Colleen McCullough - El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)

Здесь есть возможность читать онлайн «Colleen McCullough - El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino): краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la Australia casi salvaje de los primeros años delsiglo XX, se desarrolla una trama de pasión ytragedia que afecta a tres generaciones. Una historia de amor ¿la que viven Maggie y el sacerdote Ralph de Bricassart? que se convierte en renuncia, dolor y sufrimiento, y que marca el altoprecio de la ambición y de las convenciones sociales. Una novela que supuso un verdadero fenómeno y que ha alcanzado la categoría de los clásicos.

El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino) — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Entonces, ¿no lo sabe usted? -sollozó la mujer.

– ¿Qué? ¿Qué es lo que no sé? ¿Qué… ha sucedido?

– El señor Cleary y Stuart han muerto.

El sacerdote palideció; empujó al ama de llaves.

– ¿Dónde está Meggie? -gritó.

– En el salón. La señora Cleary está todavía en la dehesa con los cadáveres. Jack y Tom han ido a buscarlos. ¡Oh, padre! A veces, a pesar de mi fe, no puedo dejar de pensar que Dios es demasiado cruel. ¿Por qué tenía que llevarse a los dos?

Pero el padre Ralph sólo había esperado lo necesario para saber dónde estaba Meggie, y se dirigía ya al salón, arrastrando el impermeable y dejando un reguero de agua fangosa.

– ¡Meggie! -dijo, arrodillándose a un lado del sillón y asiendo las manos frías de la joven con las suyas mojadas.

Ella resbaló del sillón y se arrojó en sus brazos, apoyando la cabeza en la empapada camisa del sacerdote y cerrando los ojos, tan feliz en medio de su dolor que habría querido que este momento no acabase nunca. Él había venido; una demostración del poder que tenía ella sobre él, de que no había fracasado.

– Estoy chorreando, querida Meggie; te vas a mojar -murmuró él, sintiendo el roce de los cabellos de Meggie en su mejilla.

– No importa. Ha venido.

– Sí, he venido. Quería asegurarme de que estabais bien; tenía la impresión de que me necesitabais, y debía comprobarlo. ¡Oh, Meggie! Lo de tu padre y Stu… ¿Cómo ocurrió?

– A papá le atrapó el fuego, y Stu fue muerto por un jabalí, que cayó encima de él después de recibir un disparo. Jack y Tom han ido a buscarles.

Él no dijo más, sino que siguió sosteniéndola y meciéndola como a una niña pequeña, hasta que el calor del fuego secó en parte su camisa y sus cabellos, y notó que la rigidez de Meggie cedía un poco. Después, colocó una mano debajo del mentón de la chica, la obligó a levantar la cabeza y, sin pensarlo, la besó. Fue un impulso confuso, no nacido del deseo; más bien un ofrecimiento instintivo al ver lo que había en aquellos ojos grises; algo distinto de todo, como un nuevo ritual. Ella deslizó los brazos por debajo de los de él y cruzó las manos sobre su espalj da y él no pudo evitar un estremecimiento y ahogó una exclamación de dolor.

Ella retrocedió un poco.

– ¿Qué le pasa?

Con dedos firmes desabrochó la camisa húmeda del sacerdote y tiró de las mangas. Bajo la superficie de la lisa piel morena, una fea moradura se extendía entre ambos costados, por debajo de la caja torácica; ella contuvo el aliento.

– ¡Oh, Ralph! ¿Y ha cabalgado desde Gilly en este estado? ¡Cuánto debió dolerle! ¿Se encuentra bien? ¿No siente vahídos? ¡Tal vez se ha roto algo! -No; estoy bien y no me duele, de verdad. Estaba tan ansioso por llegar, de asegurarme de que todos estabais bien, que supongo que borré el dolor de mi.mente. Creo que, si hubiese hemorragia interna, me habría dado cuenta hace ya rato. Por Dios, Meggie, ¡no hagas eso!

Meggie había bajado la cabeza y pasaba delicadamente los labios por la lesión, mientras deslizaba sus manos hasta los hombros de él con una sensualidad deliberada que le asustó. Fascinado, horrorizado, queriendo liberarse a toda costa, él apartó la cabeza, pero lo único que consiguió fue que la joven volviese a sus brazos, como una serpiente enroscada que asfixiara su voluntad. Se olvidó del dolor, de la Iglesia y de Dios. Buscó su boca, forzó sus labios, estrechándola, incapaz de dominar el horrible impulso que crecía dentro de él. Ella le ofrecía el cuello, los hombros, donde la piel era fresca, suave y finísima como la seda. La condición humana gravitaba sobre él, como un peso enorme que le aplastaba el alma y liberaba el vino negro y amargo de los sentidos. Sintió ganas de llorar; la última pizca de deseo se extinguió bajo la carga del remordimiento que le embargaba, y desprendió los brazos de la joven de su desdichado cuerpo; entonces ella se sentó sobre los talones, con la cabeza agachada, mirando absorta las manos del sacerdote, que temblaban ahora apoyadas sobre las rodillas. Meggie, ¿qué me has hecho, qué me habrías hecho si te hubiese dejado?

– Meggie, yo te quiero y siempre te querré. Pero soy sacerdote, no puedo… Sencillamente, ¡no puedo!

Ella se levantó rápidamente, se arregló la blusa y se le quedó mirando, torcidos los labios en una sonrisa que sólo acentuaba el fracasado dolor que se reflejaba en sus ojos.

– Está bien, Ralph. Voy a ver si la señora Smith puede prepararle algo de comer; después, le traeré linimento del que empleamos en los caballos; es maravilloso para las contusiones; yo diría que calma el dolor mucho más que los besos.

– ¿Funciona el teléfono? -consiguió preguntar él.

– Sí. Han tendido una línea provisional, aprovechando los árboles, y la han conectado hace un par de horas.

Pero sólo después de unos minutos de haberse ma-chado Meggie, pudo serenarse lo bastante para sentarse al escritorio de Fee.

– Una conferencia, por favor. Soy el padre De Bricassart y llamo desde Drogheda… ¡Oh! Hola, Do-reen, veo que todavía sigue en su puesto. Me alegro de oír su voz. En Sydney, uno nunca sabe quién le contesta; es siempre la misma voz monótona y cansada. Deseo hablar urgentemente con el Excelentísimo Señor Legado Pontificio en Sydney. Su número es XX-2324. Y, mientras espero la conferencia con Sydney, póngame con Bugela, Doreen.

Apenas si tuvo tiempo de contarle lo ocurrido a Martin King, antes de que le pusieran en comunicación con Sydney, pero una sola frase era suficiente. Gracias a sus palabras y a los curiosos que las habrían escuchado a lo largo de la línea, pronto se sabría todo en Gilly, y los que se aventurasen a cabalgar sobre el barrizal estarían presentes en el entierro.

– ¿Excelencia? Soy el padre De Bricassart… Sí, gracias; llegué bien, pero el avión se hundió en el barro hasta el fuselaje, y tendré que volver en tren… Barro, Excelencia, ¡ba-rro! No, Excelencia; aquí, cuando llueve, se interrumpen todas las comunicaciones. Tuve que hacer a caballo el trayecto de Gillanbone a Drogheda; es la única manera de viajar, cuando llueve… Por esto le he llamado, Eminencia. Mi presencia era necesaria aquí. Tal vez fue un presentimiento… Sí, han ocurrido cosas terribles. Padraic Cleary y su hijo Stuart han muerto; el primero pereció en el incendio, y el segundo fue atacado por un jabalí… Un ja-ba-lí, Excelencia, un puerco salvaje…

Pudo oír una serie de exclamaciones ahogadas de los que escuchaban a lo largo de la línea, y sonrió sin ganas. Uno no podía gritarles que colgasen sus aparatos -era la única diversión informativa que podía ofrecer Gilly a sus ciudadanos ansiosos de noticias-, pero, si hubiesen dejado de entremeterse, Su Excelencia Reverendísima habría podido oírle mucho mejor.

– Si me lo permite, Eminencia, me quedaré para presidir el entierro y asegurarme de que la viuda y los demás hijos están bien… Sí, Eminencia, muchas gracias. Regresaré a Sydney lo antes que pueda.

La telefonista escuchaba también; él apretó la palanca y volvió a hablar inmediatamente.

– Doreen, póngame de nuevo con Bugela, por favor.

Habló unos minutos con Martin King y decidieron que el entierro se celebraría al cabo de dos días ya que estaban en agosto y el frío era intenso. Muchas personas querrían asistir, a pesar del barro, y acudirían a caballo, pero la empresa era larga y pesada. Meggie volvió con el linimento, pero no se ofreció para darle la friega, sino que le entregó el frasco sin pronunciar palabra. Después le dijo secamente que la señora Smith le serviría una cena caliente, en el comedor pequeño, dentro de una hora; por consiguiente, tenía tiempo de tomar un baño. Él advirtió, con disgusto, que Meggie se sentía en cierto modo defraudada, pero no comprendía cómo podía pensar así, ni cómo le había juzgado. Ella sabia lo que era él. ¿A qué venía su enojo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Colleen McCullough - La huida de Morgan
Colleen McCullough
Colleen McCullough - El Primer Hombre De Roma
Colleen McCullough
Colleen McCullough - El Desafío
Colleen McCullough
Colleen McCullough - El caballo de César
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Czas Miłości
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Credo trzeciego tysiąclecia
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Antonio y Cleopatra
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Tim
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Morgan’s Run
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Las Señoritas De Missalonghi
Colleen McCullough
Colleen McCullough - 3. Fortune's Favorites
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Sins of the Flesh
Colleen McCullough
Отзывы о книге «El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)»

Обсуждение, отзывы о книге «El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x