Miguel Asturias - Leyendas de Guatemala

Здесь есть возможность читать онлайн «Miguel Asturias - Leyendas de Guatemala» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Leyendas de Guatemala: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Leyendas de Guatemala»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Su primera obra, Leyendas de Guatemala (1930), es una coleccion de cuentos y leyendas mayas.
Leyendas de Guatemala (1930), crónica de prodigios fantásticos en la que las leyendas míticas del pueblo maya-quiché se funden con las tradiciones del pasado colonial guatemalteco y las ciudades indígenas de Tikal y Copán se aúnan con Santiago y Antigua, fundadas por los españoles. La batalla entre los espíritus de la tierra y los espíritus divinos es narrada por la prosa evocadora y exuberante del Premio Nobel de Literatura de 1967, colmada de imágenes deslumbrantes.

Leyendas de Guatemala — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Leyendas de Guatemala», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

GUACAMAYO. La noche se hizo para la mujer. Al salir la estrella de la tarde que es bella como un nance, la estrella que hace agua la boca de los cielos, cesa el trato de Cuculcán con los hombres y se interna en las tierras bajas, calientes, las tierras propicias para el amor. La noche se hizo para la mujer. La mujer es la locura, Chinchibirín. Es el piquete de la tarántula, Chinchibirín.

CHINCHIBIRÍN. ¡Cuenta! ¡Cuenta!

GUACAMAYO. Servidoras fatigantes se llevan a Cuculcán, le perfuman las manos con los senos, los senos de las mujeres son como los nidos de los pájaros, Chinchibirín, al par que le cambian las rojas vestiduras de la tarde, sangre de guerreros, por un inmenso manto negro, y las sortijas y los brazaletes de rubíes, por sortijas y brazaletes de obsidiana.

CHINCHIBIRÍN. Cuenta, cuenta, acucuác, cuenta…

GUACAMAYO. Viejas de cera prieta le ofrecen, en tablas negras ribeteadas de plata lunar, atoles, dulces, tabaco y vino caliente de jocote. Como plantas acuáticas, mitad pescado, mitad estrella, surgen entonces las mujeres que han de prepararlo para la boda con tacto de tela araña. Le untan en todo el cuerpo tacto de tela de araña. (Calla y se lleva la pata al pico.) ¡Chinches, si me duele la muela. (Hace como que patalea del dolor.) ¡No es sólo la muela, todos los dientes!

CHINCHIBIRÍN. Y las mujeres qué son, acucuác…

GUACAMAYO. Las mujeres son vegetales, Chinchibirín…

CHINCHIBIRÍN. Y me decías que untaban a Cuculcán, Señor, mi Señor, gran Señor, de tacto de telaraña para la boda…

GUACAMAYO. Sí, así es, y listo para la boda lo encaminan a sus habitaciones donde encuentra a la doncella que ha de ser su esposa hasta la aurora…

CHINCHIBIRÍN. ¿Por qué hasta la aurora?

GUACAMAYO. Noche a noche, salen dos manos de un lago profundo, la arrancan del lecho del poderoso Cuculcán y la arrojan a las profundidades en que acaba el espejo de la vida, para que no tenga descendencia.

CHINCHIBIRÍN. ¡Calla, eres el engañador!

Primera Cortina Roja

Cortina roja, color de la tarde, magia del color rojo de la tarde. Cuculcán rojo (sin zancos): calzas rojas, traje rojo de guerrero, máscara roja de guerrero con bigotes rojos, plumajes rojos de guerrero, frente a la cortina roja, una rodilla en tierra y el arco presto a disparar la primera flecha. A su lado, un poco atrás, Chinchibirín también de rojo, sin máscara, flecha en el arco, rodilla en tierra. Ambos empiezan a disparar sus flechas contra la cortina roja y cada vez que una de las flechas toca la cortina roja, se oye una lamentación humana. Ritmo de danza guerrera. Cuculcán y Chinchibirín bailan disparando sus flechas. La cortina se lamenta como herida de muerte cada vez que la toca una flecha. El tún acompaña el combate, madera de tronco hueco que a cada golpe se oye más cerca, cáscara y metal, cadencia que va cobrando brillo a medida que la lucha arrecia entre los guerreros y la cortina de la tarde que se desgarra en gritos humanos. Los tambores han empezado a sonar sordamente. Cae la cortina roja. Cuculcán desaparece. Chinchibirín con la última flecha en el arco, se inclina.

CHINCHIBIRÍN. ¡Señor, mi Señor, gran Señor! (Al levantar la cabeza, luce en su frente, como un nance, la estrella de la tarde.)

GUACAMAYO. (Sin asomar.) ¿Cuác, cuác, cuác, cuác!

CHINCHIBIRÍN. (Vuelve la cabeza hacia el sitio en que se oye al Guacamayo y apunta la flecha) ¡Te viera yo en el camino del desvanecimiento, pájaro de mal agüero!

GUACAMAYO. (Sale arrastrando las alas, como borracho. ) ¡Tomé chicha para aliviarme el dolor de dientes y estoy atarantado!

CHINCHIBIRÍN. (Plantándosele en frente, ya para dispararle la flecha.) ¿Qué me quieres hacer creer?

GUACAMAYO. (Temeroso, casi retrocediendo.) Acucuác, no te quiero hacer creer nada. Cuando está borracho ve las cosas como son, el Guacamayo, y si lo escuchas sus palabras serán como piedras preciosas y las guardarás en tus oídos como en bolsas sin fondo.

CHINCHIBIRÍN. No sé, pero tu voz me llena el alma de cosquillas. Cuéntame de la noche…

GUACAMAYO. No, te voy a hablar del día.

CHINCHIBIRÍN. No olvides que la última flecha es para ti.

GUACAMAYO. El día es el camino del Sol, pero el Poderoso del Cielo y de la Tierra, se mueve no como lo ven los ojos, acucuác. Dibuja con la flecha aquí en la arena cómo se mueve el Sol.

CHINCHIBIRÍN. ¡Estás borracho!

GUACAMAYO. Estoy borracho, pero eso no quiere decir que no pueda explicarte exactamente el movimiento del Sol. No dibujes con tu flecha, basta el arco.

CHINCHIBIRÍN. Me quieres desarmar…

GUACAMAYO. Conserva el arco en tus manos, pero exhíbelo en alto para que veas en su línea cómo se mueve el Sol.

CHINCHIBIRÍN. En arco. Sale por este lado, sube al ojo del colibrí blanco y desciende por este otro lado del arco, hasta ocultarse aquí.

GUACAMAYO.. Es lo que se ve, acucuác, pero el movimiento del Poderoso del Cielo y de la Tierra es otro. Sale por este lado del arco, viaja durante la mañana de subida hasta el ojo del colibrí blanco, el diente de maíz que está en el centro del cielo, y de ahí regresa, no sigue adelante, desanda el camino de la tarde para ocultarse por donde aparece. No describe el arco entero.

CHINCHIBIRÍN. Perder el juicio con la chicha, es peor que el dolor de dientes. Sólo un ebrio puede hablar así. ¿Quién repite y repite que el Sol pasa de la mañana a la tarde, de la tarde a la noche, de la noche a la mañana, de la mañana a la tarde…? ¿Quién pregona que en el espejismo inmóvil de la existencia, nada es cierto y que es la luz que cambia al paso de Cuculcán lo que nos da la impresión de estar vivos? Pijuyes, gallos, tórtolas, chiquirines, son testigos.

GUACAMAYO. Todo lo que somos es memoria cuando creemos ser nosotros mismos. La memoria de mis palabras, sin el esclarecimiento que ahora quiero darte, es lo que defiendes por amor propio, como si esas palabras se hubieran incrustado en tus preciosidades.

CHINCHIBIRÍN. ¿Y he de olvidarlas, ahora que sales con que el Sol sólo llega a la mitad de su recorrido en el palacio de los tres colores? Creo que no, acucuác…

GUACAMAYO. Te debiera esclarecer todas las cosas, pero tendrías que agarrar tu memoria y retorcerle el pescuezo como a una gallina.

CHINCHIBIRÍN. A la gallina de colores le voy a cortar el pescuezo, ahora que está borracha, como se hace con los chumpipes.

GUACAMAYO. La vida es un engaño demasiado serio para que tú siendo tan joven lo entiendas, acucuác…

CHINCHIBIRÍN. Ya esta flecha demasiado aguda para que te calles…

RALABAL. (Invisible. ) Quien conoce los vientos como yo, yo Ralabal, yo, yoo, yodo… el que peina los torrentes que se pandean como troncos de ceibas de cristal que tienen la raíz donde los árboles llevan el follaje, porque nacen en lo alto, y las ramas donde los árboles tienen la raíz, porque florecen abajo, al abrir sus copas de cristal en espumosas hojas e irisadas flores; yo, Ralabal, yo, yooo, yoooo… he puesto vigilantes en la punta de tu flecha para desviarla del corazón de preciosas piedras del Guacamayo.

CHINCHIBIRÍN. ¡Bien se confirma lo que dicen! Dicen que hay quien cuida a los borrachos para que no caigan en los barrancos, para que no maten a sus hijos pequeños al echarse sobre ellos y dormirse, y para que no se les castigue por sus impertinencias cuando están ya tan atarantados que no hablan sino escupen.

RALABAL. (Invisible.) Yo, Ralabal, yo, yoo, yooo… manejo los vientos y emborracho con el licor verde del corazón del invierno que es un enorme tronco podrido, en el que viven hormigas, casampulgas, lombrices, lagartijita acezantes, gusanos de oscuridad dura y oscuridad blanda… Pero antes que el cielo se vuelva sólo pulgas de tiniebla benigna debo volver a mi guardianía y además he oído que se acercan pastores… yo, Ralabal, yo… yoo… yooo…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Leyendas de Guatemala»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Leyendas de Guatemala» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Leyendas de Guatemala»

Обсуждение, отзывы о книге «Leyendas de Guatemala» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x