David Liss - Una conspiración de papel

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - Una conspiración de papel» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una conspiración de papel: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una conspiración de papel»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Una conspiración de papel, Benjamin Weaver se enfrenta a un crimen relacionado con la muerte de su padre, un especulador que se movía como pez en el agua en la Bolsa de Londres. Para hallar respuestas el protagonista deberá escarbar en su pasado y contactar con parientes lejanos que le reprochan su distanciamiento de la fe judia. Poco a poco, Weaver descubre a una peligrosa red de especuladores formada por hombres poderosos del mundo de las finanzas. David Liss elabora con maestría una complicada trama, una hábil combinación de novela histórica y de misterio.

Una conspiración de papel — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una conspiración de papel», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No era demasiado tarde, apenas pasadas las once, cuando entró. Oí el crujir de las escaleras y el sonido de sus pisadas cansadas al subir. Oí unas palabras murmuradas, no sé si a un criado o a sí mismo, y luego le oí girar el pomo despacio y torpemente. Con una mano sujetaba una vela y encendió una lámpara en una mesa junto a la puerta. Ahora un resplandor anaranjado y suave llenó la habitación, y al darse la vuelta, Balfour me vio sentado en su silla, con la pistola apuntándole al pecho.

– Cierre la puerta con llave y dé un paso al frente -le dije con voz tranquila.

Abrió la boca para hablar, para expresar alguna clase de indignación, pero a la luz macilenta de la vela se dio cuenta inmediatamente de que no debía atreverse. Mi rostro le ofrecía una expresión ensayada: fría, dura, despiadada. Cerró la puerta con llave y me miró.

– A veces me he preguntado, Balfour, si un hombre fuera un estúpido, digamos que el más estúpido sobre la faz de la tierra, ¿sería consciente de su propia idiotez, o sería demasiado necio para siquiera percibir su deficiencia? Creo que usted puede darme respuesta a esa pregunta.

La pistola que le apuntaba y mi mirada asesina le habían silenciado, pero no pudo soportar el insulto.

– Weaver, no puedo adivinar lo que usted se cree que está haciendo, pero le sugiero que no lleve este ultraje más lejos.

El reloj de arena estaba sobre la mesa junto a mí. Sin quitarle el ojo de encima a Balfour, lo giré con la mano izquierda.

– Tiene medio minuto -dije con frialdad- para decirme el verdadero nombre de Martin Rochester, o le dispararé. Me conoce demasiado bien, creo yo, como para dudar siquiera por un instante de que hablo completamente en serio.

Había previsto que no sería un hombre valiente, pero no esperaba que su debilidad resultase tan total. Cayó de rodillas como si de súbito hubiesen desaparecido sus pies y sus pantorrillas. Abrió la boca para rogar piedad, pero no dijo nada.

No iba a mostrarle ninguna piedad. No iba a recibir señal alguna por mi parte de que su pánico fuera a procurarle ninguna lenidad. Él reloj de arena corría. Retiré el seguro de mi pistola y preparé los ojos para la explosión de la pólvora.

Se atragantó, intentando hablar en medio de su terror. Supongo que algo dentro de mí, en algún nivel que yo ignoraba, se compadecía de él. Creo que todos hemos soñado que algo terrible nos sucede y que intentamos gritar, pero no somos capaces de emitir ningún sonido. Balfour estaba representando ese terror. Resopló, como alguien que intenta expeler un trozo de hueso que se le ha alojado en la garganta, y por fin abrió la boca tanto como pudo y profirió un rugido tremebundo con toda la fuerza de sus pulmones.

– ¡No lo sé!

Su grito pareció haber acabado con todas las reservas de sus anteriores esfuerzos por hablar. Los dos permanecimos sentados en silencio algún tiempo, anonadados por la fuerza del grito y del silencio que lo siguió. A lo mejor fue porque había logrado sacar estas primeras palabras, o a lo mejor fue porque habían transcurrido los treinta segundos y aún seguía vivo. No sé por qué, pero por fin la lengua se le soltó.

– No sé quién es -dijo con voz queda-. Lo juro. Nadie lo sabe.

– Pero usted le robó a su padre las acciones de la Mares del Sur para él -dije. No era una pregunta.

La cabeza le colgaba sobre el pecho, como la calavera inerme de un esqueleto que vi una vez en la Feria de San Bartolomé.

– ¿Cómo lo sabe? -me preguntó en voz baja.

– ¿Quién más podría haber sido? -prefería hacerle creer que lo había razonado en lugar de explicarle que había tenido que darle una paliza a un jovenzuelo para que me lo dijera-. Si faltaban de entre sus posesiones, alguien tuvo que llevárselas. ¿Y quién estaba en mejor posición que usted? Después de todo, a no ser que las acciones fuesen transferidas a otro dueño, no tendrían valor, y ésas no podían transferirse, ¿no es cierto? Eran falsas, de modo que nadie las querría aparte de aquellos que quisieran destruirlas: es decir, o Rochester, o la Compañía de los Mares del Sur. Supuse sencillamente que era la mano de Rochester la que estaba detrás del robo. Luego utilizó al hombre que tiene dentro de la Compañía para que modificase el registro y pareciese que su padre había vendido sus participaciones mucho antes de su muerte.

Balfour se anticipó a mi pregunta.

– Me envió un billete bancario a través de un mensajero: cien libras si accedía a hacerlo. Y otras trescientas cuando recibiese las acciones. Mi padre ya estaba muerto, y yo no tenía ni idea de que planeasen matarlo antes de que ocurriera. Después de que le mataran, ya no había nada que hacer. De otro modo no hubiera visto ni un penique, así que ¿por qué no aprovechar esa oportunidad?

Conforme hablaba, creo que Balfour empezó a convencerse a sí mismo de sus propios pretextos. Vi cómo su rostro empezaba a cambiar de la expresión hueca de la vergüenza a la mueca esperanzada de un hombre que cree estar al borde de la absolución.

– Si la cosa se considera bien, no hice nada malo.

– Nada excepto colaborar con los hombres que mataron a su padre -le dije-. Pero deseo volver al asunto de su idiotez por un momento. Verá, Balfour, no tengo ningún problema para creerme que no haya estado implicado en la muerte de su padre, porque le considero demasiado cobarde como para hacer algo así.

No puedo expresar cuánto disfruté con este insulto. Él se erizó ante la acusación de cobardía, pero apenas podía argüir que fuese un hombre lo suficientemente robusto como para cometer parricidio.

– Creo que es usted lo bastante bribón como para beneficiarse de la muerte de su padre y ayudar a su asesino -continué-. Lo que no comprendo es por qué me pidió a mí que encontrara al hombre que le mató. En concreto, me pidió que localizase las acciones que faltaban. A no ser que esté equivocado, usted me contrató para desenmascararle a usted. ¿Por qué haría tal cosa?

– Porque -me espetó, airado ante mi insolencia- nunca creí que pudiera averiguar todo lo que ha averiguado. Me creí seguro.

– Eso no explica por qué, Balfour. ¿ Por qué ?

– Dios le maldiga, Weaver, sucio judío. No pienso responder a sus preguntas. No tengo más que llamar a mis criados para que abran esta puerta y le arrastren ante un juez.

– Ya ha gritado y sus criados no le han oído. Estas hermosas casas de ciudad están tan bien construidas, ¿sabe? Todo gruesos muros de piedra y puertas macizas.

– Entonces seré capaz de esperar más que usted. No creo que vaya a dispararme. Me quedaré aquí tanto tiempo como usted, y apuesto a que su brazo se cansará antes de que yo me canse de estar sentado.

Sonreí y me metí la pistola en el bolsillo.

– Tiene usted toda la razón, señor. No voy a dispararle. La pistola sólo enfatiza lo que de por sí es un momento dramático. Le diré lo que estoy dispuesto a hacer, sin embargo. Estoy dispuesto a romper cada uno de sus dedos, señor, a hacerle la misma pregunta cada vez que le rompa un dedo. Tendrá usted diez oportunidades antes de que termine con sus manos. No voy a molestarme por los dedos de los pies (el dolor es muy leve) pero hay numerosos objetos en esta habitación capaces de destrozar un pie. Una rodilla también, supongo. Y supongamos que le rompo todo lo que se me ocurra romperle y aun así no me cuenta lo que deseo saber, quedará entonces sólo su cráneo. Le encontrarán, inerme como una muñeca de trapo, y nadie sabrá lo que le ha ocurrido.

Balfour intentaba mantener los ojos abiertos.

– Pero -añadí con entusiasmo- lo cierto es que no creo que tal cosa vaya a ser necesaria. ¿Sabe lo que creo? Que lo máximo que podrá usted soportar será un dedo roto. ¿Quiere usted que probemos esta teoría, o me va a decir lo que quiero saber?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una conspiración de papel»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una conspiración de papel» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una conspiración de papel»

Обсуждение, отзывы о книге «Una conspiración de papel» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x