosques. Como del centro de una telaraña salían de la pequeña ciudad varias carreteras, unas hacia Pomfret, en dirección sur, y otras a Sewingbury, hacia el noreste. Las aldeas de Flagford, Clusterwell y Forby, esparcidas aquí y allá, parecían diminutas moscas atrapadas en la telaraña.

– La casa se llama Victor’s Piece [1]-dijo Wexford-. Es un nombre curioso. Algún general la mandó construir después de las guerras de Ashanti.

– Y está más o menos aquí. -Burden puso el dedo encima de un hilo vertical de la telaraña que iba de Kingsmarkham a Stowerton, en dirección norte. Reflexionó y de repente recordó algo-. Creo que la conozco -dijo-. Es un antro tenebroso recubierto de maderas verdes. Hasta el año pasado fue una residencia de ancianos. Me parece que están a punto de derribarla.

– Es muy probable. El terreno de la casa tiene unos dos acres. Ahora que ya se ha hecho una idea de la situación, podemos sentarnos.

Burden había acercado su silla a la ventana. Contemplar el nacimiento de lo que iba a ser un día espléndido le hacía sentirse confortado y rejuvenecido. Las sombras de los árboles se alargaban sobre los prados y la luz, que cobraba una nueva intensidad, arrancaba destellos azules de los tejados de pizarra de las viejas mansiones. Era una pena que no hubiese podido acompañar a Jean. La luz del sol y el embriagador aire fresco le hicieron pensar en las vacaciones, y su mente parecía reacia a extraer de la memoria los acontecimientos de aquel caso que, años atrás, había conmovido a Kingsmarkham. El joven inspector trató de recordar y descubrió, con cierta vergüenza, que ni siquiera se acordaba del nombre de la mujer asesinada.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Falsa Identidad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Falsa Identidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Falsa Identidad»

Обсуждение, отзывы о книге «Falsa Identidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.