Marc Levy - Las cosas que no nos dijimos

Здесь есть возможность читать онлайн «Marc Levy - Las cosas que no nos dijimos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las cosas que no nos dijimos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las cosas que no nos dijimos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con más de 15 millones de ejemplares de sus novelas vendidos en todo el mundo, Marc Levy se ha convertido en un referente indiscutible de la literatura contemporánea. Con su nueva novela, Las cosas que no nos dijimos, Levy va un paso más al lá y arrastra al lector a un universo del que no querrá salir. Cuatro días antes de su boda, Julia recibe una llamada del secretario personal de Anthony Walsh, su padre. Walsh es un brillante hombre de negocios, pero siempre ha sido para Julia un padre ausente, y ahora llevan más de un año sin verse. Como Julia imaginaba, su padre no podrá asistir a la boda. Pero esta vez tiene una excusa incontestable: su padre ha muerto.

Las cosas que no nos dijimos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las cosas que no nos dijimos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡No sé cómo darle las gracias! -murmuró, pasmada.

– Honra usted al creador de este vestido, estoy seguro de que le sienta mil veces mejor que a la condesa -susurró-. Le he llamado un coche, la esperará en la puerta del palacio de la Fo tografía y la llevará de vuelta al hotel.

– Podría haber cogido un taxi.

– ¡Con un vestido como éste no lo dirá usted en serio! Considere que es su carroza, y mi garantía. Cenicienta, ¿recuerda? Que pase una agradable velada, señorita Walsh -dijo el recepcionista acompañándola hasta la limusina.

Una vez en la calle, Julia se puso de puntillas para besar al empleado.

– Señorita Walsh, un último favor…

– ¡Lo que usted quiera!

– Tenemos la suerte de que este vestido sea largo, muy largo incluso. Así que, se lo ruego, no se lo levante de ese modo. ¡Sus alpargatas desentonan bastante con el resto de su atuendo!

El camarero dejó un plato de antipasti en la mesa. Tomas le sirvió a Marina unas verduritas a la brasa.

– ¿Se puede saber por qué llevas gafas de sol en un restaurante en el que la luz es tan tenue que ni siquiera he podido leer la carta?

– ¡Porque sí! -contestó Marina.

– Tu explicación al menos tiene el mérito de ser clarísima -replicó Tomas burlándose de ella.

– Porque no quiero que veas la mirada. -¿Qué mirada? -LA mirada.

– ¡Ah! Perdona, pero no entiendo una palabra de lo que dices.

– Te hablo de esa mirada que, vosotros, los hombres, veis en nuestros ojos cuando nos sentimos bien con vosotros.

– No sabía que hubiera una mirada específica para eso.

– ¡Sí, eres como los demás hombres, así que sabes reconocerla muy bien, confiesa!

– ¡Bueno, si tú lo dices! ¿Y por qué no debería yo ver esa mirada que según tú traiciona el hecho de que, por una vez, estás bien conmigo?

– Porque si la vieras, en seguida empezarías a pensar en la mejor manera de dejarme.

– Pero ¿de qué estás hablando?

– Tomas, la mayoría de los hombres que colma su soledad cultivando una complicidad sin ataduras, con palabras cariñosas, pero nunca de amor, ¡todos esos hombres temen ver algún día LA mirada en los ojos de la mujer con la que salen!

– Pero ¿qué mirada es ésa? No te sigo en absoluto.

– ¡La que os hace creer que estamos perdidamente enamoradas de vosotros! Que querríamos tener algo más. Cosas estúpidas como hacer proyectos de vacaciones, ¡o proyectos a secas! Y si tenemos la desgracia de sonreír delante de vosotros al cruzarnos por la calle con un bebé en su cochecito, ¡entonces ya estamos perdidas!

– Y detrás de esas gafas de sol ¿estaría entonces esa mirada?

– ¡Mira que eres pretencioso! Me duelen los ojos, nada más, ¿o qué te habías imaginado?

– ¿Por qué me dices todo esto, Marina?

– ¿Cuándo te vas a atrever a decirme que te marchas a Somalia, antes o después del tiramisu?

– ¿Quién te dice que voy a tomar un tiramisu?

– Hace dos años que te conozco y que trabajamos juntos, todo ese tiempo he estado observando cómo eres y cómo vives.

Marina se deslizó las gafas por el puente de la nariz y las dejó caer sobre su plato.

– ¡Vale, de acuerdo, me marcho mañana! Pero justo acabo de enterarme ahora.

– ¿Vuelves mañana a Berlín?

– Knapp prefiere que tome el avión para Mogadiscio directamente desde aquí.

– Hace tres meses que esperas esa partida, tres meses que esperas que por fin te hable de ello, ¡y ahora tu amigo no tiene más que chasquear los dedos, y tú obedeces!

– Sólo se trata de ganar un día, ya hemos perdido bastante tiempo.

– Es él quien te ha hecho perder el tiempo, y el favor se lo haces tú a él. Él te necesita a ti para conseguir su ascenso, mientras que tú no lo necesitas a él para conseguir un premio. ¡Con el talento que tienes, podrías obtenerlo sólo con fotografiar a un perro meando junto a una farola!

– ¿Adonde quieres llegar con todo esto?

– Afírmate, Tomas, deja de pasarte la vida huyendo de la gente a la que quieres en lugar de afrontarla. Yo la primera. ¡Dime por ejemplo que esta conversación te parece una tontería, que sólo somos amantes y que no tengo por qué echarte sermones, y dile a Knapp que uno no se va a Somalia sin pasar antes por su casa, sin hacer el equipaje y despedirse de sus amigos! Sobre todo si no sabes cuándo vas a volver.

– Quizá tengas razón.

Tomas cogió su móvil.

– ¿Qué haces?

– Pues ya lo ves, le estoy mandando un mensaje a Knapp para avisarle de que me saque un billete para el sábado y desde Berlín.

– ¡Te creeré cuando hayas pulsado el botón de enviar! -¿Y si lo hago me permitirás ver La mirada? -Quizá…

La limusina se detuvo ante la alfombra roja. Julia tuvo que contorsionarse para salir sin que se le vieran las alpargatas. Subió la escalinata, y una serie de flashes la recibió en los últimos escalones.

– ¡No soy nadie! -le dijo al cámara, que no entendía inglés. En la entrada, el portero admiró el increíble vestido de Julia. Cegado por la cruda luz de la cámara que filmaba su entrada, juzgó inútil pedirle su invitación.

La sala era inmensa. Julia recorrió la muchedumbre con la mirada. Con una copa en la mano, los invitados deambulaban de un lado a otro, admirando las gigantescas fotografías. Julia contestó con una sonrisa forzada a los saludos de gente a la que no conocía, privilegio de la vida mundana. Un poco más lejos, una arpista sobre un estrado interpretaba a Mozart. Cruzando lo que a todas luces parecía un ballet ridículo, Julia fue en busca de su presa.

Una fotografía de unos tres metros de altura atrajo su mirada. La habían sacado en las montañas de Kandahar o de Tayikistán, ¿o quizá en la frontera de Pakistán? El uniforme del soldado que yacía en el barranco no permitía afirmarlo con seguridad, y el niño que estaba a su lado, descalzo, y que parecía querer tranquilizarlo, se parecía a todos los niños del mundo.

Una mano se posó en su hombro y la hizo sobresaltarse.

– No has cambiado. ¿Qué haces aquí? No sabía que figurases en la lista de invitados. Es una agradable sorpresa, ¿estás de paso en nuestra ciudad? -preguntó Knapp.

– ¿Y tú, qué haces aquí? Pensaba que estabas de viaje hasta final de mes, al menos es lo que me han dicho cuando me he presentado en tu oficina esta tarde. ¿No te han dejado un mensaje de mi parte?

– He vuelto antes de lo previsto. He venido directamente desde el aeropuerto.

– Tendrás que practicar un poco más porque mientes muy mal, Knapp, sé de lo que hablo; he adquirido cierta experiencia en la materia estos últimos días.

– Bueno, de acuerdo. Pero ¿cómo querías que me imaginara que eras tú quien quería hablar conmigo? Hace veinte años que no sé nada de ti.

– ¡Dieciocho! ¿Acaso conoces a otras Julia Walsh?

– Había olvidado tu apellido, Julia; tu nombre no, desde luego, pero no me decía nada. Ahora tengo responsabilidades, y hay tanta gente que intenta venderme historias sin interés que no tengo más remedio que filtrar un poco.

– ¡Vaya, muchas gracias!

– ¿Qué has venido a hacer en Berlín, Julia?

Levantó los ojos hacia la fotografía colgada de la pared. La firmaba un tal T. Ullmann.

– Tomas podría haber sacado esa foto, cuadra con su forma de ser -dijo Julia con voz triste.

– ¡Pero si hace años que Tomas ya no es periodista! Ni siquiera vive ya en Alemania. Ha dejado atrás todo eso.

Julia encajó el golpe, esforzándose por que no se le notara nada. Knapp prosiguió:

– Vive en el extranjero. -¿Dónde?

– En Italia, con su mujer. Ya no hablamos tan a menudo como antes; una vez al año, como mucho, y no todos los años.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las cosas que no nos dijimos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las cosas que no nos dijimos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las cosas que no nos dijimos»

Обсуждение, отзывы о книге «Las cosas que no nos dijimos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x