Matilde Asensi - Todo bajo el Cielo

Здесь есть возможность читать онлайн «Matilde Asensi - Todo bajo el Cielo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Todo bajo el Cielo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Todo bajo el Cielo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Elvira, pintora española afincada en el París de las vanguardias, recibe la noticia de que su marido, con el que está casada por amistad, ha muerto en su casa de Shanghai en extrañas circunstancias.
Acompañada por su sobrina, zarpa desde Marsella en barco para recuperar el cadáver de Remy sin saber que éste es sólo el principio de una gran aventura por China en busca del tesoro del Primer Emperador. Sin tiempo para reaccionar se verá perseguida por los mafiosos de la Banda Verde y los eunucos imperiales, y contará con la ayuda del anticuario Lao Jiang y su sabiduría oriental en un gran recorrido que les llevará desde Shanghai hasta Xián, donde se encuentra la tumba del Primer Emperador y la última pieza del tesoro mejor guardado.

Todo bajo el Cielo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Todo bajo el Cielo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Sí, sí. Por supuesto -repuse amablemente.

– Pues ahora, tenemos que coger los números que han quedado fuera del cuadrado y meterlos en las casillas vacías.

Con el lápiz rojo tachó el uno que se había quedado solo arriba y lo escribió en el compartimento que había debajo del cinco. Luego, tachó el nueve de abajo y lo garabateó en el compartimento de arriba. El tres que había a la derecha lo colocó a la izquierda y el siete de la izquierda a la derecha. Ahí estaba el «Cuadrado Mágico» completo: absolutamente recuperado y perfecto.

– ¿Lo ha visto?

– Naturalmente, Biao. Es fascinante.

– La regla es llevar los números que sobran a las casillas situadas en su misma línea pero en el lado opuesto del cinco, que es el centro.

– Repítelo todo de nuevo con el «Cuadrado Mágico» de la ruta de la energía en sentido descendente -le pidió el maestro Rojo.

Biao se fijó rápidamente en que, la diagonal que iba desde el sureste hasta el noroeste y que antes contenía el cuatro, el cinco y el seis, ahora estaba formada por el seis, el cinco y el cuatro. Esa pequeña pista le llevó a invertir la disposición de los números del rombo y, después de eso, el resto del proceso fue exactamente igual. Al acabar, tenía el «Cuadrado Mágico» perfectamente conseguido.

– ¿Servirá para aplicarlo a un cuadrado tan grande como el del suelo, Biao?-le pregunté.

– No lo sé, tai-tai -dijo, nervioso-. Supongo que sí debería servir pero, claro, hasta que lo hagamos en el papel no podremos saberlo. Seguramente quedarán muchos más números del rombo fuera de los bordes del cuadrado y habrá que descubrir cómo meterlos dentro sin tener la referencia del «Cuadrado Mágico» terminado para comprobar si lo estamos haciendo bien.

– Pues empieza ya -le ordenó Lao Jiang, que seguía jugueteando con el yesquero.

El niño empezó a poner números muy pequeñitos en la hoja de papel para que le cupiesen todos.

– En el «Cuadrado Mágico» de tres por tres las filas diagonales del rombo estaban formadas por tres números. Como éste será de ochenta y una casillas, las estoy haciendo de nueve -explicó mientras seguía escribiendo cifras sin parar en líneas inclinadas.

Por fin, escribió el número ochenta y uno en el vértice inferior.

– Aquí, el número del centro no es el cinco, claro -murmuró, hablando consigo mismo-. Es el cuarenta y uno. Entonces…, si éste es el centro, los bordes del «Cuadrado Mágico» pasarán por aquí, por aquí -canturreó mientras dibujaba líneas de nueve casillas-, por aquí y también por aquí. ¡Ya está!

Exhibió con orgullo la libreta en el aire y todos sonreímos. Había encerrado las ochenta y una casillas en un cuadrado de nueve por nueve con un montón de huecos vacíos. La absurda idea de que Biao fuera adoptado por Lao Jiang ya no entraba en mis planes. El anticuario nunca sería un buen padre aunque supiera transmitirle al niño los profundos valores de su cultura. Pese a ello, seguía teniendo muy claro que Biao no debía regresar al orfanato. ¿Sería el monasterio de Wudang un buen lugar para él cuando todo esto terminase? ¿Le darían allí lo que necesitaba para desarrollar ese don que, como la pintura, requería de tantos años de estudio y de un duro y largo aprendizaje? Tenía que pensarlo. No podía devolvérselo al padre Castrillo y olvidarle, pero tampoco podía llevármelo a París, lejos de sus raíces, para convertirlo en ciudadano de segunda clase en un país que siempre lo miraría como si fuera una chinería exótica y no una persona. ¿Era Wudang la mejor opción para él?

– Ahora debes meter todos los números que se han quedado fuera en el interior del «Cuadrado Mágico» -le dijo el maestro Rojo a Biao.

El niño se agitó, inquieto.

– Sí, ésa va a ser la parte complicada. Volveré a coger el lápiz rojo.

Por encima del cuadrado le había sobrado una pirámide de cuatro filas de números y lo mismo ocurría por debajo, por la derecha y por la izquierda. En teoría, esos números debían volver al interior del cuadrado siguiendo la regla encontrada anteriormente por Biao: colocarlos en las casillas situadas en su misma línea o columna pero en el lado opuesto del centro, que ahora venía dado por el número cuarenta y uno.

Cada una de esas pirámides sobrantes estaba formada por diez números, lo que significaba que eran cuarenta en total los que había que recolocar. Empezó con el uno, situado en el vértice de la pirámide de arriba: lo tachó y volvió a escribirlo debajo del cuarenta y uno; repitió la misma operación con el vértice de la pirámide de abajo: tachó el ochenta y uno y lo escribió encima del centro. Lo mismo hizo con el nueve situado en el vértice de la derecha, poniéndolo a la izquierda del cuarenta y uno, y con el setenta y tres del vértice de la izquierda, que colocó a la derecha de dicho número. El pequeño cuadrado formado por las nueve casillas centrales estaba completo. Ahora había que seguir.

– Voy a ir colocando esos cilindros en sus agujeros -dijo impaciente Lao Jiang, poniéndose en pie.

– No, Da Teh, por favor -le rogó el maestro Rojo, un tanto apurado por tener que detenerlo-. Espere a que terminemos y, cuando hayamos sumado las líneas, las columnas y las diagonales, y hayamos comprobado que dan el mismo resultado, pondremos los rollos de piedra en sus sitios. Si nos equivocamos con un solo número, con uno solo, el candado no funcionará. Lo que está haciendo Biao no es fácil. Podría cometer cualquier pequeño error sin darse cuenta.

El anticuario, de mala gana, volvió a sentarse y a enfrascarse en la contemplación de su yesquero.

Biao, por su parte, seguía trasladando números desde el exterior del «Cuadrado Mágico» al interior. Lo hacía con una testarudez y una meticulosidad sorprendentes, siguiendo su propia regla con mucho cuidado.

– ¡No, no no! -gritó de pronto, dándonos un susto de muerte-. ¡Me he equivocado y no tengo nada para borrar! He puesto el seis de la derecha en la casilla contigua en lugar de ponerlo en el extremo opuesto, a la izquierda. ¿Ahora qué hago?

Me miraba con los ojos llenos de agonía. No iba a ser fácil resolver su problema: lo que tenía en aquella hoja era un baile de hormigas rojas y negras, a cual más pequeña y más difícil de diferenciar.

– Espera -le dije-. Te traeré uno de esos palillos de oro de la mesa para que raspes el error y, luego, podrás escribir encima con el color naranja. Apenas se notará la diferencia.

Dio un profundo suspiro de alivio y se quedó conforme pero fui yo quien tuvo que rascar el número incorrecto porque a él le temblaban las manos y corría el riesgo de acabar rompiendo el papel. Sus nervios no eran tanto por haberse equivocado como por haber tenido que parar aquello tan sumamente emocionante que estaba haciendo, aquello que desafiaba a su cerebro y que le tentaba como un pastel a un glotón.

– ¡Ya! -exclamo cuando colocó el último número en su sitio.

– Vamos a sumar -propuso el maestro Rojo-. Tú encárgate de las líneas y yo me ocuparé de las columnas. ¡Cómo me gustaría tener un ábaco! -suspiró.

Los dos, el niño y el maestro, cerraron los ojos y apretaron fuertemente los párpados al mismo tiempo. Los abrían de vez en cuando, miraban las cifras y volvían a cerrarlos. Parecían autómatas de feria, aunque mucho más rápidos. Biao fue el primero en terminar:

– Todas las líneas suman trescientos sesenta y nueve menos la tercera -se lamentó.

– Repítela -le recomendé.

Miró los números y volvió a cerrar los ojos. El maestro Rojo acabó en ese momento.

– Todas las columnas suman trescientos sesenta y nueve -anunció.

– Pues sume usted las diagonales mientras Biao repasa un pequeño fallo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Todo bajo el Cielo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Todo bajo el Cielo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


T. Boyle - Tooth and Claw
T. Boyle
Matilde Asensi - Tierra Firme
Matilde Asensi
Matilde Asensi - Venganza en Sevilla
Matilde Asensi
Matilde Asensi - Iacobus
Matilde Asensi
libcat.ru: книга без обложки
Matilde Asensi
Matilde Asensi - El Salón De Ámbar
Matilde Asensi
Matilde Asensi - El Origen Perdido
Matilde Asensi
Olga Romay Pereira - Bajo el cielo de Alejandría
Olga Romay Pereira
Vicente Aleixandre - Visitar todos los cielos
Vicente Aleixandre
José María Bosch - Cala Ombriu, 2085
José María Bosch
Elizabeth Bevarly - That Boss Of Mine
Elizabeth Bevarly
Отзывы о книге «Todo bajo el Cielo»

Обсуждение, отзывы о книге «Todo bajo el Cielo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x