Jung Chang - Cisnes Salvajes

Здесь есть возможность читать онлайн «Jung Chang - Cisnes Salvajes» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cisnes Salvajes: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cisnes Salvajes»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una abuela, una madre, una hija. A lo largo de esta saga, tan verídica como espeluznante, tres mujeres luchan por sobrevivir en una China sometida a guerras, invasiones y revoluciones. La abuela de la autora nació en 1909, época en la que China era aún una sociedad feudal. Sus pies permanecieron vendados desde niña, y a los quince años de edad se convirtió en concubina de uno de los numerosos señores de la guerra.

Cisnes Salvajes — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cisnes Salvajes», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En ese momento oí el repiqueteo de una campana. «¡Eh! ¿Quieren que las lleve?» Un carro de pedales se había detenido junto a nosotros, conducido por un joven de camisa abierta a quien el agua resbalaba por las mejillas. Acercándose a nosotras, ayudó a mi abuela a subir al carro descubierto, sobre el que se veía a un anciano acurrucado que nos hizo un gesto con la cabeza. El joven dijo que se trataba de su padre, a quien había ido a recoger al hospital. Nos dejó frente a la puerta de casa, y ante mis profusas muestras de agradecimiento se limitó a agitar la mano como diciendo «No ha sido molestia alguna», tras lo cual desapareció en la oscuridad de la tormenta. La fuerza del chaparrón me impidió oír su nombre.

Dos días después, mi abuela ya se había levantado y trajinaba por la cocina preparando envolturas de masa para hacernos una comida especial. Comenzó asimismo a limpiar las habitaciones con su habitual ritmo incansable. Advertí que se estaba esforzando demasiado y le pedí que se quedara en la cama, pero ella se negó a hacerme caso.

Nos hallábamos a comienzos de junio. Constantemente me decía que debía partir, y recordando lo enferma que había estado durante mi última estancia en Ningnan insistía en que Jin-ming me acompañara para cuidar de mí. Aunque mi hermano acababa de cumplir dieciséis años, aún no le había sido asignada ninguna comuna. Envié un telegrama a mi hermana pidiéndole que regresara de Ningnan para cuidar de nuestra abuela. Xiao-hei, que entonces contaba catorce años, me prometió que podía fiarme de él, y el pequeño Xiao-fang, de siete años, realizó una solemne declaración en términos similares.

Cuando acudí a despedirme de ella, mi abuela rompió en sollozos. Dijo que ignoraba si volvería a verme alguna vez. Yo le acaricié el dorso de la mano, ya huesudo y cubierto de venas, y lo oprimí contra mi mejilla. Esforzándome por reprimir las lágrimas, le dije que regresaría en muy poco tiempo.

Tras una larga búsqueda, había logrado hallar un camión que se dirigiera a la región de Xichang. Desde mediados de los sesenta, Mao había ordenado que numerosas e importantes fábricas (entre ellas la que daba empleo a Lentes, el novio de mi hermana) fueran trasladadas a Sichuan, y en especial a Xichang, donde se estaba llevando a cabo la construcción de un nuevo centro industrial. La teoría de Mao era que las montañas de Sichuan constituirían la mejor defensa en caso de un ataque de los rusos o los norteamericanos. Había camiones de cinco provincias distintas ocupados en transportar material a aquella base. A través de un amigo común, encontré un conductor de Pekín que aceptó llevarnos a todos, esto es, Jin-ming, Nana, Wen y yo. Hubimos de viajar sentados en la caja descubierta, ya que la cabina estaba reservada para el conductor de apoyo. Cada camión pertenecía a un convoy cuyas unidades se reunían al atardecer.

Al igual que sus colegas del resto del mundo, aquellos conductores tenían fama de no mostrar inconveniente en llevar a chicas, aunque sí a chicos. Dado que el suyo constituía prácticamente el único medio de transporte, muchos jóvenes se sentían irritados por dicha actitud. A lo largo del camino pudimos ver consignas pegadas sobre los troncos de los árboles: «¡Oponeos con firmeza a los conductores que transportan a las chicas pero no a los chicos!» Otros muchachos, más atrevidos, se instalaban en mitad de la calzada en un intento por detener a los camiones. Uno de mis compañeros de escuela no consiguió saltar a un lado a tiempo y resultó muerto.

Entre las «afortunadas» autoestopistas se había producido algún que otro caso de violación, aunque las historias de romances eran más frecuentes. De aquellos viajes surgieron numerosos matrimonios. Los conductores que trabajaban para la construcción de la base estratégica gozaban de ciertos privilegios, entre los que se hallaba el poder transferir el registro de su esposa a su ciudad de residencia. Algunas muchachas no dudaron en aprovechar la oportunidad.

Nuestros conductores eran sumamente amables, y se comportaron de un modo impecable. Cuando nos deteníamos para pasar la noche solían ayudarnos a buscar un hotel antes de acompañarles a su casa de huéspedes, y nos invitaban a cenar con ellos para que pudiéramos compartir gratuitamente sus alimentos especiales.

Tan sólo hubo una ocasión en la que creí adivinar cierta sombra de deseo sexual en sus mentes. En una de las paradas, otra pareja de conductores nos invitaron a Nana y a mí a viajar en su camión a lo largo del tramo siguiente. Cuando se lo dijimos al nuestro, su rostro se ensombreció visiblemente y dijo con voz malhumorada: «Marchaos, pues. Marchaos con esos chicos tan guapos si os gustan más.» Nana y yo nos miramos y balbuceamos llenas de turbación: «No hemos dicho que nos gusten más. Vosotros habéis sido muy amables con nosotras.» Al final, optamos por quedarnos con ellos.

Wen no nos perdía de vista a Nana y a mí. Nos prevenía constantemente acerca de los conductores, los ladrones, los hombres en general y lo que debíamos comer y lo que no, a la vez que nos aconsejaba que no saliéramos después de oscurecer. Asimismo, nos llevaba las maletas y se encargaba de traernos agua caliente. A la hora de la cena solía decirnos a Nana, Jin-ming y a mí que nos uniéramos a los conductores para comer mientras él se quedaba en el hotel para vigilar nuestro equipaje, ya que abundaban los robos. Nosotros, a cambio, le llevábamos comida a nuestro regreso.

Wen nunca nos hizo proposiciones sexuales. La tarde en que atravesamos la frontera de Xichang, Nana y yo fuimos a lavarnos al río. Hacía mucho calor, y los atardeceres eran espléndidos. Wen encontró para nosotras una tranquila curva del río en la que pudimos bañarnos en compañía de patos salvajes y juncos entrelazados. La luna arrojaba sus rayos sobre el agua, y su imagen aparecía fragmentada en miles de brillantes anillos de plata. Wen se sentó junto al camino y se dispuso a montar guardia con la espalda significativamente vuelta hacia nosotras. Al igual que otros muchos jóvenes, había aprendido a comportarse de un modo caballeroso durante la época anterior a la Revolución Cultural.

Para acceder a los hoteles teníamos que presentar una carta de nuestra unidad. Wen, Nana y yo habíamos conseguido sendas cartas de nuestros equipos de producción, y Jin-ming tenía una carta de su colegio. Los hoteles no eran caros, pero apenas teníamos dinero ya que los sueldos de nuestros padres se habían visto drásticamente reducidos. Nana y yo solíamos compartir una cama en uno de los dormitorios, y los muchachos hacían lo propio. Los establecimientos solían ser sucios y rudimentarios. Antes de acostarnos, Nana y yo levantábamos la colcha e investigábamos la presencia de pulgas y chinches. Las palanganas solían mostrar viejos círculos negros o amarillentos producidos por la suciedad. El tracoma y las infecciones por hongos eran padecimientos habituales, por lo que siempre utilizábamos las nuestras.

Una noche, a eso de las doce, nos despertaron unos fuertes golpes en la puerta: todos los residentes del hotel tenían que levantarse y preparar un «informe vespertino» para el presidente Mao. Aquella absurda actividad resultaba comparable a las «danzas de lealtad», y consistía en reunirse frente a una estatua o un retrato de Mao y canturrear citas del Pequeño Libro Rojo, tras lo cual todos lo blandíamos rítmicamente gritando «¡Larga vida al presidente Mao, larga larga vida al presidente Mao y larga larga larga vida al presidente Mao!».

Nana y yo abandonamos la habitación medio dormidas. El resto de los viajeros salían de sus respectivos dormitorios en grupos de dos y de tres, frotándose los ojos, abotonándose las chaquetas y tirando hacia arriba de las orejas de algodón de sus zapatos. No se oía una sola protesta, ya que nadie se hubiera atrevido a emitirla. A las cinco de la mañana tuvimos que repetir el proceso, denominado esta vez «solicitud matutina de instrucciones» a Mao. Más tarde, cuándo ya nos encontrábamos en camino, Jin-ming dijo: «El jefe del Comité Revolucionario de esta ciudad debe de sufrir de insomnio.»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cisnes Salvajes»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cisnes Salvajes» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cisnes Salvajes»

Обсуждение, отзывы о книге «Cisnes Salvajes» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x