Ezequiel Teodoro - El manuscrito de Avicena
Здесь есть возможность читать онлайн «Ezequiel Teodoro - El manuscrito de Avicena» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. ISBN: , Издательство: Entrelineas Editores, Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El manuscrito de Avicena
- Автор:
- Издательство:Entrelineas Editores
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:9788498025170
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El manuscrito de Avicena: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El manuscrito de Avicena»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El manuscrito de Avicena — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El manuscrito de Avicena», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—¿Cuánto pueden tardar en entrar? —preguntó al policía.
—Han desconectado el sistema de vigilancia sin dificultad, por lo que probablemente se hagan con la entrada en minuto y medio —respondió.
—¿Qué esperan encontrar?
—¿Qué esperan? Supongo que resistencia por mi parte y que usted se encuentre escondida o intentando huir por alguna ventana —dijo sin saber a dónde pretendía llegar Alex.
—Es decir, no prevén que yo pueda resistirme y que usted haya huido, ¿no es cierto? —Era una pregunta retórica. Sabía perfectamente que su conclusión era correcta, por tanto no les quedaba otra que actuar. Empujó al inspector hacia el salón, hasta el hueco que la escalera creaba tras la puerta. Ella se colocó frente a la entrada. Necesitaba algo para simular un arma, buscó por la mesa, sobre el sofá, en las estanterías, pero no encontraba nada que le pudiera servir. La puerta estaba cediendo, apenas restaba tiempo para reaccionar cuando reparó en la lámpara de la mesita de su derecha, arrancó a gran velocidad la pantalla y la bombilla halógena, y sujetó la base como si se tratara de una escopeta confiando en que la oscuridad de la casa ocultara su engaño. Respiró hondo y permaneció de pie, sudando, con la angustia cogida al estómago, esperando que en cualquier momento una bala le atravesara el cuerpo.
La puerta se abrió de par en par. Los intrusos esperaron unos segundos en el descansillo para acostumbrarse a la falta de luz; al fondo de la habitación la sombra de una figura se movió. No había tiempo para pensar, avanzaron un par de pasos y dispararon. Momentos después todo fue confusión, un cuerpo cayó al suelo, se oyeron varias detonaciones más y otros dos golpes sonaron en la noche.
Segundos más tarde el inspector encendió las luces del salón. A sus pies, junto a la puerta, encontró a dos hombres derribados sobre la alfombra, uno de ellos sangraba profusamente; se agachó y comprobó que estaba muerto, tenía una herida abierta en la nuca, seguramente se golpeó al caer al suelo tras recibir una de las balas que disparó el arma de Jeff, el otro respiraba con dificultad aunque no parecía que hubiera sufrido daños de consideración. Alex se mantenía sentada contra la pared, con una mano en el brazo derecho, uno de los disparos le había rozado. Se convirtió en la diana de esos hombres sin dudarlo un momento. La miró a la cara, era guapa, dulce de facciones; no mostraba signos de dolor. Se acercó a ella y le preguntó, ella le rechazó con un gesto y le señaló al herido. Él necesita tu atención en este momento le decía con la mirada.
Jeff levantó al herido, lo sentó en un sillón individual y le ató pies y manos con unas abrazaderas de polímero plástico, después ayudó a Alex a incorporarse y acomodarse en el sofá de tres plazas del salón, a dos metros del atacante que había resultado herido. Acto seguido arrastró el cadáver del segundo desconocido hasta la cocina y cerró la puerta del domicilio tras cerciorarse que milagrosamente el barullo de minutos antes no alertó a ningún vecino.
Debía moverse rápido si no deseaba encontrarse con otros individuos apuntándole. Fue a la cocina a por agua y, ya de vuelta, ayudó a Alex a llevarse el vaso a la boca pero el agua resbalaba por sus labios, no quería beber, sólo tenía una necesidad: averiguar qué estaba sucediendo en su vida. El policía lo vio reflejado en sus ojos al limpiarle la herida y colocarle una venda.
Alex contemplaba con mal disimulada alegría al desconocido, paladeando el triunfo que le suponía el acierto de su plan.
—Ha sido todo un éxito, ¿no? —Dijo con ironía el tipo. El policía permanecía ajeno, formaba parte del interrogatorio si bien se sentía como un espectador al que no le estaba permitido cambiar nada de la escena.
—¿Quiénes sois? —Preguntó Alex sin más preámbulos.
El individuo sonrió dejando ver una mueca que podía ser una burla o, por el contrario, una expresión de dolor por la herida recibida en la pierna.
—Tarde o temprano tendrás que hablar. Y si no lo haces, ya buscaremos la forma... —le amenazó.
—Pasábamos por aquí y decidimos que sería un buen sitio para robar —aseguró su interlocutor.
—Claro, y yo soy la reina. Quiero una respuesta. ¿Qué buscáis de mí? —Insistió intentando que su voz no desvelara su nerviosismo.
—Pasábamos por aquí y decidimos que sería un buen sitio para robar —repitió el desconocido con un asomo de sonrisa en sus labios; esta vez sí fue una burla.
Alex trataba de aparentar una fuerza que en el fondo no sentía. Estaba cansada y asustada y no sabía cómo afrontar esta situación, y de alguna manera sus pupilas reflejaban esa debilidad. Debía demostrar que hablaba en serio, que sería capaz de cualquier cosa por obtener la verdad, sin excepciones, sin límites. Con un manotazo le quitó la pistola al inspector y encañonó la pierna del individuo maniatado.
—¿Qué está haciendo? ¿Se cree de la mafia? —le increpó Jeff arrebatándole el arma—. No vuelva a hacerlo, ¿me oye? Maldita sea, soy policía, no un maldito gánster de novela negra —advirtió enfurecido.
Ella lo apartó de un empujón y se acercó al interrogado.
—Quiero que sepas que soy capaz de cualquier locura si me provocan. ¿Lo entiendes? Ni éste —dijo señalando al inspector— ni nadie me va a parar. O me dices lo que sabes o te juro que te mato —gritó mientras lo agarraba del cuello con un rictus desencajado en la cara. El policía estaba horrorizado, no podía entender que una imagen tan dulce se pudiera trastocar en algo tan horrible en pocos minutos.
En ese instante, dejó caer todo el peso de su rodilla sobre la herida del individuo y éste gritó.
—¡Alguien nos pagó!
El individuo sudaba.
—¡¿Para qué?!
—Querían que buscáramos cualquier documentación que tuviera en su poder desde su vuelta de San Petersburgo —confesó el desconocido. Mostraba una lengua espesa, las sílabas salían lentas y confusas de su garganta, alargando las vocales abiertas y dejando escapar saliva por la comisura de los labios.
—¿Quién? ¿Quién os pagó?
—...
Le arrebató de nuevo la pistola a Jeff y apuntó a la cabeza del individuo.
—¿Quién te pagó?
Pronunció la frase pausadamente, mirándolo a los ojos mientras volvía a apoyar su peso sobre el muslo derecho del desconocido.
—¿Quién te pagó? —repitió.
—No lo sé, de verdad. Yo sólo obedezco órdenes. Le prometo que no lo sé.
En ese momento oyeron una explosión a sus espaldas, la puerta saltó en pedazos y unos hombres uniformados atravesaron el humo. Alex se sintió arrastrada por unos brazos fuertes hacia el interior de otra habitación. Apenas veía más allá de su nariz, forcejeaba pero le era imposible zafarse de su captor.
En el cuarto la humareda de la detonación se volvió menos densa, lo que le permitió comprobar aliviada que se trataba del inspector. La depositó sobre la cama y apuntaló la puerta con un mueble.
—No tenemos tiempo, abra la ventana y salte fuera —le dijo apresuradamente.
—¿Y usted? —Temblaba visiblemente. Parecía casi a punto de llorar, el policía no sabía si la causa de su angustia era la nueva agresión de la que estaban siendo objeto o la crueldad que se había obligado a sí misma a ejercer en el interrogatorio anterior.
—Yo la seguiré en cuanto recoja algunas cosas. Vaya hacia la calle de la derecha y recorra unos quinientos metros. Encontrará un callejón entre dos casas de tres plantas. Espéreme allí. —Explicó al tiempo que metía algunas pertenencias en una mochila negra.
Saltó en el momento en el que oía una segunda explosión. Las sirenas de la policía se acercaban, pronto cercarían la vivienda; era preciso huir rápidamente para evitar su detención. Alex corrió con todas sus fuerzas, el corazón le latía en las sienes, estaba mareada, a punto de vomitar, pero continuaba su marcha frenética hasta una callejuela que en su mente divisaba como una especie de dorado refugio en el que no la alcanzarían los horrores que acababa de vivir y donde estaría su padre esperando para protegerla y llamarla cabezota mientras tomaban el té de las cinco, una tradición ancestral que, por otra parte, ella había odiado toda su vida y que hoy deseaba revivir más que nunca.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El manuscrito de Avicena»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El manuscrito de Avicena» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El manuscrito de Avicena» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.