Javier Moro - El sari rojo
Здесь есть возможность читать онлайн «Javier Moro - El sari rojo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El sari rojo
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El sari rojo: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El sari rojo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El sari rojo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El sari rojo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
28
– Rajiv, me aterra saber que estás volando… -le dijo Indira un día en el salón de casa.
– Mamá, eres una persona inteligente y sabes perfectamente que, por estadística, hay más probabilidades de morir atropellado cruzando una calle que volando en un avión.
– Lo sé, pero no puedo evitar pensar en…
Rajiv se la quedaba mirando. Su madre, envuelta en un sari blanco de luto, parecía una ruina de sí misma. Y no fingía; se la veía realmente intranquila. La muerte de Sanjay, que proyectaba su larga sombra sobre el presente, había hecho de Indira un ser inseguro, y los miedos que siempre la habían atenazado ahora se magnificaban. A Rajiv, verla así le daba una pena infinita. El simple pensamiento de que ella le necesitaba y que él no podía -o no quería- ayudarla, empezaba a atormentarle. Indira prosiguió:
– ¿Sabes que un periódico de Gujarat predijo que Sanjay moriría en junio?
– Mamá, por favor… Si hubiera que creer las predicciones de todos los astrólogos que hay en la India, nadie podría vivir.
– Estoy recibiendo innumerables cartas avisándome de que el peligro te ronda, por eso me da miedo saberte en el aire.
– ¿Sabes lo mejor que se puede hacer con esas cartas? Echarlas al fuego…
– No digas tonterías, Rajiv -replicó con el rostro demudado por una expresión de sombría desesperanza-. Lo que le ha pasado a Sanjay es porque no hicimos nada para evitarlo, no hicimos caso de las predicciones que acertaron con la fecha exacta.
– No, mamá. Lo que le ha pasado a Sanjay es porque se lo buscó.
Indira se lo quedó mirando. No estaba acostumbrada a que Rajiv la contradijese.
Él prosiguió:
– … Hacía lo que le daba la gana, y cuando el Director de Aviación Civil lo amonestó por no cumplir con el reglamento y poner en riesgo su vida, Sanjay lo echó de su cargo en lugar de escucharlo. Tienes que ver la realidad como es, mamá. Me preocupa mucho que te dejes influenciar así por los astrólogos…
Indira bajó la cabeza, como dando a entender que se plegaba ante los argumentos de su hijo. Rajiv entendía que su madre intentaba buscar un sentido a la tragedia que se había abatido sobre ella, y ese sentido lo encontraba en las fuerzas ocultas que sus enemigos habían lanzado contra la familia. Esa vieja paranoia suya estaba más viva que nunca.
– Mamá -le dijo Rajiv para congraciarse con ella-. Si hay fuerzas malignas, seguro que también hay fuerzas positivas que nos protegen… ¿O no?
– ¿Acaso fueron capaces de proteger a tu hermano? -preguntó ella.
Rajiv levantó los ojos al cielo como diciendo: «¡Otra vez…!» Indira siguió:
– Si me hubiera muerto yo, hubiera sido parte de un proceso natural… Tengo sesenta y dos años, he vivido una vida plena, pero tu hermano era tan joven…
Rajiv se quedó cabizbajo. Su madre era inconsolable. Guardaron silencio un buen rato. De pronto, Indira se levantó:
– Me quedan tres horas de trabajo. Me voy.
– Estás agotada y deberías descansar -le dijo Rajiv.
– Si no hago ese trabajo ahora, tendré que levantarme a las cuatro de la madrugada para hacerlo. Buenas noches.
Rajiv se quedó pensativo. Vio a su madre irse hacia su habitación como un ave encorvada, arrastrando levemente los pies. Parecía ir a la deriva, parecía un náufrago… ¿Dónde estaban su energía desbordante, su eterno optimismo? Era desazonador verla en esas condiciones. Y la pregunta que le asediaba era la lógica consecuencia de ello: «¿Tengo realmente derecho a negarme a ayudarla?»
Cuando le hizo partícipe a Sonia de sus sentimientos con respecto a su madre, a la italiana se le saltaron las lágrimas, quizás porque en momentos de lucidez se daba cuenta de que libraba una batalla perdida de antemano. Además sentía que su marido vivía un dilema que le estaba haciendo sufrir.
– ¿Vas a tirar por la borda todo lo que hemos conseguido?… ¿Tu carrera, el tiempo con tus hijos, tus hobbies, nuestra felicidad?
Por primera vez, había tensión en el matrimonio. Tanta que un día, desesperada, Sonia le dijo:
– Si piensas meterte en política, pediré la separación y me volveré a Italia.
Nunca, en quince años de matrimonio, habían tenido una pelea. Nunca intercambiaron una palabra más alta que la otra. Nunca Sonia había llegado tan lejos. «Luché como una tigresa por él, por nosotros y por nuestros hijos, por la vida que nos habíamos construido, por su vocación de volar, por nuestras sencillas amistades y, sobre todo, por nuestra libertad: ese simple derecho humano que tan cuidadosa y consistentemente habíamos conservado», escribiría más tarde.
Pero las fuerzas contra las que luchaba Sonia eran mucho más poderosas que sus argumentos a favor de la felicidad individual y de la armonía familiar. ¿Qué peso podía tener el bienestar burgués de una familia de cuatro miembros comparada con el destino de la India? Esas fuerzas, que surgían de la historia profunda de la nación, hablaban en nombre de un país de más de setecientos millones de personas. Eran las mismas fuerzas que en su día habían empujado a Indira al ruedo de la política y que ahora reclamaban la presencia de Rajiv. Dos meses después de la muerte de Sanjay, trescientos parlamentarios, todos miembros del Congress, firmaron una petición rogándole que asumiese el puesto de su hermano y se presentase como candidato en su circunscripción. El hecho de que estuviera casado con una extranjera no parecía suponer un problema, quizás porque en la mentalidad popular una mujer adquiere la identidad de la familia del marido.
Fue el principio de una intensa y constante presión pública. A partir de ese momento, no había día en que la prensa no vaticinase su entrada en política. Cuando los periodistas preguntaban a Indira sobre el tema, ella se mantenía impasible: «No puedo hablar de ello. Rajiv es quien tiene que decidir.» Los diputados empezaron a asediar la casa. Venían a «visitarlo», es decir a intentar convencerlo. Sonia se veía obligada a preparar té con cardamomo para todos esos «buitres» que, según ella, venían a descuartizar ante sus ojos la felicidad familiar.
No sólo la presión pública empezó a ser notoria, la personal también. T.N. Kaul, tío de Rajiv, diplomático de intachable reputación, no era un hombre cuyos consejos se tomaran a la ligera. Kaul era el apellido de la mujer de Nehru y T.N. había estado siempre muy unido a Indira. Su lealtad había resistido los embates de los últimos años. Su hijo era un individuo simpático y vivaracho, había estudiado en Cambridge con Rajiv y formaba parte del círculo de amigos íntimos del matrimonio. Los Kaul eran parientes muy cercanos, y muy queridos.
– La vida de tu madre y la de tu hermano estaban estrechamente entrelazadas, más aún de lo que parecía -le dijo T.N. Kaul a Rajiv en la primera reunión que mantuvieron-. Sanjay era su nexo de comunicación con los líderes del partido, por eso está tan aislada desde su muerte. Necesita a alguien cerca, alguien que sea capaz de actuar de forma eficaz para mantener la lealtad del partido. Y ya sabes que no se fía de nadie, excepto de los muy allegados.
– Lo sé, pero también sé, y lo sabe todo el mundo, que no estoy hecho para la política… Además, ya conoces la postura de Sonia sobre el tema.
– Entiendo que Sonia tenga esa visión, porque ha estado expuesta a los peores aspectos de la vida pública, pero no todo es despreciable ni malo en política. Se supone que es el más noble de los quehaceres…
Rajiv hizo un gesto de ironía. Kaul prosiguió:
– Se trata de servir al pueblo, de dedicarse en cuerpo y alma a los demás… como lo hizo tu abuelo, como lo hizo tu hermano, como lo está haciendo tu madre.
– … Como quieren que lo haga yo.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El sari rojo»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El sari rojo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El sari rojo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.