Marc Levy - La primera noche

Здесь есть возможность читать онлайн «Marc Levy - La primera noche» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La primera noche: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La primera noche»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los protagonistas de El primer día, Keira y Adrian, vuelven a verse las caras a la espera del final que se merecen.
La primera noche arranca con un rescate. Las investigaciones de Keira la han llevado hasta una lúgubre prisión china, de la que saldrá casi a hombros de su salvador Adrian. Sin embargo, esta no es una historia de príncipes y princesas al uso y la inquieta arqueóloga perseguirá cueste lo que cueste su objetivo: encontrar la civilización perdida. Londres y Amsterdam, pero también Rusia, Liberia y Grecia. El mundo se les queda pequeño a esta pareja de aventureros que, de nuevo, deberán enfrentarse a los conservadores de una intimidante sociedad secreta.

La primera noche — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La primera noche», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Lo dices en serio? -pregunté al tiempo que me levantaba de un salto y abrazaba a Walter.

– ¿Te parece que estoy de broma? ¡Podrías haber tenido la amabilidad de darte cuenta de que, con el fin de no prolongar más tiempo tu tortura, ni siquiera me he tomado el tiempo de respirar para contártelo!

Estaba tan feliz que lo arrastré en un baile frenético por toda la habitación. Todavía estábamos bailando cuando entró mi madre. Nos miró a los dos, volvió a salir y cerró la puerta.

La oímos suspirar mucho rato en el pasillo, y a mi tía Elena decirle: «¡No irás a empezar otra vez con la misma historia!»Estaba un poco mareado y tuve que volver a la cama.

– ¿Cuándo, cuándo será libre?

– Ah, veo que has olvidado la otra pequeña noticia que sin embargo has querido escuchar primero. Te la voy a repetir entonces. El magistrado chino acepta liberar a Keira si presentamos su pasaporte ante el tribunal de aquí a seis días. Dado que tan valioso documento descansa en el fondo de un río, necesitaríamos uno nuevo. En ausencia de la interesada, y en tan breve plazo de tiempo, conseguirlo es tarea imposible. ¿Comprendes mejor ahora nuestro problema?

– ¿No tenemos más que seis días?

– Quita uno, que es lo que tardaríamos en llegar al tribunal de Chengdu, sólo nos quedan cinco para que nos hagan uno nuevo. A menos que ocurra un milagro, no sé cómo lo vamos a conseguir.

– ¿El pasaporte tiene que ser nuevo a la fuerza?

– Por si la infección pulmonar también te ha dañado el cerebro, ¡te hago notar que no llevo uniforme de agente de aduanas!

Aunque no tengo ni idea, me imagino que siempre y cuando sea un documento en regla, no hará falta que sea nuevo, ¿por qué?

– Porque Keira tiene doble nacionalidad, francesa e inglesa. Y como mi cerebro está intacto, gracias por preocuparte por él, recuerdo perfectamente que entramos en China con su pasaporte británico. En sus páginas estamparon los sellos de los visados, lo sé porque yo mismo fui a buscarlos a la agencia. Keira lo llevaba siempre encima. Cuando encontramos el micrófono, rebuscamos por todos los rincones de su equipaje, y estoy seguro de que no llevaba su pasaporte francés.

– Muy buena noticia, pero ¿dónde está ese pasaporte? No quisiera ser aguafiestas, porque de verdad disponemos de muy poco tiempo para encontrarlo.

– No tengo ni idea…

– Pues estamos apañados, es lo mínimo que se puede decir. Voy a hacer un par de llamadas y luego me pasaré a verte otra vez. Tu tía y tu madre esperan fuera, y no quiero que nos tachen de groseros.

Walter salió de mi habitación y en seguida entraron mi madre y mi tía Elena. Mi madre se instaló en el sofá, encendió el televisor que colgaba de la pared frente a mi cama y ya no me dirigió la palabra, lo que hizo sonreír a mi tía Elena.

– Un hombre encantador este Walter, ¿verdad? -dijo, y se sentó en el borde de mi cama.

Le dirigí una mirada cargada de sobrentendidos. Delante de mi madre quizá no fuera el momento más indicado para hablar de ello.

– Y bastante atractivo, ¿no te parece? -prosiguió mi tía haciendo caso omiso de mis súplicas.

Sin apartar la mirada del televisor, mi madre contestó por mí.

– ¡Y bastante joven, si quieres mi opinión! ¡Pero nada, nada, vosotros haced como si yo no estuviera aquí! Después de una conversación entre hombres, nada más natural que otra conversación privada entre tía y sobrino; ¡aquí las madres no cuentan para nada! En cuanto termine este programa, iré a pegar la hebra con las enfermeras. Quién sabe, lo mismo me pueden dar noticias de mi hijo.

– Ahora entiendes por qué se habla de tragedia griega -me dijo Elena mientras miraba de reojo a mi madre, que seguía dándonos la espalda con los ojos fijos en la televisión, a la que le había cortado el sonido para no perder ripio de nuestra conversación.

Estaban poniendo un documental sobre las tribus nómadas que poblaban las altiplanicies del Tíbet.

– Qué pesadez, es la décima vez por lo menos que lo ponen -suspiró mi madre, y apagó el televisor-. Bueno, ¿por qué tienes esa cara tan rara?

– ¿Salía una niña pequeña en ese documental?

– Y yo qué sé, puede ser, ¿por qué?

Prefería no contestarle. Walter llamó a la puerta y se asomó. Elena, levantándose, le propuso ir a la cafetería para dejar que su hermana disfrutara un poco de la compañía de su hijo. Walter aceptó encantado.

– ¡Sí, ya, para que disfrute de la compañía de mi hijo, venga ya! -exclamó mi madre en cuanto se cerró la puerta-. Tendrías que verla, desde que enfermaste y vino tu amigo parece una chiquilla. Es ridículo.

– No hay edad para enamorarse, y si ella es feliz así…

– Lo que la hace feliz no es enamorarse, sino que alguien la corteje.

– Y tú podrías pensar en rehacer tu vida, ¿no? Hace ya mucho tiempo que murió papá. Y por dejar entrar a alguien en casa no vas a echar a papá de tu corazón

– Mira quién habla. En mi casa no habrá nunca más que un hombre, y ése es tu padre. Aunque descanse en el cementerio, está muy presente. Hablo con él todos los días al levantarme, hablo con él en la cocina, en la terraza cuando me ocupo de las plantas, por el camino cuando bajo al pueblo y por la noche al acostarme. Y no estoy sola porque tu padre ya no esté aquí. Lo de Elena no es igual, ella nunca tuvo la suerte de conocer a un hombre como mi marido.

– Razón de más para dejarla flirtear un poco, ¿no crees?

– No me opongo a la felicidad de tu tía, pero preferiría que no fuera con un amigo de mi hijo. Sé que a lo mejor soy un poco anticuada, pero tengo derecho a tener defectos. No tenía más que encapricharse de ese amigo de Walter que vino a visitarte.

Me incorporé en la cama. Mi madre aprovechó en seguida para ahuecarme las almohadas.

– ¿Qué amigo?

– No sé, lo vi de refilón en el pasillo hace unos días, tú aún no habías despertado. No tuve ocasión de saludarlo, se fue justo cuando yo llegaba. El caso es que tenía muy buena pinta, era moreno de tez, lo encontré muy elegante. Y en vez de tener veinte años menos que tu tía, los tenía de más.

– ¿Y no tienes ni idea de quién era?

– Apenas me crucé con él. Y ahora descansa y recupera fuerzas. Cambiemos de tema, oigo a estos dos tortolitos reírse en el pasillo, dentro de nada estarán aquí otra vez.

Elena venía a buscar a mi madre, era hora de irse si no querían perder el último ferry para Hydra. Walter las acompañó hasta los ascensores y volvió un momento más tarde.

– Tu tía me ha contado un par de anécdotas de tu infancia, es desternillante.

– ¡Si tú lo dices!

– ¿Te preocupa algo, Adrian?

– Me ha dicho mi madre que te vio hace unos días con un amigo que vino a verme, ¿quién era?

– Tu madre debe de equivocarse, seguramente sería alguien que me preguntaba por una habitación o algo, de hecho, ahora que lo mencionas ya me acuerdo, eso es exactamente: era un anciano que buscaba a una pariente suya, y yo le indiqué dónde estaba la garita de las enfermeras.

– Me parece que tengo una pista para conseguir el pasaporte de Keira.

– Eso es mucho más interesante, así que cuenta, cuenta.

– Su hermana, Jeanne, tal vez pueda ayudarnos.

– ¿Y sabes cómo contactar con esa tal Jeanne?

– Sí; bueno, no -dije algo incómodo.

– ¿Sí o no?

– Nunca he reunido el valor suficiente para llamarla y contarle lo del accidente.

– ¿No le has dado noticias de Keira a su hermana, no la has llamado en tres meses?

– Que se enterara por teléfono de que su hermana estaba muerta me resultaba imposible, e ir a París a contárselo estaba más allá de mis fuerzas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La primera noche»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La primera noche» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La primera noche»

Обсуждение, отзывы о книге «La primera noche» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x