Carlos Fuentes - Los años con Laura Díaz

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Fuentes - Los años con Laura Díaz» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los años con Laura Díaz: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los años con Laura Díaz»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un recorrido por la vida íntima de una mujer y sus pasiones, los obstáculos, prejuicios, dolores, amores y alegrías que la conducen a conquistar su libertad propia y su personalidad creativa. Una saga familiar, originada en Veracruz. Laura Díaz y otras figuras de la talla de Frida Kahlo y Diego Rivera comparten aspectos centrales de la historia cultural y política del país, y nos llevan a reflexionar sobre la historia, el arte, la sociedad y la idiosincrasia de los mexicanos. En esta novela, como nunca antes, Fuentes es fiel a su propósito de describirnos el cruce de caminos donde se dan cita la vida individual y la colectiva.

Los años con Laura Díaz — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los años con Laura Díaz», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Era poderoso, era torpe, era delicado, era distinto.

Llegó al baile del Casino acompañado por Xavier Icaza, el joven abogado laborista, hijo de una familia de aristócratas que ahora

servía a la clase obrera y fue quien llevó al baile a un hombre tan ajeno al perfil social de las buenas familias xalapeñas.

Icaza, un hombre brillante pero poco convencional, escribía poesía vanguardista y relatos picarescos; sus libros tenían viñetas cubistas con rascacielos y aviones y su poesía daba la sensación de velocidad moderna buscada por el autor en tanto que sus novelas traían la tradición de Quevedo y el Lazarillo a la moderna ciudad de México, una ciudad que se iba llenando -le explicaba Icaza a los grupos de invitados al baile anual del Casino- de inmigrantes del campo y que no haría sino crecer y crecer. Les guiñó un ojo a los hombres de empresa locales, ahora hay que comprar barato, la Colonia Hipódromo, la Colonia Nápoles, Chapultepec Heights, el parque de la Lama, hasta el Desierto de los Leones, van a ver cómo van a subir los bienes raíces, no sean guajes -reía con sus dientes alegres-, inviertan ahora.

Lo llamaban futurista, estridentista, dadaísta, nombres que nadie había oído mentar en Veracruz y que Icaza introducía, con un soplo casi insolente, en las ciudades de provincia a donde llegaba, por carreteras primitivas, manejando un Issota-Fraschini convertible y de color amarillo, como para establecer pronto y bien sus credenciales, exigiendo la mano de la señorita Ana Guido y como los padres de ésta manifestaran dudas, Xavier Icaza lanzó el poderoso automóvil italiano escalinata arriba en plena Catedral un domingo mientras se celebraba misa; el rugir del motor y la demencia misma del coche subiendo la escalinata empinada con el joven y brioso abogado liberando todo el h.p. posible para lograrlo y, apenas detenido peligrosamente el carro donde terminaba la escalera y comenzaba el atrio, proclamando en voz alta que había venido a casarse con Anita y nada ni nadie se lo impediría.

– Yo no vendo ilusiones -iba declarando el joven abogado Icaza a sus viejos conocidos en el baile del Casino-. Se trata de conveniencias mutuas. La revolución ha desatado a todas las fuerzas dormidas del país, los comerciantes e industriales nacionales ahorcados por la entrega del país a los extranjeros, los funcionarios obstaculizados en su ascenso por la anciana burocracia porfirista, y para qué hablar de los campesinos sin tierra y los obreros ansiosos de organizarse y tener una voz pública respetada. Oigan, ¿qué eran los rebeldes de las fábricas de Río Blanco y las minas de Cananea, los primeros que se levantaron contra la dictadura, qué eran sino obreros?

– Madero no les hizo concesiones -dijo el padre del joven gallero de Córdoba.

– Porque Madero no entendía nada -alegó Icaza-. En cambio, el siniestro Victoriano Huerta, el asesino de Madero, él sí buscó el apoyo de la clase obrera y permitió las mayores manifestaciones del Primero de Mayo jamás vistas. Concedió la jornada de ocho horas y la semana de seis días, pero cuando los sindicatos le pidieron la democracia, eso sí que no. Arrestó y deportó a los líderes. Uno de ellos es mi amigo Juan Francisco López Greene a quien les presento con mucho gusto. Lo de Greene no quiere decir que sea inglés: todos en Tabasco se llaman Graham o se llaman Greene porque descienden de piratas ingleses, pero de madres indias y negras, ¿verdad, tú?

Juan Francisco sonrió y asintió. -Laura, tú que eres culta, ahí te lo dejo -habló con gracia y firmeza Icaza y se fue a otra cosa.

Laura sospechó que este recién venido, tan ajeno a las costumbres provincianas y que habría aparecido, en los saraos de la hacienda de San Cayetano, como ese «Cristo con pistolas» al que se refirió una vez el terrateniente cordobés, tendría una torpeza personal comparable a la de sus zapatones de minero, cuadrados, gruesos y con clavos en las suelas. Imaginó que su discurso sería una lluvia de piedras punteadas por el silencio. Le sorprendió, por eso, oír una voz tan pareja, serena y hasta dulce, en la que cada palabra poseía el peso de la convicción y por ello Juan Francisco López Greene se permitía ser tan suave y hablar tan «bajito».

– ¿Tiene razón Xavier Icaza? -se lanzó a decir Laura buscando apoyos para iniciar la conversación.

Juan Francisco insistió. -Sí. Yo ya sé que todos tratan de usarnos.

– ¿De usar a quién? -preguntó sin afectación Laura.

– A los trabajadores.

– ¿Tú lo eres? -se lanzó Laura de nuevo, tuteando convencida de que no lo ofendía, desafiándolo un poco a tratarla igual, no de señorita o usted, buscando inciertamente el terreno común con el desconocido, husmeándolo, sintiéndose un poco bestia, un poco salvaje, como nunca se sintió con Orlando, que la obligaba a pensar cosas perversas, refinadas y tan sutiles que desaparecían como un perfume ponzoñoso, fuerte pero deletéreo pero fugaz.

No pudo. -Es el riesgo, señorita. Hay que aceptarlo.

(Que me hable de tú, rogó Laura, quiero que me hable de tú, que no me diga señorita, quiero por una vez sentirme diferente, quiero que un hombre me diga y me haga cosas que yo no sé o no espero o no puedo pedir, esto no se lo puedo pedir, tiene que salirle a él, y de eso va a depender todo lo que venga después, de un simple tú o usted…)

– ¿Cuál riesgo, señor Greene? -Laura revirtió al usted formal.

– El de que nos manipulen, Laura.

Añadió, sin darse cuenta (o quizás fingiendo que no se enteraba) del cambio de color en la cara de la muchacha, que «nosotros» también podían sacarles ventajas a «ellos». Laura se acostumbró allí mismo a ese extraño plural que abrazaba, sin pretensiones, sin falsas modestias, a una comunidad de gente, trabajadores, luchadores, camaradas, sí, del hombre que hablaba con ella.

– Icaza no tiene ilusiones. Yo sí -sonrió por primera vez, con un dejo de malicia, pero más que nada con ironía propia, pensó Laura-. Yo sí.

Dijo que tenía ilusiones porque la Constitución le hizo concesiones que no tenía por qué hacerle a los campesinos y a los obreros mexicanos, Carranza era un antiguo hacendado al que la barba de chivo se le crispaba cuando tenía que tratar con trabajadores y con indios, Obregón era un criollo inteligente pero oportunista que lo mismo podía sentarse a cenar con Dios o con el Diablo y hacerle creer al Diablo que en efecto era Dios, y a Dios que no se preocupara, podía ser un Diablo y no tenía por qué envidiar tanto a Lucifer; pero en todo caso, el general Alvaro Obregón sería el juez, él dictaminaría: tú eres Diablo… La Constitución consagró los derechos del trabajador y de la tierra porque sin «nosotros» -dale y dale, se dijo Laura Díaz- «ellos» no ganan la Revolución ni se mantienen en el poder…

La sacó a bailar y ella soltó la risa con una mueca adolorida y las zapatillas pisoteadas, pidiéndole al dirigente obrero que mejor practicaran en el balcón y él también se rió y dijo que sí, ni Dios ni el Diablo me hicieron para los salones de baile… Pero si a ella le interesaba lo que «nosotros» hacían, le contaría en el balcón cómo se organizó la lucha obrera en la Revolución, la gente creía que la revolución era sólo una élite criolla seguida de guerrilleros campesinos, se olvidaban que todo empezó en las fábricas y en las minas también; en Río Blanco y en Cananea; los obreros organizaron los

Batallones Rojos que salieron a luchar contra la dictadura de Huerta y fundaron la Casa del Obrero Mundial en el palacio de los Azulejos en la ciudad de México, en el antiguo Jockey Club de la aristocracia; cómo «nos» invadió la policía huertista, nos arrestó, le quiso poner fuego al palacio, «nos» obligó a huir y encontramos los brazos abiertos del general Obregón…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los años con Laura Díaz»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los años con Laura Díaz» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Carlos Fuentes - Chac Mool
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - En Esto Creo
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Vlad
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Hydra Head
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Christopher Unborn
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Instynkt pięknej Inez
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - La cabeza de la hidra
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - La Frontera De Cristal
Carlos Fuentes
Отзывы о книге «Los años con Laura Díaz»

Обсуждение, отзывы о книге «Los años con Laura Díaz» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x