Mercedes Salisachs - Adagio Confidencial

Здесь есть возможность читать онлайн «Mercedes Salisachs - Adagio Confidencial» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Adagio Confidencial: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Adagio Confidencial»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

FINALISTA DEL PREMIO PLANETA 1973
La gangrena es más fruto del oficio que de la brillantez, este Adagio confidencial habla del reencuentro, veinte años después, entre Marina y Germán. Abundante diálogo, ambiente burgués, ciertos golpes de efecto que la acercan al folletín y también fácil y amena lectura son las señas de identidad que siguen fieles muchos lectores.

Adagio Confidencial — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Adagio Confidencial», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Así que Rosario y Tina se hicieron amigas?

– No -rectifica ella -, Rosario era incapaz de tener amigas: tenía sombras. Eso era Tina para ella: una sombra cada vez más imprescindible. Había descubierto que Rosario podía proporcionarle lo que ella jamás había tenido: lujo, comodidades, caprichos, viajes… y, sobre todo la aprobación de Rogelio. Ése era el punto crucial. Con su admirable intuición de tonta había comprendido que, al arrimarse a Rosario, tenía asegurada la admiración de su hermano. ¿Te he dicho alguna vez que Rosario y Rogelio eran esencialmente consustanciales?

Germán no contesta. Fuma, sacude la ceniza y respira hondo:

– Llegó un momento en que casi me alegró saber que mi cuñada y mi mejor amiga eran inseparables. Era una especie de garantía para mí. Rosario siempre me había considerado «funesta» para la familia. Se le había metido en la cabeza que yo me había casado con su hermano por razones económicas. Por eso me alegré de que Rosario fuera amiga de Tina: «Ahora sabrá que esa idea era equivocada», pensaba yo.

Marina toma aliento: lo necesita para explicar la historia de aquel pobre y maltrecho limbo suyo.

– Sin embargo, aquella «garantía» se convirtió pronto en un verdadero infierno. El conflicto que iba creando era cada vez más arrollador: lo ponía todo en carne viva, provocaba crisis que yo no me explicaba, que ni siquiera Tina sabía explicarme y que, de vez en cuando, le hacían exclamar: «Tu cuñada está loca; completamente loca.»

Era entonces cuando Marina le suplicaba a Tina que no rompiese su amistad con ella. «Sobre todo, no me defiendas… Eso la saca de quicio. Llévale la corriente…» Y Tina fingía sacrificarse: «Por tratarse de ti: sólo por tratarse de ti, Marina…»

– Fue una jugada maestra. Una de esas jugadas que salen «por casualidad» y que de ha-ber sido realizadas por gentes inteligentes, quizás hubieran fracasado. Pero la intuición es siempre superior al talento.

Marina vuelve a mirar la calle. Ceñuda, dice súbitamente:

– ¡Vaya día! Ahora, la niebla.

Germán no se mueve. Quizás haya comprendido que Marina busca una excusa para desviar el tema.

– También aquí hay niebla -dice él.

Marina finge no entenderlo.

– ¿Quieres que encienda?

– Sería inútil. La oscuridad persistiría.

Marina se da por aludida. No hay razón para seguir fingiendo.

– De todos modos, la penumbra es buena consejera: la luz excesiva ciega, aturde, en-gaña.

– Lo ideal seria el término medio.

Guardan silencio unos instantes. Ambos se sumergen de nuevo en las tinieblas de otros tiempos, de otras primaveras parecidas a la actual, grises, opacas, lluviosas y repletas de incógnitas que nunca consiguieron aclarar.

– El caso es que, al alejarme tanto de mi familia, al darme cuenta de la hostilidad que formaban en torno a mi, me agarré a Tina desesperadamente. Creo que, por aquella época, le confié hasta el rincón más oculto de mi vida.

– ¿Y ella? ¿Cómo reaccionaba?

– Puedes suponerlo: se ponía de mi parte. Más aún: varias veces fue Tina la que me ayudó a encontrarte de nuevo…

Habían sido encuentros furtivos, entrevistas falsamente casuales: ni uno ni otro confesaban nunca haberlas proyectado.

– A veces el «término medio» puede ser también un error -dice Marina.

Y recuerda la estéril preparación de aquellos encuentros: siempre breves, sin conti-nuidad, sazonados de temor y de desaliento.

Tina había sido en casi todos ellos el lazo de unión: el hada buena que cultivaba las coincidencias: «Si quieres ver a Germán, no dejes de acudir a tal sitio…» Ella misma la acom-pañaba. Ella misma se ofrecía, desinteresadamente, a provocar el lance. Nunca fallaba. Tina sabía manejar los resortes de la intriga con verdadero acierto.

Al principio los encuentros resultaban violentos. El recelo de ambos los mantenía a distancia. La posibilidad de que uno hubiese podido olvidar al otro, los acoquinaba. Se ten-dían la mano fríamente, como dos conocidos «sin recuerdos», como dos amigos distanciados. Luego adquirían confianza. Se explicaban sus andanzas, sus vacíos… Y cuando venía el mo-mento de separarse, surgía el ritornello: el leitmotiv que nunca acababa de morir: «Por muchos años que transcurran…»

Y el adiós. El eterno y repetido adiós que volvía a desconectarlos, a crear tiempo y leja-nía entre ambos. Así habían pasado años y años. Así se habían sumergido ambos en aquel «término medio» que no admitía presencias, pero que tampoco las rechazaba.

– Un día Tina me comunicó que te habías separado de Bruna.

Aquella separación había sido la comidilla del año. Ya nadie se acordaba del episodio de la mano. Habían caído demasiados inviernos sobre él.

– Fue el año del piojo verde -bromea ella-. Excuso decirte los chistes que se inventa-ron a propósito de aquel virus y de tu separación…

Sin embargo, para Marina había sido más fácil defenderse contra el peligro del piojo verde que contra el peligro de aquella noticia. A veces pensaba: «Ahora Germán volverá y yo no sabré cómo eludirlo…» Pero Germán se había mantenido alejado. Más alejado que nunca.

– Al poco tiempo me enteré de que vuestra separación la había provocado otra mujer.

– Era cierto. Pero duró poco. Nuestra posible separación venía coleando hacía ya mu-cho tiempo.

– Lo sé: también sé que no había sido la única…

– ¿Te desilusionaste?

– Un poco. Me causaba mucha pena saberte tan hundido, tan atrapado por los conven-cionalismos de la gente…

– Mientras tanto, ¿tú qué hacías?

– Vegetaba.

Y se ve a sí misma metida de lleno en el abandono de Rogelio. Había comenzado la fase de sus viajes. Aquellos viajes que la iban dejando cada vez más sola y desorientada.

Ella no entendía aquel empeño de Rogelio en salir constantemente de viaje. Tampoco entendía las desapariciones de Tina ni las perpetuas indirectas de Rosario: «Algún día sabrás lo que estás perdiendo…» Le decía con aire misterioso.

Y percibía los aguijones de la incógnita sin que pudiera hacer nada para eludirlos. Los soportaba como algo inevitable: una molestia más, parecida a las restricciones eléctricas o a la escasez de gas…

– Fue entonces cuando encontraste a otro hombre, ¿no es cierto?

Marina lanza su cigarrillo al fuego. Pregunta con expresión impasible:

– ¿Qué te obliga a suponer semejante cosa?

– Deducciones. Por ejemplo: ¿por qué no pleiteaste cuando te quedaste viuda? ¿De qué tenías miedo?

Marina baja la vista. Vuelve a contemplar la alfombra. Vuelve a pensar que ha envejeci-do demasiado.

– Yo no te he hablado de miedo. Te he dicho solamente que, de iniciar el pleito, lo hubiera perdido. Me faltaban medios económicos… Rosario se las hubiera ingeniado para evitar que lo ganase.

– Eso está por ver. Yo, como abogado, nunca te hubiera permitido que cedieras.

Marina mueve la cabeza de un lado a otro. Cierra los ojos. Dice:

– Era mejor no levantar la liebre.

– ¿Por qué? Al fin y al cabo, tenías tres hijos.

– Ellos no salieron perjudicados. El Juez nombró un Consejo de familia para adminis-trar sus bienes. Cada uno de ellos ha heredado al cumplir la mayoría de edad.

– Lo que me faltaba oír -exclama Germán escandalizado-. De modo que te quitaron hasta el derecho a la administración…

Asiente ella, sin palabras, las manos pegadas a los brazos del sillón.

– Los Cebrián eran poderosos. Hubiera sido inútil luchar. Afortunadamente, no me quitaron los hijos. Sólo administraron sus bienes…

Germán la mira asombrado. Incapaz de comprender lo que le está diciendo. Marina piensa: «O deja de mirarme así, o voy a acabar gritando.»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Adagio Confidencial»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Adagio Confidencial» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Mercedes Lackey - Crown of Vengeance
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Sacred Ground
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - To Light A Candle
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Reserved for the Cat
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Moontide
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Owlsight
Mercedes Lackey
Mercedes Lackey - Exile's Valor
Mercedes Lackey
Mercedes Salisachs - Goodbye, España
Mercedes Salisachs
Mercedes Salisachs - La gangrena
Mercedes Salisachs
Mercedes Salisachs - El cuadro
Mercedes Salisachs
Отзывы о книге «Adagio Confidencial»

Обсуждение, отзывы о книге «Adagio Confidencial» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x