Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios

Здесь есть возможность читать онлайн «Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En tiempo de prodigios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En tiempo de prodigios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La novela finalista del Premio Planeta 2006 Cecilia es la única persona que visita a Silvio, el abuelo de su amiga del alma, un hombre que guarda celosamente el misterio de una vida de leyenda que nunca ha querido compartir con nadie. A través de una caja con fotografías, Silvio va dando a conocer a Cecilia su fascinante historia junto a Zachary West, un extravagante norteamericano cuya llegada a Ribanova cambió el destino de quienes le trataron. Con West descubrirá todo el horror desencadenado por el ascenso del nazismo en Alemania y aprenderá el valor de sacrificar la propia vida por unos ideales. Cecilia, sumida en una profunda crisis personal tras perder a su madre y romper con su pareja, encontrará en Silvio un amigo y un aliado para reconstruir su vida.

En tiempo de prodigios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En tiempo de prodigios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No fui a Villa Borghese. Comí con Sergio cerca de su despacho, en un bar ruidoso donde nos sirvieron el menú del día junto a una legión de oficinistas que, como mi amigo, disponían de unos escasos cincuenta minutos para comer y regresar al trabajo. Me gustó el lugar: comer allí era una forma de acentuar mi sensación de estar en casa, de eludir la sensación de provisionalidad que acompaña a los turistas.

– Ha sido visto y no visto -se disculpaba Sergio-, lo siento, pero se me ha complicado la tarde. Tengo una reunión dentro de diez minutos…

– No hay problema. Además, he comido muy bien.

– Sí, alcachofas y lasaña recalentada. Esta noche te lo compenso. Te recojo a las ocho y media.

El lugar elegido por Sergio era bien distinto a la trattoria donde habíamos estado la noche anterior. Era un restaurante ultramoderno y sofisticado, con vistas al castillo de Sant'Angelo y camareros vestidos por algún diseñador italiano. Allí no servían pizzas ni tallarines, sino platos franceses en raciones diminutas, en claro desafío al buen apetito de cualquier comensal. Para tranquilidad de Elena, Sergio abrió su particular caja de Pandora y me habló de lo sucedido con Giovanna.

– Supongo que mi hermana te habrá contado algo.

– Bueno…

– No, si no me importa. De cualquier forma, todo el mundo sabe ya lo que ha pasado. Mi mujer se ha ido de casa sin previo aviso. No teníamos problemas, no habíamos discutido y, que yo sepa, no habían aparecido terceras personas. Una noche, después de cenar, Giovanna se sentó conmigo en el salón y me dijo que estaba harta. Harta de no tener un minuto libre en todo el día, harta de los chicos, harta de la casa y harta de mí. Que llevaba mucho tiempo sin ser feliz, que acababa de cumplir los cuarenta y uno y que no se resignaba a pasar el resto de su vida aburriéndose soberanamente. Me soltó que tenía derecho a empezar de nuevo. Luego se fue a la habitación, recogió sus cosas y se marchó.

– ¿A dónde?

– A un apartamento amueblado que sólo tiene un dormitorio y cuesta 1.400 euros al mes.

– Caray. Así da gusto.

– Los niños se han quedado conmigo. Al principio, Giovannina lloraba todas las noches porque echaba de menos a su madre, pero la cosa duró poco. Ahora está más tranquila. No comprendo nada, pero los críos son así. En cuanto a Guido y a Lucca… en fin, la cosa es complicada. No son hijos míos, así que imagina lo que es lidiar a diario con dos adolescentes que cada dos por tres te sueltan aquello de «tú no eres mi padre».

El panorama era tal y como Elena me lo había descrito: terrible. Pensé muy bien qué debía decir a continuación, pues no sabía qué era lo que Sergio esperaba de mí: palabras de aliento, consejos, quizá una bronca que le obligase a reaccionar…

– ¿Qué dice Giovanna?

– Que necesita tiempo. Pero me temo que se va a tomar las cosas con calma. Ha alquilado el apartamento para todo el año. -Sergio me miró-: ¿Qué te parece a ti?

– Yo qué sé, Sergio. Es que todas estas cosas me quedan tan lejos… un matrimonio, tres hijos… no me cabe en la cabeza que una madre pueda marcharse como lo ha hecho tu mujer, pero me temo que no entiendo mucho de esas cosas.

– ¿Y tú? ¿Por qué no tienes hijos?

Vaya por Dios. Así que había volado hasta Roma para escuchar la misma pregunta que podía hacerme cualquiera sin necesidad de salir de mi barrio. Pensé en dar a Sergio una respuesta convencional, pero en el fondo es mucho más cómodo decir la verdad.

– Porque el tipo con el que pensaba tenerlos se rajó después de estar tres años conmigo mareando la perdiz.

Ahora era Sergio el que no sabía qué decir.

– Bueno, aún puedes…

Le detuve con un gesto.

– Ya lo sé. Y, por favor, no me hables de esa italiana que tuvo trillizos a los cincuenta y tres.

Nos reímos los dos. Me pareció que Sergio estaba de mejor humor, y durante el resto de la cena no volvió a mencionar su condición de marido abandonado, ni yo hablé de mi frustración maternal.

– Tienes suerte de vivir en Roma.

– ¿Tú crees?

– ¿Estás de broma? Cualquiera se moriría por instalarse aquí. Es como vivir en un museo. Y el tiempo es tan bueno… por no hablar de la vida en la calle, y de la comida…

Sergio se encogió de hombros.

– Pues múdate. No, no me mires así, estoy hablando en serio. Elena me dijo que seguías trabajando como ilustradora, y eso es algo que se puede hacer en cualquier parte del mundo. Conozco gente en un par de editoriales italianas, podría conseguirte buenos contactos.

– No hablo el idioma…

– Te pedirán que hagas dibujos, no que les des conversación. Y, de todas formas, en Roma uno puede entenderse usando el español y las manos. Un amigo mío va a dejar su apartamento durante un año, se va a dar clase a Georgetown todo el curso que viene. No piensa alquilarlo a menos que encuentre a alguien de confianza. Sería perfecto para ti. Está junto a la Academia de España.

«Un pequeño apartamento en el Trastévere.» El corazón empezó a latirme con fuerza pensando en Roma, en la vida de Roma, en las calles romanas, las iglesias, los museos, las terrazas, los mercados.

– Puedes alquilar tu casa de Madrid y viajar a España una vez al mes para conservar a tus clientes. -Sergio seguía trazando sus planes para mí-. Considéralo como algo temporal. Una especie de paréntesis… no tienes por qué quedarte en Roma para toda la vida, pero unos meses aquí pueden ser una buena experiencia. Piénsatelo. O mejor, no te lo pienses mucho y hazlo. Las mejores cosas surgen así.

Aquella noche, después de que Sergio me dejase en el hotel, hice algo un poco raro: esperar a que se marchase y salir otra vez. Era más de medianoche, y las calles romanas estaban desiertas. Hacía frío y el aire del Tíber dejaba mucha humedad en el ambiente. Estuve paseando sola durante un rato, pensando en que aquella ciudad ahora inmóvil, iluminada sólo a medias por la luz desvaída de unas cuantas farolas, podía acabar siendo el escenario de una nueva parte de mi vida. Sergio tenía razón: ¿qué me impedía hacer un alto en el camino? Si Giovanna, que tenía unos cuantos años más que yo, un marido y tres hijos, estaba dispuesta a empezar de nuevo, ¿por qué yo no?

Podría estudiar italiano. Hablo inglés malamente -lo justo para entenderme sin problemas con los editores extranjeros, los maîtres de los restaurantes americanos y los vendedores de las tiendas de outlet en Nueva York- y siempre he querido aprender otro idioma. No hay nada que me ate a Madrid. No tengo un trabajo estable, no tengo una familia que dependa de mí. Nadie me necesita. La soledad nos hace libres. Tengo treinta y cinco años y todavía no es demasiado tarde para ninguna cosa. Ni siquiera para empezar otra vez, en otra ciudad, en otro país, en una lengua distinta a la mía. En un lugar extraño donde no tengo nada pero pueden esperarme muchas cosas buenas. Y en ese momento, algo alarmada, me di cuenta de que no estaba pensando en Roma, sino en Sergio.

Apenas dormí aquella noche. Escuché dar las horas en el campanario de la iglesia, y aunque el tañido parecía llegar de muy lejos, fui capaz de identificar cada campanada marcando las dos, las tres, las cuatro de la madrugada. ¿Iban a ser las campanas de Roma la música de fondo de mi próxima vida? ¿Estaba de verdad dispuesta a levantar el campo para instalarme en la ciudad de los césares? Y si era así ¿por qué iba a hacerlo? ¿Qué quería encontrar allí? No eran, desde luego, las tiendas lujuriosas de Vía Condotti, las terrazas de Piazza Navona, las piedras milenarias del Coliseo ni las esculturas de Bernini. Aquella noche, en mi habitación del Albergo de la Pace, me di cuenta de que trasladarme a Roma era intentar recobrar aquella oportunidad perdida hace ocho años, cuando me despedí de Sergio en la puerta de un hotel madrileño después de pasar juntos siete semanas felices que fueron como un paréntesis en las vidas de ambos. Y entonces, sentándome en la cama, me di cuenta de que ésa era la misma palabra que había utilizado Sergio para referirse a mi estancia en Italia: «considéralo una especie de paréntesis».

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En tiempo de prodigios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En tiempo de prodigios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En tiempo de prodigios»

Обсуждение, отзывы о книге «En tiempo de prodigios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x