Ferran Torrent - Juicio Final

Здесь есть возможность читать онлайн «Ferran Torrent - Juicio Final» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Juicio Final: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Juicio Final»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una novela que retrata el país y sus dirigentes sin disimulos.
Año 2005. Un irlandés llamado Liam Yeats, ex terrorista del IRA y ex agente del Mossad, llega a Valencia con el objetivo de matar al hombre más peligroso de la ciudad: el empresario Juan Lloris, que se dispone a iniciar el asalto definitivo a la Alcaldía. Las sospechas de Lloris sobre su persona de confianza le harán contratar a un investigador que descubrirá algo que dará un vuelco a esta intriga. Mientras tanto, el incombustible F. Petit continuará ejerciendo de funambulista y los partidos mayoritarios establecerán una alianza insólita que sólo se explica por su propia supervivencia.
Una novela de intriga que profundiza sobre la psicología del profesional del crimen y que mantiene la denuncia sobre el escurridizo juego político que se da en Valencia, una ciudad española, tal vez, similar a otras.

Juicio Final — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Juicio Final», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El detective le explicó que Juan Lloris, empresario y actual candidato a la alcaldía de Valencia, le había contratado para que siguiera de día y de noche a su asesora, Júlia Aleixandre. De pe a pa relató cómo, controlándola a ella, habían aparecido en escena los demás personajes. Tordera quedó sorprendido. Ciertamente se intuía un caso espectacular.

– ¿Estás pensando lo mismo que yo? -le preguntó el detective.

– Quieren cargarse a Lloris.

– ¿Su hijo o su asesora?

– Ambos.

– Entonces, ¿qué hacemos?

– Cobrarle a Lloris antes de que le liquiden. Cuéntaselo.

– Aún no tengo pruebas sólidas. Él sólo me ha pedido que controle a Júlia, pero si le llevo toda la trama supongo que me lo pagará holgadamente.

– ¿Cuánto dinero piensas pedirle?

– Hagamos nuestro trabajo antes, ¿no?

– Hagámoslo. En los aspectos prácticos, Júlia ya no pinta nada. Ahora hay que controlar a Gil y a los franceses.

– No corras tanto. Ella es el cerebro, la base de todo.

– Ella es asunto mío -dijo Tordera.

Durante unos días, mientras Butxana observaba la vida que llevaban Gil y los dos franceses, el ex comisario controlaba a Júlia. Media hora después de que Núria se hubo marchado, Tordera, para cerciorarse de que ella no estaba, llamó por teléfono al detective y se encontraron en su piso.

Butxana preparó café. Cuando llevó las tazas a la salita, se encontró a Tordera sosteniendo en la mano un suéter que Núria había olvidado o que quizá llevase un tiempo allí.

– ¿Cuándo acabarás con esa relación impúdica que mantienes?

– ¿Y tú de qué puto siglo has salido?

– Las inmoralidades no cambian con el tiempo.

– No es de tu incumbencia.

– Estás destrozando una familia.

Butxana dejó las tazas en la mesita. Se le quedó mirando, menos escandalizado que sorprendido.

– ¿«Destrozando»? Más bien la mantengo unida. Hace unos días, un periódico publicaba una encuesta en la que demostraba que el setenta por ciento de las valencianas habían sido o eran infieles a sus parejas.

– ¿Y los hombres?

– No hacen falta encuestas, lo son todos. Si unos u otras no tuvieran ninguna válvula de escape, el porcentaje de divorcios sería aún mayor.

– ¡Aún deberían pagarte por prestar un servicio social!

– Entre Núria y yo hay algo más que sexo.

– Me indigna tu cinismo. ¿Qué le has prometido?

– ¿Qué puedes prometerle a una mujer casada y con dos hijos? No estoy con ella los fines de semana, ni en vacaciones…

– Sí que debes de estar jodido…

– No te pongas moralista. Sólo me faltabas tú ahora…

– Te diré algo. -Butxana adoptó un gesto de resignación-. En los detalles íntimos se ve la integridad de las personas.

– Qué cojones sabrás tú de detalles íntimos si nunca has estado con una mujer.

– No sabes nada de mi vida.

– Ni ganas. Al grano. ¿Qué traes?

Ambos retomaron el caso. Antes, con cuidado y delicadeza, Tordera plegó el suéter de Núria en el sofá, como si la compensara por tener que tratar con Butxana. Tras remover sus dos cucharaditas de azúcar, el ex comisario informó exhalando un suspiro:

– Hay novedades.

– ¿Interesantes?

– A Júlia la sigue un joven.

– ¿Quién es?

– Aún no lo sé. Es probable que Lloris no se fíe de ti y te haya puesto un reserva.

– En ese caso tendría que seguirme a mí.

– Quizá también lo haga.

– ¿Por qué no has averiguado enseguida de quién se trata?

– Porque no he tenido tiempo. La pista que controlo me ha llevado al ex secretario general del Front. Se reunieron el domingo pasado por la mañana, en el marjal, cerca de la Albufera. Por la tarde también en casa de él.

– Tordera… eso ya me lo contaste.

– A partir de aquella tarde me he encontrado al chico tres veces más. No es casualidad. Todavía no sé de quién se trata, porque he querido asegurarme de que realmente la seguía.

– Pues el chaval es prioritario.

– Muy bien. ¿Tú tienes alguna novedad?

– Uno de los franceses, el tal Jean-Luc, controla a Gil.

– Recapitulemos: si Gil se ve con los franceses y uno de ellos le controla, entonces…

– Entonces, ¿qué?

– Que no lo entiendo.

– Pues que estamos en una trama en la que nadie se fía de nadie. Rebobinemos: Júlia se ve con el hijo de Lloris; Júlia contacta con Gil; un contacto, por cierto, que no ha vuelto a producirse.

– Pero sí el de Gil y el hijo de Lloris.

– Claro, tenían que conocerse, pactar las condiciones.

– Entonces Júlia se queda al margen, para evitar responsabilidades.

– Correcto. Sigamos: Gil contacta con los franceses, pero uno le controla. El círculo se cierra. Falta una pieza.

– Yo creo que no falta ninguna.

– ¿Y por qué le vigilan?

– Sencillamente, no se fían de él. A lo mejor quieren saber quién les ha contratado.

– No tiene ninguna lógica. A mí me contrata Lloris, cumplo con mi trabajo y punto. A saber si la clave no está en el chico que sigue a Júlia. Si la controlas a ella, le tienes a él. Necesito saber ya quién es.

– ¿Puedo terminarme el café?

– Sí, pero date prisa.

– Ya no estoy para estos trotes -dijo con signos de fatiga, levantándose ante la mesita.

– Si el caso te viene grande, contrataré a un colega.

– Por nada del mundo me perdería este serial. Por cierto, ¿qué te paga Lloris por el encargo?

– Ya lo ajustaremos.

– Te habrá adelantado una cantidad.

– Mínima.

– Y de ese mínimo, ¿no podrías adelantarme alguna cosita?

– Deja en mis manos la economía del caso.

– Espero que seas honesto. Cuando cobraba mi jubilación en pesetas me parecía una buena paga, pero con los euros… Desde que han entrado en vigor la vida se ha encarecido un sesenta por ciento, según los especialistas.

– Yo ya era pobre con las pesetas. Este año los socialistas te han subido la pensión un cuatro por ciento.

– En efecto, ahora podré comprarme el periódico.

13

Casi todos los días de la semana, Juan Lloris requería los servicios de asesoría cultural de Miquel Pons. Sus clases de historia valenciana tenían lugar en la sede central de «Valencians, Unim-nos», en el último tramo de la calle de San Vicente, justo al lado de la plaza de la Reina.

A primera hora de la mañana era el momento idóneo para Lloris. Según él, entonces mantenía fresca la memoria. Era un hombre hecho a sí mismo, sin estudios, sin el hábito de la concentración mental, pero con la voluntad de pulirse siendo consciente de sus limitaciones intelectuales. Si tiempo atrás había despreciado la preparación cultural, ahora por amor propio, para evitar que le ridiculizaran, se daba prisa en aprender, si no profundizando en las cuestiones básicas, al menos asimilándolas.

Miquel Pons le anunciaba el día anterior qué tema tratarían el siguiente. Si al candidato le apetecía, entonces el asesor se lo aprendía de un libro sobre Valencia y acudía a la sede antes que el alumno. Una de las secretarias le hacía pasar al despacho. Mientras esperaba a Lloris registraba los papeles esparcidos por encima de la mesa o miraba la agenda. En una de las anotaciones observó que a las diez debía reunirse con Júlia Aleixandre. Siguiendo las instrucciones de Albert, que deseaba saber todos los detalles referentes a ella, Pons le llamó por teléfono enseguida para comunicárselo.

Entre los papeles de la mesa -la mayoría facturas de gastos del partido, que Lloris controlaba minuciosamente-, Pons desplegaba un plano de la ciudad para comprobar si Lloris lo había alterado. Había rodeado con tinta de rotulador el Parc Central y el Parc de Capçalera, objetivos para la especulación del empresario de los que el periodista Albert ya estaba enterado. Al oír movimientos fuera del despacho, Pons se sentaba con rapidez en un sofá. Lloris entraba allí con energía y resolución, le saludaba sin entusiasmo y acto seguido, tras ordenar que empezara a explicarle el tema pactado, descolgaba el teléfono y cambiaba su agenda de cabo a rabo, en otra de esas costumbres suyas que traían de cabeza a todo el mundo. Ordenó que Júlia se presentara a las nueve y media, que aplazaran dos reuniones con peñas del Valencia que tenía programadas antes de mediodía, dijo que no le molestaran desde la una a las cuatro de la tarde y se anotó, en un cuadernito minúsculo, que debía llamar al piojoso del detective, del que no sabía nada desde que le había contratado. Entonces atendió a las explicaciones de Pons, que aquel día versaban sobre la Lonja de la Seda, con sus detalles más significativos, como quién había sido el arquitecto principal, el año de inicio de las obras y el de su fin, varias anécdotas y las distintas habilitaciones que había tenido la institución a lo largo de los siglos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Juicio Final»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Juicio Final» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Juicio Final»

Обсуждение, отзывы о книге «Juicio Final» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x