Fernando Pessoa - Libro del desasosiego de Bernardo Soares

Здесь есть возможность читать онлайн «Fernando Pessoa - Libro del desasosiego de Bernardo Soares» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Libro del desasosiego de Bernardo Soares: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El libro del desasosiego, que presentamos traducido íntegramente por vez primera en lengua castellana, nació en 1913 y Pessoa trabajó en él durante toda su vida. Esta es una obra inacabada e inacabable: un universo entero en expansión cuya pluralidad -literaria y vital-es infinita.

Libro del desasosiego de Bernardo Soares — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Libro del desasosiego de Bernardo Soares», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La civilización es una educación de naturaleza. Lo artificial es un camino para una aproximación a lo natural.

Lo que es preciso, sin embargo, es que nunca tomemos lo artificial por natural.

Es en la armonía entre lo natural y lo artificial en lo que consiste la naturalidad del alma humana superior.

101

Una vista breve del campo, por cima de un muro de los alrededores, me libera más completamente que un viaje entero liberaría a otro. Todo punto de vista es un ápice de una pirámide invertida cuya base es indeterminable.

102

En los primeros días del otoño súbitamente entrado, cuando el oscurecer muestra una evidencia de algo prematuro, y parece que tardamos mucho en lo que hacemos de día, disfruto, incluso entre el trabajo cotidiano, esta anticipación de no trabajar que la propia sombra trae consigo, por eso de que es de noche y la noche es sueños, hogares, liberación. Cuando las luces se encienden en la oficina amplia que deja de ser oscura, y hacemos tertulia sin que dejásemos de trabajar [141]de día, siento un consuelo absurdo como un recuerdo de otra persona, y estoy tranquilo con lo que escribo como si estuviese leyendo hasta sentir que voy a dormirme.

Somos todos esclavos de circunstancias exteriores: un día de sol nos abre campos anchos en medio de un café de callejuela; una sombra en el campo nos encoge hacia dentro, y nos abrigamos mal en la casa sin puertas de nosotros mismos; un llegar de la noche, hasta entre cosas del día, ensancha, como un abanico [que] se abriese lento, la conciencia íntima de deber descansar.

Pero, con esto, el trabajo no se atrasa: se anima [142]. Ya no trabajamos; nos recreamos con el asunto al que estamos condenados. Y, de repente, por la hoja vasta y pautada de mi destino numerador, la casa vieja de las tías antiguas alberga, cerrada contra el mundo, el té de las diez somnolientas, y la lámpara de petróleo de mi infancia perdida brillando solamente sobre la mesa lino, me oscurece, con la luz, la visión de Moreira, iluminado con una electricidad negra a infinitos más allá de mí. Traen el té -es la criada más vieja que las tías quien lo trae con los restos del sueño y el mal humor paciente de la ternura del viejo vasallaje- y yo escribo sin equivocarme una partida o una suma a través de todo mi pasado muerto. Me reabsorbo, me pierdo en mí, me olvido de las noches lejanas, impolutas de deber y de mundo, vírgenes de misterio y de futuro.

Y tan suave es la sensación que me enajena del debe y el haber que, si acaso una pregunta me es hecha, respondo suavemente, como si tuviese hueco mi ser, como si no fuese más que una máquina de escribir que llevo conmigo, portátil de mí mismo abierto. No me choca la interrupción de mis sueños: de tan suaves como son, continúo soñándolos detrás de hablar, escribir, responder, hasta conversar. Y a través de todo el té perdido termina, y la oficina se va a cerrar… Levanto el libro, que cierro lentamente, los ojos cansados del llanto que no han llorado, y, en una mezcla de sensaciones, sufro que, al cerrar la oficina, se me cierre también el sueño; que, con el gesto de la mano con que cierro el libro, encubra también el pasado irreparable; que me vaya a la cama sin sueño, sin compañía ni sosiego, en el flujo y reflujo de mi conciencia mezclada, como dos mareas en la noche negra, al fin de los destinos de la añoranza y de la desolación.

¿1929?

103

Una ráfaga de sol torvo quemó en mis ojos ¡a sensación física de mirar. Un amarillo de calor se estancó en el verde oscuro de los árboles. El torpor (…)

104

La espada de un relámpago flojo volteó sombríamente en el cuarto ancho. Y el sonido venidero, suspenso un huelgo amplio, retumbó, emigrando profundo. El ruido de la lluvia lloró alto, como plañideras en el intervalo de las conversaciones. Los pequeños ruidos se destacaron acá dentro, inquietos.

105

¿Niebla o humo? ¿Subía de la tierra o bajaba del cielo? No se sabía: era más como una enfermedad del aire que una bajada o una emanación. A veces, parecía más una enfermedad de los ojos que una realidad de la naturaleza.

Fuese lo que fuese, iba por todo el paisaje una inquietud turbia, hecha de olvido y de atenuación. Era como si el silencio del mal sol tomase por suyo un cuerpo imperfecto. Se diría que iba a suceder algo y que por todas partes había una intuición, debido a la cual lo visible se velaba.

Era difícil decir si el cielo tenía nubes o más bien nieblas.

Era un torpor empañado, aquí y allí colorido, un acenizamiento imponderablemente amarillento, salvo donde se deshacía en color rosa falso, o donde se estancaba azuleando, pero allí no se distinguía si era el cielo que se revelaba, si era otro azul que lo encubría.

Nada era definido, ni lo indefinido. Por eso apetecía llamar humo a la niebla, porque no parecía niebla, o preguntar si era niebla o humo, porque no se advertía nada de lo que era. El mismo calor del aire colaboraba en la duda. No era calor, ni frío, ni fresco; parecía componer su temperatura con elementos sacados de otras cosas que el calor. Se diría, de verdad, que una niebla fría a los ojos era caliente al tacto, como si tacto y vista fuesen dos modos sensibles del mismo sentido.

No era, en torno a los contornos de los árboles, o de las esquinas de los edificios, aquel esfumarse de salientes o de aristas, que la verdadera niebla trae, al estancarse, o el verdadero humo, natural, entreabre y entreoscurece. Era como si cada cosa proyectase una sombra vagamente diurna, en todos los sentidos, sin luz que la explicase como sombra, sin lugar de proyección que la justificase como visible.

Ni visible era: era como un comienzo de ir a verse algo, pero en todas partes por igual, como si lo a revelar dudase en ser aparecido.

¿Y qué sentimiento había? La imposibilidad de tenerlo, el corazón deshecho en la cabeza, los sentimientos confundidos, un torpor de la existencia despierta, un apurar de algo anímico como lo oído, hacia una revelación definitiva, inútil, siempre apareciendo ya, como la verdad, siempre, como la verdad, gemela del nunca aparecer.

Hasta las ganas de dormir, que recuerdan al pensamiento, desaparté [143], por parecer un esfuerzo el mero bostezo de tenerlas. Hasta dejar de ver hace doler los ojos. Y, en la abdicación incolora del alma entera, sólo los ruidos exteriores, lejos, son el mundo imposible que todavía existe.

¡Ah, otro mundo, otras cosas, otra alma con que sentirlas, otro pensamiento con que saber de esa alma! ¡Todo, hasta el tedio, menos este esfumarse del alma y de las cosas, este desamparo azulado de la indefinición de todo!

2-11-1932.

106

Después de todos los días de lluvia, de nuevo el cielo trae el azul, que había escondido, a los grandes espacios de lo alto. Entre las calles, donde los charcos duermen como charcas del campo, y la alegría clara que se enfría en lo alto, hay un contraste que torna agradables las calles sucias y primaveral el cielo del invierno empañado. Es domingo y no tengo nada que hacer. Ni soñar me apetece, de tan bueno como está el día. Disfruto con una sinceridad de sentidos a los que se abandona la inteligencia. Paseo como un dependiente liberado. Me siento viejo, sólo para tener el placer de sentirme rejuvenecer.

En la gran plaza dominical hay un movimiento solemne de otra especie de día. En Santo Domingo hay una salida de misa, y va a empezar otra. Veo a unos que salen y a los que todavía no entran, esperando a algunos que no están viendo quién sale.

Todas estas cosas carecen de importancia. Son, como todo en lo vulgar de la vida, un sueño de los misterios y de las almenas, y yo miro, como un heraldo que ya ha dicho a qué iba, la planicie de mi meditación.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Libro del desasosiego de Bernardo Soares» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»

Обсуждение, отзывы о книге «Libro del desasosiego de Bernardo Soares» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x