Julian Barnes - Metrolandia

Здесь есть возможность читать онлайн «Julian Barnes - Metrolandia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Metrolandia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Metrolandia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Dos disparatados adolescentes, Christopher y su amigo Toni, se dedican a observar, con agudo ojo cínico, los diversos grados de chifladura o imbecilidad de la gente que les rodea: aburridos padres y fastidiosos hermanos; futbolistas de tercera y visitantes de la National Gallery; futuros oficinistas y bancarios empedernidos; y, sobre todo, esa fauna que viaja cada día en la Metropolitan Line del metro de Londres.
Es la comedia del despertar sexual de la generación inglesa de los sesenta.
La primera novela del autor (1980) merece la lectura, y no solamente por interés de documentarse.

Metrolandia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Metrolandia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No creo que sea cínica, si eso es lo que insinúas al llamarme escéptica.

– Pero habrás leído a La Rochefoucauld. Il y a certains gens…

– Ya lo sé. No, no le he leído; he observado. -(Me miró atentamente; me gustaba que me mirase) -. Poco antes de venirme se casó una amiga mía. Tenía mi edad, alrededor de treinta años. Una semana antes de la boda, íbamos a ir al cine los tres, pero ella se resfrió o algo así y yo fui sola con él. Acabamos hablando del matrimonio. Me comentó las ganas que tenía de casarse, y cómo esperaba que las cosas les fueran bien aunque todo el mundo tuviera sus altibajos… Vamos, lo que se dice siempre. Luego añadió, «para ser sincero, no es, desde luego, el amor más grande del mundo».

– ¿Cómo reaccionaste tú?

– Al principio me chocó, en parte porque se casaba con mi amiga, pero, sobre todo, porque me costaba creer que alguien se casara sin estar previamente convencido de que a nadie en el mundo había querido antes con la misma intensidad.

– ¿Se lo dijiste a tu amiga?

– No. Porque después de pensarlo me di cuenta de que no estaba en absoluto sorprendida, de que su comentario era más admirable que otra cosa. Y de que probablemente mi amiga tuviera similares reservas aunque no las dejara traslucir. Además, ambos eran personas razonables y no eran imbéciles ni débiles de carácter de modo que pensé que no tenía derecho a interferir.

– Hiciste bien.

– Pero lo que más tarde me produjo verdadero desasosiego, fue verlos el día de la boda, ofreciendo la misma beatífica imagen que cualquier otra pareja. Eso me hizo pensar que, lo más probable, es que todas llegaran al matrimonio con parecidas reservas.

– Tu lógica no es aplastante.

– No, pero la observación sí.

– Sí, supongo que puede serlo.

En realidad, no tenía razones para disentir; no podía siquiera ofrecer una evidencia propia.

Se produjo un silencio, como si durante la conversación se hubieran deslizado complicidades hasta entonces no admitidas. La miré, notando por primera vez el color de sus ojos: eran oscuros, de un color gris pizarra, el color de los tejados franceses después de la lluvia. No sonreía.

– No empieces a deducir cosas de esta conversación -dijo de pronto.

– ¿Qué quieres decir?

– Pues que si te empiezas a sentir amenazado, podrías acabar pensando que me gustas.

– ¿Cómo es ella? Sólo por curiosidad. La chica con la que tienes una relación, como tú dices.

– ¿Qué tiene de raro esa expresión? Su nombre es Annick.

– Annick.

¿Qué podía decir? Sentí que cualquier descripción que hiciese sería como una traición: pero no decir nada parecía como avergonzarse de ella; incluso vacilar podía interpretarse como deliberada ocultación de algo.

– No tienes que explicarme nada; después de todo no es asunto mío.

– No, no, quiero, o, en todo caso, no me importa hablar de ella. Es… muy sincera y… ejem, emocional, y… -(Dios, ¿qué más?)-… y no le miento nunca.

– Suena bien.

Marion se había levantado y buscaba en el bolso para pagar su parte de la cuenta.

– No te preocupes, no quiero ponerte en aprietos.

Noté que me había ruborizado. Cuando me pidió que describiera a Annick, sólo pude recordarla, no sé por qué, en la intimidad del orgasmo, cuando la poseía. Tampoco me resultaba fácil, así de pronto, traducir mis experiencias con ella a un inglés que no me era nada familiar.

– No me siento metido en aprietos, sólo…

Dejó caer unos cuantos francos sobre la mesa y se fue. Yo ataqué el trozo de pan que me quedaba (una rebanada enorme, húmeda, insípida y porosa). Luego, intenté quitarle la nata al último dedo de café que me quedaba, pero sólo logré remover el poso. ¿Por qué estaba tan trastornado? ¿Me estaba encaprichando con Marion? ¿Por qué había lamentado que se fuera? Era lo único que me faltaba, enamorarme de dos a la vez… y ellas ¿qué? ¿Habría fantaseado Marion conmigo? Tiene unas tetas preciosas, murmuré casi para mis adentros; aunque para ser sincero no sabía exactamente si eran bonitas o impúdicas. Sí que lo sabía, claro que lo sabía. Eran hermosas porque existían. Eran bonitas porque existían. Eran bonitas porque existían bajo unos sostenes con ganchitos en la espalda y elásticos y tirantes secretos que podían vislumbrarse ocasionalmente. Eran bonitas porque, si sabías ganártelo, acabarían por mostrar los pezones.

Pero no hacía más que fantasear. Lo que más me llamaba la atención de Marion era lo franca y poco complicada que era. Parecía desbordar salud física; me hacía sentir un poco deshonesto incluso cuando decía la verdad. Pero Annick también. ¿Era una coincidencia, o era así como todas las chicas te hacían sentir? ¿Y cómo averiguarlo?

Pagué la cuenta y flaneé (aunque es bastante difícil hacerlo solo) hacia la Place de la République. Dumas père construyó su théâtre historique aquí, donde representaba sus propias obras. El público hacía cola dos días enteros para conseguir una entrada la noche del estreno. Dumas cosechó éxitos espectaculares, pero, a pesar de ello, a los diez años aquel proyecto lo llevó a la quiebra. No parecía que tiempos como aquéllos pudieran volver, vivimos otra época y otras ambiciones. Dumas entraba a caballo al establo, se agarraba a una viga del techo y, apretando con fuerza las piernas, lo levantaba en vilo. También alardeaba de tener trescientos sesenta y cinco hijos ilegítimos repartidos por todo el mundo: uno por cada día del año. Pensar en tamaña energía me hacía estremecer. Pero hay que reconocer, reflexioné dirigiéndome a la boca del metro, que la escala del mundo ha cambiado desde aquellos días. Para empezar, tener hijos bastardos ya no mejora la puntuación.

5. Je t'aime bien

Que me preguntasen sobre mi relación con Annick me puso nervioso por otra razón: a ella no le había hablado de Marion. Había oído hablar de mis trois amis anglais -socorrida frase de género neutro- pero no sobre mis almuerzos tête-à-tête. ¿Había algo digno de contar? Pero si no había nada que contar, ¿por qué me sentía como un mentiroso? ¿Era amor, sentido de culpabilidad o mera gratitud sexual? ¿Y por qué no lo sabía?: «los sentimientos» se sienten, ¿por qué no podía identificarlos?

No era fácil saber cómo explicarle a Annick lo de Marion. Una simple constatación del hecho sería ridícula, y la verdad parecería una mentira. Tenía que deslizar algún comentario como por casualidad. Practiqué diciendo para mí mismo mon amie anglaise, y une amie anglaise, y cette amie anglaise. Mencionar la nacionalidad le quitaría malicia.

Una buena oportunidad pareció presentarse una mañana mientras desayunábamos (café y pan del día anterior recalentado en el horno). Hablábamos de lo que íbamos a hacer esa tarde, y Annick mencionó la última película de Melville.

– Ah, sí -dije como por casualidad-, mon amie anglaise la ha visto. Ella (astuta confirmación del género) dice que es bastante buena.

(Marion no había visto la película. Mierda. Una mentira para decir la verdad; ¿ibas a quedar malparado?)

– ¡Muy bien! Entonces ¿vamos?

Pensé que era mejor poner las cosas en claro.

– Sí. Mon amie anglaise dice que es buena de verdad.

– ¡Magnífico! ¡Arreglado!

Para mí no se había arreglado nada. No parecíamos haber llegado a ninguna parte.

– ¿Quieres decirme algo?

– ¿…?

– ¿Este es le tact anglais?

Annick encendió su segundo cigarrillo del desayuno. Dios, se le torcían hacia abajo las comisuras de los labios. Lanzó dos rápidas bocanadas. Nunca había visto en su cara esa expresión, casi de ferocidad. Era nueva en ella.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Metrolandia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Metrolandia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Julian Barnes - The Noise of Time
Julian Barnes
Julian Barnes - Flaubert's Parrot
Julian Barnes
libcat.ru: книга без обложки
Julian Barnes
Julian Barnes - Pulse
Julian Barnes
Julian Barnes - Arthur & George
Julian Barnes
Julian Barnes - Pod słońce
Julian Barnes
Belinda Barnes - The Littlest Wrangler
Belinda Barnes
Julian Barnes - Innocence
Julian Barnes
Simon Barnes - Rogue Lion Safaris
Simon Barnes
Отзывы о книге «Metrolandia»

Обсуждение, отзывы о книге «Metrolandia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x