Mercedes Salisachs - Adagio Confidencial

Здесь есть возможность читать онлайн «Mercedes Salisachs - Adagio Confidencial» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Adagio Confidencial: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Adagio Confidencial»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

FINALISTA DEL PREMIO PLANETA 1973
La gangrena es más fruto del oficio que de la brillantez, este Adagio confidencial habla del reencuentro, veinte años después, entre Marina y Germán. Abundante diálogo, ambiente burgués, ciertos golpes de efecto que la acercan al folletín y también fácil y amena lectura son las señas de identidad que siguen fieles muchos lectores.

Adagio Confidencial — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Adagio Confidencial», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Yo no comprendía aquel cambio -sigue diciendo Marina-. Era verdaderamente desconcertante. De repente rompía a citar «vergüenzas» ocultas, que no concretaba, «men-tiras añejas» que no definía… Se lamentaba, sin motivo alguno, de infortunios familiares y cuando me dirigía la palabra, lo hacía en tercera persona, como si yo no estuviera delante, co-mo si no se refiriese a mí, sino a otra mujer… Lo peor era verla tan rígida, tan poco afectada, tan seca de ojos.

Marina vuelve a sorber agua. De nuevo tiene la impresión de que aquella sequedad se ha apoderado de la concavidad de su boca.

– Yo pensaba: «La muerte de Rogelio la ha trastornado.» Pero había otros síntomas alarmantes: también el resto de la familia actuaba de un modo extraño. Todos me miraban como si yo fuera una intrusa, una especie de «querida» de mi marido, que, por el hecho de haber quedado viuda, nada debía esperar.

Evoca infinidad de detalles que la habían hecho sufrir: aquel callarse repentinamente cuando ella irrumpía en una habitación. Aquel hablar en voz baja entre ellos, mientras la miraban de reojo. Aquel maliciar sospechas cuando Marina se dirigía al teléfono, o daba una orden a los criados, o se metía en el cuarto para descansar.

– Es evidente que en la Cataluña de aquella época existía una gran tendencia a consi-derar a la mujer como una concubina de preferencia: se la toleraba mientras el hombre vivía. Luego, la cosa cambiaba.

Marina se pinza el entrecejo: tiene la sensación de que el recuerdo se le centra ahí; agudo, más doloroso que nunca.

– Al cabo de unos días, después de los funerales, la familia de Rogelio me convocó en el salón de estar. Todos los Cebrián importantes me esperaban allí; enlutados, graves, severos… La tía Felicitas, el tío Lorenzo, los primos mayores… Era una nutrida y solvente represen-tación de la firma… Mis hijos habían sido excluidos: todavía eran menores, todavía no tenían voz ni voto. Me presentaron a un señor que yo jamás había visto. Me dijeron: «Es un amigo incondicional de la familia.» Luego supe que era el juez -traga saliva, respira hondo y prosigue-. Rosario estaba sentada en el sillón rojo. Tenía la mirada extraviada, pero fingía contemplar los abetos del jardín.

Germán murmura algo que Marina no entiende. Es una palabra de sonido áspero. Mari-na no le pregunta lo que ha dicho. Probablemente Germán no iba a repetirlo.

– Te confieso que me sentía igual que un reo al que se le va a juzgar. Era todo tan ceremonioso, tan severo… Sin embargo, aún no entendía lo que estaba pasando. Ni por un momento sospeché lo que iban a decirme. Me rogaron que me sentara. Me advirtieron que iban a plantearme un problema muy serio que yo debía resolver…

Respira hondo, toma aliento. Dice luego:

– Al principio todavía se dirigían a mí con cierta amabilidad. No hay duda de que los Cebrián siempre han tenido un barniz muy acusado de lo que suele entenderse por «buena educación». Y aquel día hicieron gala de ese barniz. Solamente Rosario se adjudicaba el derecho a mostrarse grosera. Pero aquello era ya habitual y la familia no parecía afectarse demasiado. Casi estoy por decir que se solidarizaban con su evidente mala educación. Decían todos: «La pobre Rosario ha sufrido tanto…» No parecían tener en cuenta que «yo también había sufrido». Al parecer, los sufrimientos de las concubinas no merecen ser considerados como verdaderos sufrimientos…

Marina se reprime. No está en su ánimo parecer irónica. No quiere dar la sensación de que aquella escena todavía le escuece.

Sin embargo, Germán adivina ese dolor:

– Siento remover tanto poso…

– Ya no me afecta, te lo aseguro.

Y lo dice con un tono convincente y desenfadado.

– Entonces, continúa, por favor.

Marina obedece: Le explica la escena de aquella tarde como si la reviviese.

– Comenzaron hablando del «pobre» Rogelio. Recalcaban la palabra «pobre» con reticencia, como si yo tuviese la culpa de que ellos se vieran obligados a designarlo con ese adjetivo. Decían: «El pobre Rogelio ha sido muy desgraciado…» Y aseguraban que la vida había sido muy dura para él… El preámbulo me parecía injusto, porque no se referían a los tres años de enfermedad, sino a los anteriores… De pronto la voz que salía del sillón rojo, decretó: «Afortunadamente, Dios se lo llevó pronto, afortunadamente cayó enfermo a tiempo… Afor-tunadamente no tuvo que pasar por la vergüenza de ver su apellido arrastrado…»

Las manos de Marina tiemblan. Las esconde bajo la mesa: las aprieta una contra la otra para evitar que Germán perciba ese temblor.

– Pregunté entonces a qué se referían. No podía imaginar a mi marido quejándose de la vida cuando la vida había sido un manojo de promesas para él. Recordaba sus cruceros H.S., sus continuos viajes, sus innumerables proyectos siempre realizados con éxito… Era absurdo oírle decir a mi cuñada que Rogelio «había sufrido» cuando todavía nada hacía prever su sufrimiento.

Y el temblor de las manos le crece, le sube a los brazos, le llega hasta la garganta. Carraspea y mira hacia el hueco que ha dejado la señora gorda:

– Entonces tomó la palabra el tío Lorenzo: era el cabeza de familia -aclara-. Me expuso, sin rodeos, que Rogelio había muerto sin testar. Bien: lo aceptaba. Dije: «Eso no tiene importancia.» Yo ignoraba las leyes. Además aunque no las hubiera ignorado, jamás hubiese podido imaginar que, habiendo sido su mujer, pudieran dejarme en la estacada… Pero entonces el sillón rojo volvió hablar: «Celebro que pienses así, porque, de ahora en adelante, tú no pertene-cerás a la familia…», dijo.

El rostro de Germán se ensombrece. También él respira hondo. También él esconde las manos.

– De pronto lo vi todo claro -sigue diciendo Marina-. Lo que aquella gente estaba intentando justificar, era mi exclusión del clan Cebrianístico. De hecho yo sobraba y necesitaban echar mano de una excusa para sacudirme.

Se detiene. Se encoge de hombros. Esboza una mueca condescendiente y continúa explicando:

– El juez tomó la palabra. Me dijo con aire sentencioso: «Se ha nombrado un consejo de familia para administrar los bienes de sus hijos. Entrarán en posesión de una considerable fortuna el día que cumplan la mayoría de edad.» Y terminó preguntando: «Supongo, doña Marina, que no tendrá usted nada que objetar.»

No había objetado. Cuando se recibe una bofetada, tampoco se objeta. Se sufre. Se siente el ardor en las mejillas y se repliega uno en sí mismo. En torno a Marina todo se había vuelto oscuro: negro como los trajes de aquellas gentes.

– A pesar de todo, no podía comprender la causa directa de aquel atropello, de aquel odio evidente… No era lógico suponer que aquella medida había sido adoptada por culpa de un descuido de Rogelio. Era lo mismo que si estuvieran faltando a su memoria… -cierra los ojos, mueve la cabeza, se olvida de que Germán está frente a ella. Dice luego-: Debía de haber algo más, algo que se me iba de las manos… Todo lo evidenciaba: el modo que habían tenido de acorralarme, la dureza de aquellas expresiones, la frialdad con que me habían planteado el problema… Al parecer lo tenían todo previsto, todo organizado… Adiviné que aquella maniobra había sido planeada mucho antes de que Rogelio muriese…

Marina comprende que la voz se le quiebra. Debe dominarla. No puede dejarse llevar por aquel maldito recuerdo. No debe sentir compasión de sí misma. Se dice que no es bueno compadecerse. En seguida se apodera de uno la inestabilidad y el desaliento, y la personalidad se resquebraja.

– ¿Por qué no te defendiste? -pregunta él.

– Lo intenté. Pero fue peor, mucho peor.

Marina duda: teme que lo que va a decir resulte demasiado patético. Hay que cuidar el planteamiento. La forma de exponer las situaciones suele influir en los resultados. Por eso medita, toma aliento. Dice luego con voz ecuánime:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Adagio Confidencial»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Adagio Confidencial» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Mercedes Lackey - Crown of Vengeance
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Sacred Ground
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - To Light A Candle
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Reserved for the Cat
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Moontide
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Owlsight
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Exile's Valor
Mercedes Lackey
Mercedes Salisachs - Goodbye, España
Mercedes Salisachs
Mercedes Salisachs - La gangrena
Mercedes Salisachs
Mercedes Salisachs - El cuadro
Mercedes Salisachs
Отзывы о книге «Adagio Confidencial»

Обсуждение, отзывы о книге «Adagio Confidencial» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x