Isabel Allende - Eva Luna

Здесь есть возможность читать онлайн «Isabel Allende - Eva Luna» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Eva Luna: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Eva Luna»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una niña solitaria se enamora del amante de su madre y practica misteriosas ceremonias rituales; una mujer permanece medio siglo encerrada en un sótano, víctima de un caudillo celoso; en el fragor de una batalla, un hombre viola a una muchacha y mata a su padre… Estas son algunas de las historias reunidas en este volumen que recupera, con pulso vibrante, los inolvidables protagonistas de la novela Eva Luna: Rolf Carlé, la Maestra Inés, el Benefactor… Veintitrés relatos de amor y violencia secretamente entrelazados por un fino hilo narrativo y un rico lenguaje que recrea azarosas peripecias en un mundo exuberante y voluptuoso.
Con ternura e impecable factura literaria, Isabel Allende perfila el destino de sus personajes como parte indisoluble del destino colectivo de un continente marcado por el mestizaje, las injusticias sociales y la búsqueda de la propia identidad. Este logrado universo narrativo es el resultado de una lúcida conciencia histórica y social, así como de una propuesta estética que constituye una singular expresión del realismo mágico.

Eva Luna — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Eva Luna», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Durante largo tiempo el decorador nos visitó con frecuencia, influyendo definitivamente en la calidad de nuestras vidas. Junto a él nos aproximamos a refinamientos hasta entonces desconocidos, aprendimos a escoger los vinos, antes creíamos que el tinto se tomaba de noche y el blanco de día, apreciar el arte, interesarnos en las noticias del mundo. Dedicábamos los domingos a galerías de pintura, museos, teatro, cinematecas. Con él asistí por vez primera a un concierto y el impacto fue tan formidable que no dormí en tres días, porque la música quedó resonando dentro de mí, y cuando pude hacerlo soñé que era un instrumento de cuerdas, de madera rubia con incrustaciones de nácar y clavijas de marfil. Por largo tiempo no me perdí ninguna función de la orquesta, me sentaba en un palco del segundo piso y cuando el director levantaba su batuta y la sala se llenaba de sonidos, se me caían las lágrimas, no podía soportar tanto placer. Arregló la casa en blanco, con muebles modernos y un par de detalles antiguos, tan diferente a lo que habíamos visto, que durante semanas nos dimos vueltas en los cuartos, extraviadas, temerosas de mover algún objeto y no recordar después su lugar exacto o de sentarnos en una poltrona oriental y aplastarle el soplido a las plumas; pero, tal como él nos aseguró desde el principio, el buen gusto crea adicción y finalmente nos habituamos y acabamos burlándonos de algunas chabacanerías del pasado. Un día ese hombre encantador anunció que partía a Nueva York, contratado por una revista, hizo sus maletas y se despidió de nosotras con genuino pesar, dejando a Mimí sumida en la desolación.

– Cálmate, Mimí. Si se fue, quiere decir que no era el hombre de tu destino. El verdadero aparecerá pronto, le dije y la lógica irrefutable de este argumento le aportó algo de consuelo.

Con el transcurso del tiempo la armonía perfecta de la decoración sufrió alteraciones, pero el ambiente de la casa se volvió más acogedor. Primero fue la marina. Le conté a Mimí lo que significó para mí el cuadro de los solterones y ella decidió que la causa de mi fascinación tenía un origen genético, con seguridad provenía de algún antepasado navegante que me había transmitido en la sangre la invencible nostalgia del mar.

Como eso calzaba con la leyenda del abuelo holandés, ambas rastreamos anticuarios y remates hasta dar con un óleo de rocas, olas, gaviotas y nubes, que compramos sin vacilar y pusimos en un sitio de honor, destruyendo de un plumazo el efecto de los grabados japoneses seleccionados con tanto esmero por nuestro amigo. Después adquirí poco a poco toda una familia para colgar en la pared, antiguos daguerrotipos desteñidos por el tiempo: un embajador cubierto de condecoraciones, un explorador de grandes bigotes y escopeta de dos cañones, un abuelo con zuecos de madera y pipa de cerámica mirando hacia el futuro con altivez. Cuando tuve una parentela de alcurnia, buscamos minuciosamente la imagen de Consuelo. Yo las rechazaba todas, pero al cabo de una larga peregrinación dimos por fin con una joven delicada y sonriente, vestida de encajes y protegida por una sombrilla, en un jardín de rosas trepadoras. Era lo bastante hermosa como para encarnar a mi madre. En mi infancia sólo había visto a Consuelo con delantal y alpargatas realizando vulgares tareas domésticas, pero siempre supe que en secreto era como la exquisita señora de la sombrilla, porque así se transformaba cuando estábamos solas en el cuarto de servicio y así deseo preservarla en mi recuerdo.

En esos años intenté recuperar el tiempo perdido. Estudiaba bachillerato en una academia vespertina para obtener un diploma que después no me sirvió de nada, pero entonces me parecía indispensable. Trabajaba durante el día como secretaria en la fábrica de uniformes militares y por las noches llenaba mis cuadernos de cuentos. Mimí me había rogado que dejara ese empleo de pacotilla y me dedicara sólo a escribir. Desde que vio una cola de gente ante una librería, esperando turno para que un bigotudo escritor colombiano en gira triunfal firmara sus libros, me colmaba de cuadernos, lapiceras y diccionarios. Ése es buen oficio, Eva, no tendrías que levantarte tan temprano y nadie andaría dándote órdenes… Soñaba con verme dedicada a la literatura, pero yo necesitaba ganarme la vida y en ese sentido la escritura es un terreno bastante resbaladizo.

Poco después que dejé Agua Santa y me instalé en la capital, busqué el rastro de mi Madrina, porque la última vez que supe de ella estaba enferma. Vivía de allegada en un cuarto en el barrio antiguo de la ciudad, cedido por unas buenas almas que la habían acogido por lástima. Sus posesiones no eran muchas, aparte del puma embalsamado, milagrosamente intacto a pesar del tiempo y los trastornos de la pobreza, y sus santos, porque una ha de tener su altar a domicilio, así sólo gasta en velas y no gasta en curas, como decía. Había perdido algunos dientes, entre ellos el de oro, vendido por necesidad, y de las carnes opulentas quedaba sólo el recuerdo, pero conservaba su gusto por la limpieza y todavía se bañaba cada noche con una jarra. La mente le funcionaba tan mal, que comprendí la imposibilidad de rescatarla del laberinto personal donde se había extraviado y me limité a visitarla con frecuencia para darle vitaminas, limpiar su habitación y llevarle golosinas y agua de rosas, para que se perfumara como antaño. Quise internarla en un sanatorio, pero nadie le prestó atención, dijeron que no era una enferma grave y había otras prioridades, los servicios médicos no contemplaban casos como el suyo. Una mañana la familia que le daba albergue me llamó alarmada: la Madrina sufría un ataque de tristeza, no había dejado de llorar en doce días.

– Vamos a verla, yo te acompaño, dijo Mimí.

Llegamos en el mismo instante en que, agotada su resistencia a la melancolía, se rebanaba el cuello con una navaja. Alcanzamos a oír desde la calle el grito que atrajo a todo el vecindario; nos abalanzamos al interior de la vivienda y allí la encontramos, en un charco de sangre que crecía como un lago entre las patas del puma embalsamado. Tenía un tajo de oreja a oreja, pero estaba viva y nos miraba paralizada de asombro. Se había cercenado los músculos de las quijadas, se le recogieron las mejillas y lucía una espantosa sonrisa desdentada. Yo sentí las rodillas de lana y tuve que apoyarme en la pared para no caerme, pero Mimí se arrodilló junto a ella apretándole los bordes de la herida con sus largas uñas de mandarín y así detuvo el chorro por donde se le escapaba la vida, hasta que llegó una ambulancia. Mientras yo temblaba, ella mantuvo las uñas allí durante todo el trayecto en el vehículo. Mimí es una mujer sorprendente. Los médicos del hospital metieron a la Madrina en el quirófano y la zurcieron como un calcetín, salvándola de milagro.

Al recoger sus pertenencias en el cuarto donde vivía, encontré dentro de una bolsa la trenza de mi madre, roja y brillante como la piel de la surucucú. Había permanecido olvidada durante todos esos años, salvándose así de ser convertida en peluca. Me la llevé junto con el puma. El intento de suicidio sirvió al menos para que se ocuparan de la enferma y apenas la dieron de alta en el servicio de emergencia, fue internada en la Casa de Orates. Al cabo de un mes pudimos visitarla.

– Esto es peor que el Penal de Santa María, declaró Mimí. Vamos a sacarla de aquí.

Atada por una cuerda a un poste de cemento en el centro de un patio, junto a otras mujeres dementes, la Madrina ya no lloraba, permanecía silenciosa e inmóvil, con su costurón al cuello. Pidió que le devolvieran sus santos, porque sin ellos se hallaba perdida, los diablos la acosaban para quitarle a su hijo, el monstruo de dos cabezas. Mimí trató de sanarla con fuerza positiva como indicaba el manual del Maharishi, pero la enferma resultó impermeable a las terapias esotéricas. En esa época comenzó su obsesión por el Papa, quería verlo para pedirle la absolución de sus pecados, y para tranquilizarla le prometí llevarla a Roma, sin soñar que un día veríamos al Sumo Pontífice de cuerpo presente, repartiendo bendiciones en el trópico.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Eva Luna»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Eva Luna» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Isabel Allende - La Suma de los Días
Isabel Allende
Isabel Allende - Zorro
Isabel Allende
Isabel Allende - LOS CUENTOS DE EVA LUNA
Isabel Allende
libcat.ru: книга без обложки
Isabel Allende
Isabel Allende - Island Beneath the Sea
Isabel Allende
Isabel Allende - La Isla Bajo El Mar
Isabel Allende
Isabel Allende - Ines Del Alma Mía
Isabel Allende
Isabel Allende - Hija de la fortuna
Isabel Allende
Isabel Allende - El Zorro
Isabel Allende
Отзывы о книге «Eva Luna»

Обсуждение, отзывы о книге «Eva Luna» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x