– Pero la otra mujer que vino se asustó cuando le cantamos y le ofrecimos flores, y cuando la señalamos con nuestros penes -dice el jefe.
– Sí. Los dos hombres también se asustaron. Se fueron corriendo.
– ¿Era muy alta? -pregunta Toby-. La mujer. ¿Más alta que ésta? -Me señala a mí.
– Sí. Más alta. No estaba bien. Y estaba triste. Habríamos maullado sobre ella y se habría sentido mejor. Luego podríamos haber copulado con ella.
Ha de ser Amanda, pienso. O sea que sigue viva, aún no la han matado. Démonos prisa, quiero gritar. Pero Toby todavía no se va a ninguna parte.
– Queríamos que eligiera con qué cuatro de nosotros copularía -dice el principal-. Quizá la mujer que te acompaña elegirá. ¡Huele muy azul!
Al oír esto, todos los hombres sonríen -tienen dientes blancos y muy brillantes- y sus penes me apuntan y van de lado a lado como colas de perro contento.
¿Cuatro? ¿Todos a la vez? No quiero que Toby dispare a ninguno de estos hombres -parecen muy amables y están de buen ver-, pero no quiero que se me acerquen esos penes azul brillante.
– En realidad mi amiga no es azul -dice Toby-. Es sólo la piel extra. Se la dio una persona azul. Por eso huele azul. ¿Adónde se fueron los dos hombres y la mujer?
– Fueron por la costa -dice el jefe-. Y luego, esta mañana, Hombre de las Nieves fue a buscarlos.
– Podemos mirar debajo de la segunda piel y ver lo azul que es.
– Hombre de las Nieves tiene un pie herido. Maullamos sobre él, pero necesita más maullidos.
– Si Hombre de las Nieves estuviera aquí, descubriría lo del azul. Nos diría cómo tenemos que actuar.
– El azul no ha de desperdiciarse. Es un regalo de Crake.
– Queríamos ir con él. Pero nos dijo que nos quedásemos.
– Hombre de las Nieves lo sabe -dice una de las mujeres.
Hasta el momento, las mujeres no han participado en la conversación, pero ahora todas asienten y sonríen.
– Ahora debemos ir a ayudar a Hombre de las Nieves -dice Toby-. Es nuestro amigo.
– Iremos con vosotras -dice otro hombre, más bajo, de tonalidad amarilla, con los ojos verdes-. Nosotros también ayudaremos a Hombre de las Nieves.
Ahora que me fijo, todos tienen los ojos verdes. Huelen a cítricos.
– Hombre de las Nieves necesita muchas veces nuestra ayuda -dice el hombre alto-. Casi no huele. No tiene poder. Y esta vez está enfermo. Está enfermo en el pie. Va cojo.
– Si Hombre de las Nieves os dijo que os quedarais aquí, debéis quedaros aquí -dice Toby.
Se miran unos a otros: algo les preocupa.
– Nos quedaremos aquí -dice el hombre alto-. Pero tenéis que volver pronto.
– Y traed a Hombre de las Nieves -dice una de las mujeres-. Así podremos ayudarle. Luego puede vivir otra vez en el árbol.
– Y le daremos un pescado. Un pescado lo hace feliz.
– Se lo come -dice uno de los niños, haciendo una mueca-. Lo masca y se lo traga. Crake decía que tenía que hacerlo.
– Crake vive en el cielo. Nos ama -dice una mujer baja.
Parece que piensan que este Crake es Dios. Glenn como Dios, con camiseta negra: es divertido teniendo en cuenta lo que era realmente. Pero no me río.
– También os podemos dar un pescado -dice la mujer-. ¿Queréis un pescado?
– Sí. Trae a Hombre de las Nieves -dice el hombre alto-. Luego cogeremos dos peces. O tres. Uno para ti, uno para Hombre de las Nieves, uno para la mujer que huele azul.
– Haremos lo posible -dice Toby.
Esto parece desconcertarlo.
– ¿Qué es «lo posible»? -dice el hombre.
Salimos de debajo de los árboles a la plena luz del sol y el sonido de las olas, y caminamos por la arena suave y seca hasta la franja más dura y húmeda. El agua se desliza sobre la arena y se retira con un suave siseo, como la respiración de una serpiente grande. Basura brillante salpicaba la orilla: trozos de plástico, latas vacías, cristales rotos.
– Pensaba que iban a saltarme encima -digo.
– Te han olido -dice Toby-. Huelen el estrógeno. Pensaban que estabas en celo. Sólo copulan cuando se ponen azules, son como los babuinos.
– ¿Cómo sabes todo eso? -digo.
Croze me había hablado de los penes azules, pero no del estrógeno.
– Por Pico de Marfil -dice Toby-. Los locoadanes les ayudaron a diseñar esa característica. Se suponía que haría la vida más sencilla. Para facilitar la selección de pareja y eliminar el dolor romántico. Ahora tendríamos que estar en silencio.
Dolor romántico, pensé. Me pregunto qué sabe de eso Toby.
Veo una antigua línea de marea alta: la recuerdo de los viajes de los Jardineros a la playa de Heritage Park. Era tierra seca antes de que el nivel del mar subiera tanto, y de todos los huracanes: aprendimos eso en la escuela. Las gaviotas están volando y anidan en los tejados planos.
Podemos conseguir huevos allí, pienso. Y pescado. Haced un farolillo si estáis desesperados, nos enseñó Zeb. Si hacemos una linterna, los peces nadarán hacia la luz. Hay unos cuantos agujeros de cangrejo en la arena, pequeños. Las ortigas crecen un poco más arriba, en la playa. También podemos comer algas. Todas esas cosas de San Euell.
Estoy soñando otra vez: planificando una comida, cuando en la parte de atrás de mi cerebro sólo hay miedo. Nunca lo conseguiremos. Nunca rescataremos a Amanda. Nos matarán.
Toby ha encontrado unas huellas en la arena húmeda: varias personas con zapatos y botas, y el lugar donde se quitaron los zapatos, quizá para lavarse los pies, y luego volver a ponerse los zapatos y dirigirse hacia los árboles.
Podrían estar entre esos árboles ahora mismo, vigilándonos. Podrían estar observándonos. Podrían estar apuntándonos.
Encima de esas huellas hay otro conjunto. Pies descalzos.
– Alguien que cojea -susurra Toby.
Y pienso que ha de ser Hombre de las Nieves. El loco que vive en un árbol.
Nos sacamos las mochilas y las dejamos donde termina la arena y vuelve a empezar la hierba y los arbustos, bajo los primeros árboles. Toby dice que no necesitamos que el peso nos retrase, y hemos de tener los brazos libres.
Toby. San Terry y Todos los Caminantes
A ñ o 25
Bueno, Dios, piensa Toby. ¿Cuál es Tu opinión? Suponiendo que existas. Dímelo ahora, por favor, porque puede ser el final: una vez que nos mezclemos con los painballers no tenemos ni la menor posibilidad, según lo veo yo.
¿Las nuevas personas son Tu idea de un modelo mejorado? ¿Así era como tenía que ser el primer Adán? ¿Nos sustituirán? ¿O piensas encogerte de hombros y continuar con la raza humana actual? Si es así, has hecho una elección un poco extraña: un puñado de ex científicos, unos cuantos Jardineros renegados, dos psicóticos que andan sueltos con una mujer casi muerta. No parece la supervivencia del más adaptado, salvo en el caso de Zeb. Pero hasta Zeb está cansado.
Luego está Ren. ¿No podrías haber elegido a alguien menos frágil? ¿Menos inocente? ¿Un poco más duro? Si fuera un animal, ¿qué animal sería? ¿Un ratón? ¿Un tordo? ¿Un ciervo ante los faros de un coche? Se derrumbará en el momento crucial: debería dejarla en la playa. Pero eso prolongaría lo inevitable, porque si yo caigo, ella también caerá. Aunque huya, está demasiado lejos de la cabaña: nunca lo conseguirá, y aunque los deje atrás, se perderá. ¿Y quién va a protegerla de los perros y los cerdos en los bosques? Las personas azules no. Al menos si los painballers tienen un pulverizador que funcione. Será mucho peor para ella si no muere enseguida.
Adán Uno decía que el teclado moral humano es limitado: no hay nada que puedas tocar con él que no se haya tocado antes. Y, mis queridos amigos, lamento decirlo, pero tiene las notas más graves.
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