Alfredo Echenique - Cuentos

Здесь есть возможность читать онлайн «Alfredo Echenique - Cuentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuentos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando me mandan un manuscrito o un libro a quemarropa siento, en cambio, la terrible tentación de reaccionar como el Duque de Albufera, cuando Proust le envió un libro y luego lo llamó para ver si lo había recibido. El propio Proust narra con desenfado su conversación con su amigo Luigi:

– Mi querido Luigi, ¿has recibido mi último libro?

– ¿Libro, Marcel? ¿Tú has escrito un libro?

– Claro, Luigi; y además te lo he enviado.

– ¡Ah!, mi querido Marcel, si me lo has enviado, de más está decirte que sí lo he leído. Lo malo es que no estoy muy seguro de haberlo recibido.

Magdalena peruana

A JoséDurand

Don Eduardo siempre tuvo sus rarezas, contaba mi abuelo; las tuvo como todos los Rosell de Albornoz. En cambio los Rosell y López Aldana, que son nuestros parientes por Goyeneche, porque Rosalía, la mayor de las hermanas López Aldana y Rosell, que eran primas hermanas dobles de los Rosell y López Aldana, se casó con mi tío Juan Pedro de Go ye neche y no de Go yo neche, como le ha dado por pronunciar ahora a la gente, de la misma manera en que ahora se dice voy a Lima, estando en Lima, porque Lima es todo pero la gente cree que es sólo el centro y dice voy a Lima en vez de decir voy al centro de Lima… Eso es algo que no se ve ni en Buenos Aires, a pesar de los inmigrantes italianos y de lo inútil que resulta todo esfuerzo por hacerles decir plátano, en vez de banana, a los argentinos… No sé, tal vez si fuera en Panamá, o en una ciudad como Barquisimeto, no chocaría tanto que la gente pidiera bananas y no plátanos, pero en una ciudad como Buenos Aires… En vano me pasé los siete años que estuve allá a la cabeza del Banco de Londres y del Río de la Plata, diciéndoles a los mozos de los restaurantes que por favor me trajeran un plátano, una de esas frutas que ustedes llaman bananas… Fue inútil…

Los Rosell y López Aldana son gente tan sencilla que ni siquiera parecen Rosell y López Aldana, y eso que Lima entera cree todavía que su fortuna sigue estando entre las primeras del país. Es una fortuna importante, por supuesto, pero desde chico recuerdo haberle escuchado decir a mi padre que era una fortuna ya muy dividida… Los raros han sido siempre los Rosell de Albornoz, aunque esto nada tiene que ver con su importante fortuna. Ahora bien, traten de quitarles lo de intachables: imposible. Será la gente más rara del mundo pero lo de intachables no se lo quita nadie. Y como buen Rosell de Albornoz, don Eduardo era tan intachable como raro y no cejó. No, no cejó. Y nunca mejor empleada la expresión: A don Eduardo Rosell de Albornoz se le había metido entre ceja y ceja lo de irse para siempre a Francia y realmente no cejó. Nunca mejor empleada la expresión, en efecto…

…Creo que soy su mejor amigo y no sé por qué siempre he pensado que ni doña Paquita, su esposa, ni sus hijas Carmela y Elenita, que eran aún menores de edad, supieron por qué a don Eduardo se le había antojado abandonar una ciudad en la que, a pesar de sus rarezas, era querido y respetado por todos… Porque don Eduardo podía ser a veces tan, pero tan raro que me lo imagino muy capaz de haberles anunciado la partida a Francia a último momento. Me parece verlo diciéndoles que prepararan todas sus cosas. Todas, pero todas sus cosas. Y no se vayan a olvidar de un solo alfiler porque mañana nos vamos a Francia y la casa queda cerrada para siempre… Sí, aunque me duela decirlo, don Eduardo fue siempre el más raro de todos los Rosell de Albornoz. A quién sino a él se le podía ocurrir dejar para siempre Lima y no despedirse de nadie. A mí mismo me lo avisó unas horas antes. Me avisó cuando ya era muy tarde para intentar detenerlo. Y sus últimas palabras, al subir al barco, fueron tan raras como dignas de él:

– Rafael, ¿qué edad le calculas tú a Felipe Alzamora?

– La verdad, Eduardo, es que Felipe Alzamora es un hombre muy honorable, pero…

Por favor , Rafael, ¿qué edad le calculas tú a Felipe Alzamora?

– Pues a eso iba, Eduardo; lo que quería decirte es precisamente que Felipe Alzamora, con ser un hombre muy honorable, es una de esas personas que no tienen edad. ¿No te has fijado? Como que no tiene edad… Hay gente así, Eduardo… Como sin edad… Gente que realmente no tiene edad por más que uno se la busque. Pero, ¿por qué…?

– ¡País de mierda!

– ¡Eduardo, por favor, cómo puedes hablar así del Perú! ¡De; suelo que te ha visto nacer!

– ¡Me voy! ¡Paquita, Carmela, Elenita, suban inmediatamente a. barco! ¡A Francia! ¡A París! ¡Para siempre! ¡Maldita sea mi suerte

Muy a menudo, durante los veinte años que vivieron en París doña Paquita Taboada y Lemos de Rosell de Albornoz y sus hijas Carmela y Elenita, le escucharon decir a don Eduardo:

– Pensar que la culpa de todo la tiene nuestro mejor amigo

– Eduardo -le decía su esposa-, no hables así de don Rafael de Go yo neche.

– ¡De Go ye neche! ¡Cómo te atreves a deformar el buen nombre de nuestro mejor amigo!

Y, muy a menudo también, durante los quince años que Carmela y Elenita de Rosell y Albornoz vivieron en Madrid, porque las rentas peruanas de su padre no daban ya para una vida en París, le escucharon decir a don Eduardo, viudo ya y viejo y por momentos realmente desconsolado:

– Pensar que la culpa de todo la tiene nuestro mejor amigo.

– Pero, papá -le decían, casi turnándose, Carmela y Elenita solteronas bellas y finísimas, y profesoras de francés, la primera y de piano, la segunda-: Pero, papá, si don Rafael de Go yo neche…

– ¡De Go ye neche! ¡Cómo se atreven a deformar el buen nombre de nuestro mejor amigo!

Y un día, por fin, don Eduardo siguió hablando. Don Rafael de Go ye neche, y no de Go yo neche, les contó, fue siempre un hombre muy raro. Reconozco que a él le debemos el haber podido vivir todos estos años en París y en Madrid. Reconozco que nadie en Lima habría sido capaz de administrar nuestras menguantes rentas con tanto desprendimiento. Y reconozco que no me h; aceptado ni siquiera un regalo. Pero eso no quita que don Rafael de Go ye neche haya sido siempre un hombre rarísimo. Me presentó a los hermanos Barreda, por ejemplo, y al jorobado Caso.

– Pero, papá -dijo Carmela-, los señores Barreda han sido casi tan buenos amigos tuyos como don Rafael.

– Y tú mismo reconoces que nadie te ha escrito tantas y tan hermosas cartas como el jorobado Caso -añadió Elenita.

– Eso no tiene nada que ver en el asunto. Yo a los Barreda no los conocía y no sé para qué tuvo que presentármelos don Rafael. Le dije que no lo hiciera. Estábamos en la laguna de Huacachina, sentados en una banca y conversando tranquilamente, cuando vi venir a los Barreda y le pedí que no me los presentara. Recuerdo bien que hasta grité: ¡No me los vayas a presentar! ¡No me los vayas a presentar, por favor, Rafael! Pero a él le daba de lo fuerte por ponerse de pie y saludar a la gente y, lo que es peor, siempre terminaba presentándosela a uno. Ya les digo, don Rafael de Go ye neche, y no de Go yo neche, fue una de las personas más raras de toda la familia Goyeneche.

– Pero, papá -intervino Carmela-: ¿Acaso no ha sido una gran satisfacción en tu vida haber tenido amigos como los señores Barreda?

– ¡Y eso qué tiene que ver! ¡Tampoco quise que me presentara al jorobado Caso y me lo presentó!

– Pero, papá -intervino Elenita-: El señor Caso…

– ¡Qué tiene que ver eso con que don Rafael de Goyeneche me lo presentara! ¡Don Rafael de Goyeneche me presentó a los Barreda y al jorobado Caso porque era el hombre más raro del mundo y basta! ¡Que no se hable más del asunto, por favor!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuentos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Alfredo Echenique - El Huerto De Mi Amada
Alfredo Echenique
Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán
Alfredo Echenique
Alfredo Echenique - Un mundo para Julius
Alfredo Echenique
Jacob Grimm Willhelm Grimm - Hansel y Gretel y otros cuentos
Jacob Grimm Willhelm Grimm
Alfredo Tomás Ortega Ojeda - La bruja
Alfredo Tomás Ortega Ojeda
Alfredo Gaete Briseño - El regreso del circo
Alfredo Gaete Briseño
Raquel Echenique - Yo soy un refugiado
Raquel Echenique
Alberto Pocasangre - Cuentos asépticos
Alberto Pocasangre
Felipe I. Echenique March - Una historia sepultada
Felipe I. Echenique March
Отзывы о книге «Cuentos»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x