Unknown - i c40a5069f5c85ef3

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Los gritos del hombre se apagaron, pero resonaron sollozos secos por el pasillo.

“Sacadlo de aqu´ı” dijo Umbridge.

Dos dementores aparecieron en el umbral de la sala del tribunal, agarrando con sus manos podridas y con costras los antebrazos de un mago que parec´ıa estar desmayándose.

Se deslizaron por el pasillo con él, y la oscuridad que los segu´ıa se tragó al hombre de vista.

“Siguiente... Mary Cattermole” llamó Umbridge.

Una mujer peque˜na se levantó; estaba temblando de la cabeza a los pies. Su cabello CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES

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oscuro estaba recogido en un mo˜no y llevaba una túnica larga y simple. Su cara estaba completamente pálida. Cuando pasó entre los dementores, Harry la vio estremecerse.

Lo hizo instintivamente, sin ningún tipo de plan, porque odiaba verla entrar sola a la mazmorra: cuando la puerta empezó a cerrarse, se deslizó en la sala del tribunal detrás de ella.

No era la misma sala en la que una vez hab´ıa sido interrogado por uso incorrecto de la magia. Esta era mucho más peque˜na, aunque el techo estaba igualmente elevado; provocaba el sentimiento claustrofóbico de estar atrapado en el fondo de un profundo pozo.

En ella hab´ıa muchos más dementores, propagando su aura helada por todo el lugar; estaban de pie como centinelas sin rostro en las esquinas más alejadas de la alta y elevada plataforma. All´ı, detrás de una balaustrada, se sentaba Umbridge, con Yaxley a un lado, y Hermione, con la cara tan pálida como la de la se˜nora Cattermole, al otro. A los pies de la plataforma, un gato de pelo largo y brillante color plateado merodeaba de arriba abajo, de arriba abajo, y Harry se dio cuenta de que estaba all´ı para proteger a los acusadores de la desesperación que emanaba de los dementores: esto era para que lo sufriera el acusado, no los acusadores.

“Siéntese” dijo Umbridge, con su voz suave y sedosa.

La se˜nora Cattermole fue tropezando hasta una silla solitaria en el medio del suelo delante de la plataforma. En el momento en que se sentó, unas cadenas se cerraron en los apoyabrazos de la silla y la inmovilizaron a ella.

“¿Es usted Mary Elizabeth Cattermole?” preguntó Umbridge.

La se˜nora Cattermole dio un simple y tembloroso asentimiento con la cabeza.

“¿Casada con Reginald Cattermole del Departamento de Mantenimiento Mágico?”

La se˜nora Cattermole se echó a llorar.

“No sé donde está, ¡se supon´ıa que se iba a encontrar conmigo aqu´ı!”

Umbridge la ignoró.

“¿Madre de Maisie, Ellie, y Alfred Cattermole?”

La se˜nora Cattermole sollozó todav´ıa con más fuerza.

“Están asustados, creen que tal vez no vuelva a casa...”

“Ahórremos eso” le espetó Yaxley. “Los mocosos de los sangre sucia no despiertan nuestra compasión.”

Los sollozos de la se˜nora Cattermole ocultaron los pasos de Harry cuando se fue acercando con cautela hacia los escalones que llevaban a la elevada plataforma. En el momento en que pasó junto al lugar donde el patronus de gato se mov´ıa, sintió el cambio de la temperatura: ah´ı todo era cálido y confortable. El patronus, estaba seguro, era de Umbridge, y brillaba con tanta intensidad por lo contenta que estaba ella de estar all´ı, en su elemento, aplicando las retorcidas leyes que hab´ıa ayudado a redactar. Despacio y con mucha cautela fue bordeando la plataforma por detrás de Umbridge, Yaxley, y Hermione, sentándose detrás de esta. Estaba preocupado por si hac´ıa saltar a Hermione. Pensó en lanzar el encantamiento Muffliato sobre Umbridge y Yaxley, pero hasta murmurar la palabra podr´ıa alarmar a Hermione. Entonces Umbridge elevó la voz para dirigirse a la se˜nora Cattermole, y Harry aprovechó su oportunidad.

“Estoy detrás de ti” le murmuró a Hermione al o´ıdo.

CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES

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Como hab´ıa esperado, ella saltó con tanta violencia que casi derramó el bote de tinta con el que se supon´ıa que ten´ıa que registrar la entrevista, pero Umbridge y Yaxley estaban concentrados en la se˜nora Cattermole, por lo que no lo advirtieron.

“Le fue confiscada una varita a su llegada al Ministerio hoy, se˜nora Cattermole” estaba diciendo Umbridge. “Veintidós cent´ımetros, madera de cerezo, núcleo de pelo de unicornio.

¿Reconoce esa descripción?”

La se˜nora Cattermole asintió, limpiándose los ojos con la manga.

“¿Podr´ıa decirnos por favor de qué mago o bruja tomó esa varita?”

“¿T-tomar?” sollozó la se˜nora Cattermole. “No se la q-quité a nadie. La c-compré cuando ten´ıa once a˜nos. Me... me... me... eligió.”

Lloró todav´ıa con más fuerza que antes.

Umbridge dejó escapar una risa suave e infantil que hizo que Harry deseara atacarla.

Se inclinó hacia delante sobre la barrera, para observar mejor a su v´ıctima, y algo dorado también se inclinó y se balanceó en el vac´ıo: el guardapelo.

Hermione lo hab´ıa visto; dejó escapar un peque˜no chillido, pero Umbridge y Yaxley, todav´ıa concentrados en su presa, estaban sordos a todo lo demás.

“No” dijo Umbridge, “no, creo que no, se˜nora Cattermole. Las varitas sólo escogen a magos o brujas. Usted no es una bruja. Aqu´ı tengo las respuestas al cuestionario que le fue enviado... Mafalda, pásamelas.”

Umbridge estiró una peque˜na mano: en ese momento se parec´ıa tanto a un sapo, que Harry se sorprendió bastante de no ver membranas entre los rechonchos dedos. Las manos de Hermione temblaban por la conmoción. Rebuscó en una pila de documentos colocados en la silla que ten´ıa a su lado, finalmente sacando un fajo de pergaminos con el nombre de la se˜nora Cattermole.

“Eso es... eso es bonito, Dolores” dijo, se˜nalando al colgante que brillaba sobre los fruncidos pliegues de la blusa de Umbridge.

“¿Qué?” replicó Umbridge, bajando la vista. “Oh, s´ı... una vieja reliquia familiar.”

dijo, dándole golpecitos al guardapelo que descansaba sobre su amplio pecho. “La S es de Selwyn... estoy emparentada con los Selwyn... De hecho, hay pocas familias de sangre pura con las que no estoy emparentada... una pena” continuó en voz más alta, pasando sobre el cuestionario de la se˜nora Cattermole, “que no se pueda decir lo mismo de usted.

Profesión de los padres: verduleros.”

Yaxley se rió con mofa. Abajo, el peludo gato plateado patrullaba de arriba abajo, y los dementores segu´ıan esperando en las esquinas.

Fue la mentira de Umbridge la que hizo que a Harry se le subiese la sangre al cerebro y olvidase su sentido de la precaución... que el guardapelo que hab´ıa tomado como soborno de un insignificante criminal fuera usado para reforzar sus credenciales de pura sangre. Levantó la varita, sin ni siquiera preocuparse de mantenerla oculta bajo la capa de Invisibilidad y dijo:

“¡Desmaius! ”

Hubo un destello de luz roja; Umbridge se derrumbó y su frente golpeó el borde de la balaustrada; los papeles de la se˜nora Cattermole se deslizaron de su regazo hasta el suelo, y por debajo, el gato plateado que merodeaba se desvaneció. Un aire helado los golpeó como un viento en dirección contraria. Yaxley, confuso, miró alrededor buscando la fuente del CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES

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problema y vio la mano sin cuerpo de Harry y la varita apuntándolo. Intentó sacar su propia varita, pero fue demasiado tarde.

“¡Desmaius! ”

Yaxley se deslizó hasta el suelo para yacer enroscado.

“¡Harry!”

“Hermione, si crees que me iba a quedar ah´ı sentado y dejar que ella fingiese...”

“¡Harry, la se˜nora Cattermole!”

Harry se dio la vuelta, quitándose la Capa de Invisibilidad. Abajo, los dementores se hab´ıan movido de las esquinas; se estaban deslizando hacia la mujer encadenada en la silla. Ya fuese porque el patronus se hab´ıa desvanecido o porque sent´ıan que sus amos ya no ten´ıan el control, parec´ıan haber abandonado la contención.

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