Ángeles Mastretta - Mal De Amores

Здесь есть возможность читать онлайн «Ángeles Mastretta - Mal De Amores» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mal De Amores: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mal De Amores»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Mal de amores es la historia de una pasión entretejida a la historia de un país, de una guerra, de una familia, de varias vocaciones desmesuradas. Emilia Sauri, la protagonista de esta inquietante novela, nace en una familia liberal y tiene la fortuna de aprender el mundo de quienes lo viven con ingenio, avidez y entereza. Cobijada por la certidumbre de que el valor no es tal sin la paciencia, busca su destino enfrentando las limitaciones impuestas a su género y los peligros de su amor a dos hombres: desde su infancia por Daniel Cuenca, inasible aventurero y revolucionario, y en su madurez por Antonio Zavalza, un médico cuya audacia primera está en buscar la paz en mitad de la guerra civil. Regida por la mejor tradición de las novelas costumbristas, Mal de amores es una novela cuya prosa nítida y rápida consigue arrobarnos con su maestría, mientras nos regala los delirios de una invocación amorosa cuya desmesura nos contagia de futuro y esperanza.

Mal De Amores — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mal De Amores», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Tú de veras supones que el único camino son las armas? -le preguntó Josefa interrumpiendo los juegos de su imaginación.

– Yo estoy perdiendo las creencias y lo supongo todo -le contestó Diego, todavía con el verde de su isla dándole vueltas-. Cada quien tiene una idea distinta y todo el mundo tiene ideas. Vamos a ver cómo nos va con la visita de Madero. Por el momento no hay ni dónde se quede.

– Se puede quedar aquí -ofreció Josefa.

– ¿Para que a los tres días de que se vaya te lleven a la cárcel? -le dijo Milagros.

– ¿Será para tanto? -preguntó Emilia.

– ¿Por qué crees que no hay donde se quede? -le dijo su padre.

– Hace rato me dijeron que tal vez lo acepte José Bracheti, el italiano dueño del Hotel del jardín -dijo Milagros.

– Ojalá -dijo Diego-. De todos modos no hay permiso para usar ninguna plaza pública, ni para hacer reuniones en los teatros. Tal vez la manifestación tendrá que hacerse en un baldío del barrio de Santiago. A ver quiénes se atreven a ir.

– No te preocupes desde ahora -le pidió su mujer, que detestaba verlo decaído. En momentos así lo consolaba como si fuera su hijo.

– Será cosa de que nos traigas una manzanilla con anís -le dijo Milagros, que había descubierto la propensión de su hermana a poner hierbas a hervir en agua siempre que las cosas externas le parecían inmanejables.

– Pondré tila -aceptó Josefa sin darse cuenta del tono irónico que había en la voz de Milagros.

– No vayas a ningún lado -le dijo Diego-. Ven a descansar. Tú, Milagros, ya no vuelvas a tu casa, no son horas. Voy por una cobija -dijo acariciando a Emilia que dormía cuatrapeada en un sillón con el pelo revuelto sobre la cara.

– Quién sabe cómo será mejor tu marido, si triste o mandón -le dijo Milagros a su hermana.

– Mandón -supo Josefa-. Cuando se pone triste no sé cómo tratarlo. Cuando se pone mandón no le hago mucho caso.

– Yo no le haré ninguno. Tengo que irme -dijo Milagros echándose un rebozo sobre los hombros.

– Cuídate -le pidió Josefa-. Me muero si algo te pasa.

– ¿Qué me ha de pasar? -le contestó Milagros desde la puerta, antes de escabullirse por la oscuridad de las escaleras. Un minuto después sonó el zaguán grande cerrándose a sus espaldas.

– ¿Quién llegó? -preguntó Emilia despertando.

– Nadie, mi amor. Se fue tu tía, ven a tu cama -le pidió Josefa ayudándola a levantarse. Emilia se apoyó en ella y la sintió temblar.

– ¿Por qué la dejaste ir? -preguntó Diego que apenas volvía con la cobija.

– Porque no puede hacerse otra cosa con ella.

– ¿Se fue la tía? -dijo Emilia despertando de un golpe-. Yo quería ir con la tía.

– Ni se te ocurra pensarlo -le pidió Josefa sirviéndose una taza de tila fría-. Ven a dormir -dijo peinándola con los dedos como si aún fuera su niña de hacía unos años-. Ven, te canto, te rasco la espalda -le pidió llevándola hacia su recámara, hipnotizándola con su voz como una droga, como un último perfume de infancia al que Emilia no pudo resistirse.

Al día siguiente, cuando Josefa salió a caminar la ciudad como todas las mañanas, la encontró tapizada con los papeles amarillos que, avisando la llegada del candidato Madero, invitaban a la gente a recibirlo en la estación de trenes.

De su casa a la de su hermana eran siete cuadras en línea recta y dos a la izquierda. Josefa las voló en unos minutos. Siempre llevaba en su bolsa la gran llave que abría la puerta de Milagros. Era como saberse a salvo de cualquier catástrofe. Entró a la casa y cruzó corriendo el patio que en ese momento invadía una luz dorada. Subió las escaleras de dos en dos, cruzó a la sala tibia de aquella casa. El piano estaba abierto como siempre, porque Milagros decía que cerrarlo podría traerle infortunios. Todo lo demás tenía también una razón de ser y un destino en aquel lugar. Todo estaba regido por una silenciosa pero deliberada armonía.

Josefa no se detuvo, como hacía siempre, a buscar qué nueva antigüedad había conseguido su hermana, fue directo a la recámara y empujó la puerta haciendo un ruido de diablos. Las maderas para impedir el paso del sol y los ruidos de la calle estaban cerradas sobre el largo balcón que daba a la Plazuela de las Pajaritas. Josefa cerró los ojos intentando acostumbrarse a la oscuridad, pero al abrirlos siguió sin ver más que una negrura que la estremecía. Entonces caminó hasta el balcón y tanteando buscó el modo de abrir las maderas.

Un gajo de luz entró sin miedo por el cuarto y se detuvo en el cuerpo de Milagros que dormía inmutable como la Iztaccíhuatl, todavía vestida con la ropa del día anterior, sin haberse quitado siquiera los botines. En el suelo, junto al brazo que extendía al aire como si apenas lo hubiera utilizado para desprenderse de ellos, quedaban algunos de los mil volantes que pintaban la ciudad de amarillo.

– ¿Hermana? -murmuró Josefa mientras le quitaba los zapatos.

– ¿Qué? -dijo la voz de Milagros encajándose en su almohada.

– Te quiero mucho.

– Ya lo sé.

– ¿Estás muerta?-insistió Josefa, segura de que nunca la había visto tan cansada.

– Sí -dijo Milagros hundida bajo las cobijas para librarse de la luz que entorpecía sus delirios.

– Bendito sea Dios -suspiró Josefa cerrando la entrada de luz.

– ¿Cuál dios? -preguntó Milagros desde su letargo.

– El de la guerra -contestó Josefa.

X

Volvió a la Casa de la Estrella caminando despacio mientras silbaba. Se le había hecho tarde y pensó que su marido estaría en la botica junto con Emilia, que en los últimos meses bajaba con él desde temprano para quedarse el día entero entre los frascos y los olores del laboratorio. Le había aprendido a Diego muchas de las recetas y algunas de sus mañas, había leído la tercera parte de los libros de medicina que encontró sobre las mesas y les había dado un orden a los estantes que desde niña se acostumbró a desempolvar, mientras su padre cantaba las tristes arias con que alegraba sus tardes.

Cuando terminó el arreglo, Diego le reclamó. Estaba seguro de que a partir de ese momento no sabría qué hacer.

– Lo confundiste todo -dijo llevándose las manos a la cabeza mientras iba a sentarse en un banco alto para desde ahí pedirle cuentas-. Por eso nunca permití que tu madre trajinara en este rumbo. ¿Cómo voy a saber dónde encontrar las cosas?

– Están por orden alfabético -dijo Emilia-. Me he pasado la vida viendo cómo revoloteas para encontrar algo. Yo me tardaría años en entender lo que tú manejas con intuiciones y recuerdos. ¿No te has oído? Por lo menos veinte veces al día te preguntas "¿Dónde lo puse?". Ahora será muy fácil.

Diego la escuchó pontificar pensando que aún no se hacía al ánimo de verla crecida.

– Vanidosa -dijo-. A ver, a que no encuentras la Cañafístula en conserva.

Emilia dio la vuelta sobre sus talones y se dirigió al tercer estante.

– ¿Qué quieres, flores o cañutos?

– Flores -murmuró Diego.

Emilia tomó un frasco de cristal color ámbar, lleno hasta la mitad con un almíbar en el que nadaban pequeñas flores blancas. Lo destapó para olerlo antes de entregárselo a Diego, que no necesitó comprobar de cerca para saber que era el correcto.

– ¿De qué sirve?-la desafió.

– No sé -dijo Emilia sentándose en el banco de madera clara que desde siempre le perteneció.

– Se usan como purga para personas delicadas.

– ¿Por qué se hacen en miel? -preguntó Emilia.

– Porque como lo dijo Nicolás Monardes desde el año de 1565 en que publicó su famoso libro, "con el cocimiento y el azúcar quítaseles la aspereza y la estepticidad".

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mal De Amores»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mal De Amores» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Mal De Amores»

Обсуждение, отзывы о книге «Mal De Amores» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x