Mario Llosa - Conversación En La Catedral

Здесь есть возможность читать онлайн «Mario Llosa - Conversación En La Catedral» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Conversación En La Catedral: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Conversación En La Catedral»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Zavalita y el zambo Ambrosio conversan en La Catedral. Estamos en Perú, durante el ochenio dictatorial del general Manuel A. Odría. Unas cuantas cervezas y un río de palabras en libertad para responder a la palabra amordazada por la dictadura.Los personajes, las historias que éstos cuentan, los fragmentos que van encajando, conforman la descripción minuciosa de un envilecimiento colectivo, el repaso de todos los caminos que hacen desembocar a un pueblo entero en la frustración.

Conversación En La Catedral — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Conversación En La Catedral», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Aventureros como Ravines que se volvió agente imperialista y ayudó a Odría a tumbar a Bustamante, ¿renegaría, se cansaría de la militancia difícil y asfixiante y tendría mujer, hijos y trabajaría en un Ministerio?, y oportunistas como Terreros que se volvió beato y todos los años se ponía hábito morado y arrastraba una cruz en la Procesión del Señor de los Milagros, ¿o seguiría y hablaría todavía con su voz de pajarito en círculos de estudiantes cuando no andaba en la cárcel? Traiciones y represiones casi habían liquidado al Partido, ¿y si seguía sería prosoviético o prochino o uno de esos castristas que habían muerto en las guerrillas o se habría vuelto trozkista?, y al subir Bustamante en 1945 el Partido había vuelto a la legalidad y comenzó a reestructurarse y a combatir en la clase obrera el reformismo del Apra, ¿habría viajado a Moscú o a Pekín o a la Habana?, pero con el golpe militar de Odría el Partido había sido desmantelado de nuevo, ¿lo acusarían de stalinista o de revisionista o de aventurerista?, todo el Comité Central y decenas de dirigentes y militantes y simpatizantes encarcelados y desterrados y algunos asesinados, ¿se acordaría de ti, Zavalita, de esa mañana donde Matías, de esa noche en el Hotel Mogollón?, y las células sobrevivientes de ese gran naufragio habían lentamente, trabajosamente constituido la Organización Cahuide, que sacaba esa hojita y se dividía en la Fracción Universitaria y la Fracción Obrera, camaradas.

– O sea que Cahuide tiene pocos estudiantes, pocos obreros -dijo Aída.

– Se trabaja en condiciones difíciles, a veces por un camarada que cae se echan a perder meses de esfuerzos -sujetaba el cigarrillo con las uñas del índice y del pulgar, piensa, sonreía con mucha timidez-. Pero a pesar de la represión estamos creciendo.

– Y por supuesto que te convenció, Zavalita -dijo Carlitos.

– Me convenció de que creía en lo que nos decía -dijo Santiago-. Y, además, se notaba que le gustaba lo que hacía.

– ¿Cuál es la posición del Partido sobre la unidad de acción con las otras organizaciones fuera de la ley? -dijo Jacobo-. El Apra, los trozkistas.

– No vacilaba, tenía fe -dijo Santiago-. Yo ya envidiaba a la gente que creía ciegamente en algo, Carlitos.

– Estaríamos dispuestos a trabajar con el Apra contra la dictadura -dijo Llaque-. Pero los apristas no quieren que la derecha los siga acusando de extremistas y hacen todo por demostrar su anticomunismo.

Y los trozkistas no son más de diez, y seguramente agentes de la policía.

– Es lo mejor que le puede ocurrir a un tipo, Ambrosio -dice Santiago-. Creer en lo que dice, gustarle lo que hace.

– ¿Por qué el Apra que se ha vuelto pro-imperialista sigue teniendo respaldo en el pueblo? -dijo Aída.

– Por el peso de la costumbre y por su demagogia y por los mártires apristas -dijo Llaque-. Sobre todo, por la derecha peruana. No entiende que el Apra ya no es su enemiga sino su aliada, y la sigue persiguiendo y así la prestigia ante el pueblo.

– Es verdad, la estupidez de la derecha ha convertido al Apra en un gran partido -dijo Carlitos-. Pero si la izquierda no ha pasado de una masonería no ha sido por el Apra, sino por falta de gente capaz.

– Es que los capaces como tú y yo no nos metemos a la candela -dijo Santiago-. Nos contentamos con criticar a los incapaces que sí se meten. ¿Te parece justo, Carlitos?

– Me parece que no y por eso no hablo nunca de política -dijo Carlitos-. Tú me obligas con tus masoquismos asquerosos de cada noche, Zavalita.

– Ahora me toca preguntar a mí, camaradas -sonrió Llaque, como avergonzado-. ¿Quieren entrar a Cahuide? Pueden trabajar como simpatizantes, no necesitan inscribirse en el Partido todavía.

– Yo quiero entrar al Partido ahora mismo. -dijo Aída.

– No hay apuro, pueden tomarse tiempo para reflexionar -dijo Llaque.

– En el círculo hemos tenido de sobra para eso -dijo Jacobo-. Yo también quiero inscribirme.

– Yo prefiero seguir como simpatizante -el gusanito, el cuchillo, la culebra-. Tengo algunas dudas, me gustaría estudiar un poco más antes de inscribirme.

– Muy bien, camarada, no te inscribas hasta que superes todas las dudas -dijo Llaque-. Como simpatizante se puede desarrollar también un trabajo muy útil:

– Ahí quedó demostrado que Zavalita ya no era puro, Ambrosio -dice Santiago-. Que Jacobo y Aída eran más puros que Zavalita.

¿Y si te inscribías ese día, Zavalita, piensa? ¿La militancia te habría arrastrado, comprometido cada vez más, habría barrido las dudas y en unos meses o años te habría vuelto un hombre de fe, un optimista, un oscuro puro heroico más? Habrías vivido mal, Zavalita, como habrán Jacobo y Aída piensa, entrado a y salido de la cárcel unas veces, sido aceptado en y despedido de sórdidos empleos, y en vez de editoriales en “La Crónica” contra los perros rabiosos escribirías en las paginitas mal impresas de “Unidad”, cuando hubiera dinero y no lo impidiera la policía piensa, sobre los avances científicos de la patria del socialismo y la victoria en el sindicato de panificadores de Lurín de la lista revolucionaria sobre la entreguista aprista propatronal, o en las peor impresas de “Bandera Roja”, contra el revisionismo soviético y los traidores de “Unidad” piensa, o habrías sido más generoso y entrado a un grupo insurreccional y soñado y actuado y fracasado en las guerrillas y estarías en la cárcel, como Héctor piensa, o muerto y fermentando en la selva, como el cholo Martínez piensa, y hecho viajes semiclandestinos a Congresos de la Juventud, piensa Moscú, llevado saludos fraternales a Encuentros de Periodistas, piensa Budapest, o recibido adiestramiento militar, piensa la Habana o Pekín. ¿Te habrías recibido de abogado, casado, sido asesor de un sindicato, diputado, más desgraciado o lo mismo o más feliz? Piensa: ay, Zavalita.

– No fue horror al dogma, fue un reflejo de niñito anarquista que no quiere recibir órdenes- dijo Carlitos-. Fue que en el fondo tenías miedo de romper con la gente que come y se viste y huele bien.

– Pero si yo detestaba esa gente, si la sigo detestando -dijo Santiago-. Si eso es de lo único que estoy seguro, Carlitos.

– Entonces fue espíritu de contradicción, afán de buscarle tres pies al gato sabiendo que tiene cuatro -dijo Carlitos-. Debiste dedicarte a la literatura y no a la revolución, Zavalita.

– Yo sabía que si todos se dedicaran a ser inteligentes y a dudar, el Perú andaría siempre jodido -dijo Santiago-. Yo sabía que hacían falta dogmáticos, Carlitos.

– Con dogmáticos o con inteligentes, el Perú estará siempre jodido -dijo Carlitos-. Este país empezó mal y acabará mal. Como nosotros, Zavalita.

– ¿Nosotros los capitalistas? -dijo Santiago.

– Nosotros los cacógrafos -dijo Carlitos-. Todos reventaremos echando espuma, como Becerrita. A tu salud, Zavalita.

– Meses, años soñando con inscribirme en el Partido, y cuando se presenta la ocasión me echo atrás -dijo Santiago-. No lo voy a entender nunca, Carlitos.

– Doctor, doctor, tengo algo que se me sube y se me baja y no sé lo que es -dijo Carlitos-Es un pedito loco, señora, usted tiene carita de poto y el pobre pedito no sabe por donde salir. Lo que te friega la vida es un pedito loco, Zavalita.

¿Juran consagrar su vida a la causa del socialismo y de la clase obrera?, había preguntado Llaque, y Aída y Jacobo sí juro, mientras Santiago observaba; después eligieron sus seudónimos.

– No te sientas disminuido -le dijo Llaque a Santiago-. En la Fracción Universitaria, simpatizantes y militantes son iguales.

Les dio la mano, adiós camaradas, que salieran diez minutos después que él. La mañana estaba nublada y húmeda cuando dejaron atrás la librería de Matías y entraron al "Bransa" de la Colmena y pidieron cafés con leche.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Conversación En La Catedral»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Conversación En La Catedral» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Conversación En La Catedral»

Обсуждение, отзывы о книге «Conversación En La Catedral» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x