David Liss - Los rebeldes de Filadelfia

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - Los rebeldes de Filadelfia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los rebeldes de Filadelfia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los rebeldes de Filadelfia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ethan Saunders, el que antaño fuera uno de los mejores espías del general George Washington, es ahora un ex capitán sin reputación ni dinero que ahoga sus penas de taberna en taberna en Filadelfia. Además, la acusación de traición por la que fue expulsado del ejército no solo le costó su buen nombre, sino que también significó el abandono de su prometida.
Sin embargo, en este momento, el peor de su vida, su integridad y resuelta valentía le llevan a aceptar una investigación que le enfrentará al poder y al secretario del Tesoro: un antiguo enemigo y, también, el artífice en la oscuridad de un enorme engaño financiero; un hombre sin escrúpulos cuyos manejos sucios y métodos viles conducen a la violencia más feroz. Desde Filadelfia, Ethan, el patriota proscrito, inicia una lucha denodada, una valerosa cruzada contra la corrupción para evitar que Estados Unidos se convierta en una vulgar tierra para especuladores.
«Una novela que te deja sin aliento. Una narración que te sumerge en una compleja trama protagonizada por un espía revolucionario y una mujer deslumbrante que se convierte en su aliada y su Némesis.»

Los rebeldes de Filadelfia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los rebeldes de Filadelfia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Sabe llevar bien la derrota -le dije a Leónidas.

– ¿Y ustedes? ¿Qué tal llevarán la victoria? -preguntó ella-. ¿Tienen la intención de detenerme junto con mis hombres?

– No -respondí-. Lavien tal vez opinaría de otro modo, pero se ha marchado y no creo que Leónidas lo permitiera. Por mi parte, no quiero verla más conspirando contra la nación, pero tampoco quiero verla en la cárcel.

– Usted y Cynthia pueden tomar los caballos que quieran del establo, pero les ruego que se marchen -asintió Joan.

– Pero si esta es la casa de la señora Pearson -le espeté.

– Tal vez no sea momento de andarse con muchos remilgos -intervino Leónidas. En el piso de arriba seguía el cadáver del hombre de Joan Maycott y había cinco muertos más en King s Highway. Se enteraría de ello enseguida y yo ya no estaría allí.

– De acuerdo. Nos marcharemos y permitiremos que usted escape.

Cynthia, pálida y temblorosa, se aferró a mí mientras salíamos de la casa. No miramos atrás para saber lo que hacían Leónidas, Joan o Dalton a continuación. Nos dirigimos a los establos, encontramos unos caballos que nos gustaron y cabalgamos al galope para alcanzar a Lavien, que iba bastante lento, luchando con su pierna rota. Dejé a Cynthia cabalgando con él y me adelanté para llegar a Filadelfia, transmitir a Hamilton la noticia y que él obrase hábilmente y deprisa, y salvara a la nación. Gracias a mí.

Capítulo 47

Los rebeldes de Filadelfia - изображение 48

Joan Maycott

12 de julio de 1804

Fueron necesarios doce años más para que se cumpliera toda la venganza que yo deseaba, aunque, si he de ser sincera, no fue tan dulce como imaginaba. Mis planes de 1792 no llegaron tan lejos como esperaba y tuvieron un coste mucho más elevado de lo que pensaba. Tantos rebeldes del whisky muertos, y todo debido a que subvaloramos a Kyler Lavien y Ethan Saunders. No estoy resentida con esos hombres y nunca he tratado de desquitarme. En concreto, no podía desearle ningún mal al capitán Saunders. Tuve la sensación de que su camino y el mío volverían a cruzarse y, aunque no se puede decir que fuéramos nunca amigos, cuando nos encontramos nos tratamos con respeto.

El señor Dalton y yo nos separamos tan pronto recogí los beneficios de mis inversiones provocados por la caída de Duer. El se marchó al Oeste otra vez, en esta ocasión al territorio de Kentucky, donde montó una gran destilería para hacer whisky al nuevo estilo. Quería utilizar el dinero para pagar las tasas hasta que se revocara el impuesto sobre el whisky. Los hombres son raros. Después de tanta conspiración y violencia, al final se contentó con retirarse a una actividad privada y dejar que los asuntos políticos se resolvieran a su debido tiempo.

El señor Skye, sin embargo, me fue fiel y, con su ayuda, al final conseguí completar mi venganza.

Los mercados no se desplomaron debido a la caída de Duer, de lo cual culpo a la frenética carrera de Lavien hasta Filadelfia. El banco no se hundió. Hamilton mandó agentes a la taberna de la City y jinetes rápidos a Boston, Nueva York, Baltimore y Charleston, donde, con el poder del Departamento del Tesoro, compraron bonos deprimidos y tranquilizaron a los alarmados especuladores. Yo provoqué un pánico, no un hundimiento. Gracias a mí, una viuda de la frontera a quien los ricos y los poderosos habían utilizado como juguete, una nación se tambaleó, pero no sucedió más que eso. La nación no se desplomó, ni saltó en pedazos, ni se hundió bajo el peso de la propia corrupción. Solo trastabilló y recuperó el equilibrio. Ni siquiera hice caer a Hamilton. Su reputación quedó manchada debido al pánico y la ruina de Duer, y eso dio munición a sus detractores, pero su determinación era más grande de lo que yo imaginaba y vi que, para destruirlo, necesitaría algo más que el pánico de los mercados.

Si acaso, salió de aquello envalentonado. Continuó aplicando el impuesto del whisky y los hombres del Oeste estaban cada vez más descontentos e inquietos. Por un lado, estaban los funcionarios del gobierno que exigían que las destilerías pagasen un dinero que, de otro modo, no habrían recaudado nunca. Por el otro, las airadas multitudes lideradas por David Bradford y apoyadas por hombres coléricos de espíritu fronterizo que, como americanos, creían en sus propios derechos. Entre estas dos fuerzas, el prudente y afable Hugh Henry Brackenridge representó al hombre de la calle, intentó negociar la paz y casi lo ahorcaron por sus afanes. Hamilton dirigió un ejército de trece mil hombres -el tamaño de toda la fuerza continental durante la Revolución- hacia el Oeste, contra una rebelión que, a pesar de todos sus esfuerzos, no logró localizar. No había insurrectos contra los que luchar, por lo que acorralaron a unos veinte hombres y condenaron a muerte a dos de ellos, aunque al final fueron indultados.

El Hamilton secretario del Tesoro estaba decidido a ampliar los límites del poder federal y eso fue lo que hizo el Hamilton coronel. Se decía que en la guerra anhelaba comandar un ejército y que en tiempos de paz creaba conflictos para ver cumplido su anhelo. No sé si le satisfacía mucho saber que el enemigo al que perseguía era creación propia y que estaba, sobre todo, en su imaginación.

Yo no podía quedarme en Filadelfia ni en ningún otro sitio donde me conocieran, pero todavía no había terminado con la venganza. No actuaría de una forma temeraria como había hecho antes, pero actuaría. Al cabo de dos años, envié un par de cartas anónimas, informando a los enemigos republicanos de Hamilton de su aventura amorosa con Maria Reynolds. Y si adorné sus delitos insinuando que había utilizado dinero federal para pagar al marido de la dama, no voy a disculparme de ello. Hamilton no hacía ascos a los juegos sucios y no vi motivo para andarme con contemplaciones. Aquel asunto arruinó su carrera política e imposibilitó que pudiera optar a la presidencia. De momento, bastaba.

Más de diez años después, me atreví a aprovecharme de mi amistad con un viejo amigo de Hamilton, Aaron Burr, que había sido senador por Nueva York y ahora era el vicepresidente de Estados Unidos. Hamilton y él habían sido amigos, pero habían terminado en bandos opuestos de la polémica federalista. Burr era conocido por su afición a las damas. Se trataba de un hombre atractivo, aunque no alto, y aunque empezaba a clarearle el cabello, seguía siendo encantador y yo siempre disfrutaba de su compañía.

Desde hacía mucho tiempo, sobre todo tras las consecuencias de la divulgación de su aventura con Maria Reynolds, parecía que Hamilton caminaba hacia su destrucción. Sin embargo, a medida que transcurrían los años, Hamilton pasó de un desastre a otro y siempre sobrevivió, siempre estuvo en el ojo público y siempre expresó pública y clamorosamente sus pedantes opiniones. Empecé a susurrar al oído del vicepresidente todas las maldades que Hamilton le había hecho y las cosas terribles que decía de él. Un hombre del carácter del señor Burr no toleraría aquellos insultos.

Burr llamó a la puerta de mi casa la tarde del 11 de julio de 1808. Iba despeinado, manchado de barro y las manos le temblaban.

– No tenía que haberla escuchado -manifestó, plantado en el porche-. Lo he matado.

– Entre -dije, sin poder contener una sonrisa.

Burr entró, pero se volvió hacia la puerta.

– No puedo quedarme. He de huir. Me acusarán de asesinato.

– Tonterías. Usted es el vicepresidente.

– Esta es una nación de leyes, señora Maycott. Que sea el vicepresidente no significa nada. ¿Por qué la escuché y permití que este insignificante rifirrafe subiera de tono? «Insulta su honor -me dijo usted-. Se burla de usted en la prensa -dijo-. No aceptará batirse en duelo.» Pues bien, aceptó y le he pegado un tiro.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los rebeldes de Filadelfia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los rebeldes de Filadelfia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los rebeldes de Filadelfia»

Обсуждение, отзывы о книге «Los rebeldes de Filadelfia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x