Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Von Schumann y usted son viejos amigos, de manera que ya cuenta con su confianza.

– Pero nunca me confiará información que pueda comprometer a Alemania.

– No se trata de que usted se la pida. Vaya a Berlín, vea, escuche y saque conclusiones.

– ¿Debe saber que soy una agente?

– Por su propia seguridad y por la de él, lo mejor es que no sepa nada. Usted misma asegura que nunca colaboraría con nosotros. Debemos buscar una coartada que justifique su presencia en Berlín.

– Quizá… bueno, no sé si servirá, pero mi padre tenía negocios en Berlín, le expropiaron la empresa porque su socio era judío, pero el contable rescató unas cuantas máquinas que tiene alquiladas y parte de esas ganancias corresponden a mi familia…

– ¡Estupendo! No podríamos encontrar una excusa mejor para justificar su presencia en Berlín.

– ¿Cómo enviaré la información en caso de conseguirla?

– Escribirá cartas a una amiga en España en la que le contará cosas superficiales, naturalmente utilizando un código.

– ¿A una amiga en España?

– Esa amiga no existe. Usted enviará las cartas a una dirección donde las recibirá una mujer muy amable que colabora con nosotros. Ella nos pasará las cartas y nosotros las descodificaremos. Sólo escriba cuando tenga algo relevante que comunicar.

– ¿Cuánto tiempo deberé permanecer en Berlín?

– No lo sé. ¿Cree que podría viajar allí en un par de días, o necesita más tiempo para arreglar sus asuntos personales?

– ¿Cómo iré?

– Primero irá a Lisboa. De allí a Suiza donde cogerá un tren hacia Berlín.

Eran poco más de las cinco cuando regresó al apartamento y le sorprendió encontrar a Albert en la biblioteca escuchando música y bebiendo whisky.

– ¿Qué celebras? -le preguntó con curiosidad, puesto que Albert no solía beber a esa hora de la tarde.

– Tengo una gran noticia. Ven, te serviré una copa, tenemos algo que celebrar.

Amelia aceptó el whisky. Se dijo que lo iba a necesitar para decirle a Albert que en un par de días regresaría a Berlín para afrontar su primera misión como agente del Servicio de Inteligencia británico.

– Me ha telefoneado mi padre para decirme que Rajel llegó bien a Nueva York, y que gracias a los amigos que trabajan con el gobernador, se pudieron solventar los trámites de inmigración. A Dios gracias se encuentra sana y salva con su familia. ¿Es o no una gran noticia?

Lo era, y Amelia se alegró, sobre todo porque temía la reacción de Albert cuando ella le anunciara que se iba. Bebió un largo trago de whisky y después de charlar un rato sobre Rajel, le dijo que debía anunciarle algo.

– Espero que sea otra buena noticia, no me gustaría que me dijeras nada que empañara nuestra alegría por lo de Rajel.

– Me envían a Berlín, salgo dentro de dos días.

Albert se quedó mirándola fijamente sin saber qué decir.

– Tenía que suceder un día u otro -murmuró, apartando la mirada de Amelia.

– Yo no esperaba que fuera tan pronto… no sé qué decirte.

– Nada, no me digas nada. Quererte resulta una aventura complicada, pero no puedo cambiar mis sentimientos hacia ti. Desde el primer momento supe que no sería fácil nuestra relación, y te confieso que siempre he temido perderte. Eres tan impredecible… Nunca perdonaré al tío Paul que te haya convencido para enrolarte en el Servicio de Inteligencia, y si te llegara a pasar algo…

– No me pasará nada. Sólo quieren que vaya a Berlín, el objetivo es intentar saber si Hitler piensa invadir Inglaterra.

– ¡Así, como si fuera fácil! Ellos saben que ésa no es misión para una chiquilla. Deberían enviar a agentes experimentados. ¿Cómo vas a poder obtener esa información?

– Quieren que establezca contacto con Max y con su grupo. No olvides que Max es comandante del Ejército, seguro que él tiene acceso a ciertas informaciones que nos serán útiles.

– ¡Por favor, Amelia, no seas ingenua! ¿Crees que Max te contará lo que piensa hacer el Ejército? Veo que no le conoces.

– No te comprendo… Max es miembro de la oposición y odia a Hitler -respondió sin mucho convencimiento.

– Sí, y hará lo imposible por derrocarle, pero nunca traicionará a Alemania. Ése es el matiz que creo que no has comprendido.

Amelia no supo qué responder. Sabía que Albert tenía razón. Cuando el comandante Murray le estaba explicando la misión no le había parecido complicada, pero Albert la hacía enfrentarse con la realidad.

– Tengo que intentarlo.

– Sí, supongo que tienes que hacerlo. ¿Y qué hay de nosotros?

– No sé qué quieres decir…

– ¿Pretendes dedicarte al espionaje mientras yo te espero pacientemente rezando para que no te suceda nada hasta que vuelvas de cada misión?

– Yo… en realidad no pretendo nada, no te pido que me esperes…

– Creo que no has pensado en mí, ¿sabes por qué? Porque nunca lo has hecho, simplemente estoy aquí, pero si no estuviera, tampoco te darías demasiada cuenta.

– ¡No digas eso! ¡No es cierto! Yo… yo te quiero, quizá no como tú esperas ni como te mereces, pero te quiero, a mi manera te quiero.

– Ése es el problema, tu manera de quererme.

Amelia Garayoa llegó a Berlín el 10 de junio, el mismo día en que Italia declaró la guerra a Francia y el Reino Unido. Suspiró aliviada cuando salió de la estación de Berlín. La policía no pareció prestarle atención. Era una mujer más, cargada con una maleta y una bolsa. Amelia procuró andar con paso decidido. El comandante Murray la había advertido que si los alemanes llegaban a sospechar de ella, la fusilarían por espía.

Se dirigió directamente a casa de Helmut Keller, el contable de la empresa de su padre y de herr Itzhak. En los dos últimos días había trazado un plan preciso. Pensaba pedir a herr Helmut que le alquilara una habitación. No podía permitirse volver a hospedarse en el hotel Adlon, y se sentiría más segura viviendo en una casa; además, si él la acogía, le serviría de coartada, puesto que siempre podía pasar por una invitada de la familia y demostrar los viejos lazos que les unían, familiares pero también comerciales.

Herr Helmut se alegró de volver a verla. Su esposa, Greta, continuaba enferma y el buen hombre la cuidaba con mimo, haciéndose cargo, además, de las labores de la casa.

– Menos mal que ahora buena parte de mi trabajo como contable lo hago en casa; de lo contrario, no podría atender a Greta.

Le sorprendió la propuesta de Amelia, pero no dudó en aceptar tenerla como huésped.

– No hace falta que me pague nada, con lo que gano tengo suficiente.

– Usted me hace un gran favor acogiéndome en su casa, me sentiría muy sola en un hotel. No es que pueda pagarle mucho, pero al menos le vendrán bien unos cuantos marcos, y desde luego contribuiré a los gastos de comida, y le ayudaré cuanto pueda a cuidar a su esposa.

Greta tampoco puso ninguna objeción a tener a Amelia como huésped. La mujer sentía simpatía por la joven española, y aún recordaba a su padre, Don Juan, todo un caballero además de generoso. También tendría con quien charlar aparte de con su marido ahora que pasaba la mayor parte del tiempo en cama. Tenía asma y se cansaba apenas daba unos pasos.

El cuarto de Amelia era pequeño, antes había servido de trastero.

– Me gustaría que pudiera quedarse en la habitación de mi hijo Frank; pero aunque no viene a menudo porque está en el Ejército, su madre quiere que él continúe teniendo su cuarto como cuando vivía con nosotros.

– Estaré bien aquí, herr Helmut, no necesito mucho, salvo la cama y una mesa con una silla, el armario es amplio; de verdad que no necesito nada más.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x