Nos estamos viendo: Ya nos veremos, nos veremos pronto.
Ocote, s: Pino rojo y madera del mismo, muy resinosa, que arde fácilmente. Sirve para encender el fuego y, en forma de hachones, para alumbrarse.
Pailita, s: Plato pequeño que acompaña a la taza.
Pajuil, es: Ave acuática.
Palo jobo: Especie de cedro.
Parlama: Especie de tortuga.
Patacho, s: Recua de animales de carga.
Patoja, s: Niña, muchacha.
Patojón, s: Mozarrón.
Pelar la oreja: Aguzar el oído, escuchar atentamente.
Pinche, s: Ayudante de cocina, y por extensión, lo que no vale gran cosa.
Pipante, s: Embarcación que usan los nativos de la costa atlántica de Centroamérica.
Pistear: Dar dinero.
Pistocho, s: Alfóncigo (fruto).
Pisto: Dinero.
Pom: Especie de resina que los indios queman ante sus dioses.
Poquitero, s: De poco. Negocios de poco.
Pulla, s: Vara de madera de punta aguzada con que los boyeros castigan a los bueyes.
¡Qué de a chipuste!: ¡Qué cosa más buena, qué bocado más sabroso!
¡Qué cacha!; ¡Qué lata! ¡Qué engorro!
Rascauche, s: Pobre, muy poca cosa, sin importancia.
Riata: Soga para enlazar.
Rompida: Reventada.
Sacar franco: Divertir, hacer reír.
Sagusán: Voz onomatopéyica.
Santo guaro: Frase encomiástica de la bebida de ese nombre -guaro-, especie de aguardiente barato. Como quien dice: ¡Santo aguardiente!
Sartal: Serie de cosas metidas por orden en hilos. Objetos o seres que van unos tras otros, etc.
Ser coche: Lo mismo que «estar coche». Ser, estar enamorado.
Sigatoga: Enfermedad que ataca a los bananales.
Sisea: Borrachera y, también, estado del borracho al día siguiente.
Somatar: Golpear, pegar fuertemente.
Tamalito, s: Pequeña torta de maíz rellena de carne.
Tapesco, s: Cama hecha de cañas.
Tastazo, s: Golpe dado con la punta del dedo.
Tenemastazo, s: Piedra grande, golpe dado con una piedra grande.
Tepemechín, es: Pez de río.
Tilichera: Pequeño mostrador de vidrio.
Tishuda: Pelo grifo.
Tiste, s: Bebida refrescante que se prepara con harina de maíz tostado, cacao y azúcar.
Vamos yendo: Vamos andando.
V itera, s: Vieja.
Viaraza: Capricho, cólera.
Volarle anteojo: Mirar disimuladamente y con insistencia.
Volar lengua: Hablar demasiado, irse de la lengua.
Zacate, s: Alimento, forraje, pienso de las caballerías.
Zacatal, es: Lugar poblado de zacates.
Zompopo, s: Hormiga grande.
Zopilote, s: Aura.
Novelista y poeta guatemalteco. Prolífico escritor y diplomático, nació el 19 de octubre de 1899, en la ciudad de Guatemala y falleció en París el 9 de junio de 1974. De familia modesta, cursó la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, donde obtuvo el título de abogado y notario en 1923. Parte entonces a Londres, donde descubre las obras mayas del British Museum. Se translada en seguida a París, donde funda la Liga del estudiante latinoamericano y estudia con el profesor Georges Raynaud el Popol-Vuh , libro sagrado de los antiguos mayas que traduce del francés en colaboración con el mexicano González de Mendoza. Luego en 1930 se traslada a Madrid y publica por la editorial Oriente Leyendas de Guatemala , en que recuenta las ricas tradiciones indígenas de su país.
Al regresar a Guatemala en 1933 funda el primer radioperiódico de Guatemala, El diario del aire . En 1945, cuando el dictador Jorge Ubico toma el poder se ve obligado a dejar el país y se refugia en México. De 1947 a 1954, ocupa diversos cargos diplomáticos. Con la caída del gobierno democrático de Jacobo Arbenz se exilia otra vez y vive largos años en Buenos Aires. Después se dirige a Génova, París y Palma de Mallorca. Ocasionalmente viaja a Guatemala, donde recibe homenajes por parte de los jóvenes intelectuales. En 1966 es nombrado embajador de Guatemala y en 1967 recibe el Premio Lenin de la Paz y el Premio Nobel de literatura.
El reconocimiento de la obra de Miguel Ángel Asturias marca el comienzo de la valoración por parte de Europa y Estados Unidos de la literatura hispanoamericana como una literatura que al mismo tiempo expresa la realidad de un continente y posee una calidad semejante a las grandes literaturas del mundo. Con Asturias termina el ciclo de la llamada novela indigenista y se abre paso a una nueva generación de escritores como Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo, Julio Cortázar, José Donoso, Augusto Roa Bastos y muchos otros que constituirán el fenómeno literario-editorial conocido como el boom .
Dentro de su extensa producción narrativa, tres libros se destacan: Leyendas de Guatemala , El señor Presidente y Hombres de maiz . El primero, escrito durante su residencia en Francia, describe líricamente la naturaleza de Guatemala y recrea un mundo mágico-mitico utilizando los textos de la tradición maya-quiché. Este libro fue inmediatamente traducido al francés y publicado con un elogioso prefacio de Paul Valéry.
El señor Presidente -para muchos su obra maestra- fue escrito entre 1925 y 1932 y publicado en México en 1946. Traducida a diversas lenguas y merecedora de distintos premios, la novela describe y denuncia, en un clima de pesadilla, las miserias y los horrores de una dictadura cuyo escenario puede ser cualquier ciudad centroamericana. El señor Presidente es la imagen abstracta del dictador cuya presencia se proyecta y domina a lo largo de toda la historia, a pesar de que sus apariciones se reduzcan a una media docena. La atmósfera está impregnada del miedo y sus terribles efectos. El dictador y otros personajes se elevan a la condición de seres míticos y adquieren, por lo tanto, una significación simbólica. En la novela se funden la conciencia social y estética del autor. Se han señalado como influencias a Rafael Arévalo Martínez, Valle Inclán y Joseph Conrad, entre otras.
En Hombres de maíz, publicada en Buenos Aires en 1949, Asturias desarrolla una estética similar, pero la denuncia política disminuye en fuerza y la relación con los mitos quichés y mayas se acentúa. La dualidad se establece en la realidad social a partir de una mitología: los hombres han nacido del maíz y éste debe sembrarse para que se pueda comer; pero, algunos lo siembran para enriquecerse. Se desata entonces el conflicto entre lo sagrado y lo profano, entre el indio y el blanco que asumen los roles de la víctima y del explotador, respectivamente. La realidad de los sentidos y de la imaginación se entrecruzan. La crítica ha señalado que en las novelas posteriores a Hombres de maíz – especialmente en la trilogía sobre la explotación bananera, también llamada de "trilogía bananera", que la conforman Viento fuerte (l950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960) – la fusión del realismo social y del llamado realismo mágico se desvanece para insistir en los conflictos sociales. La prosa de Asturias es barroquizante; utiliza muchos procedimientos poéticos, entre ellos aliteraciones y onomatopeyas. La descripción de los personajes asume un carácter expresionista y los estados de conciencia se yuxtaponen y sobrerponen, con recursos técnicos que remontan a la vez al surrealismo francés y a la narrativa quiché.
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