Ferran Torrent - Juicio Final

Здесь есть возможность читать онлайн «Ferran Torrent - Juicio Final» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Juicio Final: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Juicio Final»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una novela que retrata el país y sus dirigentes sin disimulos.
Año 2005. Un irlandés llamado Liam Yeats, ex terrorista del IRA y ex agente del Mossad, llega a Valencia con el objetivo de matar al hombre más peligroso de la ciudad: el empresario Juan Lloris, que se dispone a iniciar el asalto definitivo a la Alcaldía. Las sospechas de Lloris sobre su persona de confianza le harán contratar a un investigador que descubrirá algo que dará un vuelco a esta intriga. Mientras tanto, el incombustible F. Petit continuará ejerciendo de funambulista y los partidos mayoritarios establecerán una alianza insólita que sólo se explica por su propia supervivencia.
Una novela de intriga que profundiza sobre la psicología del profesional del crimen y que mantiene la denuncia sobre el escurridizo juego político que se da en Valencia, una ciudad española, tal vez, similar a otras.

Juicio Final — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Juicio Final», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать
* * *

En un piso de la avenida de Aragón que Juan Lloris había usado como despacho privado de alguna de sus empresas, el candidato recibió a Toni Butxana. Apenas hacía una hora que le había convocado y el detective aún no había tomado asiento cuando ya le preguntaba por qué no tenía ningún informe redactado. No hay nada digno de mención, respondió el detective, o, mejor dicho, todo cuanto hasta ahora le pueda decir usted ya lo sabrá. Dímelo, le hostigó. Pues mire, se ve por partida doble con Francesc Petit. Explícame eso. Pues por la mañana negocian cuestiones políticas, por la tarde follan. ¿Follan? Sí, señor. De no ser así, no tendría ningún sentido que el mismo día se vieran al aire libre, en un sitio discreto, y luego se convocaran en su piso. Si están liados, deberías habérmelo advertido. Esperaba a tener más detalles para hacerle un informe más completo. No es excusa, objetó Lloris. Si han empezado por follar no tardarán en hacerme la cama. Por cierto, ¿se lo monta con alguien más? Que yo sepa, no. Te pago para que lo sepas. ¿No la controlas durante las veinticuatro horas del día? Más o menos. Cuando ella duerme, yo también lo hago.

A Lloris no le gustaba el tono irónico del detective piojoso. De un estuche de cuero marrón sacó un puro. Quedaban dos más, pero no le ofreció ninguno. ¿Con quién más se ve? ¿Qué hace el resto del día cuando no está conmigo? Todo lo que hace se relaciona con su trabajo político. Lo organiza desde el despacho, le prepara la agenda de entrevistas, negocia con Petit… ¿Estás seguro, le interrumpió Lloris, de que no se reúne con socialistas o conservadores? ¿No se ha visto, añadió, con ningún empresario? No, señor. Pero Lloris desconfiaba: Todo eso no encaja con su modo de hacer las cosas. Sé que prepara algo. Entonces señaló a Butxana con el puro: Si en dos semanas no me traes nada interesante, te despido. Si a usted le apetece, despídame ahora mismo. No puedo inventarme los informes. Si cree que no soy bueno, me paga y me largo. Te concederé dos semanas, ni un día más. Vete. Con Butxana en la puerta, Lloris aún le dio otra orden: recuerda que quiero fotografías de sus movimientos más significativos. Ya tengo alguna, respondió el detective.

Casi tenía un álbum bastante completo de las actividades de Júlia, pero no le informaría de nada hasta que descubriese toda la trama. Quedaban cabos sueltos. A pesar de todo, mientras tomaba una cerveza en la cafetería del edificio, Butxana pensaba hasta qué punto Lloris desconfiaba de Júlia. ¿Tanto como para imaginarse que sería capaz de matarle? Aquella pregunta le llevó a otra: su hijo tenía el móvil del interés patrimonial, la riqueza de su padre, pero ¿cuáles eran los motivos de ella? ¿Políticos? ¿Despecho sentimental?

La figura del candidato despertaba odios en otros empresarios. Odios y envidias que se verían multiplicados si alcanzaba la posición privilegiada que constituía la alcaldía para sus negocios. ¿Tenía Júlia el encargo de urdir la trama? En cualquier caso, el detective estaba ante hechos extraordinarios que sin duda le reportarían una paga excelente, quizá el trabajo mejor remunerado que hubiera tenido jamás. Pero ¿quién era el chico que seguía a Júlia? Empezaría a tener cuidado por si también le seguían a él. Todo era muy extraño. Demasiada gente movilizada con un solo objetivo.

Cuando Júlia salió del despacho en dirección a la cervecería Madrid, local a escasa distancia de la sede del partido, Albert inició el seguimiento casi encima de ella. Tordera sonrió desde la acera de enfrente. Tenía poca pinta de sabueso, el chaval. No era del oficio. ¡Casi le pisaba los talones! Pero, de repente, pensó en la posibilidad de que fuera un guardaespaldas. Con tantas personas siguiéndose unas a otras, quizá Júlia hubiera solicitado protección. Escrutó a aquel tipo. Su indumentaria, su físico, su aire más bien ingenuo, le descartaban como protector.

Júlia entró en la cervecería. A aquellas horas, Tordera intuyó que no habría muchos parroquianos. Le extrañó que el chico también entrara. Él se quedó fuera, un poco por debajo del hotel Victoria. Júlia se dirigió a la planta superior. Abajo, dos tipos charlaban en una mesa. Salvo ellos y Albert, que se quedó en la barra, no había nadie más. Entonces Albert pidió un café con leche. Mientras se lo servían subió al piso de arriba y, como si buscara a alguien, echó un vistazo a la planta. Francesc Petit recibía a Júlia de pie. Ninguno de los dos vio a Albert, que volvió a la barra, se tomó su consumición y se fue. Tordera le siguió.

Para empezar, Petit le planteó a Júlia que no podía esperar más a que Lloris tomase una decisión. Había convencido a sus diputados, pero si la respuesta se demoraba las dudas volverían a hacer mella en el grupo. Se trataba de darles hechos consumados, embarcarles en el proyecto antes de que tuvieran tiempo de reflexionar, rectificar. Júlia le convenció tranquilizándole de que el asunto estaba bien encarrilado, prácticamente resuelto; de que las resistencias de Lloris sólo pretendían una rebaja de sus peticiones. Al candidato no le gustaba el segundo puesto que él exigía. Sin embargo, Petit se mantuvo en sus trece. No renunciaría ni a esa exigencia ni a las demás. Y todavía más: necesitaba que sus cuatro diputados estuvieran colocados en puestos de salida de la candidatura. Si uno de ellos se quedaba fuera, se convertiría en una manzana podrida en el cesto. En cuanto al dinero, le recordó que se había quedado corto, pero le compensaba el hecho de que Lloris se hiciera cargo de los gastos de buena parte de la campaña. Júlia se quejó de que no le facilitara el acuerdo. Todo sería menos complicado, le dijo, si rebajase un poco sus pretensiones. Le puso un ejemplo: los empleados liberados que pedía podía tenerlos en los grupos de asesores que el Ayuntamiento presupuestaba para los concejales. Petit conocía muy bien a Lloris. No le bastaría con una mínima rebaja. Él sabe que le necesitas, respondió Júlia. La situación es muy sencilla, replicó Petit: si no llegamos a un acuerdo, aceptaré cualquier oferta de conservadores o socialistas y dejaré la política. Hazle entender que el hecho de coaligarme con él me reportará muchísima presión. Y eso ya es suficiente rebaja. Júlia: ¿renunciarías a tu trayectoria política? Estoy más que decidido a hacerlo. La única forma de mantener unido mi grupo es demostrándoles que vendemos nuestra experiencia política por el precio de rearmarnos políticamente. No entenderían cualquier otro lenguaje. Y otra cosa: ya te diré yo cuándo debe hacerse público el acuerdo. Pero recuerda que no me queda mucho tiempo.

* * *

Tintín Albert esperaba a Antoni Guixà charlando con sus colegas de la sección de política, mujeres en su mayoría. A una en concreto, a Isabel, la invitaría gustoso a cenar si el obstáculo de su poder adquisitivo no se lo impidiera. Le preguntaron si trabajaba en uno de aquellos reportajes que, de vez en cuando, le encargaban los jefes de redacción, extrañados por verle en la oficina. Albert lo solucionó poniendo como excusa que Guixà le había encargado un medicamento proporcionado por un veterinario amigo suyo. Albert trató de averiguar qué sabían los redactores de los movimientos políticos que se proyectaban a raíz del anuncio de la candidatura de Lloris. La respuesta le dejó satisfecho: de momento no pasaba nada, no pasaría gran cosa. Según sus colegas especialistas en política local, Francesc Petit, a causa del resultado en la asamblea extraordinaria del Front, estaba acabado. A lo mejor se iría a casa. En cuanto al impacto electoral de Lloris, aún lo desconocían. No había encuestas públicas y, de las privadas hechas por los partidos, nadie podía fiarse. Pese a todo, cuando se aclararan los movimientos, el periódico encargaría una. ¿Te gusta la política?, le preguntó Isabel, de la que se rumoreaba que había dejado al novio. Procuro informarme, pero no sé demasiado. Antoni Guixà venía del despacho del director. No vio a Albert, abstraído en unos papeles mientras andaba sin ganas, con pasos que parecían taladrar el suelo. Se recluyó en su despacho. Cerró la puerta. Albert se despidió amablemente de Isabel.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Juicio Final»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Juicio Final» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Juicio Final»

Обсуждение, отзывы о книге «Juicio Final» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x