Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Lola nos presentó a su hijo con desgana.

– Se llama Pablo, por Pablo Iglesias, ya sabes, el fundador del PSOE.

– No sabía que tenías un hijo -respondió Amelia, dolida porque su amiga tuviera secretos con ella.

– ¿Y para qué te lo iba a decir? -respondió malhumorada Lola.

– Bueno, me hubiera gustado conocerle antes. ¿Queréis merendar con nosotras en Viena? -propuso Amelia.

Pablo respondió de inmediato que sí, que nunca había entrado en una pastelería tan elegante, pero Lola parecía dudar. Doña Teresa estaba incómoda con la situación y yo preocupada por las consecuencias que pudiera tener el descubrimiento del hijo de Lola, quien finalmente aceptó viendo que era una oportunidad de que su hijo merendara en un lugar de tanto renombre.

– No sabía que estabas casada… -dijo doña Teresa por iniciar una conversación.

– No lo estoy -respondió Lola ante la mirada atónita de doña Teresa.

– ¿No tienes marido? ¿Y entonces…? -quiso saber Amelia.

– No hace falta un marido para tener hijos, y yo no me he querido casar. Pablo llegó sin buscarlo, pero aquí está.

– Pero tendrá un padre… -insistió Amelia.

– ¡Claro que tengo padre -dijo Pablo fastidiado- y se llama Josep! Soy medio catalán porque mi padre es catalán. Ahora no está aquí, pero viene a vernos cuando puede.

Lola miró a su hijo con furia, y en su mirada pudimos ver que en cuanto estuvieran a solas no se libraría de una buena reprimenda por haberse ido de la lengua. Pero Pablo decidió ignorar a su madre y seguir hablando.

– Mi padre es comunista. ¿Vosotras qué sois?

Sin que pudiéramos evitarlo, Lola le dio un cachete a su hijo y le mandó callar. Doña Teresa tuvo que intervenir para apaciguar las lágrimas del crío y la ira de la madre.

– ¡Vamos, vamos! Tómate el chocolate que has pedido… y tú, Lola, no pegues al niño, es pequeño y lo único que ha hecho es contar que tiene un padre del que se siente orgulloso, eso no es motivo para que le reprendas. -La buena de doña Teresa intentaba calmar los ánimos de Lola.

– Le tengo dicho que tiene que tener la boca cerrada, que no vaya contando nada ni de mí ni de su padre; hay gente que teme a los comunistas y a los socialistas, y nos puede perjudicar.

– ¡Pero nosotras no! Yo soy tu amiga -afirmó Amelia, dolida.

– Ya… ya… pero aun así… Pablo, termínate el chocolate y el suizo, que nos tenemos que ir.

A la tarde siguiente, cuando Amelia y yo estábamos en casa cosiendo, Lola se presentó para hablar con Amelia. Yo hice ademán de salir de la sala, pero como Amelia no me pidió que me fuera, preferí quedarme para enterarme de lo que Lola fuera a contar.

– No te había dicho que tengo un hijo porque no me gusta ir contando mi vida al primero que pasa -se justificó Lola.

– Pero yo no soy el primero que pasa, creía que a estas alturas ya confiabas en mí, en fin, te tenía por mi amiga.

Lola se mordió el labio. Se notaba que traía muy pensado lo que iba a decir y no quería dejarse llevar por su temperamento.

– Eres una buena persona, pero no somos amigas… Tienes que entenderlo, tú y yo no somos iguales.

– Pues sí, sí somos iguales, somos dos mujeres que nos tenemos simpatía; tú me has convencido de unas cuantas cosas, me has hecho ver lo que hay más allá de estas paredes, me has hecho sentirme una privilegiada y por tanto culpable de serlo. Intento ayudar a tu causa porque creo que es justa, porque no me parece bien tenerlo todo y que otros no dispongan de nada. Pero al parecer para ti no es suficiente, y, ¿sabes, Lola?, no voy a pedir perdón. No, no voy a pedir perdón por tener unos padres estupendos, un marido cariñoso y una familia que me arropa. En cuanto al dinero… mi padre lleva toda la vida trabajando, lo mismo que mis abuelos y mis bisabuelos… Y Santiago, tú le has visto cómo trabaja, cómo pasa los días en la fábrica, cómo se preocupa del bienestar de quienes trabajan para él. Aun así, admito que tenemos más de lo que necesitamos, que no es justo que mientras otros no tienen nada nosotros tengamos tanto. Pero tú sabes, Lola, que no explotamos a nadie, que ayudamos a los demás cuanto podemos. Aunque ya veo que para ti no es suficiente y que nunca te fiarás de mí.

Discutieron, pero al final se reconciliaron, aunque Amelia se daba cuenta de que entre Lola y ella existía una frontera, la de los prejuicios de la propia Lola, y esa frontera le resultaría muy difícil de superar.

Aun así, Amelia se volcó si cabe más en actividades políticas; se ofreció voluntaria para enseñar en una Casa del Pueblo, hacía trabajos de oficina para la agrupación en la que militaba Lola, y cumplía disciplinadamente con cuanto le pedían.

La actividad política de Amelia corría paralela a la de Santiago, ya que en aquel año de 1935, entre mayo y octubre, don Manuel Azaña intervino en una serie de mítines y obtuvo el apoyo de amplios sectores de la sociedad, y a muchos de esos mítines y reuniones de Izquierda Republicana acudía Santiago. Estaba convencido de que la solución a los problemas de España pasaba porque don Manuel Azaña gobernara el país, cada vez sumido en una crisis institucional y económica más profunda.

En el resto del mundo las cosas no iban mejor. Hitler preocupaba al resto de Europa.

Una noche de abril en que los padres de Amelia habían acudido a cenar para visitar a su hija y a su yerno, don Juan comentó satisfecho que la Sociedad de Naciones en Ginebra había condenado el rearme de Alemania.

– Parece que por fin se empieza a hacer algo contra ese loco… -declaró don Juan a su yerno.

– Yo no sería tan optimista. En Europa preocupa y mucho lo que ha pasado en Rusia, temen el contagio de la Revolución de los soviets -respondió Santiago.

– Sí, puede que tengas razón, parece que el mundo se ha vuelto loco, hay noticias de que Stalin se muestra implacable con los disidentes -dijo Don Juan.

Amelia intervino furiosa, sorprendiendo a su padre y a su marido.

– ¡No nos creamos la propaganda de los fascistas! Lo que pasa es que algunos tienen miedo, sí, miedo de perder sus privilegios, pero en Rusia por primera vez están conociendo lo que es la dignidad, se está construyendo una República de trabajadores, de hombres y mujeres iguales, libres…

– Pero, hija, ¡qué cosas dices!

– ¡Amalia, no te alteres, recuerda que estás embarazada! -Doña Teresa sufría por su hija.

– Sabes, Amelia, me preocupa que digas esas cosas, eres tú la que te estás dejando influir por la propaganda de los comunistas. -Santiago parecía enfadado.

– Vamos, vamos, no discutáis, que no le conviene a la niña. -Doña Teresa aborrecía esas discusiones políticas en las que ahora intervenía Amelia.

– Si no discutimos, mamá. Lo que pasa es que no me gusta que papá diga que las cosas no van bien en Rusia. Y tú, Santiago, deberías desear que al resto de Europa le llegase algo de la Revolución soviética, la gente no puede esperar eternamente a que se la trate con justicia.

Aquella noche Amelia y Santiago discutieron. En cuanto se fueron don Juan y doña Teresa, el matrimonio inició una pelea que terminamos escuchando el resto de la casa.

– ¡Amelia, tienes que dejar de ver a Lola! Te está metiendo unas ideas en la cabeza…

– ¡Cómo que me está metiendo ideas! ¿Es que te crees que soy tonta, que no soy capaz de pensar por mí misma, que no me doy cuenta de lo que pasa alrededor? Las derechas nos están llevando al desastre… Tú mismo te quejas de la situación, y mi padre… bien sabes de las dificultades que está arrostrando mi familia…

– La solución no es la revolución. En nombre de la revolución se cometen muchas injusticias. ¿Crees que tu amiga Lola tendría piedad de ti si aquí hubiera una revolución?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x