Philippe Djian - Zona erógena
Здесь есть возможность читать онлайн «Philippe Djian - Zona erógena» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Zona erógena
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Zona erógena: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Zona erógena»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Zona erógena — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Zona erógena», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– No es demasiado tarde, ¿verdad, muchachos? ¿Qué tal si fuéramos a dar un paseo por la playa, a tomar un poco el aire?
– Sí, sí, claro que sí, hombre -dijo Charles-, no te preocupes. Te prometo que nadie va a tocar tu copa mientras estés fuera. Tranquilo, hombre…
Encendí un cigarrillo y me hundí en el sillón con las piernas cruzadas. Charles debió de pensar que había demasiada luz o demasiada gente o que faltaba espacio o yo qué sé, pero al final se levantó. Agarró a Nina por un brazo y la arrastró hacia la habitación del fondo. Ella no parecía totalmente decidida, arrastraba un poco las piernas y justo en el momento de pasar la puerta se volvió hacia mí. El otro ni se tomó la molestia de cerrar, avanzaron hasta la cama y vi que Nina caía de espaldas sobre el colchón.
Me froté la nariz antes de levantarme. Los otros me habían eliminado del mundo y el gigante tenía a una chica en cada mano. Cuando llegué a la habitación, Charles estaba también en la cama y coleaba como un pez. Estaba desabrochándose el cinturón y el asunto hacía un ruido como de campanillas. Me acerqué.
– Oye -le dije-, supongo que no vas a hacerlo, ¿verdad? ¿No ves en qué estado se encuentra?
Se volvió lentamente hacia mí. Me miró y luego sonrió. También yo sonreí. Luego se levantó, puso su mano en mi hombro y me empujó con suavidad hasta sacarme de la habitación.
Nos quedamos de pie en un rincón y su mano se deslizó de mi hombro. Me cogió la nuca de forma amistosa e incluso creí que iba a hacerme un masaje relajante, porque hacía cosas con los dedos. Acercó mucho su cara a la mía, conservando la misma sonrisa.
– Oye, mira -dijo-, vamos a ser buenos amigos los dos, ¿eh? ¿Por qué no te sientas en un sillón y te quedas quietecito como un buen chico mientras esperas, eh? Tómate una copa, hombre, acabo rápido y después, si quieres, nos tomamos otra juntos, ¿vale? Pero, ¿entiendes?, necesito que me dejen tranquilo un momento. ¿Entiendes, verdad? Claro que lo entiendes, porque no eres tonto… No, ya veo que no eres tonto. Tranquilo, hombre, puedes empezar a servirme mi copa porque termino rápido, ¿eh?
Dio media vuelta y volvió a entrar en la habitación. Esta vez, cerró la puerta. No oí nada más. Luego la voz de Nina. Abrí la puerta de nuevo. El tipo estaba encima de ella, tenía una mano debajo de su falda y estoy seguro de que ella quería echarlo. Pero él aguantaba firme. Me adelanté sin que me viera, lo agarré por el cinturón y lo hice caer de la cama estirándolo hacia atrás. -Creo que no tiene ganas -le expliqué.
Se apoyó en un codo suspirando y luego llamó a su compañero, como si le contrariara tener que hacer algo semejante. Cuando la especie de armario ropero tapó con su silueta el hueco de la puerta, le habló con voz bastante tranquila.
– Harold -le dijo-, lo siento mucho pero este tipo no quiere entender nada. Sácalo de aquí. Sácalo inmediatamente.
Nina se incorporó en la cama, colocó las piernas debajo del cuerpo y me miró con ojos angustiados, como si saliera de una pesadilla delirante. Aquello me electrizó por completo, sentí que una bocanada de aire caliente me bajaba hasta el estómago y el gigante me levantó sin ninguna dificultad. Pero tendría que buscar alguna otra cosa si quería que yo me interesara en lo que me estaba haciendo. ¡¡NINA!!, grité mientras me sacaba de la habitación. Atravesó la sala llevándome como si fuera una pluma, pero mi alma seguía aferrada a los pies de la cama.
– ¡No te merezco! -vociferé-. ¡Nina, no te merezco!
El otro abrió la puerta y yo sentí el aire fresco que venía del mar. Dudó algunos segundos, luego dio unos pocos pasos y me tiró por la borda.
Sólo tuve tiempo de cerrar los ojos y el agua helada me dejó congelado de pies a cabeza. Estoy muerto, estoy vivo, pensé. Salí de allí abajo como si el propio sol me hubiera arrancado de la noche más profunda, lancé el mismo grito que un recién nacido, y me sentí recorrido por un violento estremecimiento que nada tenía que ver con la temperatura. Nadie me creería si dijera que siento lo mismo cuando deslizo una hoja en el carro de mi máquina, y sin embargo casi es así, esta especie de placer animal que deja entrever el objeto ansiado. Me levanté inmediatamente. El agua me llegaba a la cintura. Levanté la mirada hacia la casa pero no vi a nadie. Todo parecía increíblemente tranquilo, la luna centelleaba a mi alrededor y las olas susurraban ligeramente. Era para transformar a cualquiera en un simple espíritu.
A uno de los lados, vi una especie de escalera de madera que se hundía en el agua y subía hasta la galería. Escalé los peldaños como una locomotora salida de la vía, di un hermoso bandazo y me detuve arriba con la respiración agitada. Goteaba por todos lados y tenía los pies cubiertos de un espeso lodo negro.
Debía de tener un aspecto realmente monstruoso, como el de un tipo que realmente está cerca de su objetivo. Sentía la piel de la cara tensa y a punto de reventar. Como si estuviera remontando el tiempo, noté que llegaba el momento de mi redención.
El gigante me esperaba frente a la puerta. Se rió al verme. No había notado que mis ojos brillaban con un fulgor demencial. No sabía que yo había sido elegido entre todos y se interpuso en mi camino. Pobre tarado. Mi fuerza consistía en que yo tenía el aspecto de candidato al basurero, mojado y debilitado por aquel brazo monstruoso, mientras que el tipo debía pesar veinte o treinta kilos más que yo y me superaba por más de una cabeza. Avanzó hacia mí sin ninguna desconfianza, mientras que yo estaba a punto de salir disparado como una navaja automática lanzando destellos azules.
– No me diviertes nada, ¿sabes, tío?
Extendió despacio una mano hacia mí, y en aquel momento lo levanté del suelo con una patada delirante en pleno vientre. Los dos nos caímos hacia atrás. Pero yo me levanté en seguida, mientras que él se retorcía en el suelo, farfullando. Lancé una breve risa nerviosa y pasé por encima del gigante. Irrumpí en la casa como una máquina demente. Las dos chicas estaban con el culo al aire, pero no alzaron la cabeza hacia mí; fumaban cigarrillos de filtro dorado echadas en los sofás.
De un salto llegué a la habitación y arranqué la puerta. Me quedé deslumhrado porque había una curiosa iluminación. Y al cabo de un instante vi a Charles, que había conseguido quitarse los pantalones. Cabalgaba a Nina, le había arremangado las faldas y tiraba de sus bragas como si fueran un acordeón. Ella se debatía blandamente.
Lancé una especie de chillido y Charles se volvió. Le caía el sudor por ambas mejillas. Antes de que a mí se me ocurriera, comprendió lo que iba a hacerle y miró mi yeso con ojos llenos de temor y repugnancia. Pobre idiota, acababa de darme la cuerda con la que iba a colgarlo. Con la mano libre lo agarré por el cuello, lanzó unos sonidos guturales, y a continuación le rompí el yeso en plena cabeza. Los trozos crepitaron por las paredes. Yo también me hice daño, un pequeño fogonazo al nivel de la rotura, y dejé tirada aquella mierda.
– ¡Vamonos de aquí enseguida! -dije.
Apenas terminada mi frase, empecé a temblar como una hoja muerta, me castañeteaban los dientes. Me pasé una mano por la frente. Tenía la sensación de ser un ratón cogido en la trampa. Corrí hacia la ventana y la abrí de par en par. De momento, no vi más que un agujero negro y sin fondo, y tuve que entornar los ojos para percibir alguna cosa.
Me volví hacia Nina. Estaba sentada al borde de la cama y se miraba los pies sin moverse. La zarandeé:
– ¿Estás esperando a que esos animales se despierten? -le pregunté.
Salimos por la ventana, trotamos por la galería y llegamos a la carretera sin problemas. Empecé a correr pero rápidamente me di cuenta de que ella no lograba seguirme. Zigzagueaba de un lado a otro de la carretera. Me detuve resoplando y la esperé mirando ansiosamente a sus espaldas. Esperaba que los dos tipos, furiosos, aparecieran de un momento a otro.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Zona erógena»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Zona erógena» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Zona erógena» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.