Rosa Chacel - Estación. Ida y vuelta

Здесь есть возможность читать онлайн «Rosa Chacel - Estación. Ida y vuelta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Estación. Ida y vuelta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Estación. Ida y vuelta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Estación… muestra ya en todo su esplendor las más brillantes facetas del talento de Rosa Chacel: la capacidad de reflexión -muy orteguiana también- sobre conceptos o actitudes (véase por ejemplo el hermoso párrafo que empieza: `Es cobarde temer las sorpresas`), y la emoción y belleza en las descripciones de objetos y paisajes cotidianos: un patio, el silencio, los abrigos…

Estación. Ida y vuelta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Estación. Ida y vuelta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

¡Hace un siglo de todo esto! Pero, no; ¿por qué ha de hacer un siglo? Si fuera preciso que hubiera pasado un siglo para vivir lo que he vivido en este último tiempo, ¿qué valor tendría? ¿Cómo podría diferenciarle del tiempo anterior? Ha pasado sólo un puñado de días. El tiempo es el mismo. Lo que ocurre es que estos días, compases de este tiempo, han sido llenos, abarrotados. Antes, en cada uno había una sola nota, dormida a la sombra de un calderón; en cambio, estos últimos han sido de esos desbordantes, de esos que su conjunto en la página es una delirante montaña rusa de escalas, de esos en que las manos del pianista se distienden, estrujando racimos de acordes inabarcables. Han sido unos compases de estruendo, que siempre son buenos para despertarle a uno cuando está medio dormido con la melodía. El estruendo clásico de los cuentos en que se rompe un encanto.

¡Se ha roto el encanto sentimental!

Lo he roto yo voluntariamente. Y lo que más me extraña es que me haya sido tan fácil romperlo, cuando me tenía tan atado. No es más que una pura sugestión. ¿Qué es eso del sentimentalismo? ¿Qué microbio es ése? No es microbio; es un bicho, una araña casera, de esas arañas conservadoras, que están siempre, como en la orilla del puerto, dispuestas a echarle un cable a todo lo que llega. ¡Todo lo atan, todo lo dejan lleno de amarras! Yo creo que en esas casas donde los ladrones abren el armario y no se llevan lo más importante, no es porque no lo han visto; es que la araña tutelar lo tenía tan bien atado que no hubo fuerza capaz de arrancarlo. Y lo mismo debe suceder cuando se siente el atamiento que impide poner fin a un diálogo. Hay gente que no sólo tiene en su casa la araña sentimental; hay quien la lleva consigo. ¿Cómo se podrían resistir esas conversaciones a pie firme que llegan a durar horas, si no fuera porque se está apuntalado, inmovilizado por el hechizo de la araña?

Sin metáfora, yo he sentido positivamente mi voluntad sujeta por un hilo de araña. Claro, que requiere estar en ciertas condiciones para poder sentirlo. Haber pasado un gran rato inmóvil, hecho cosa abandonada, y volver poco a poco a recobrar la voluntad; más bien, que vuelva ella hacia nosotros. Verla venir de lejos y entonces notar que se está preso por un hilo tendido desde la punta del zapato hasta el suelo. Y preguntarle a la voluntad si, cuando llegue hasta el pie, podrá romper el hilo. Es infalible que titubea, que avanza- por dentro de uno, desconcertada, y no atina a poner el motor en marcha. Porque, además, la responsabilidad. ¿Qué puede suceder si se rompe el hilo? Es preciso que la conciencia ayude, o que haga la vista gorda. Y después de roto viene el pensar. Pero ¿cómo he podido? Y ¿cómo no acontece el cataclismo esperando? Y ¡cómo pude haberme pasado así la vida! ¿Pude? No, no pude. Hubiera podido.

Esa es la cuestión. Ese condicional es la complicación, psicológica del verbo. Todo lo que es verbo en nuestra vida está sometido en ese condicional a fluctuar en el campo de las posibilidades, está expuesto a dar el tropezón y rodar la pendiente de lo imposible. Yo escribiré algún día las memorias de mi pasado condicional, las memorias de todas mis potencias triunfantes o fallidas, según fueron de buen o mal modo condicionadas, y tendré que pegar hebra muchas veces en todas aquellas cosas que se soslayaron, que sólo dejaron una débil huella en el punto de partida desde donde hubieran podido ser. Lo que hace falta es saber si para conseguir esas memorias será necesaria una observación excéntrica o concéntrica. Porque enfrentando la reflexión de nuestros actos los inmovilizamos, los atravesamos con esa mirada fría que devuelve el espejo, por estar tan bien centrada con nuestros ojos. Todos ignoramos las posibilidades expresivas de nuestra mirada, porque su línea para nosotros es punto; en cambio, desde fuera es desde donde se le ve ondular, desde donde se puede apreciar su trazo como carácter inconfundible.

Esta es una de las más útiles experiencias que acabo de adquirir. Simplemente por el hecho de elegir determinada mesa en el comedor de madame Marrast, aquella mesa que era arrecife en medio del uniforme elemento francés, nos reunimos en ella como peñones destacados de los litorales, con olvido completo de nuestros continentes, y una corriente recíproca nos llevó a David y a mí a elegir los puestos fronteros. Sin duda en aquel ensamblaje de nuevas amistades que se formaba, nosotros inaugurábamos la nuestra con previo pacto de confianza, desechando toda observación. Acaso por saber que no iba a ser duradero nuestro trato. Con Anatolio me unía cierta relación profesional y sabíamos que aunque nos separásemos no nos perderíamos de vista, nos seguiríamos de lejos en constante y mutuo enjuiciamiento; pero David me inspiraba una amistad rápidamente consolidada a fuerza de aportar en línea recta material psíquico, y a los pocos días me parecía conocer claramente su norma íntima. Fue preciso que un ratón me indicase la brecha vulnerable. Alguien, un pequeño ser astuto que buscaba las vueltas a su integridad,

y al llegar yo un día al comedor le sorprendí atacándole por un flanco. Estaba sentada en la mesa de detrás y, columpiándose en su silla, tiraba del respaldo de la de él hasta lograr la convergencia, y le hablaba al oído, más bien a la oreja, a ese miembro inexpresivo que no podía helarla con un gesto. Yo entonces vi su perfil por primera vez, y me quedé aterrado; me pareció sorprender un complot. Estuve a punto de avisarle. ¡Esa chica!… Pero lo más temible no era la chica, era su perfil, su ojito rasgado, agudamente sensual, guiñado por el malévolo cosquilleo de la tentación. ¡Qué estupenda clave de un temperamento! Tener bien definido su yo, el que él proyecta desde su frente, con su palabra, y un día sorprenderle ese otro que le espía, que está a su lado, pegado a él, esperando el descuido. Porque allí, casi a espaldas suyas, pudo haber un acuerdo, y seguramente no lo hubo; seguramente no tuvo más vida que en el momento en que yo lo vi nacer. Eso sí; en aquel momento, a partir de él, pudo haber sido. Pero seguramente se frustró. Es un fragmento de su historia que acaso él ignora, y que será precioso comprobar con lo que fue en realidad. Yo se lo haré ver algún día, como una cosa que se le hubiese perdido y hubiera recogido yo por casualidad. Por suerte, mejor dicho, porque en la memoria no queda más que una sombra de esas cosas que escapan al foco de la conciencia, y al intentar buscarlas se pierde uno en el vértigo del perro que se busca el rabo.

Yo, realmente, ahora no podía precisar en qué momento eché a andar, cuándo empezó a serme forzoso salir de Madrid. Antes de pedir el permiso en la oficina sufría verdaderos accesos de decisión. Se me aceleraba el pulso y el paso si, yendo por la calle, rozaba una de mis ideas con la del viaje. En cambio, después, ¡qué días tuve de remolonería! Y nada de lucha de deseos. Era más bien como una discusión interminable. Pero ¿por qué no he de irme? Pero ¿por qué no he de quedarme? Discutiendo mis dos posibilidades con expectación nada más, sin ganas de vencer. Claro que mientras discutían, una iba andando y la otra iba quedándose. Pero hasta después de estar en el tren seguí oyendo el ¿por qué no he de quedarme? Y aquí mismo lo oigo aún algunas veces. Sin embargo, el ¿por qué no he de irme?, desde el primer momento tuvo carácter de «Me iré». Lo otro no era más que espíritu de contradicción.

Siempre tuve el deseo de viajar; ha sido esta guía parlante que son Julia y los de su casa lo que me ha hecho tomar el viaje como una medicina. Sobre todo, ese querer convencerme de que me era indispensable, de que yo no podía opinar sin haber salido de casa, sin haber visto París, que es la sede del sentido crítico. Cuando, ¿qué es lo que he venido yo a ver aquí? No es que me haya desagradado, que me haya defraudado; es que no he sacado nada en limpio. Yo ahora haré lo que sea capaz de hacer, sin que París me haya dado ningún secreto. ¡Qué ridículo este venir de compras a París! Más bien de caza, y de caza furtiva. Yo, sin ir más lejos, no pienso alardear nunca de haber adquirido aquí nada. No me interesa esta marca. Pero era necesario este paseo de información, ya que me dispongo a hacer algo. Ha tenido al menos la ventaja de entenderme con Anatolio y de haberme decidido a salir de allí con él. Yo solo no hubiera tenido esa iniciativa, ¡y ha sido fundamental!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Estación. Ida y vuelta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Estación. Ida y vuelta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Estación. Ida y vuelta»

Обсуждение, отзывы о книге «Estación. Ida y vuelta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x