Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Ah! ¿Y no pueden entender que por muy amigo de ustedes que sea él tiene su trabajo? Desafortunadamente ha tenido que salir de viaje. Si regresa antes de que termine el congreso, sin duda querrá verles.

– Pero Amelia…

– Ha debido de confundirse. Pierre lleva unos días fuera de casa por motivos de trabajo.

– Sabe, no sé por qué, pero no la creo…

– ¿Cómo dice?

– Que no la creo, camarada Nikolaievna Kornilova, ni yo, ni los amigos de Pierre que estamos aquí.

– Me está ofendiendo, nos está insultando…

– ¿Ah, sí? ¿Por qué?

– Pone en duda mi palabra.

– Me temo que si no vemos a Pierre van a resultar inútiles sus esfuerzos para que nos dediquemos a loar los logros de la revolución…

Anushka dio media vuelta, llena de ira. Estaba decidida a que Amelia pagara caro el no haber dicho lo que se le había ordenado respecto a Pierre.

Buscó a Amelia y cuando la encontró se la llevó aparte.

– ¿Qué pretendes? -gritó Anushka.

– ¿Yo? ¿A qué te refieres?

– Te ordené que dijeras que Pierre había tenido que salir de viaje.

– Y te dejé claro que no pensaba hacerlo. No, Anushka, no voy a mentir, no es que me importe demasiado hacerlo, es que si miento en esto seré yo quien esté alargando la situación de Pierre.

– No tengo poder para sacarle de la Lubianka.

Amelia se encogió de hombros y la miró desafiante.

– Podrás hacer algo. Sólo pretendo salvarle la vida e irme de aquí.

– ¿Con Pierre? ¡Estás loca! Nunca le dejarán marcharse. En cuanto a ti… Podrás irte, creo que eso sí sería posible arreglarlo.

– No hay trato, Anushka, no estoy pidiendo mi libertad por la de Pierre, quiero la de los dos. ¿Sabes qué sucederá si sus amigos no lo ven? Imagina los titulares de los periódicos: «Conocido intelectual francés desaparece en Moscú». Y París, Londres y Nueva York nada tienen que ver con Moscú, allí existe la libertad de prensa. No os va a gustar lo que se va a contar de este congreso, te lo aseguro.

Al día siguiente, a la secretaria del ministro de Exteriores Maxim Litvinov le llegó un escrito firmado por una veintena de los intelectuales invitados al congreso solicitando ver de inmediato a Pierre Comte. El escrito no dejaba lugar a dudas: sabían que el librero parisino estaba en Moscú, y ante las reiteradas peticiones para reunirse con él, recibían todo tipo de evasivas que les hacían sospechar que algo raro sucedía, por lo que solicitaban al ministro una explicación coherente, además de poder encontrarse con monsieur Comte.

Albert James se había empleado a fondo pidiendo que firmaran aquella carta algunos de sus amigos. Habló con Jean Deuville y éste tachó a Amelia de loca encantadora, negándose a considerar la posibilidad de que Pierre estuviese detenido y mucho menos que lo hubieran declarado «enemigo del pueblo». Fue tal la insistencia de James y, sobre todo, la velada amenaza de que estaba dispuesto a publicar en los periódicos norteamericanos la «extraña desaparición de Pierre Comte», lo que logró convencer a Jean Deuville para que firmara aquella carta y le ayudara a convencer a otros escépticos.

– Espero que sepas lo que estás haciendo, Albert, lo que te ha dicho Amelia parece muy raro… Ojalá no estemos siendo utilizados en ninguna maniobra de desprestigio de la Unión Soviética. Sabes que soy comunista y tengo responsabilidades en París.

– Lo sé, Jean, pero también sé que pese a tu fe sin fisuras aún conservas cierta autonomía de pensamiento. Si fuera una trampa, yo asumo toda la responsabilidad.

– Mis camaradas nunca me perdonarían que, aunque fuera involuntariamente, sirviera a los intereses de los fascistas.

Al congreso asistían casi doscientos invitados, y fue un éxito conseguir que veinte firmaran el escrito.

Los responsables del congreso se vieron obligados a buscar una solución y Anushka fue la encargada de llevarla a la práctica.

El torturador entró en la celda y Pierre se despertó e intentó encogerse, al tiempo que rompía a llorar temiendo una más de aquellas interminables sesiones en las que ansiaba morir. Le acababan de llevar a la celda y se había quedado profundamente dormido después de haber estado cuarenta y ocho horas sentado en una silla, atado de pies y manos; distintos torturadores se habían ido turnando a lo largo de las horas sometiéndole a todo tipo de crueldades mientras le preguntaban por el camarada Krisov.

Sintió que el torturador le levantaba del suelo y dándole patadas le obligaba a caminar.

No quería andar, no podía, sólo deseaba morir y empezó a suplicar que le mataran. Pero le condujeron a la enfermería donde una recia mujer vestida de blanco le puso una inyección que le sumió en un sueño profundo.

Cuando se despertó, creyó ver el rostro borroso de un hombre observándole.

– ¿Se encuentra mejor? -le preguntó.

Pierre no acertaba a hablar, ni siquiera a mover la cabeza. Creía estar en un sueño, tenía que serlo porque nadie le golpeaba.

– Ahora le ayudaré a levantarse, tiene que darse una buena ducha. Luego le arreglarán el cabello y le darán ropa limpia.

– ¿Dónde estoy? -preguntó con un hilo de voz.

– En el hospital. Soy el médico encargado de cuidarle. No se preocupe, se recuperará.

– ¿En el hospital?

– Sí, hombre, en el hospital. Tuvo usted un accidente, perdió la memoria, pero afortunadamente se está recuperando. Su familia vendrá a visitarle muy pronto, en cuanto le vea mejor.

– ¿Mi familia?

Pierre pensó en su madre, en las manos suaves de Olga cuando, de pequeño, le acariciaba la frente antes de darle el beso de buenas noches. Su madre abrazándole, sonriéndole, apretándole la mano al cruzar cualquier calle. ¿Estaría allí su madre?

Por la tarde se encontraba más despejado, aunque no sentía algunas partes del cuerpo. El doctor le explicó que a causa del «accidente», tenía un brazo inutilizado que nunca más podría mover. Había perdido varios dedos. En cuanto al ojo derecho, desgraciadamente también lo había perdido. Y Pierre recordó la noche en la que uno de aquellos hombres le clavó un destornillador en el ojo y él se desmayó de dolor. ¿De qué accidente le hablaba el doctor? Pero no preguntó, no dijo nada, se sentía exhausto y feliz entre aquellas sábanas limpias, que olían a desinfectante.

En cuanto a los testículos, le advirtió el doctor, el golpe del accidente había sido tan fuerte que los había perdido. Pierre volvió a ver a su torturador con aquellas tenazas cogiendo primero un testículo y aplastándolo, y luego el otro. Pero el doctor le decía que los había perdido a causa del «accidente», y asintió confortado por las palabras del hombre vestido de blanco.

Habían pasado seis días desde que Amelia se había enfrentado a Anushka. Cuando se encontraban en casa, apenas se hablaban. Mijaíl tampoco le ocultaba su creciente hostilidad, incluso le había escuchado discutir con su madre, pidiéndole que echara a Amelia, pero la tía Irina se había enfrentado a él diciéndole que ella se quedaría en la casa hasta que hubiera aparecido Pierre.

Una noche Mijaíl y Anushka llegaron a casa poco después de Amelia. Se habían visto durante el día en el congreso, pero a ella le extrañó que Anushka desapareciera a primera hora de la tarde.

Mijaíl carraspeó y pidió a sus padres y a Amelia que se sentaran porque Anushka debía decirles algo.

Tía Irina se secó las manos en el delantal, y tío Giorgi guardó el periódico. Amelia intentó disimular el temblor que notaba desde el cuello a los pies. Se temía lo peor.

Anushka les miró a todos en silencio, bajó la cabeza, y luego la alzó moviendo su espléndida melena rubia. Todo aquel gesto parsimonioso aumentó la atención sobre ella.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x