Auður Ólafsdóttir - Rosa candida

Здесь есть возможность читать онлайн «Auður Ólafsdóttir - Rosa candida» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Rosa candida: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Rosa candida»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El joven Arnljótur decide abandonar su casa, a su hermano gemelo autista, a su padre octogenario y los paisajes crepusculares de montañas de lava cubiertas de líquenes. Su madre acaba de tener un accidente y, al borde de la muerte, aún reúne fuerzas para llamarle y darle unos últimos consejos. Un fuerte lazo les une: el invernadero donde ella cultivaba una extraña variedad de rosa: la rosa cándida, de ocho pétalos y sin espinas. Fue allí donde una noche, imprevisiblemente, Arnljótur amó a Anna, una amiga de un amigo. En un país cercano, en un antiguo monasterio, existe una rosaleda legendaria. De camino hacia ese destino, Arnljótur está, sin saberlo, iniciando un viaje en busca de sí mismo, y del amor perdido.

Rosa candida — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Rosa candida», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Casi estoy esperando que me pregunte cuántas veces pienso sobre el cuerpo y el sexo. En realidad, podría imaginarme hablar de esas cosas con él, pero es preferible comenzar hablando de algo más esencial y más controlable que el sexo. Pero si me preguntara lo mismo que ahora, le diría «igual que sobre la muerte. De siete a once veces al día». Según va avanzando el día, los pensamientos sobre el cuerpo van sustituyendo a los pensamientos sobre la muerte, podría añadir.

Si me hubiera preguntado por las plantas, habría respondido algo parecido. Pienso en las plantas tanto como en el sexo y la muerte. Pero lo que pregunta es:

– ¿Qué edad tienes?

– Veintidós -sólo Dios sabe lo que pasa por la mente de mi interlocutor. Va a por una botella y llena dos vasos con un líquido transparente.

– Aguardiente de pera -explica. Luego continúa-: Son muy pocos los que se toman el tiempo suficiente para pensar en la muerte. Luego están también los que no tienen tiempo para morir. Ese grupo no hace más que crecer. Eres muy maduro, joven.

– Ojalá cuando muera haya acumulado más experiencia y me haya encontrado a mí mismo.

– La gente se pasa la vida buscándose. Nadie logra encontrar la respuesta definitiva. Y lo cierto es que no me da la sensación de que estés en las últimas -sonríe.

– Naturalmente, todos morimos algún día -digo yo-, aunque la mayoría parece morir o demasiado tarde o demasiado pronto, nadie en el momento adecuado.

– Sí, eso es cierto, todos moriremos pero nadie sabe cuándo ni cómo -dice el sacerdote, vaciando su vaso de un solo trago-. Se nos da un tiempo, a algunos les llega el aviso con más antelación que a otros, en el caso de algunos es cosa vista y no vista. Y luego llega un momento en que el tiempo se mide en cuartos de hora, finalmente en minutos. Todos estamos en lo mismo.

Hay una mosca revoloteando por la habitación, la oigo más que la veo. El padre Tomás se levanta, va hacia la ventana abierta y el zumbido desaparece.

– ¿La ha matado?

– No, la he echado -dice mi padre espiritual.

– Y después de morir permanecemos solamente un breve tiempo en la memoria de quienes siguen viviendo -digo.

– Eso no es siempre así, ahí tienes a Goethe.

El padre Tomás vuelve a llenar los vasos.

– Sí, pero los que no son Goethe…

– Salta a la vista que eres un joven muy sensible y lleno de compasión -me da unas palmadas en la espalda, luego deja la botella y se sienta. Está en silencio un breve rato-. ¿No tienes penas de amores?

La pregunta me deja desconcertado.

– No, pero tengo una hija. Es entonces cuando uno sabe que morirá.

– Comprendo.

Vuelve a producirse otro largo silencio en la habitación. No hay forma de saber lo que puede estar pensando el religioso.

– Estoy intentando beber menos -dice al fin-. Pero todavía no he empezado a beber en soledad, de modo que a fin de cuentas no tengo por qué preocuparme.

Se ha puesto de pie, lo que quiere decir que el rato de reunión ha concluido. Tampoco yo soy persona dada a las conversaciones demasiado largas.

– Otra tarde tenemos que ver El séptimo sello -dice-, así podremos seguir hablando de la muerte.

Capítulo 39

Al cabo de dos semanas descubro una pequeña librería en un callejón de la calle mayor, a pocos metros de la hospedería. Estoy pensando más que nada en buscar algo de lectura sobre el peculiar dialecto local, pero también hay tarjetas postales con fotos de la iglesia de piedra, que seguramente le gustarían a Jósef. Miro algunos libros que hay sobre la mesa, abro uno o dos de ellos y hojeo otros tantos. Entonces descubro una cubierta color violeta con una flor pálida, la peculiar forma de la corola recuerda a la rosa de ocho pétalos de mamá. Cuando abro el libro, no tiene ilustraciones en las páginas, solamente texto.

– ¿Jardinería? -pregunto a una chica que está paseando por la librería y mirándome. Podría ser la hija del dueño, que está sentado a la caja, los dos tienen rasgos faciales muy semejantes.

– No, novela -dice, y se ruboriza. Es la primera mujer de mi edad con la que trato personalmente en la aldea.

Claro que he estado planteándome posibles vías de conocer a los lugareños y de aprender este dialecto moribundo, la dificultad radica, naturalmente, en que el trabajo en el jardín lo hago en soledad y en silencio y no me proporciona muchas oportunidades de practicar el idioma.

¿Y si pusiera un anuncio en la librería, diciendo que deseo clases particulares de este idioma en peligro de extinción? Quizá la hija del dueño me informaría al instante, incluso antes de pegar el anuncio, de que ella misma podría encargarse los miércoles después del trabajo.

«Ese día cerramos a las seis en vez de a las ocho.»

Capítulo 40

Aunque yo preferiría trabajar en el jardín todos los días, el padre Tomás insiste en que me tome los domingos libres, así que tengo que encontrar algo que hacer. Ya he cambiado los macizos de rosas para que recuperen su disposición original y he rehecho la distribución de los colores, he podado los setos y arbustos que bordean el antiguo sendero, he limpiado a fondo el estanque del centro del jardín y he atado las rosas trepadoras a las que se les permite seguir existiendo en las paredes del ala norte del monasterio. Después de planificar el trabajo de la semana que viene, leo libros que saco en préstamo de la biblioteca de los monjes. Los domingos, la sesión de cine en la habitación del padre Tomás es muy temprano, así que tengo que pasar solo el resto de la tarde.

A fuer de ser sincero, no puedo decir que me sienta solo, aunque desde luego hay ratos, sobre todo debajo del edredón, bueno, de la sábana y la manta, que es lo que se usa aquí, en los que me gustaría tener alguien que me acompañara a casa. A veces me resulta difícil dormir, siento como si me faltara algo ese día, y no quiero que se acabe aún. Exactamente igual de difícil que imaginarme que rompo una relación sentimental con otra persona. Aunque pienso de cuando en cuando en mi hija, y más raramente en su madre, no puedo decir que eche de menos a nadie de casa. Mi hija es aún demasiado pequeña para necesitarme.

Sigo siendo el extranjero, aunque estoy empezando a empaparme de la vida que me rodea, los sonidos de la aldea se van filtrando poco a poco dentro de mí, y mi mundo y el de los demás ya no están tan completamente distanciados.

Algunos lugareños han empezado a saludarme por la calle. Aparte del padre Tomás, al que veo todos los días, la primera es la chica de la librería. También he empezado a comprender un poco el idioma: después de dos semanas hay como diez palabras que he oído más de una vez y cuyo significado ya conozco; a las tres semanas destacan ya una veintena de palabras nítidamente, como una roca pulida por el viento que resalta entre materiales más blandos. Luego intento armonizar los tiempos verbales y expresarme de modo comprensible, y noto que voy haciendo progresos. Cuando pido trece postales de la iglesia, porque tengo que practicar los numerales cardinales, la chica de la librería se ríe. Entretanto, su padre está sentado delante de la caja repasando las cuentas en una hoja de papel cuadriculado. Mientras prepara las postales, la chica me pregunta algo que debía de tenerla muy intrigada: ¿soy yo el chico del jardín del convento? Otras personas ya me habían preguntado qué estaba haciendo en un lugar tan apartado. Luego se vuelve hacia su padre, asiente con la cabeza y le dice unas palabras que no entiendo. Pero sé que está confirmando las sospechas, porque los dos me miran y asienten con la cabeza.

Guardo la frase en la memoria y cuando llego a la habitación busco las palabras en el diccionario.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Rosa candida»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Rosa candida» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Auður Ólafsdóttir - The Greenhouse
Auður Ólafsdóttir
Auður Ólafsdóttir - Butterflies in November
Auður Ólafsdóttir
Yrsa Sigurðardóttir - Het laatste ritueel
Yrsa Sigurðardóttir
Yrsa Sigurdardóttir - The Day Is Dark
Yrsa Sigurdardóttir
libcat.ru: книга без обложки
Yrsa Sigurðardóttir
Yrsa Sigurðardóttir - Ladrón De Almas
Yrsa Sigurðardóttir
Karen Rose - Count to Ten
Karen Rose
Karen Rose - Cuenta hasta diez
Karen Rose
Rosa Beltrán - Rosa Beltrán
Rosa Beltrán
Morgan Rice - Cinta
Morgan Rice
Отзывы о книге «Rosa candida»

Обсуждение, отзывы о книге «Rosa candida» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x