Alfredo Echenique - Cuentos
Здесь есть возможность читать онлайн «Alfredo Echenique - Cuentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Cuentos
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Cuentos: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Cuentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Mi padre ya no se atrevía a interrumpir, y fue así como mi hermano Carlos descubrió a ese increíble personaje que fue el Papa Guido Sin Número. Lo conoció muerto sobre el aserrín del Zela y, años más tarde, o sea esa misma mañana, antes de entrar a tomarse una mulita de pisco, luego dos y cinco o seis, lo acompañaría hecho una gangrena humana hasta el eterno descanso de su alma terriblemente insatisfecha.
Increíblemente, yo logré ver al Papa Guido una mañana por las calles de París, ciudad en la que continuaba mi vida pero ahora contextos universitarios. Era exacto a Caruso y vestía de Caruso y sus ojos sonreían locura y sus escarpines blancos perfeccionaban a Caruso caminando por las calles de París, hacia el año 67. Eran ya los tiempos de la decadencia y caída del Papado, pero el Papa Guido Sin Número, convertido ahora en Caruso, hacía pasar inadvertida cualquier preocupación de ese tipo. Del aeropuerto de París habían llamado a la Embajada del Perú y habían explicado que no se trataba de delito alguno pero que qué hacían, ¿lo detenían o no? Mientras tanto, el extravagante peruano se dirigía ya a París y que allá en París se encargaran de él. La policía había cumplido con avisar a la Embajada. Y el extravagante peruano pudo seguir avanzando rumbo a París, a ratos a pie, a ratos en taxi, sonriente y con el maletín que contenía decenas de miles de dólares que iba lanzando cual pluma al viento mientras cantaba La donna é mobile quale piuma al…E increíblemente apareció todavía con dólares al viento por la rué des Écoles y yo me pasé a la acera de enfrente de puro dedo en la boca, lo reconozco, aunque también, es cierto, para observar mejor un espectáculo que ahora, escuchando a mi hermano hablar, empezaba a revelarme su trágico y fantástico contenido.
Cotejé datos con Carlos, y me explicó que en efecto ese dinero se lo había ganado el Papa Guido Sin Número, en su fabulosa época de publicista. Si bien era cierto que de una revista muy prestigiosa lo largaron porque su director, al ver que le llovían anuncios como nunca, investigó las andanzas de Guido, descubriendo que trabajaba pistola en mano y con la amenaza de volver pistola en mano por más avisos o disparo, también era cierto que obtuvo el récord mundial de avisaje para esa revista. O casi. Bueno, papá, es una manera de contar las cosas. Pero no me negarás que quien llenó la avenida Arequipa de tubos encendidos de Kolynos fue el Papa Guido Sin Número. De Miraflores a Lima colgó tubos en ambas pistas de la avenida, un tubo iluminado de Kolynos en cada poste de luz.
– ¡Conque fue él! Malogró por completo la avenida Arequipa.
– Pero no negarás, papá, que hasta hoy nos tiene a todos los peruanos lavándonos los dientes con Kolynos, a pesar de que la televisión se mata anunciando otros dentífricos.
– Yo me sigo lavando con pasta inglesa -jodió el asunto, una vez más, mi padre. Y agregó que llevaba cincuenta años de lavanda y talco Yardley y pasta de dientes inglesa y que para algo había trabajado como una bestia toda la…
La vida del Papa Guido Sin Número, lo interrumpió mi hermano, esta vez, fue la de una muy temprana vocación sacerdotal. Empezó por una infancia de sacristán precoz, de acólito permanente, y de niño cantor de Viena, o algo por el estilo, en cuanto coro sagrado necesitara coro cualquiera de cualquier iglesia de Lima. Nunca se limpiaba los zapatos porque, según decía él, ya a los cinco años, la limpieza se la debo a Dios y por ello sólo me ocupo de limpiar altares. Y en esto llegó hasta el fetichismo porque prefirió siempre los altares en los que se acababa de celebrar la santa misa. Huelen a Dios, explicó, y a los once años cumpliditos partió a su primer convento, cosa que a sus padres en un primer momento y convento no les preocupó, porque estaban seguros de que regresaría a casa al cumplir los once años y una semana, pues ya a los diez había intentado violarse a la lavandera y a la cocinera, y a las dos al mismo tiempo, papá.
– Sigue, sigue…
– Pero no volvió más y a Roma llegó a la temprana edad de diecisiete años, con los ojos abiertos inmensos y dulzones debido a la maravilla divina y la proximidad vaticana. Nunca se descubrió que se había metido de polizonte en tres cónclaves seguidos…
– ¿Se había metido de qué?
– Se zampó a tres cónclaves, papá, y vio de cerquísima cada secreto de la elección de tres presidentes…
– Querrás decir de tres papas -lo interrumpió nuevamente mi padre, aunque feliz esta vez porque tenía todita la razón.
Y mi hermano, que sin duda alguna se había metido como mil mulitas de pisco, en Aquí se está mejor que al frente, dijo que con las causas perdidas era imposible, pero inmediatamente agregó que se estaba refiriendo a nuestro Papa, para evitar que lo botaran de la mesa. Y contó que, en efecto, aunque nunca se le logró probar nada, a Guido se le atribuían horas y horas de atentísimas lecturas, subrayando frases claves, de la vida de los Borgia, los Médicis, y El príncipe de Maquiavelo, añadiendo, por todo comentario, que eso nuestro futuro Papa lo llevaba en la sangre, para que cada uno de nosotros juzgara a su manera. Lo cierto es que, al cumplir los cuarenta, Guido, nuestro futuro Guido Sin Número se hartó de forzar entrevistas con importantísimos cardenales influyentísimos, representantes de tres congregaciones representantes de tres multinacionales y la Banca suiza, se aburrió de aprobar exámenes que no existían (pero que él logró que le impusieran), de sabiduría divina, humana, e informática, y así poquito a poco y con paciencia de santo logró probar que había nacido para ser Papa, ni un poquito menos, ante todita la curia romana, íntegro el Vaticano, y ante el mismísimo Papa en ejercicio, perdón, pero para la historia de las fechas y nombres nunca fui bueno, para eso tienen a Manolo que se sabe los catorce incas y cuenta papas cada noche para dormirse. En fin, un Pío de esos en ejercicio fue quien organizó la secreta patraña de nombrarlo Papa honorario con el nombre de Guido Sin Número, y nada menos que en la Basílica de San Pedro, aunque en un rinconcito y de noche, eso sí, y todo esto, según le explicó el Papa al Papa Guido, papá, tutto questo, collega Guido Senza Numero, carissimo flglio mió (Guido ya estaba pensando figlio diputtana, perdón papá), en fin, todo esto porque siempre fue, era, es y será demasiado pronto para que un peruano pueda aspirar a Papa, por más vocación y curriculum vitae que tenga, Guido, y ahora no te me vayas a volver cura obrero, por favor, pero pasarán más de mil años, muchos más, yo no sé si tenga amor, la eternidad…
– ¡Santo Padre! -exclamó Guido-, ¡no me venga usted ahora con letras de bolero! ¡Qué estafa! ¡Qué escándalo! ¡Ay…! ¡Hay…! ¡Hay golpes en la vida…yo no sé!
– ¡Y tú no me vengas con versos de Vallejo!
– Está bien -dijo Guido, realmente anonadado-. Está bien. La Iglesia, y no el diablo, me aleja para siempre de Dios. El Santo Padre de Roma, y no Satanás, me acerca para siempre al infierno. Io capito… Tutto… Bene… Benissimo… No me dejaron ser el mejor entre los mejores… Pues seré el peor entre los peores…
– Sujétenlo -ordenó el Santo Padre-: Éste es capaz de armar la de Dios es Cristo.
Pero Guido no armó nada y más bien el resto de su vida fue un exhaustivo e intenso andar desarmándose. A Lima llegó ya sin sotana y explotando al máximo su gran parecido a Caruso. Bastón, zapatos de charol, chaleco de fantasía, corbata de lazo y seda azul, enorme y gruesa leontina de oro, clavel en el ojal, sombrero exacto al de Caruso y ladeado como Caruso. Un año más tarde era el hombre más conocido por las muchachas en flor que salían del colegio Belén, a las doce del día y a las cinco de la tarde. Sus bombones llegaron a ser el pan nuestro de cada día de cinco adolescentes y Guido visitó la cárcel por primera vez en su vida. Durante los meses que duró su reclusión, leyó incesantemente El diablo de Giovanni Papini, un poco por no olvidar nada y otro poco por recordarlo todo, según explicaba en el perfecto latín que desde entonces usó siempre para dirigirse a la policía peruana. No le entendían ni papa.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Cuentos»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Cuentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.