Toby se cubrió la cabeza -como era costumbre, decía Pilar- y se quedó de pie delante de las colmenas del tejado. Las abejas estaban volando como de costumbre, yendo y viniendo, acarreando el polen en las patas, moviéndose en sus danzas semafóricas en figuras de ocho. Desde el interior de las colmenas llegaba el zumbido de las alas al batir en el aire, enfriándolo, ventilando las celdas y los pasajes. Una abeja son todas las abejas, solía decir Pilar, así que lo que es bueno para la colmena es bueno para la abeja.
Varias abejas doradas volaron en torno a su cabeza. Tres chocaron en su cara, probándola.
– Abejas -dijo ella-. Os traigo noticias. Debéis decírselo a vuestra reina.
¿Estaban escuchando? Quizás. Estaban chupando en las comisuras de sus ojos secos. Por la sal, habría dicho un científico.
– Pilar ha muerto -dijo-. Os envía sus saludos y os da las gracias por vuestra amistad de tantos años. Cuando os llegue el momento de seguirla al lugar al que se ha ido, ella os recibirá allí. -Éstas eran las palabras que Pilar le había enseñado, y Toby se sintió estúpida diciéndolas en voz alta-. Hasta entonces, yo soy vuestra nueva Eva Seis.
Nadie estaba escuchando, aunque si lo hubieran estado haciendo no les habría parecido extraño, al menos allí en el Tejado. En cambio, más abajo, al nivel del suelo, la habrían tildado de loca que vagaba por las calles y hablaba en voz alta sin ningún interlocutor.
Pilar llevaba las noticias a las abejas todas las mañanas. ¿Se esperaba que Toby hiciera lo mismo? Sí. Era una de las funciones de la Eva Seis. Si no les contabas a las abejas lo que estaba ocurriendo, decía Pilar, se sentirían heridas en sus sentimientos, se enjambrarían y se irían a otro sitio. O morirían.
Las abejas que tenía en la cara vacilaron: quizá notaran su temblor. Sin embargo, sabían distinguir el dolor del miedo, porque no le picaron. Al cabo de un momento, alzaron el vuelo para mezclarse con las multitudes que describían círculos sobre las colmenas.
Una vez que recobró la compostura y se lavó la cara, Toby fue a contárselo a Adán Uno.
– Pilar ha muerto -dijo-, se ha ocupado ella misma.
– Sí, querida. Lo sé -dijo Adán Uno-. Lo discutimos. Usó el Ángel de la Muerte, y después, ¿adormidera?
Toby asintió.
– Pero (esto es una cuestión delicada y cuento con tu discreción) ella no creía que hubiera que decir toda la verdad a los Jardineros en general. El viaje personal final es una opción moral sólo para los experimentados y, debo decirlo, sólo para los enfermos terminales como era el caso de Pilar; pero no debemos hacerlo ampliamente accesible, sobre todo en el caso de nuestros jóvenes, que son impresionables y dados a las depresiones mórbidas y al falso heroísmo. Confío en que te has hecho cargo de esos frascos de medicamentos de Pilar. No queremos ningún accidente.
– Sí -dijo Toby. He de conseguir una caja metálica. Con candado, pensó.
– Y ahora eres Eva Seis -dijo Adán Uno, sonriendo-. ¡Estoy encantado, querida!
– Supongo que también discutiste eso con Pilar -dijo Toby.
Pensó que toda la cuestión de la vigilia había sido un entretenimiento para mantenerla controlada hasta que Pilar pudo cerrar el trato.
– Era su deseo más querido -expuso Adán Uno-. Tenía un profundo amor y respeto por ti.
– Y espero ser digna de ella -dijo Toby.
Así que entre los dos la habían atrapado. ¿Qué podía decir? Sintió que se metía en un ritual como quien se prueba un par de zapatos.
Adán Uno convocó una asamblea de Jardineros, en la cual hizo un discurso mentiroso.
– Por desgracia -empezó-, nuestra querida Pilar (Eva Seis) ha fallecido hoy trágicamente después de equivocarse en la identificación de una especie. Tenía muchos años de práctica impecable que la acreditaban, pero quizás era la forma que tiene Dios de reclamar a nuestra querida Eva Seis para Sus propósitos mayores. Dejadme que os recuerde la importancia de aprender a conocer las setas a conciencia; y limitaos a las actividades micológicas de las especies bien conocidas, tales como las colmenillas, las barbudas y los champiñones, aquellas sobre las que no puede haber confusión.
»A lo largo de su vida, Pilar expandió enormemente nuestra colección de setas y hongos, añadiendo diversos especímenes salvajes. Algunos de éstos pueden ayudaros en la meditación durante vuestros retiros, pero por favor, no los probéis sin antes informaros bien, y vigilad esas copas y anillos delatores, no queremos más incidentes desafortunados de esta naturaleza.
Toby se sintió ultrajada: ¿cómo podía Adán Uno menospreciar la experiencia micológica de Pilar? Pilar nunca habría cometido semejante fallo: los viejos Jardineros tenían que saberlo. Aunque tal vez era sólo una forma de hablar, igual que se referían al suicidio como «muerte por desventura».
– Me alegra anunciar -continuó Adán Uno- que nuestra apreciada Toby ha accedido a ocupar la posición de Eva Seis. Éste era el deseo de Pilar, y estoy seguro de que no hay nadie más adecuado que ella para esa posición. Yo mismo confío completamente en ella por… por muchas cosas. Sus virtudes no se limitan a sus amplios conocimientos, sino que también tiene buen sentido, fortaleza ante la adversidad y un corazón noble. Por eso la eligió Pilar.
Hubo algunas señales de asentimiento y sonrisas en dirección a Toby.
– Nuestra querida Pilar deseaba que la compostaran en Heritage Park -continuó Adán Uno-. Ella misma seleccionó cuidadosamente el matorral que deseaba plantar encima de su cuerpo (un fino espécimen de saúco), de manera que algún día obtengamos dividendos de recolección. Como sabéis, un compostaje no oficial comporta un riesgo y conlleva duras penas: en el mundo exfernal piensan que incluso la muerte debe someterse a disciplina y, por encima de todo, que hay que pagar por ella. Sin embargo, nos prepararemos para este acto con precaución y lo llevaremos a cabo con discreción. Entretanto, aquellos que deseen ver a Pilar por última vez, pueden hacerlo en su cubículo. Si deseáis ofrecerle un tributo floral, me atrevo a sugerir las capuchinas, que abundan esta temporada. Por favor, no cojáis ninguna de las flores de ajo, porque las estamos guardando para la propagación.
Hubo lágrimas y sollozos de los niños: Pilar era muy querida. A continuación, los Jardineros empezaron a salir. Algunos sonrieron de nuevo a Toby para mostrar que estaban complacidos con su ascenso. Toby se quedó donde estaba, porque Adán Uno la estaba sujetando del brazo.
– Perdóname, querida Toby -dijo cuando el resto se hubieron ido-. Te pido disculpas por mi excursión a la ficción. En ocasiones debo decir cosas que no son transparentemente honestas. Pero es por el bien mayor.
Eligieron a Toby y Zeb para seleccionar la localización del compostaje de Pilar y para precavar el hoyo. El tiempo era esencial, dijo Adán Uno: los Jardineros aprobaban la refrigeración y el clima era cálido, así que si no compostaban a Pilar pronto lo más probable era que ella misma iniciara el proceso demasiado pronto.
Zeb tenía un par de trajes de empleado de Heritage Park: monos verdes y camisas con el logo del parque en blanco. Los dos se los pusieron y salieron con un par de palas, rastrillos, un azadón y una horqueta que repiqueteaban en la parte de atrás de su vehículo. Para Toby era una novedad que los Jardineros tuvieran una furgoneta, pero la tenían. Era una furgoneta de aire comprimido, que guardaban en una tienda de animales domésticos de la Alcantarilla. Una tienda de animales domésticos abandonada: no había mucho interés por mimar a las mascotas en la Alcantarilla, según Zeb, porque si tenías un gato allí era probable que terminara en la freidora de algún vecino.
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