Auður Ólafsdóttir - Rosa candida

Здесь есть возможность читать онлайн «Auður Ólafsdóttir - Rosa candida» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Rosa candida: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Rosa candida»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El joven Arnljótur decide abandonar su casa, a su hermano gemelo autista, a su padre octogenario y los paisajes crepusculares de montañas de lava cubiertas de líquenes. Su madre acaba de tener un accidente y, al borde de la muerte, aún reúne fuerzas para llamarle y darle unos últimos consejos. Un fuerte lazo les une: el invernadero donde ella cultivaba una extraña variedad de rosa: la rosa cándida, de ocho pétalos y sin espinas. Fue allí donde una noche, imprevisiblemente, Arnljótur amó a Anna, una amiga de un amigo. En un país cercano, en un antiguo monasterio, existe una rosaleda legendaria. De camino hacia ese destino, Arnljótur está, sin saberlo, iniciando un viaje en busca de sí mismo, y del amor perdido.

Rosa candida — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Rosa candida», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ese es el problema -le digo a la mujer-, no sé qué me apetece.

Sospecho que no se debe de poder llegar mucho más bajo en la escala de valores de un restaurante en medio del bosque, no saber siquiera lo que apetece comer. La mujer mueve la cabeza, comprensiva.

– Tomaré lo que usted me aconseje -le digo para acabar de una vez con el tema. La señora parece satisfecha, no es la primera vez que le pido a una mujer que decida por mí.

– Confíe en mí -me dice, parece a un tiempo misteriosa y tranquilizadora-, no se verá decepcionado.

Tras un breve rato yo solo en el comedor, debajo de la cabeza de ciervo, vuelve la mujer con un plato y una botella de vino. Resulta ser el primero de muchos platos. Llena uno de los vasos.

– Me he tomado la libertad de elegir también el vino -dice-, que le aproveche -se aparta un poco mientras observa mi reacción-. ¿Qué le parece? -pregunta.

– Muy rico -respondo, con la boca llena de paté templado con salsa de setas silvestres.

– Eso pensé -trae la foto de un erizo para mostrarme el origen del paté. A continuación del paté de erizo van llegando al menos otros tres entrantes, un paté tras otro, paté de jabalí, paté de pato y paté de hígado de oca, seguidos por tres especialidades del restaurante del bosque: asado de gamo, entrecot de alce, pata de ciervo, un plato de carne seguido por otros. Según la colección de fotos de la mujer que acompaña a cada plato, todo, literalmente todo lo que sirven, procede del bosque. Los platos no llevan mucha guarnición de verdura, en cambio hay salsas y pan. La mujer no está dispuesta a ceder y tengo que beberme un vaso de vino con cada nuevo plato. Ella y su marido son muy cordiales y me hacen preguntas que yo intento responder lo mejor que me permiten mis conocimientos de la lengua. Cada vez que presentan un plato nuevo creo que es el último y que la cena ha terminado. El hombre me pregunta adonde me dirijo, y se lo digo. De vez en cuando aparece por el comedor una chica de mi edad que entra y sale y no me quita ojo, veo que lleva falda de lunares. Tengo la sensación de que toda la familia me está observando, que aquí hay gato encerrado.

Pero lo único que puedo decir es que la cena es exquisita y la cuenta ridículamente baja. Como he bebido demasiados vasos de vino para poder seguir mi camino, pregunto a la mujer si hay alguna pensión en el bosque. Resulta que el piso superior de la casa es un hostal, de modo que recojo la mochila y saco las plantas del maletero. La familia me observa mientras subo las escaleras y el marido me pregunta si me dedico a la jardinería, y yo le respondo que, bueno, se puede decir que sí. La mujer dice que puedo abonar la cena por la mañana, y después de beberme un vasito de licor de arándanos, obsequio de la casa, riego las plantas por última vez, me lavo los dientes, me desnudo y me meto debajo de las blanquísimas sábanas.

Capítulo20

Cuando bajo por la mañana estoy aún empachado de la cena, pero ya me tienen preparada la mesa del desayuno debajo de la cabeza de ciervo; en una panera hay pan hecho en casa, tres tipos de bollo, mermelada casera, de bayas del bosque, según me explica la mujer, dos huevos pasados por agua, varias lonchas de fiambre y lo que quedó del paté de erizo de anoche, o eso me parece. En cuanto me siento, llega la señora con zumo de fruta, café y leche hervida y me pregunta si tomaré una taza de chocolate caliente después del café. La chica está sentada a una mesa al otro lado del comedor, donde la colección de escopetas, bebiendo leche caliente en un tazón. Lleva en el pelo una cinta roja y no veo si sigue con la falda de lunares. No hay más clientes desayunando. Cuando acabo de meter mis cosas en el coche, me dispongo a pagar el banquete de la cena, el alojamiento y el desayuno. La cantidad que aparece en la cuenta es la misma que para la cena, no veo ningún extra por el alojamiento. Si no tuviera algo tan importante que hacer, podría vivir estupendamente pasando largas horas en el bosque con mi sueldo de varios meses como marinero. Después de pagar, y cuando acabo de poner en marcha el Opel y me dispongo a dar la vuelta en el callejón, veo al propietario del restaurante que baja por las escaleras haciéndome señas. Bajo la ventanilla.

– La cuestión -dice- es que tengo una persona que necesita que la lleven, si se puede decir así.

Aquello me pilla completamente por sorpresa y me pierdo con el idioma, no encuentro las palabras adecuadas para expresar, en una única frase, primero una negativa amable y después la disculpa y la justificación de la negativa; habría sido preciso echar mano del diccionario.

– Bueno, la persona en cuestión es mi hija. Estudia arte dramático en una ciudad a un paso de aquí y había venido a casa para el fin de semana. Yo no puedo llevarla, esta tarde esperamos unos clientes.

– ¿A qué distancia está?

– Trescientos cuarenta y cuatro kilómetros en total -responde el padre, que parece acostumbrado al paseo.

Ha tenido tiempo de sobra para estudiarme mientras me enfrentaba a los platos de la casa y ahora me considera digno de confianza para llevar a su hija a su escuela de arte dramático. Quizá es que tengo aspecto inocente, con mi pelo rojizo y mi cara limpia y juvenil (uso las palabras que habría empleado mamá). Pero nadie debería juzgar a nadie solamente por su aspecto, mis obsesivas ideas sobre el cuerpo no se me notan por fuera. No es poco el tiempo que se tarda en recorrer trescientos cuarenta y cuatro kilómetros con una joven actriz desconocida. La familia ha planificado la cuestión con exquisito cuidado y no me deja mucho margen para rechazar la compañía. Mientras sigo sin poder articular palabra y busco una respuesta gramaticalmente correcta, la chica sale corriendo de la casa, con el pelo al viento, se ha cambiado la cinta roja por otra negra. Lleva un abrigo corto violeta con un ancho cinturón y en la mano una bolsa, de modo que está lista para ponerse en camino. Mientras llega al coche se recoge el pelo en una especie de moño y lo sujeta con una gomita. Luego le da a su padre dos besos en cada mejilla e intercambian unas cuantas frases. No sé exactamente lo que hablan, pero el padre entra en la casa y ella me dice «espera» y me hace una señal de que aún falta algo. Cuando el padre vuelve a salir, lleva en los brazos una caja que parece bastante pesada y me hace con la cabeza indicación de que abra el maletero para dejar allí su cargamento.

– Es para ti -traduce la chica. Primero quiere enseñarme el contenido, de modo que el padre se acerca a mí con la caja en brazos y la inclina un poco. Cuento doce botellas de vino tinto «de cosecha propia», dice la chica. En las etiquetas de las botellas hay un precioso dibujo a pluma de la iglesia parroquial y debajo está el apellido del productor. Yo diría que anoche me bebí una o dos de esa misma clase.

– No puede ser menos, por llevarla -dice el padre.

Así que la chica vale una docena de botellas. El padre quiere meter en el maletero su cosecha propia, pero cuando le señalo que no hay sitio, por las plantas, y después de echar un vistazo al coche, decide dejar la caja en el suelo, delante de los asientos traseros. Luego se presenta otra vez en el lado del conductor y llama con dos dedos sobre el cristal. Vuelvo a bajar el cristal y él mete el brazo por la ventana con algo doblado en la mano, que empuja en la mía para que lo coja. Son billetes.

– Comida y alojamiento son obsequio de la casa, y el resto es para gasolina -dice con gesto jovial-. Le deseo un buen viaje.

Las piernas entran en el coche con un movimiento lateral y la hija envía a su padre un nuevo beso, esta vez con la mano, ya se ha despedido de su madre en la escalera. Luego se despiden con la mano y veo al padre alejarse por el espejo retrovisor mientras tomo el desvío. La hija va de rodillas mirando hacia atrás en el asiento delantero, sus caderas a la altura de mi hombro, hasta que su padre se pierde de vista. Tardo muy poco en lamentar, en la generosidad del momento, haber aceptado que me endosaran a la chica.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Rosa candida»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Rosa candida» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Auður Ólafsdóttir - The Greenhouse
Auður Ólafsdóttir
Auður Ólafsdóttir - Butterflies in November
Auður Ólafsdóttir
Yrsa Sigurðardóttir - Het laatste ritueel
Yrsa Sigurðardóttir
Yrsa Sigurdardóttir - The Day Is Dark
Yrsa Sigurdardóttir
libcat.ru: книга без обложки
Yrsa Sigurðardóttir
Yrsa Sigurðardóttir - Ladrón De Almas
Yrsa Sigurðardóttir
Karen Rose - Count to Ten
Karen Rose
Karen Rose - Cuenta hasta diez
Karen Rose
Rosa Beltrán - Rosa Beltrán
Rosa Beltrán
Morgan Rice - Cinta
Morgan Rice
Отзывы о книге «Rosa candida»

Обсуждение, отзывы о книге «Rosa candida» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x