Marc Levy - La primera noche

Здесь есть возможность читать онлайн «Marc Levy - La primera noche» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La primera noche: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La primera noche»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los protagonistas de El primer día, Keira y Adrian, vuelven a verse las caras a la espera del final que se merecen.
La primera noche arranca con un rescate. Las investigaciones de Keira la han llevado hasta una lúgubre prisión china, de la que saldrá casi a hombros de su salvador Adrian. Sin embargo, esta no es una historia de príncipes y princesas al uso y la inquieta arqueóloga perseguirá cueste lo que cueste su objetivo: encontrar la civilización perdida. Londres y Amsterdam, pero también Rusia, Liberia y Grecia. El mundo se les queda pequeño a esta pareja de aventureros que, de nuevo, deberán enfrentarse a los conservadores de una intimidante sociedad secreta.

La primera noche — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La primera noche», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Es la carta que os entregué ayer? -quiso saber Walter.

Keira se atragantó con un sorbo de cerveza y se puso a toser ruidosamente.

– Nada, nada, vosotros seguid hablando, haced como si yo no estuviera aquí… -dijo, limpiándose la boca.

– Sí, de esa carta se trata.

– ¿Y tiene algo que ver con vuestros proyectos de viaje? ¿Os vais lejos?

– Al norte de Escocia, a las islas Shetland.

– Conozco muy bien esa zona, solía veranear allí cuando era niño, mi padre nos llevaba a toda la familia a Whalsay. Es una tierra árida pero fantástica en verano, nunca hace calor, mi padre odiaba el calor. El invierno allí es crudo, pero a mi padre le encantaba el invierno, aunque nunca fuimos en esa época del año. ¿A qué isla vais a ir?

– A Yell.

– También he ido por allí, en el extremo norte está la casa más embrujada de todo el Reino Unido. Windhouse, unas ruinas que, como su nombre indica, están azotadas por el viento. Pero ¿por qué ahí precisamente?

– Vamos a visitar a un conocido de Max.

– ¿Ah, sí? ¿Y a qué se dedica?

– Está jubilado.

– Ah, claro, comprendo, os vais al norte de Escocia para ver al amigo jubilado de un viejo amigo de Keira. Seguro que tiene que tener un sentido. Os encuentro muy raros a los dos, ¿de verdad que no me ocultáis nada?

– ¿Sabías que Adrian tiene un carácter de mierda, Walter? -preguntó de pronto Keira.

– Sí -contestó él-, ya me había fijado.

– Entonces, si ya lo sabes, no te ocultamos nada más.

Keira me pidió que le diera las llaves de casa, prefería volver a pie y dejarnos terminar, entre hombres, esa apasionante conversación. Se despidió de Walter y salió del restaurante.

– ¿Os habéis peleado, es eso? ¿Qué has hecho ahora, Adrian?

– Pero, o sea, yo alucino, ¿por qué tendría que ser culpa mía, vamos a ver?

– Porque la que se ha levantado de la mesa es ella, y no tú, por eso. Así que te escucho, ¿qué has hecho ahora?

– Pues nada, joder, no he hecho nada más que escuchar estoicamente la prosa enamorada del tipo que le ha escrito esa carta.

– ¿Has leído una carta que le habían dirigido a ella?

– ¡Me la ha leído ella!

– Pues eso al menos te demuestra que Keira no te esconde nada. Además, creía que ese Max era un amigo, ¿no?

– Un amigo que dormía desnudo con ella hace unos años.

– Bueno, hombre, tú tampoco eras virgen cuando la conociste a ella. ¿Quieres que te recuerde todas las cosas que me contaste? Tu primer matrimonio, tu doctora, esa pelirroja que trabajaba de camarera en un bar…

– ¡Nunca he estado con una pelirroja que trabajara de camarera en un bar!

– ¿Ah, no? Entonces debí de ser yo. Qué más da, ¿no me irás a decir que eres tan idiota como para estar celoso de su pasado?

– ¡Pues no, no te lo digo!

– Pero hombre, no odies a ese Max, al contrario, deberías estarle agradecido.

– No veo por qué, la verdad.

– Pues porque si no hubiera sido tan cretino como para dejarla marchar, ahora no estaríais juntos.

Miré a Walter, intrigado; su razonamiento no era tan absurdo, al fin y al cabo.

– Bueno, invítame al postre y luego ve a pedirle perdón; ¡hay que ver lo torpe que eres!

La mousse de chocolate debía de ser exquisita, Walter me suplicó que le dejara tomarse otra. Creo que en realidad trataba de prolongar el rato que estábamos pasando juntos para hablarme de la tía Elena o, más bien, para que yo le hablara de ella. Tenía el proyecto de invitarla a pasar unos días en Londres, y quería saber si, en mi opinión, aceptaría la invitación. Que yo recordara, nunca había visto a mi tía aventurarse más allá de Atenas, pero ya nada podía asombrarme, y desde hacía un tiempo todo pertenecía al ámbito de lo posible. Sin embargo, le aconsejé a Walter que procediera con tacto. Me dejó hacerle mil recomendaciones y terminó por confesarme, casi incómodo, que ya se lo había propuesto, y ella le había contestado que estaba soñando con visitar Londres. Habían planeado organizar el viaje para finales de mes.

– Entonces, ¿para qué toda esta conversación si ya conoces su respuesta?

– Porque quería asegurarme de que no te molestaba. Eres el único hombre de la familia, era normal que te pidiera permiso para verme con tu tía.

– No tengo la impresión de que me hayas pedido permiso, la verdad, o si lo has hecho, me ha pasado inadvertido.

– Digamos que te he tanteado. Cuando te he preguntado para saber si tenía alguna oportunidad, si hubiera percibido la más mínima hostilidad en tu respuesta…

– ¿… habrías renunciado a tus planes?

– No -reconoció Walter-, pero le habría suplicado a Elena que te convenciera de que no me guardaras rencor. Adrian, hace tan sólo unos meses apenas nos conocíamos, desde entonces he tenido tiempo de tratarte y de apreciarte, y no quiero exponerme en ningún modo a molestarte, nuestra amistad es muy importante para mí.

– Walter -le dije, mirándolo a los ojos.

– ¿Qué? ¿Piensas que mi relación con tu tía es inapropiada, es eso?

– Me parece maravilloso que mi tía encuentre por fin, en tu compañía, la felicidad que ha esperado durante tanto tiempo. Tenías razón en lo que me dijiste en Hydra, si fueras tú el que le sacara veinte años, a nadie le parecería mal, así que dejemos de una vez a un lado estos prejuicios de burguesía de provincias.

– No te metas con la provincia, me temo que eso en Londres tampoco está muy bien visto.

– Nada os obliga a besaros con frenesí bajo las ventanas del consejo de administración de la Academia… Aunque, si quieres que te diga la verdad, la idea no me disgustaría en absoluto.

– Entonces, ¿tengo tu consentimiento?

– ¡No te hacía falta!

– En cierto modo, sí, tu tía preferiría con mucho que fueras tú quien le comentara a tu madre esto de su pequeño proyecto de viaje… Bueno, me ha precisado: siempre y cuando tú estés de acuerdo.

Me vibró el móvil en el bolsillo. En la pantalla salía el número de mi casa, Keira ya debía de impacientarse. Pues que se hubiera quedado con nosotros.

– ¿No vas a contestar? -me preguntó Walter, inquieto.

– No, ¿por dónde íbamos?

– Por el favorcito que tu tía y yo esperamos de ti.

– ¿Queréis que informe a mi madre de las locuras de su hermana? Ya me resulta difícil hablarle de las mías, pero haré lo posible, desde luego; te lo debo, Walter.

Walter me cogió la mano y me la estrechó con fuerza.

– Gracias, gracias, gracias -me dijo mientras me sacudía como una alfombra.

El teléfono vibró de nuevo, pero yo lo dejé donde estaba, en la mesa, y me volví hacia la camarera para pedirle un café.

París

Una lamparita iluminaba el escritorio de Ivory. El profesor estaba repasando sus apuntes. Sonó el teléfono. Se quitó las gafas y contestó.

– Quería informarle de que he entregado su carta a su destinataria.

– ¿La ha leído?

– Sí, esta misma mañana.

– ¿Y cómo han reaccionado?

– Es aún demasiado pronto para contestarle a eso…

Ivory le dio las gracias a Walter. Hizo a su vez una llamada y esperó a que su interlocutor contestara.

– Su carta ha llegado a buen puerto, quería darle las gracias. ¿Escribió usted todo lo que le indiqué?

– Palabra por palabra, simplemente me permití añadir algunas líneas de mi propia cosecha.

– ¡Le pedí que no cambiara nada!

– Entonces, ¿por qué no se la envió usted mismo, por qué no se lo dijo todo de viva voz? ¿Por qué me utiliza como intermediario? No entiendo a qué juega.

– Ojalá no fuera más que un juego. Para Keira, usted tiene mucha más credibilidad que yo, más que cualquiera, de hecho,

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La primera noche»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La primera noche» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La primera noche»

Обсуждение, отзывы о книге «La primera noche» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x