Bien, pensó ella, poniendo más helado sobre las quemaduras. Vamos a probar esta cosa entera por el tamaño.
Aquí estaba ella con un vampiro. Un icono del horror. Un icono del horror de 2,10 m. de altura y 125 kg. de peso, con una dentadura como la de un Doberman.
¿Podría ser verdad? ¿Y por qué le creía cuando le decía que no le haría daño? Debería estar fuera de su mente.
Rhage gimió de alivio. -Esto funciona. Gracias a Dios.
Bien, en primer lugar, él estaba demasiado ocupado con sus heridas para ahora mismo ser una verdadera amenaza. Iban a pasar semanas hasta que se repusiera de estas quemaduras.
Ella bañó sus dedos en el tazón y puso más Haagen-Dazs en su brazo. Después de la tercera ronda, ella tuvo que inclinarse hacia abajo para asegurarse que estaba bien. Su piel absorbía el helado como si fuera un bálsamo. Directamente ante sus ojos.
– Esto está mucho mejor. -Dijo él suavemente. -Gracias.
Él retiró el brazo de su frente. La mitad de su cara y de su cuello estaban enrojecidos.
– ¿Quieres que haga esa parte también? -Indicando ella el área quemada.
Sus misteriosos ojos azules se abrieron. La miraba cautelosamente cuando levantó la vista. -Por favor. Si no te importa.
Mientras él la miraba, ella puso sus dedos en el tazón y luego extendió la mano. Sus manos temblaban un poco mientras extendía la cosa primero sobre su mejilla.
Dios, sus pestañas eran espesas. Gruesas y trigueñas. Y su piel era suave, aunque su barba hubiera crecido de la noche a la mañana. Tenía una gran nariz. Recta como una flecha. Y sus labios eran perfectos. Bastante grandes para encajar con el tamaño de su cara. Rosa oscuro. El inferior era más grande.
Se retiró a tomar más y le cubrió la mandíbula. Entonces se movió hacia su cuello, pasando por alto los gruesos cordones de sus músculos desde sus hombros hasta la base del cráneo.
Cuando ella sintió algo que le acariciaba el hombro, echó un vistazo. Sus dedos le estaban acariciando las puntas de su cabello.
Susceptible por la inquietud. Ella se retiró hacia atrás.
Rhage dejó caer su mano, sin sorprenderse por su rechazo.
– Lo siento. -Refunfuñó él, cerrando los ojos.
Sin mirarla, él fue sumamente consciente de sus apacibles dedos cuando movían por su piel. Ella estaba muy cerca de él, lo bastante cerca para que pudiera olerla. Cuando el dolor de su exposición al sol disminuyó, su cuerpo comenzó a quemarse de un modo diferente.
Él abrió los ojos, manteniendo los párpados bajos. Mirándola. Deseándola.
Cuando ella terminó, dejó el tazón y lo observó directamente. -Vamos a asumir que creo que eres un…que eres diferente. ¿Por qué no me mordiste cuando tuviste la ocasión? Creo que estos colmillos no solamente decorativos ¿verdad?
Su cuerpo estaba tenso, como si estuviera preparada para largarse en cualquier momento, pero no cedía ante su miedo. Y lo había ayudado cuando lo necesitó, incluso cuando estaba asustada.
Dios, su coraje era excitante.
– Me alimento de las mujeres de mi propia especie. No de los humanos.
Sus ojos llamearon. -¿Hoy muchos como vosotros?
– Bastantes. No tantos como solía haber. Nos cazan para extinguirnos.
Lo que le recordó que: estaba separado de sus armas por unos 5 metros y un diván. Intentó levantarse, pero la debilidad de su cuerpo hizo que sus movimientos fueran lentos y descoordinados.
Maldito sol, pensó él. Te succiona directamente la vida.
– ¿Qué necesitas? -Le preguntó ella.
Se levantó y desapareció detrás del diván. Escuchó un ruido sordo y luego el sonido de una bolsa siendo arrastrada por el suelo.
– Por Dios, ¿qué hay aquí? -Ella se volvió para mirarlo. Cuando dejó caer las asas, ellas cayeron a los lados.
Él esperaba como el infierno que ella no mirara hacia allí.
– Escucha, Mary…tenemos un problema. – Él forzó a su torso a levantarse del suelo, tonificando sus brazos.
La probabilidad de un ataque de los lessers a la casa era baja. Aunque los asesinos pudieran salir a la luz del sol, ellos trabajaban de noche y necesitaban entrar en trance para reponer su fuerza. La mayor parte del tiempo estaban tranquilos durante el día.
Pero él no había tenido noticias de Wrath. Y la tarde llegaría eventualmente.
Mary apartó la mirada de él, su expresión era una tumba. -¿Necesitas estar bajo tierra? Por que puedo conseguirte un sótano en el viejo granero. La puerta hacia allí es por la cocina, pero yo puedo colgar edredones sobre las persianas…miércoles, hay claraboyas. Tal podríamos cubrirlas con algo. Probablemente estarías más a salvo allí.
Rhage dejó caer su cabeza hacia atrás de manera que veía todo el techo.
Aquí estaba esta mujer humana, que tenía ni la mitad de su peso, que estaba enferma, que acababa de averiguar que tenía un vampiro en su casa- y estaba preocupada por protegerlo.
– ¿Rhage? -Ella fue y se arrodilló a su lado. -Puedo ayudarte a bajar…
Ante de que él pudiera pensar, tomó su mano, presionando sus labios sobre su palma y luego la puso sobre su corazón.
Su miedo se arremolinó en el aire, un olor agudo, ahumado que se mezclaba con su delicioso olor natural. Pero ella no la arrancó esta vez, y el cóctel de lucha-o-lucha no duró mucho tiempo.
– No tienes por qué preocuparte. -Dijo ella suavemente. -No dejaré que nadie llegue hasta ti hoy. Estás a salvo.
Ah, infiernos. Ella lo derretía. Realmente lo hacía.
Él se aclaró la garganta. -Gracias. Pero es por tí por la que estoy preocupado. Mary, anoche nos atacaron en el parque. Perdiste el bolso y tengo que asumir que mis enemigos lo consiguieron.
La tensión se disparó por su brazo, viajando por su palma y golpeó su pecho. Como estaba susceptible por la inquietud, deseó sacar de algún modo el miedo de ella, tomándolo en si mismo.
Ella negó con la cabeza. -No recuerdo ningún ataque.
– Borré tu memoria.
– ¿Qué significa que borraste?
Él había metido la mano en su mente y la había liberado de los acontecimientos de la noche anterior.
Mary jadeó y puso sus manos sobre sus caderas, parpadeando rápidamente. Él sabía que tenía que explicarse rápidamente. No iba a procesar todo y la asaltarían conclusiones de que él era un asesino.
– Mary, tuve que traerte a casa para poder protegerte mientras espero noticias de mis hermanos. -Las que todavía no habían llegado, maldición. -Aquellos hombres que nos atacaron, no son humanos y son muy buenos en lo que hacen.
Ella cayó sobre el suelo sin gracia, como si sus rodillas no la sostuvieran. Sus ojos estaban agrandados y ciegos mientras negaba con la cabeza.
– Mataste a dos de ellos. -Dijo ella con una voz muerta. -Le rompiste el cuello a uno. Y al otro…
Rhage maldijo. -Siento haberte enredado en todo esto. Siento haberte puesto en peligro ahora. Y siento haberte borrado la memoria…
Ella lo miró con dureza. -No lo hagas otra vez.
Él sentía que no podía hacerle esa promesa. – No a no ser que tenga que salvarte. Sabes mucho de mí ahora, y esto te pone en peligro.
– ¿Me has borrado la memoria alguna otra vez?
– Nos encontramos en el centro de entrenamiento. Tú viniste con John y Bella.
– ¿Cuánto hace de ello?
– Un par de días. Puedo devolvértelos, también.
– Espera un minuto. -Ella frunció el ceño. ¿Por qué no me has hecho olvidar todo sobre ti hasta el momento actual? Ya sabes, borrarlo todo.
Como si ella hubiera preferido eso.
– Iba a hacerlo. Anoche. Después de cenar.
Ella lo miró desde la distancia. -¿Y no lo hiciste debido a lo que pasó e el parque?
– Y porque…-Dios, ¿hasta dónde quería llegar él? ¿Realmente quería que ella supiera lo que sentía? No, pensó él. Ella lo miraba totalmente sobresaltada. Ahora apenas era el momento para que llegaran las felices noticias, que un vampiro masculino se había vinculado a ella. -Por que es una invasión a tu intimidad.
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