Lan Chang - Herencia
Здесь есть возможность читать онлайн «Lan Chang - Herencia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Herencia
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Herencia: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Herencia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Herencia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Herencia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Casi todo el mundo le coge cariño a alguien. ¿Por qué iba a ser diferente Deng Xiansheng?
– Es completamente ridículo. ¿Es que no tiene vergüenza? Pero si casi le triplica la edad…
– Más viejo no siempre quiere decir malo -dijo Hu Mudan-. Llegará un día en que necesite un hombre que la cuide.
– Ya lo sé. Pero es tan retrasada que me hace dudar. ¿Quién estaría dispuesto a aguantarla? ¿Quién podría saber lo que se trae entre manos, y cómo manejarla?
– Las apariencias engañan. Y en cuanto a un posible matrimonio, a tu padre igual se le ocurre algo.
Junan arrugó el ceño, pero Hu Mudan estaba cosiendo la suela de sus zapatos, afable y ajena al asunto. Hu Ran lo observaba todo desde la jofaina, sin hacer el menor ruido.
– Los contactos de mi padre ya no son lo que eran. -Reflexionó por unos instantes-. Pero lo de la caja de caramelos es un insulto. Es un insulto para todos nosotros que Deng Xiansheng haya podido pensar que toleraríamos semejante apego, por más que Yinan sea retrasada para su edad, y nada guapa. -Junan vio cómo el dedal de Hu Mudan empujaba la gruesa aguja a través de las capas de tela-. Y en buena parte es culpa de ella. ¿Cómo va a pensar nadie que nos importa lo que se trae entre manos, si no se pone ni una sola de las prendas nuevas que me tomé la molestia de encargarle? Y no cuida de sus cosas. Lo tiene todo ajado y arrugado. Parece una lechuga revenida.
– Es que no le gusta ponerse ropa almidonada -dijo Hu Mudan.
– Cada día es más rara.
– No -repuso Hu Mudan sin alterarse-, sigue siendo la misma.
– No se pone nada nuevo hasta que no lleve seis meses metido en el cajón. No le da la gana de aprender a llevar la casa, ni a bordar ni a comportarse. Lo único que hace es leer, escribir y hablar con el pollo ese.
No era rigurosamente cierto, pero andaba cerca. Yinan metía de tapadillo al pollo en casa y, a veces, al pasar por delante de la habitación de Junan, ésta la oía sincerarse con Guagua o preguntarle si quería beber agua. Y entonces se irritaba con Yinan, cuyo comportamiento tanta gracia le hiciera en el pasado. Si su hermanita era lo bastante mayor como para tener admiradores, ya no podía seguir defendiéndola.
Entró corriendo en el cuarto de Yinan.
– Tarde o temprano -le dijo-, te casarás. Entre tanto no puedes ir por ahí aceptando regalitos de pobretones con cabeza de chorlito.
Yinan no respondió.
– Voy a hablar con papá de tu matrimonio. Ya tienes casi dieciséis años.
Mientras esperaba a que dijese algo, Junan volvió a notar que su hermana no había aprendido lo importante que era ocultarles los sentimientos a los seres queridos. Ahora parecía intrigada y asustada a la vez.
– Yo no me quiero casar -dijo.
Aunque estaba bien visto que las chicas afectasen renuencia, Junan tenía claro que en el caso de Yinan no era fingida. No era lo bastante despierta como para saber fingir. Junan frunció el entrecejo a fin de ocultar lo perpleja que estaba. Mirando la cabeza gacha de su hermana y sus lustrosas trenzas, se sintió como si tratase de entablar conversación con una desconocida.
– Tienes que aprender a ser mujer -dijo.
– ¿Cómo son las mujeres?
Junan meditó la respuesta.
– Son pacientes -explicó-. Son astutas y, sobre todo, son cuidadosas, xiaoxin. Me gusta pensar en lo que significan esos dos caracteres: «corazón pequeño».
Yinan no movía un dedo.
– Lo cual significa que has de ser precavida. No debes tener amistades poco apropiadas con ningún hombre.
– Entonces, ¿cómo voy a encontrar a nadie?
– ¿Me estás diciendo que quieres casarte por amor?
Yinan no respondió.
– Tú has visto demasiadas películas -dijo Junan antes de salir del cuarto.
Mientras bajaba las escaleras, decidió aparcar el misterio de Deng Xiansheng. Xiaoxin. Debía tener un corazón pequeño. Junan había leído en el periódico que había chinas jóvenes que leían a Marx, se afiliaban a los movimientos comunistas clandestinos y practicaban el amor libre. Otras, en cambio, eran analfabetas y se deslomaban en el campo para ganarse la vida, una vida antediluviana y miserable. En el ojo de este huracán de cambio, Junan planeaba su trayectoria. Se había embarcado en el matrimonio con unos objetivos personales muy claros: no esperaba llegar a amar a su marido, ni depender de él jamás para su felicidad o bienestar económico.
Visto así, su propio matrimonio prometía. El hecho de que Li Ang no tuviese familia tenía sus ventajas. Como era huérfano, ella podría seguir viviendo con su propia familia. A diferencia de las demás esposas, no tendría que rendirle pleitesía a ninguna suegra marimandona. Podía fabricarse su propio matrimonio, más moderno, libre del trato despiadado y de la terrible soledad que suponía ser la nueva nuera de una gran familia. El trabajo de Li Ang era peligroso, pero la amenaza de una guerra civil había remitido ahora que comunistas y nacionalistas habían firmado una tregua. Ya se encargaría ella de convencerlo de que se buscase un puesto más seguro como oficial del Estado Mayor.
Se convencía a sí misma de que Li Ang era inferior a ella. Era bastante listo, pero nada refinado. Ah, veía su hermoso rostro, su estatura y fortaleza, su don para agradar a los demás; sabía que su marido llegaría a ser alguien. Pero de momento era un soldado y su familia, unos pelagatos. No tenían más que la tienducha del tío, hecha una ruina. Daba por sentado que Li Ang era consciente de su inferioridad respecto a ella y que, por tanto, se mostraría más receptivo a la orientación de su esposa. Junan se aferraba a esta doble ventaja: el matrimonio con Li Ang le había granjeado seguridad, y su familia política era de tan baja estofa que le sería imposible enamorarse de él de todo corazón. Lo cual la mantendría a salvo del destino que había acabado con su madre. No, ella tendría cuidado. Sabía lo arriesgado que era apegarse en exceso, lo peligroso que sería llegar a desear que el hombre con quien se había casado le fuese leal.
Lo de dejar que Yinan se buscase un pretendiente por su cuenta era una idea absolutamente inaceptable. Carecía de la más mínima experiencia con los hombres; era tímida hasta decir basta. Además, Junan no se fiaba de su criterio. Podría estar dispuesta a casarse con alguien sólo porque le daba pena, o por cualquier otro motivo disparatado. Junan no quería ver a su hermana condenada a la pobreza a resultas de una elección sentimental.
Como mujer casada que era, tenía todo derecho a abordar el tema con su padre. Al día siguiente, después de cenar, fue a su habitación. Cuando le explicó la situación, vio cómo se le dibujaba en la cara una inconfundible mueca de hastío y Junan dudó de si no estaría pidiéndole más de la cuenta.
– Su hermano mayor me debe dinero -dijo su padre, refiriéndose a Deng Xiansheng-. Por eso le da clases particulares a Yinan sin cobrar.
– Si se promete con alguien, ya no necesitará más clases particulares.
Su padre asintió con la cabeza.
– ¿Y los Chen? -preguntó Junan.
– Ese chico es todavía peor que ella. Déjame que me lo piense.
Pero en los días siguientes no hizo mención a Yinan, y Junan empezó a preguntarse si no tendría que coger el toro por los cuernos ella misma.
Unas pocas semanas después se llevó una sorpresa cuando su padre le mostró una carta que había recibido procedente de Nanjing.
Vigésimo primer año de la República
13 de diciembre
Primo y hermano:
Recibe, siquiera tardíamente, mis saludos en esta la estación de las heladas y la escarcha.
Te escribo en respuesta a tu reciente carta en la que me hablabas de tu hija menor, Yinan. Desde entonces he estado haciendo indagaciones, aunque sin obtener nada prometedor. Hasta hoy. Lo Dun, de Ningpo, se ha decidido a casarse, y me he tomado la libertad de mencionarle a Yinan.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Herencia»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Herencia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Herencia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.