Jorge Molist - El Anillo

Здесь есть возможность читать онлайн «Jorge Molist - El Anillo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Anillo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Anillo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En su veintisiete aniversario, Cristina, una prometedora abogada neoyorquina, algo engreída y snob, recibe dos anillos. El primero, con un gran brillante de compromiso, es de un rico agente de bolsa, mientras que el otro, un misterioso anillo antiguo, proviene de un remitente anónimo. Ella acepta ambos sin saber que son incompatibles y que el anillo de rojo rubí ha de arrastrarla a una aventura que le enseñará sobre la vida, el amor y la muerte, dándole una lección inolvidable que hará cambiar su destino y su visión del mundo para siempre. Empezando en Barcelona, Cristina recorrerá la costa mediterránea, retornando a su pasado y a otro mucho más lejano: el trágico destino del último de los templarios. Una atípica novela histórica sobre la importancia de nuestra relación con el pasado.

El Anillo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Anillo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Por qué jamás me escribiste? -le reproché de pronto-. ¿Por qué nunca contestaste mis cartas?

Se quedó mirándome serio. Como si no supiera de lo que le estaba hablando.

– Tú y yo nos decíamos novios. ¿No te acuerdas? Quedamos en que nos escribiríamos -notaba que me salía de dentro una decepción, un dolorcillo, un resentimiento antiguo-. Mentiste.

Continuaba mirándome con sus ojos azules abriéndose con asombro.

– No, no es verdad -dijo al fin.

– Sí, ¡sí lo es! -afirmé yo. Estaba indignada. ¡Cómo podía decir eso! ¡Sería desgraciado! Me esforcé para evitar que se me humedecieran los ojos.

– No. No es verdad -repitió.

– ¿Cómo puedes negarlo? -hice una pausa para respirar hondo-. Niega que nos besamos en aquella tormenta del último verano en la Costa Brava. Y que luego volvimos a hacerlo a escondidas. Aquí mismo, en este jardín; bajo aquel árbol -y me callé. Estaba furiosa y triste. Oriol pretendía robarme el mejor de mis recuerdos de la adolescencia. Estuve a punto de decirle: «Si eres gay y te arrepientes de aquello, dímelo ya. Pero no me mientas». Me sentía muy dolida. Ese sinvergüenza no había contestado mis cartas y ahora se hacía el ignorante-. Niégalo si tienes tripas para hacerlo -insistí. Por un instante iba a decir cojones en lugar de tripas, pero al final me pude controlar y usé lo más cercano que me vino a la cabeza. La traducción en versión suave de la expresión americana.

– Claro que me acuerdo. Nos besábamos y éramos novios. O al menos eso decíamos. Y prometimos escribirnos -estaba serio-. Pero yo no recibí carta alguna tuya y las que yo te envié jamás encontraron respuesta.

Me quedé mirándolo boquiabierta.

– ¿Me escribiste?

Pero en aquel momento apareció Luis, sonriente, y le odié por interrumpir. Cuando alguien tiene la habilidad de fastidiar la usa hasta sin saberlo.

Empezó a charlotear y yo me quedé dudando si Oriol me mentía al decir que escribió.

En la comida hablamos sin recatos sobre el testamento, sobre el tesoro, Alicia nos alentaba a ello. Parecía tan entusiasmada o más que nosotros. Quedó claro desde el primer momento que sería difícil excluirla. No me había dado cuenta, al aceptar su invitación, de que éste era el precio a pagar… O al menos parte de él. Y nosotros estábamos demasiado excitados para callarnos o hablar de otra cosa. Tampoco se moderó Luis, a pesar de las advertencias sobre la madre de Oriol que él mismo me había hecho. Me dio la impresión de que Alicia lo tenía todo planeado. Que sabía lo del tesoro antes que nosotros, que conocía cosas que aún ignorábamos. No hablaba demasiado, escuchaba para formular la pregunta pertinente y después ponderar la respuesta observándonos con atención. El recuerdo de su trance contemplando mi anillo, de sus referencias alquímicas me inquietaba. ¿Qué era lo que esa mujer sabía y callaba?

VEINTE

No recordaba la avenida de la catedral así de ancha, ni aquel espacio entre edificios tan amplio y despejado. Las imágenes que yo retenía eran de cuando acudíamos a la feria de Navidad para comprar lo necesario para el belén y el árbol. Hacía frío y vestíamos abrigos, la noche caía rápida y todos los puestecillos estaban repletos de luz, algunos con sartas de bombillitas de colores que se iluminaban en intermitencia. Siempre sonaban de fondo lo de Al vinticinq de decembre, fum, fum, fum, y otras nadalas cantadas por voces eternamente infantiles. Era un mundo de ilusión, de historia sagrada convertida en cuento de niños, de figuritas de barro cocido, musgo y corcho. Días mágicos que precedían a la noche donde El Tió cagaba golosinas y Papá Noel y los Reyes Magos competían en traer los mejores juguetes. Los olores a musgo húmedo, abeto, eucalipto y muérdago colmaban nuestro olfato. El recuerdo de aquellos paisajes de diminutos pastores con sus rebaños, ángeles, caganés , casas, montes, ríos, árboles, puentes… todo pequeño e inocente, es algo extraordinario que aún conservo como uno de los tesoros de mi infancia. Y Enric. Enric disfrutaba de aquello como uno más de nosotros y la mayor parte de mis memorias de aquellas visitas legendarias a la feria era con él. Siempre se ofrecía voluntario a llevarnos. Su tienda estaba muy cercana a la catedral y no aceptaba excusas; así que íbamos él, mi madre, la de Luis y nosotros tres, y después nos invitaba a merendar una taza de chocolate en una de las granjas de la calle Petrichol.

– ¿Te acuerdas cuando veníamos a la feria de Navidad? -le pregunté a Luis.

– ¿Qué? -repuso sorprendido. Él estaría pensando en tesoros de oro y piedras preciosas y yo en recuerdos atesorados. Era media mañana cuando Luis estacionó en un subterráneo cercano a la catedral. Habíamos acordado con Oriol que nosotros iríamos a Del Grial, mientras que él se encargaría, a través de unos amigos restauradores, de someter las tablas a rayos X.

– Que si recuerdas cuando veníamos aquí a comprar figuritas y musgo para nuestro belén -repetí.

– Ah, sí. Claro que sí -sonrió-. Lo pasábamos en grande. La feria continúa instalándose en las Navidades, pero ahora toda esta zona es peatonal.

Cruzamos la avenida mientras yo redescubría la soberbia fachada, llena de filigranas talladas en piedra, de la catedral.

– Quiero entrar -dije.

El día anterior, recordando la librería, Alicia afirmó que aún funcionaba, y yo no sentía prisa alguna. Estaba expectante por lo que pudiera ocurrir allí y al mismo tiempo inquieta, temerosa de que no pasara nada y que aquel cuento, aquel bonito juego del tesoro se terminara de pronto escurriéndose de entre los dedos, quedándose en nada, como cuando de pequeña apretaba un puñado de arena fina en la playa. Así que, como niño reservando el placer de la golosina por el placer de posponer su disfrute, quise retrasar unos instantes nuestra llegada.

– ¿Quieres hacer una visita turística? ¿Ahora? -se quejó Luis.

– Son sólo unos minutos -repuse-. Quiero ver si es como la recuerdo.

Él aceptó a regañadientes.

Oriol explicó en la comida del día anterior que aquella formidable estructura fue construida en los siglos XIII y XIV cuando los templarios estaban en su apogeo y que éstos desaparecieron antes de que el edificio se terminara. Aquellos frailes fueron grandes propagadores del estilo gótico.

El pequeño vestíbulo de madera de la entrada deja paso a un enorme espacio interior de piedra labrada, donde los pilares se elevan esbeltos en columnas y columnillas formando arcos apuntados, que se cruzan entre ellos, creando bóvedas ojivales. Y en el centro de cada domo, cerrándolo, una dovela clave, la gran piedra llave; soporte de todo, redonda y esculpida, medallón gigantesco que parece flotar en el aire y muestra santos, caballeros, blasones y reyes. En los laterales, por encima de las capillas, grandes ventanas ojivales de bellas y coloridas vidrieras iluminan las superficies pétreas.

El interior del templo no defraudó mis recuerdos, pero fue el claustro lo que me sedujo. Respiraba paz, distancia, aislamiento del mundo material, me costaba creer que me encontraba en medio del corazón de la ajetreada ciudad. El jardín central está poblado de palmeras y magnolios que se alzan, como queriendo escapar hacia el cielo remontando los arcos góticos, por encima de un lago de ocas blancas. Parecía como si estuviéramos a muchos kilómetros de distancia, cientos de años atrás, en plena Edad Media.

Fue entonces cuando vi a ese hombre. Estaba apoyado en uno de los pilares, al lado de la fuente musgosa sobre la que cabalga Sant Jordi. Simulaba mirar las aves.

Sentí un escalofrío. Era el hombre del aeropuerto, el que esperaba en mi hotel, el mismo que me pareció ver entre la muchedumbre en las Ramblas. La misma ropa oscura; barba y pelo blancos. Su aspecto demente. Esta vez sus ojos de azul frío no chocaron con los míos. Pensé que disimulaba.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Anillo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Anillo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Carlos Castaneda - El Segundo Anillo De Poder
Carlos Castaneda
libcat.ru: книга без обложки
Rafael Marín
Larry Niven - Mundo anillo
Larry Niven
Jorge Molist - La Reina Oculta
Jorge Molist
Jorge Molist - Los muros de Jericó
Jorge Molist
Alfredo Gaete Briseño - El secreto del anillo mágico
Alfredo Gaete Briseño
Jorge Carrión - Lo que el 20 se llevó
Jorge Carrión
Jorge Melgarejo - Afganistán
Jorge Melgarejo
Joaquín Luis García-Huidobro Correa - El anillo de Giges
Joaquín Luis García-Huidobro Correa
Отзывы о книге «El Anillo»

Обсуждение, отзывы о книге «El Anillo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x