Array Array - La guerra del fin del mundo

Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - La guerra del fin del mundo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La guerra del fin del mundo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La guerra del fin del mundo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La guerra del fin del mundo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La guerra del fin del mundo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El Mayor choca ligeramente los talones al empezar a hablar:

—Ochenta y tres hombres atacados de viruela y de otras enfermedades —dice, consultando un papel—. Mil doscientos treinta y cinco combatientes. Los quince millones de cartuchos y los setenta tiros de artillería están intactos, Excelencia. —Que la vanguardia parta dentro de dos horas hacia Monte Santo, a más tardar. —La voz del Coronel es rectilínea, sin matices, impersonal—. Usted, Olimpio, discúlpeme con el Concejo Municipal. Los recibiré más tarde, un momento. Explíqueles que no podemos perder tiempo en ceremonias ni agasajos. —Sí, Excelencia.

Cuando el Capitán Olimpio de Castro se retira, se adelanta el tercer oficial. Tiene galones de coronel y es un hombre envejecido, algo rechoncho y de mirada apacible: —Están aquí el Teniente Pires Ferreira y el Mayor Febronio de Brito. Tienen órdenes de incorporarse al Regimiento, como asesores. Moreira César queda un instante meditabundo.

—Qué suerte para el Regimiento —murmura, de manera casi inaudible—. Tráigalos, Tamarindo.

Un ordenanza, arrodillado, lo ayuda a calzarse unas botas de montar, sin espuelas. Un momento después, precedidos por el Coronel Tamarindo, Febronio de Brito y Pires Ferreira vienen a cuadrarse ante la manta. Hacen sonar los tacos, dicen sus nombres, sus grados y «A sus órdenes». La manta cae al suelo. Moreira César lleva pistola y espada al cinto, las mangas de la camisa remangadas y sus brazos son cortos, flacos y lampiños. Observa de pies a cabeza a los recién venidos, sin decir palabra, con mirada glacial.

—Es un honor para nosotros poner nuestra experiencia de esta región al servicio del jefe más prestigioso del Brasil, Excelencia.

El Coronel Moreira César mira a los ojos a Febronio de Brito, fijamente, hasta verlo desconcertarse.

—Experiencia que no les sirvió ni para enfrentarse a un puñado de bandidos. —No ha subido la voz, pero, en el acto, el recinto parece electrizarse, paralizarse. Escudriñando al Mayor como a un insecto, Moreira César apunta a Pires Ferreira con un dedo —: Este oficial mandaba una Compañía. Pero usted tenía medio millar de hombres y se hizo derrotar como un novato. Han desprestigiado al Ejército y, por lo tanto, a la República. Su presencia es ingrata al Séptimo Regimiento. Quedan prohibidos de entrar en acción. Permanecerán en la retaguardia, encargados de los enfermos y del ganado. Pueden retirarse.

Los dos oficiales están lívidos. Febronio de Brito suda copiosamente. Entreabre la boca, como si fuera a decir algo, pero opta por saludar e irse, tambaleándose. El Teniente sigue petrificado en su sitio, con los ojos enrojecidos de golpe. Moreira César pasa junto a él, sin mirarlo, y el enjambre de oficiales y ordenanzas reanudan sus quehaceres. Sobre una mesa hay dispuestos unos planos y un alto de papeles. —Que pasen los corresponsales, Cunha Matos —ordena el Coronel. El Mayor los hace entrar. Han venido en el mismo tren que el Séptimo Regimiento y se los nota fatigados por el traqueteo. Son cinco hombres, de distintas edades, vestidos con polainas, gorras, pantalones de montar, armados de lápices, cuadernos y, uno de ellos, de un aparato fotográfico con fuelle y trípode. El más notorio es el periodista jovencito y miope del Jornal de Noticias. La rala perilla de chivo que le ha crecido congenia con su aspecto deshilachado, su extravagante tablero portátil, el tintero amarrado a la manga y la pluma de ganso que mordisquea mientras el fotógrafo monta su cámara. Al dispararla, brota una nubécula que enardece la vocinglería de los chiquillos agazapados detrás de los cristales. El Coronel Moreira César responde con una venia a los saludos de los periodistas.

—A muchos sorprendió que en Salvador no recibiera a los notables —dice, sin solemnidad y sin afecto, a manera de saludo—. No hay ningún misterio, señores. Es una cuestión de tiempo. Cada minuto es precioso para la misión que nos ha traído a Bahía. La vamos a cumplir. El Séptimo Regimiento va a castigar a los facciosos de Canudos, como lo hizo con los sublevados de la Fortaleza de Santa Cruz y la de Lange, y como castigó a los federalistas de Santa Catalina. No va a haber más levantamientos contra la República.

Los racimos humanos de los cristales, enmudecidos, se esfuerzan por oír lo que dice, oficiales y ordenanzas están inmóviles, escuchando, y los cinco periodistas lo miran, con una mezcla de hechizo e incredulidad. Sí, es él, ahí está por fin, en carne y hueso, como lo pintan las caricaturas: menudo, endeble, vibrante, con unos ojitos que echan chispas o perforan al interlocutor y un movimiento de la mano, al hablar, que parece de esgrima. Lo esperaban dos días atrás, en Salvador, con la misma curiosidad que cientos de bahianos y dejó frustrado a todo el mundo, pues no aceptó los banquetes ni el baile que le habían preparado, ni las recepciones oficiales ni los homenajes, y, salvo una breve visita al Club Militar y al Gobernador Luis Viana, no habló con nadie, ya que dedicó todo su tiempo a vigilar personalmente el desembarco de sus soldados en el puerto y el acarreo del equipo y el parque a la Estación de la Calzada, para tomar al día siguiente este tren que los ha traído hasta el sertón. Había pasado por la ciudad de Salvador como escapando, como temiendo contaminarse, y sólo ahora daba una explicación a su conducta: el tiempo. Pero los cinco periodistas, que están pendientes de sus menores gestos, no piensan en lo que está diciendo en este instante, sino recordando lo que se ha dicho y escrito sobre él, confrontando a ese personaje de mito, odiado y endiosado, con la figura pequeñita, severa, que les habla como si no estuvieran allí. Tratan de ¡marginárselo, enrolándose de voluntario, cuando era niño, en la guerra contra el Paraguay, donde recibió tantas heridas como medallas, y en sus primeros años de oficial, en Río de Janeiro, cuando su republicanismo militante estuvo a punto de hacerlo expulsar del Ejército y de mandarlo a la cárcel, o en las conspiraciones contra la monarquía que acaudilló. Pese a la energía que transmiten sus ojos, sus ademanes, su voz, les cuesta imaginárselo matando de cinco tiros de revólver, en la rua do Ouvidor de la capital, a aquel oscuro periodista, pero no es difícil, en cambio, oírlo declarar en el juicio que estaba orgulloso de haberlo hecho y que lo haría de nuevo si alguien volvía a insultar al Ejército. Pero, sobre todo, rememoran su carrera pública, al volver del Mato Grosso, donde estuvo exiliado hasta la caída del Imperio. Lo recuerdan convertido en el brazo derecho del Presidente Floriano Peixoto, aplastando con mano de hierro todas las sublevaciones que hubo en los primeros años de la República y defendiendo en ese periódico incendiario, 0 Jacobino, sus tesis a favor de la República Dictatorial, sin parlamento, sin partidos políticos en la que el Ejército sería, como la Iglesia en el pasado, el centro nervioso de una sociedad laica volcada furiosamente hacia el progreso científico. Se preguntan si será cierto que a la muerte del Mariscal Floriano Peixoto, en el cementerio, sufrió un desvanecimiento nervioso mientras leía el elogio fúnebre del desaparecido. Se ha dicho que con la subida al poder de un Presidente civil, Prudente de Moráis, el destino político del Coronel Moreira César y de los llamados «jacobinos» está condenado. Pero, se dicen, no debe ser cierto, pues si así fuera, no estaría aquí en Queimadas, al frente del cuerpo más célebre del Ejército del Brasil, mandado por el propio gobierno a desempeñar una misión de la que, quién puede dudarlo, regresará a Río con su prestigio acrecentado.

—No he venido a Bahía a intervenir en las luchas políticas locales —está diciendo, a la vez que señala, sin mirarlos, los carteles del Partido Republicano y del Partido Autonomista que cuelgan del techo—. El Ejército está por encima de las querellas de las facciones, al margen de la politiquería. El Séptimo Regimiento está aquí para debelar una conspiración monárquica. Por que detrás de los ladrones y locos fanáticos de Canudos hay una conjura contra la República. Esos pobres diablos son un instrumento de los aristócratas que no se resignan a la pérdida de sus privilegios, que no quieren que el Brasil sea un país moderno. De ciertos curas fanáticos que no se resignan a la separación de la Iglesia del Estado porque no quieren dar al César lo que corresponde al César. Y hasta de la propia Inglaterra, por lo visto, que quiere restaurar ese Imperio corrompido que le permitía apropiarse de todo el azúcar brasileño a precios irrisorios. Pero están engañados. Ni los aristócratas, ni los curas, ni Inglaterra, volverán a dictar la ley en el Brasil. El Ejército no lo permitirá.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La guerra del fin del mundo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La guerra del fin del mundo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La guerra del fin del mundo»

Обсуждение, отзывы о книге «La guerra del fin del mundo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x