Array Array - La guerra del fin del mundo

Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - La guerra del fin del mundo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La guerra del fin del mundo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La guerra del fin del mundo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La guerra del fin del mundo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La guerra del fin del mundo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«Se me ha quitado el miedo», pensó. Había comenzado la guerra, en cualquier momento otro cañonazo podía caer aquí mismo y convertirlos a ella y al León en el amasijo de músculos y huesos que debían ser los habitantes de la casa destruida. Y sin embargo ya no tenía miedo. «Gracias, Padre, Señora», rezó. Abrazando al escriba, se dejó caer al suelo, igual que otra gente. Trató de percibir el tiroteo. Pero no había disparos. ¿Por qué esta oscuridad, entonces? Había hablado en voz alta, pues la voz viva del León de Natuba le repuso: «Para que no puedan apuntarnos. Madre».

Las campanas del Templo del Buen Jesús retumbaron y su palabra metálica apagó los clarines con que el Perro pretendía atemorizar a Belo Monte. Fue como un vendaval de fe, de alivio, ese revuelo de campanas que duraría el resto de la noche. «Él está arriba, en el campanario», dijo María Quadrado. Hubo un rugido de reconocimiento, de afirmación, en la multitud reunida en la plaza, al sentirse bañada por el tañido desafiante, revitalizador, de las campanas. Y María Quadrado pensó en la sabiduría del Consejero que supo, en medio del espanto, dar orden y esperanza a los creyentes. Un nuevo cañonazo iluminó con voz amarilla el espacio de la plaza. La explosión levantó y volvió al suelo a María Quadrado, y resonó en su cerebro. En el segundo de luz alcanzó a ver las caras de las mujeres y los niños que miraban el cielo como si vieran el infierno. Se le ocurrió de pronto que los trozos y objetos que había visto por los aires eran la casa del zapatero Eufrasio, de Chorrochó, que vivía junto al cementerio con un enjambre de hijas, entenados y nietos. Un silencio siguió al cañonazo y esta vez no hubo carreras. Las campanas repicaban con la misma alegría. Le hacía bien sentir al León de Natuba apretándose como si quisiera esconderse dentro de su viejo cuerpo. Hubo una agitación, sombras que se abrían paso gritando «¡Aguateros! ¡Aguateros!». Reconoció a Antonio y Honorio Vilanova y comprendió adonde iban. Hacía dos o tres días, el ex–comerciante había explicado al Consejero que, entre los preparativos, instruyó a los aguateros para que en caso de combate recogieran a los heridos y los llevaran a las Casas de Salud y arrastraran a los muertos a un establo, convertido en Morgue, para darles después un entierro cristiano. Convertidos en enfermeros y sepultureros, los repartidores de agua comenzaban a trabajar.

María Quadrado rezó por ellos, pensando: «Todo pasa como estaba anunciado». Alguien lloraba, no muy lejos. En la plaza, por lo visto, sólo había niños y mujeres. ¿Dónde estaban los hombres? Debían haber corrido a treparse a los palenques, a agazaparse en las trincheras y parapetos, y estarían ahora detrás de Joáo Abade, de Macambira, de Pajeú, de Joáo Grande, de Pedráo, de Táramela y los otros jefes, con sus carabinas y fusiles, con sus picas, facas, machetes y garrotes, escudriñando las tinieblas en espera del Anticristo. Sintió gratitud, amor, por esos hombres que iban a recibir la mordedura del Perro y tal vez a morir. Rezó por ellos, arrullada por las campanas de la torre.

Y así transcurrió la noche, entre rápidos aguaceros cuyos truenos silenciaban al campanario y espaciados cañonazos que venían a pulverizar una o dos chozas y a provocar un incendio que el siguiente aguacero extinguía. Una nube de humo, que hacía arder la garganta y los ojos, se extendió por la ciudad y María Quadrado, en su adormecimiento, con el León de Natuba en brazos, sentía toser y escupir. De pronto, la removieron. Abrió los ojos y se vio rodeada por las beatas del Coro Sagrado, en una luz todavía débil, que luchaba con la sombra. El León de Natuba dormía, apoyado en sus rodillas. Las campanas seguían sonando. Las beatas la abrazaban, la habían estado buscando, llamándola en la oscuridad, y ella apenas podía oírlas por la fatiga y el entumecimiento. Despertó al León: sus grandes ojos la miraron, brillantes, desde detrás de la selva de crenchas. Trabajosamente, se pusieron de pie.

Parte de la plaza se había despejado y Alejandrinha Correa le explicó que Antonio Vilanova había ordenado que las mujeres que no cupieran en las iglesias fueran a sus casas, a meterse en los agujeros, porque ahora que viniera el día las explosiones barrerían la explanada. Rodeados de las beatas, el León de Natuba y María Quadrado avanzaron hasta el Templo del Buen Jesús. La Guardia Católica las hizo entrar. En el entramado de vigas y paredes a medio erigir, estaba aún oscuro. La Superiora del Coro Sagrado vio, además de mujeres y niños acurrucados, muchos hombres en armas, y a Joáo Grande, corriendo con una carabina y sartas de balas en los hombros. Se sintió empujada, arrastrada, guiada hacia los andamios con racimos de gentes que espiaban el exterior. Subió, ayudada por brazos musculosos, oyendo que le decían Madre, sin soltar al León, que a ratos se le escurría. Antes de alcanzar el campanario, escuchó un nuevo cañonazo, muy lejano.

Por fin, en el rellano de las campanas, vio al Consejero. Estaba de rodillas, rezando, dentro de una barrera de hombres que no dejaban cruzar a nadie la escalerilla. Pero a ella y al León los hicieron pasar. Se echó en el suelo y besó los pies del Consejero que habían perdido las sandalias y eran una costra de barro seco. Cuando se incorporó notó que aclaraba rápidamente. Se acercó al alféizar de piedra y madera y, pestañeando, vio, en las colinas, una mancha gris, azulada, rojiza, con brillos, que bajaba hacia Canudos. No preguntó a los hombres ceñudos y silenciosos que se turnaban para tocar las campanas qué era esa mancha, porque su corazón le dijo que eran los perros. Ya estaban viniendo, ahitos de odio, a Belo Monte, para perpetrar una nueva matanza de inocentes.

«No me van a matar», piensa Jurema. Se deja arrastrar por los soldados que la cogen férreamente de las muñecas y la internan, a jalones, en el laberinto de ramas, espinas, troncos y barro. Resbala y se incorpora, echando una mirada de disculpas a los hombres de uniformes rotosos, en cuyos ojos y labios entreabiertos percibe aquello que aprendió a conocer esa mañana en que cambió su vida, en Queimadas, cuando, luego del tiroteo, Galileo Gall se abalanzó sobre ella. Piensa, con serenidad que la asombra: «Mientras tengan esa mirada, mientras quieran eso, no me matarán». Olvida a Rufino y a Gall y sólo piensa en salvarse, en demorarlos, complacerlos, rogarles, en hacer lo que haga falta para que no la maten. Vuelve a resbalar y esta vez uno la suelta y cae sobre ella, de rodillas, con las piernas abiertas. El otro también la suelta y se retira un paso para mirar, excitado. El que está sobre ella blande el fusil, advirtiéndole que le triturará la cara si grita, y ella, lúcida, obediente, instantáneamente se ablanda y permanece quieta y mueve la cabeza con suavidad para tranquilizarlo. Es la misma mirada, la misma expresión bestial, hambrienta, de esa vez. Con los ojos entrecerrados lo ve escarbar en el pantalón, abrírselo, mientras con la mano que acaba de soltar el fusil trata de levantarle la falda. Lo ayuda, encogiéndose, alargando una pierna, pero aun así el hombre se estorba y termina dando tirones. En su cabeza chisporrotean toda clase de ideas y oye también truenos, cornetas, campanas, detrás del jadeo del soldado. Está tendido sobre ella, golpeándola con uno de sus codos hasta que ella entiende y aparta la pierna que lo molesta y ahora siente, entre sus muslos, la verga dura, mojada, pugnando por entrar en ella. Se siente asfixiada por el peso y cada movimiento del hombre parece romperle un hueso. Hace un inmenso esfuerzo para no delatar la repugnancia que la invade cuando la tara con barba se refriega contra la suya, y una boca verdosa por las yerbas que todavía mastica se aplasta contra su boca y empuja, obligándola a separar los labios para hundirle ávidamente una lengua que se afana contra la suya. Está tan pendiente de no hacer nada que pueda irritarlo que no ve llegar a los hombres cubiertos con mantones de yerbas, ni se da cuenta que ponen una faca al soldado en el pescuezo y de un puntapié lo sacan de encima. Sólo cuando respira de nuevo y se siente libre, los ve. Son veinte, treinta, quizá más y ocupan toda la caatinga del rededor. Se inclinan, le acomodan la falda, la cubren, la ayudan a sentarse, a ponerse de pie. Oye palabras afectuosas, ve caras que se esfuerzan por ser amables.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La guerra del fin del mundo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La guerra del fin del mundo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La guerra del fin del mundo»

Обсуждение, отзывы о книге «La guerra del fin del mundo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x