Pedro Alarcón - El Niño De La Bola

Здесь есть возможность читать онлайн «Pedro Alarcón - El Niño De La Bola» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Niño De La Bola: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Niño De La Bola»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Niño de la bola está considerada entre sus mejores páginas literarias.
Obtuvo un gran éxito editorial y trabajó en ella durante años con la intención de desquitarse del triste destino polémico que le había tocado a El Escándalo. Incluye «un par de crímenes» como ingrediente que, a juicio del autor, no debe faltar en ningún relato romántico. Alarcón sabe captar a la perfección el aliento casi irracional que alimenta esta «tragedia popular», en la que no faltan los elementos costumbristas típicos de sus novelas. El título de su última novela, La pródiga, hace referencia a la protagonista, Julia, en la que encontramos trazos románticos con continuas alusiones a George Sand, cuya vida y el idilio amoroso que mantiene es condenado por el autor y el coro de personajes

El Niño De La Bola — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Niño De La Bola», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero don Trinidad Muley, que conocía mejor que nadie a su pupilo, y que lo veía inmóvil, mudo, con los labios blancos, siguiendo los movimientos de don Elías como si acechase la oportunidad de saltar sobre él y despedazarlo, corrió al lado del joven, y le dijo con grande imperio.

– Manuel…, ¡vete a casa! ¡Yo te lo mando!

El hijo del héroe bramó de angustia, como brama la fiera al sentir el hierro candente del domador, y dijo con bárbara humildad.

– ¿Sin matar a ese hombre?

– Manuel, ¡vete! -replicó el cura de Santa María.

– ¡Me ha vencido con el dinero que robó a mi padre! -añadió Manuel, enfureciéndose de nuevo según que hablaba-. ¡Me ha negado a mí, al descendiente de los Venegas, al hijo del que murió por salvarle sus mal ganados millones, el que baile con su inocente hija, el que le dé un abrazo de paz entre nuestras dos razas! ¡Ah, ladrón!… ¡Asesino!… ¡Verdugo!… ¡Me la pagarás con tu sangre!

– ¡Oye, oye! -decía entre tanto el usurero a su hija, que estaba abrazada a él, colgada de su cuello, y como sirviéndole de escudo-. ¡Oye cómo me insulta y me amenaza el que ronda tu dote! ¡Oye cómo te conquista ese tramposo, en lugar de pagarme el millón que me debe!

Manuel, a quien difícilmente sujetaba don Trinidad Muley (habiendo tenido para ello que llamar en su auxilio al Niño Jesús, cuya efigie le mostraba con fervorosos ademanes y discursos), percibió las últimas palabras de don Elías, y, lejos de enfurecerse más, serenóse de pronto, con aquella rapidez de transición que le caracterizó siempre, y quedó inmóvil, suspenso, frío, como una estatua de mármol.

– ¿Yo?… ¿Yo?… ¿Yo le debo a usted un millón? -acertó a decir, finalmente, con el acento de la más noble ingenuidad.

– ¿Acaso lo ignoras? -repuso don Elías valientemente, como quien llega a su terreno-. ¿No me debía tres tu padre? ¿No le cobré dos? Pues ¡el que debe tres y paga dos, resta uno!… ¡Y tú, buen mozo; tú, que eres hijo y no has renunciado su herencia, me lo debes, como yo le debo el alma a Dios! De modo, señores… -continuó, dirigiéndose a la Hermandad-, que roda la rifa anterior es nula y debe invalidarse por completo, dado que el dinero que ofrecía ese joven era mío, como lo será todo el que adquiera en este mundo hasta que me pague el millón que me debe…

– ¡Qué hombre! ¡Qué infamias dice! ¡Y lo peor es que tiene razón! ¿No hay quien lo mate? -comenzó a murmurar la gente más temible.

– ¡Nadie lo toque! -gritó Manuel severamente-. Las cosas acaban de cambiar de aspecto, y ahora me corresponde a mí defender su vida… Yo ignoraba que era su deudor; pero, averiguado que lo soy, pues el semblante de ustedes me lo está diciendo con harta claridad, no quiero que nadie imagine que deseo la muerte de ese monstruo a fin de no pagarle… ¡Le pagaré!… ¡Ninguno se asombre de lo que digo!… ¡Le pagaré!… Tengo absoluta seguridad de que no me engaño… ¡Yo sé de lo que soy capaz! Vive, pues, tranquilo, zorro viejo y astuto, que si don Rodrigo Venegas murió entre las llamas para que no se dijese que había tratado de estafarte, su hijo hará algo más terrible y doloroso, que es no volver a ver a tu hechicera hija hasta haber ganado el millón que me reclamas. Me voy del pueblo, señores… -añadió con voz solemne, dirigiéndose al público-. Me voy de España… Pero ¡volveré! ¡Volveré con oro bastante para pagar mi deuda y ahogar después en onzas a mi deudor! ¡Volveré, sí, y vendré a este mismo sitio, tal día como hoy!…, ¡lo juro por el alma de mi padre!, a pujar la gloria de estrechar en mis brazos a ese ángel que el vil judío ha robado al cielo, a esa desgraciada que se llama su hija! ¡Ay del que la mire entre tanto! ¡Ay del que la pretenda! ¡Soledad es mía, y yo vendré a recobrarla y a matar al temerario que haya intentado siquiera atravesarse entre los dos! ¡En cuanto a ti, alma de mi alma, sé que sabrás esperarme!… ¡Adiós, Soledad de mi vida! ¡Adiós, señor cura! ¡Adiós, Niño mío!… ¡No os olvidéis de Manuel Venegas!…

Así dijo, y arrancándose de los brazos de don Trinidad Muley, y tirando con la mano un beso a Soledad y otro al Niño de la Bola, echó a correr hacia el interior de la población y desapareció de la vista de todos.

Soledad seguía impasible exteriormente, desde que la vida de su padre dejó de estar en riesgo; pero cuando quiso andar, le faltaron fuerzas para moverse, y hubo que llevarla en una silla a la carroza que fue de los Venegas.

LIBRO TERCERO: LA VUELTA DEL AUSENTE

I. LA CAÍDA DE LA TARDE

Pues que ya sabemos tanto como el que más acerca del gallardo jinete que cruzaba por lo alto de la Sierra cuando levantamos el telón para dar principo al presente drama, tiempo es de que corramos en su seguimiento hasta alcanzarlo, a fin de entrar con él, después de ocho años de misteriosa ausencia, en la morisca ciudad que fue su cuna.

Restábale apenas una hora de sol a aquel esplendoroso día en el momento que nuestro héroe logró salir del laberinto de cumbres y barrancos que forma allí la gran cordillera, y descubrió a lo lejos el amplio horizonte de su país nativo, su llana campiña, sus verdes viñedos y oscuros olivares y las conocidas siluetas de los remotos cerrajones que delimitan la comarca. La ciudad querida, la señora de todo aquel territorio, quedaba aún oculta detrás de los arcillosos cerros que al Oeste le sirven de dosel; pero ya era fácil distinguir (sobre todo teniendo anterior idea de su situación) la enhiesta aguja de la torre de la Catedral y el torreón del vigía de la Alcazaba árabe, derruido pocos años después…

El Niño de la Bola detuvo su caballo para contemplar aquel nunca olvidado panorama… La más viva emoción se leía en su semblante, menos duro y altivo que cuando la melancolía de la ausencia y las lecciones del mundo no habían trabajado aún su corazón… Quitóse reverentemente el sombrero, por vía de salutación a sus lares patrios, y lanzó un hondo suspiro, como quien llega al término de largos afanes.

– Señorito…, ¿está usted malo? -le preguntó el arriero al verle de aquel modo.

Manuel no respondió… púsose el sombrero apresuradamente y metió espuelas al caballo, como para librarse de tan importuno testigo. Media hora después, cuando ya caía el sol al Occidente, el malagueño volvió a alcanzar al desdeñoso personaje, que, parado de nuevo, en lo alto de la enrevesada cuesta por donde se baja desde la última meseta de la montaña a la extendida vega de la ciudad, contemplaba las Cuevas, el barrio de Santa María, las Huertas y hasta la antigua casa de sus mayores, que se distinguía entre todas por un erguido ciprés que la coronaba… Aquel edificio atraía muy particul armen te su ansiosa atención… ¡Ignoraba el desventurado que allí no vivía ya nadie! ¡Ignoraba todo lo que había ocurrido durante su ausencia!…

Pero no adelantemos noticias, que harto pronto llegarán a vuestro conocimiento. Manuel siguió andando, muy despacio esta vez, tan luego como se le incorporó el arriero con las cargas; y, ya fuese arrepentido de no haber contestado a la última afectuosa pregunta del pobre hombre, ya por distraerse de sus propios pensamientos, entabló conversación con él, diciéndole:

– ¿Ha estado usted en alguna ocasión mucho tiempo seguido lejos de Málaga?

El espolique se inflamó de júbilo al verse interrogado, y, en un abrir y cerrar de ojos, había respondido todo lo siguiente:

– ¿Que si he estado? ¡Ya me figuraba yo que ahí era donde a usted le dolía! ¡Usted debe de venir del fin del mundo, y por eso le ha hecho tanta operación el descubrir su tierra! Yo estuve primero dos años en el Moro… (no crea usted que en presidio, sino por mi gusto), y luego he servido al Rey, digo, a Cristina, hasta que me dieron la absoluta, después que tomamos el puente de Luchana, donde fui herido… ¿Dice usted que si sé lo que son fatigas? ¡Pregúnteselo usted a la pobrecita de mi madre, en quien pensaba a todas horas aquella pícara Nochebuena, llamada también la Noche triste , en que Espartero ganó Bilbao… ¡Figúrese usted que yo la pasé desangrándome sobre la nieve en el mayor desamparo y soledad …! ¿Pero ¿qué dice este loro?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Niño De La Bola»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Niño De La Bola» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Niño De La Bola»

Обсуждение, отзывы о книге «El Niño De La Bola» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x