Eduardo Lago - Llámame Brooklyn

Здесь есть возможность читать онлайн «Eduardo Lago - Llámame Brooklyn» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Llámame Brooklyn: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Llámame Brooklyn»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una historia de amor, amistad y soledad. Un canto al misterio y el poder de la palabra escrita.
Un periodista del New York Post recibe la noticia de que su amigo Gal Ackerman, veinticinco años mayor que él, ha muerto. El suceso le obliga a cumplir un pacto tácito: rescatar de entre los centenares de cuadernos abandonados por Ackerman en un motel de Brooklyn, una novela a medio terminar. El frustrado anhelo de su autor era llegar a una sola lectora, Nadia Orlov, de quien hace años que nadie ha vuelto a saber nada.
Llámame Brooklyn es una historia de amor, amistad y soledad, es un canto al misterio y el poder de la palabra escrita. Una novela caleidoscópica en la que, como en un rompecabezas, se construye un artefacto literario insólito en la tradición literaria española.

Llámame Brooklyn — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Llámame Brooklyn», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En ese momento, una luz destelló fugazmente en la pista de baile. Alguien entró en el Oakland a través de las puertas giratorias que hay al fondo, atravesó la sala a oscuras y al llegar al arco que la separa del resto del bar se detuvo. Eras tú. Intercambiaste un saludo silencioso con Manuel el Cubano, y te acercaste hacia donde estaba yo. Dejaste un cuaderno encima de la mesa. Alida trajo una botella de vodka y un vaso sin que se los pidieras.

¿Lo conoces? me preguntaste, señalando al albino.

No.

Viéndolo así nadie lo sospecharía, pero antes de cumplir los veinticinco años era primer oficial de un mercante danés, dijiste. Hiciste un mohín y sirviéndote un vodka, lo vaciaste de un trago. Tengo una extraña deuda con él. Su historia fue el origen del Cuaderno de la Muerte. Acariciaste la libreta. Claussen llegó al Oakland mucho antes que yo. Me fijé en él desde el principio; siempre estaba en el mismo sitio, en esa esquina, como si fuera parte del mobiliario, pero nunca llegué a cruzar una sola palabra con él a lo largo de los años. Todo lo más, un leve gesto con la cabeza. Una tarde, de manera inopinada, se acercó a mi mesa. Con una voz que no parecía salir de dentro de él, me pidió permiso para sentarse. Mi sorpresa fue mayúscula: la historia oficial era que había perdido la razón. Para mí siempre había sido un ser sin vida. Fue como ver a alguien renacer de entre sus cenizas.

Tú eres escritor, ¿verdad? me dijo.

Lo miré, incapaz de creer lo que ocurría. Era la primera vez que veía en él a un ser humano, la primera vez que reparaba en sus rasgos, en su mirada, en el timbre de su voz; la primera vez que comprobaba que tenía rostro, ojos, voz propia.

Supongo que le contestaría que sí, la verdad es que no lo recuerdo. Lo que sí conservo en la memoria es lo que hizo él a continuación. Se metió la mano en el bolsillo interior del chaquetón azul y sacó un recorte de periódico. Me debí de quedar un rato largo contemplando sus uñas sucias, el papel arrugado y grasiento, hasta que por fin lo cogí. Me volvió a pedir permiso para sentarme, sin que yo lograra acostumbrarme a su presencia, a ver que era capaz de expresarse casi con normalidad. Leí lo que me había dado. Aquel recorte y lo que me contó durante los escasos minutos en los que volvió a tener uso de razón me llevaron a empezar esto.

Volviste a acariciar el cuaderno. Era negro, de gran formato, con las tapas duras y los cantos coloreados de amarillo. Una goma elástica lo cerraba longitudinalmente. Te serviste un segundo vodka y lo vaciaste con la misma ansiedad que el primero. Me daba miedo cómo me mirabas, me hacías sentir un vértigo indefinible, como si me estuvieras franqueando el paso a una zona inaccesible de tu mundo.

Puedo entender que alguien lo deje todo por una mujer a la que acaba de conocer. Lo que no comprendo es que haya que pagar un precio por ello. Siempre. Hay algo ahí que se me escapa, Chapman…

(¿Estabas pensando en Nadia?)

Respiraste hondo, alejaste de ti el vaso vacío y dijiste:

Después te enseñaré lo que me dio, pero antes déjame que te cuente la historia.

Unos diez o quince años antes de abrir el Oakland, Otero tenía una taberna en los muelles. Se llamaba Frankie's y quedaba en una zona donde solían fondear buques de bandera danesa. (Por casualidad, supongo, que yo sepa no existe ninguna reglamentación que diga que los barcos tienen que atracar por nacionalidades.) El caso es que cuando cerró la taberna para inaugurar un local nuevo aquí en Atlantic Avenue, los daneses hicieron piña en torno a él y le siguieron como un solo hombre. Eso fue en 1957. Uno de aquellos daneses era un tal Knut Jansson, capitán de un carguero de medio tonelaje. Su primer oficial, Niels Claussen, es el viejo que acaba de montar el número con la máquina de discos. Ven, te quiero mostrar algo.

En uno de los salvavidas que había en la pared se podía leer AALVAND. En el hueco que formaba el cerco de color blanco, Frank había hecho colocar una foto donde se veía a la tripulación del buque posando de uniforme en cubierta. El capitán Jansson, dijiste, señalando una figura con el dedo índice, aunque era perfectamente reconocible por sus distintivos. No te hizo falta decir quién era Niels Claussen. Su cabeza albina resaltaba como si en la superficie de la foto hubiera caído una gota de ácido. Guardaste unos instantes de silencio contemplando la fotografía antes de volver a la mesa.

El Aalvand atracaba en Brooklyn un promedio de dos veces al año. La foto se sacó recién inaugurado el bar. Jansson y su gente llegaron a puerto la víspera de Labor Day, que como sabes cae el primer lunes de septiembre. El barrio estaba de fiesta. Los caribeños celebraban un festival de música. Por Eastern Parkway bajaban las carrozas atestadas de bandas que tocaban reggae y calypso. La juerga seguía por los alrededores y los marineros lo estuvieron celebrando a su manera. No me preguntes adonde llevaron a Claussen. En teoría se fue a ver el desfile con unos cuantos marineros; pero cuando se reunieron todos en el Oakland, antes de batirse en retirada, se supo que el primer oficial había conocido a una trigueña de ojos verdes que le había sorbido el seso.

Algo más le sorbería, le oímos decir a Frank. Estábamos tan enfrascados en la conversación que ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de cuándo había llegado. Buenas, tardes, caballeros. Tú te serviste otro vodka. Alida se acercó a decirle a su jefe que su hijo Raúl estaba en el despacho repasando la contabilidad. Perdón, dijo Frank, consciente de lo brusco de su interrupción. Ninguno de los dos fuimos capaces de decir nada.

Así que la historia del albino y la mulata, dijo, ligeramente azorado. Se le escapó una mirada hacia el anciano danés, que en ese momento se dirigía hacia la sala de billar, acompañado de Manuel el Cubano. ¿Y eso?

Desde la barra, Alida le hizo un gesto apremiante a Frank, dándole a entender que su hijo preguntaba por él.

Disculpadme un momento, en seguida vuelvo.

A Frankie se le cruzan un poco los cables cuando sale a relucir la historia de Niels. De hecho, no me contó nada hasta el día que el danés se acercó a mí. Después, él mismo me proporcionó nuevos datos. Entiendo sus reservas iniciales, la historia de ese pobre marinero hace daño a quien la oye.

No sé, comentó Frank al volver, rascándose una oreja, sin decidirse a sentarse. Os veo tan metidos en faena, que me da no sé qué entrometerme.

Sus palabras te hicieron reaccionar. Apartaste una silla, ofreciéndosela para que se sentara, y dijiste:

Estás en tu mesa, capitán.

Frank tomó asiento.

¿Y cómo es que estáis hablando de Niels?

Porque Néstor no lo había visto nunca hasta hoy.

Es verdad; es que ha estado un tiempo enfermo. Cuando se recuperó, Manolito se lo llevó a pasar unos meses con él y con su madre a Florida. Lo cuida como si fuera hijo suyo, a pesar de que el danés le lleva más de veinte años. A Manuel el Cubano sí lo conocías, ¿verdad?

Sí, por encima.

(Otro de los fijos. Homosexual, parlanchín, siempre va hecho un pincel, con sus guayaberas, sus pantalones de lino, los zapatos blancos y las gafas de sol, que lleva puestas a todas horas para que nadie se dé cuenta de que tiene un ojo de cristal).

Te costó volver a coger el hilo. Pese a sus disculpas, Frank estaba de un humor ligero, mientras que contada por ti la historia revestía tintes mucho más sombríos. Por fin, hiciste un gesto de asentimiento y continuaste diciendo:

Se llamaba Jaclyn Fox y era jamaicana. No he visto ninguna foto suya, de manera que no te puedo describir su físico…

Yo la vi en persona y no te pierdes nada, Ness, interrumpió Frank. No me refiero a su físico, eso es cuestión de cada cual. No me gustaba su manera de mirar, ni la imagen de hembra sumisa con que se presentaba al mundo. No me fiaba de ella y ella se daba cuenta. Me miraba con odio, consciente de que a mí no me la daba. Sentía lástima de Niels. Apenas tenía experiencia en cosa de mujeres y cayó en sus garras como un corderillo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Llámame Brooklyn»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Llámame Brooklyn» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Llámame Brooklyn»

Обсуждение, отзывы о книге «Llámame Brooklyn» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x