Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ella lo miraba intentando hablarle sin palabras, pero Albert James no lograba captar lo que quería decirle.

– ¿Es usted feliz? -le preguntó de manera espontánea.

– No, no lo soy.

A él le sorprendió la respuesta, y no supo qué decir. Anushka los escuchaba, malhumorada. Al igual que Amelia, hablaba francés a la perfección, de manera que no había perdido detalle de la conversación, y decidió intervenir.

– ¡Qué cosas dice nuestra querida Amelia! Claro que es feliz, todos nosotros la queremos bien.

Albert James se volvió para ver quién les había interrumpido y se encontró con una mujer joven y atractiva, rubia, alta, delgada y con unos inmensos ojos verdes. De inmediato se dio cuenta de que era una de las organizadoras del congreso.

– ¡Ah, usted es…!

– Anna Nikolaievna Kornilova, directora del Departamento de las Artes del Ministerio de Cultura.

– Y actriz y directora de teatro -apostilló Amelia.

– ¡He oído hablar de usted! Creo que mañana por la noche asistiremos a una obra que ha dirigido, ¿me equivoco? -preguntó Albert James.

– Así es, para mí será un honor que ustedes vean mi trabajo.

– Chejov, creo…

– Efectivamente. Y ahora que la obra ha terminado, nosotras tenemos trabajo, hemos de acompañarlos al hotel. Amelia, creo que tu grupo debe de estar ya saliendo hacia donde están los autobuses.

– Yo formo parte de su grupo -dijo Albert James.

– Bien, pues no se retrasen. A ti, Amelia, te veré en el hotel y regresaremos juntas a casa. Mijaíl nos acompañará. ¿Te parece bien?

Amelia asintió y se dirigió junto a Albert James hacia el vestíbulo junto al resto de los periodistas.

– Una mujer importante y muy bella. La veo a usted muy bien relacionada.

– Está casada con el primo de Pierre. Vivimos todos juntos.

– ¡Ah, sí! Creo recordar que la madre de Pierre es rusa, ¿no?

– Sí, y su hermana Irina nos ha acogido en Moscú.

– Perdone mi insistencia, pero la veo rara y su confesión de que no es feliz… La verdad, me ha sorprendido.

– Quiero marcharme de la Unión Soviética pero no puedo, quizá usted podría ayudarme -murmuró Amelia mirando a un lado y a otro temiendo que alguien les escuchara.

– ¿De qué tiene miedo? -quiso saber él.

– Tendría que explicarle tantas cosas para que lo entendiera… Pierre me dijo que usted no era comunista.

– Y no lo soy. No se preocupe, tampoco soy fascista. Me gusta demasiado la libertad para que dirijan mi vida. Creo en los individuos por encima de cualquier otra cosa. Pero le confieso que sentía curiosidad por conocer la Unión Soviética.

– No se irá decepcionado -sentenció Amelia.

– ¿Tan segura está?

– Usted, como los otros, verá lo que ellos quieren. Pero no se imagina usted lo que sucede aquí.

Interrumpieron la charla al subir al autobús. Amelia se sentó lejos de Albert James. Temía que si la veían demasiado junto al periodista decidieran que se encargara de otro grupo de invitados y entonces no tendría la oportunidad de llevar adelante el plan que empezaba a germinar en su cabeza.

De regreso al apartamento, flanqueada por Mijaíl y Anushka, Amelia intentaba dominar su nerviosismo.

– ¿Quién es ese periodista? -le insistió Anushka.

– Se llama Albert James, es un antifascista norteamericano amigo de Pierre. En París eran inseparables -mintió Amelia- y está empeñado en verlo.

– Eso va a ser un problema -afirmó Mijaíl.

– Lo sé, pero ni él ni los otros invitados se conformarán con la excusa de que Pierre no quiere verles por trabajo o porque ha tenido que viajar repentinamente. Las cosas no suceden así en Europa. Vais a tener que hacer algo.

Anushka guardó silencio, consciente de que, efectivamente, el caso de Pierre podía terminar dando al traste la operación de imagen montada por los ministerios de Exteriores y de Cultura. Tenía previsto hablar con sus superiores a primera hora, pero sabía que ella misma quedaría comprometida al ser Pierre primo de Mijaíl, y, sobre todo, al haber propuesto a Amelia para ese trabajo.

A la mañana siguiente, tal y como temía Amelia, cuando llegó al congreso, su superior le había adjudicado otro grupo, esta vez de pintores. No protestó y lo aceptó con aparente indiferencia, pero estaba decidida a buscar a Albert James en cuanto pudiera. La ocasión se le presentó a la hora del almuerzo, cuando los distintos grupos de trabajo coincidieron ante un surtido bufet.

Amelia pensó que si los ciudadanos soviéticos pudieran ver aquella comida harían cualquier cosa por conseguirla, pues soportaban con estoicismo la escasez y el hambre y en aquel congreso parecía que en la Unión Soviética sobraban los alimentos.

– Nos ha abandonado -le dijo Albert James en cuanto la vio.

– Me han asignado a otro grupo, les preocupa que hable con usted o con Jean Deuville. Puede que incluso decidan apartarme de este trabajo, de manera que no tengo mucho tiempo para explicaciones. Sé que usted y Pierre no simpatizaban demasiado pero le pido que salve su vida.

– ¿Cómo dice? -Albert James la miraba con asombro.

– Está detenido en la Lubianka y de allí sólo se sale muerto o en dirección a un campo de trabajo del que no se suele regresar jamás.

– Pero ¿qué ha hecho? -Había un tono de incredulidad y nerviosismo en la pregunta de Albert James.

– Le juro que no ha hecho nada, le suplico que me crea. Quieren una información que Pierre no tiene sobre… sobre una persona que él conoció y al parecer era un agente que ha desertado. Le han declarado enemigo del pueblo.

– ¡Dios mío, Amelia, en qué lío se ha metido!

– ¡Por favor, hable bajo! No creo que me permitan volver a hablar con usted. Sólo si usted, Jean y otras personas empiezan a insistir en que quieren ver a Pierre, puede suponer una oportunidad para que se salve. Insistan en ello por favor. En cuanto a mí, si pudiera pensar algo para convencerles de que debo marcharme con ustedes… Aquí me estoy muriendo.

– Todo lo que me está contando es tan extraño…

– No puedo darle más detalles, sólo le pido que confíe en mí, sé que no me conoce, pero le aseguro que no soy mala persona…

Un funcionario del departamento de Amelia se acercó con cara de pocos amigos.

– Camarada Garayoa, está descuidando su trabajo -le advirtió.

– Lo siento, camarada.

Amelia se alejó con la mirada perdida en el suelo.

Albert James no sabía qué hacer. La confesión de Amelia le había dejado perplejo. No entendía lo que estaba sucediendo y mucho menos por qué Pierre estaba preso. En realidad no sabía por qué éste y Amelia se habían venido a vivir a Moscú. Todo su círculo de amigos parisino les hacía en Buenos Aires. Pese a tantas preguntas como se hacía para las que no hallaba respuesta, le impresionaba la angustia de Amelia, que ella dominaba y parecía convertir en una calma fría. Pensó en contarle todo a Jean Deuville, pero su amigo poeta era un enamorado de la revolución y para él sería un duro golpe saber que Pierre estaba preso y, sobre todo, que las autoridades le consideraban un «enemigo del pueblo». Sintió las manos húmedas por el sudor y buscó una silla donde sentarse y poder pensar.

– ¿Satisfecho por el trabajo de esta jornada?

Anushka se había plantado delante de él y le sonreía amigablemente. Pensó que aquella belleza rubia parecía más una princesa de cuento que una funcionaría del Partido Comunista.

– Quiero ver a Pierre -respondió él, comprobando cómo a ella se le helaba la sonrisa y quedaba desconcertada.

– ¿A Pierre? Bueno, eso no va a ser posible, está de viaje. ¿No se lo ha dicho Amelia?

– No, Amelia nos dijo que estaba aquí. Comprenderá que nos parece muy raro que nuestro amigo no se haya acercado a vernos. A este congreso asisten más de veinte o treinta personas que lo conocen.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x