[5]A. Martínez y V. Infantes (eds.), El abad don Juan, señor de Montemayor: la historia de un cantar, Madrid, Iberoamericana, 2012, pp. 89-90.
[6]Ibid., p. 98.
[7]J. Boswell, The Kindness of Strangers. The Abandonment of Children in Western Europe from Late Antiquity to the Renaissance, Chicago, University of Chicago Press, 1998. Tertuliano, en el siglo III, contemplaba ya el tema de los expósitos como germen de futuros pecadores: «En primer término, abandonáis a vuestros hijos para que sean recogidos por cualquier extraño compasivo que salga al paso, o los emancipáis para que sean adoptados por unos padres mejores. Separados de su familia, es natural que llegue un momento en que la olviden, y una vez que el error se haya introducido, se extenderá como un sarmiento de incesto, propagándose el crimen al mismo tiempo que la descendencia» (Apol. 9, 17).
[8]M.a E. Lacarra, «Incesto marital en el derecho y en la literatura europea medieval», Clío & Crimen 7 (2010), p. 35.
[9]M. Bettini y G. Guidorizzi, El mito de Edipo. Imágenes y relatos de Grecia a nuestros días, Madrid, Akal, 2008, p. 158.
[10]J. C. Bermejo Barrera, Mito y parentesco en la Grecia arcaica, Madrid, Akal, 1980, pp. 89-90.
[11]Ibid., pp. 92-95.
[12]J. de la Vorágine, La leyenda dorada, vol. 1, J. M. Macías (ed.), Madrid, Alianza, 2016, pp. 180-185.
[13]R. Menéndez Pidal, Historia y epopeya, vol. 2, pp. 107-108. Sobre Mudarra véase P. Justel Vicente, «El modelo heroico de Gonzalo González, Mudarra y las enfances francesas», Cahiers d’études hispaniques medievales 36 (2013), pp. 103-122.
[14]Acerca de esta aceifa véase M. Fernández Rodríguez, «La expedición de Almanzor a Santiago de Compostela», Cuadernos de Historia de España 43-44 (1967), pp. 345-363, y M.a I. Pérez de Tudela, «Guerra, violencia y terror. La destrucción de Santiago de Compostela por Almanzor hace mil años», En la España medieval 21 (1998), pp. 9-28.
[15]A. Martínez e V. Infantes, El abad, p. 121.
[16]J. Pérez de Urbel (ed.), Sampiro, su crónica y la monarquía leonesa en el siglo X, Madrid, Escuela de Estudios Medievales, 1952, pp. 345-346.
[17]M. Gómez-Moreno (ed.), Introducción, p. CXI. Otro texto del siglo XII aporta una información similar: «los cuales [musulmanes] al llegar a Compostela destruyeron totalmente la mayor parte de las paredes de la iglesia de Santiago excepto su santísimo altar», E. Falque (ed.), Historia compostelana, I, II, 8.
[18]J. A. Estévez Sola (ed.), Crónica Najerense, II, 32.
[19]L. de Tuy, Crónica de España, IV, 38. El arzobispo Jiménez de Rada afirma que Almanzor «destruyó también la ciudad y la iglesia de Santiago, pero, espantado por un rayo, no se atrevió a hollar el lugar donde se creía que estaba el cuerpo del apóstol, aunque se había propuesto profanarlo», Historia, V, 16; mientras que en la Estoria alfonsí se indica que Almanzor «entro en aquel logar do yazie el cuerpo de sant Yague apóstol por crebantar el su monumento; mas fue y muy mal espantado por un grand rayo que firio y cerca dell», Alfonso X, Primera Crónica, p. 448.
[20]E. Falque (ed.), Historia compostelana, I, II, 8; L. de Tuy, Crónica de España, IV, 38; R. Jiménez de Rada, Historia, V, 16.
[21]J. de Ferreras, Synopsis histórica chronologica de España, vol. 4, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Don Antonio Pérez de Soto, 1775, p. 398.
[22]M. Lafuente, Historia, vol. 4, pp. 72-75.
[23]M. Morayta, Historia, vol. 1, p. 1134.
[24]La Silense afirma: «Ayudaban al bárbaro [Almanzor] en esta facción, ya su larguez de pagas, con la que había ligado a sí no pocos soldados cristianos», M. Gómez-Moreno, Introducción, p. CX; mientras que la Compostelana dice que R. Velázquez «trajo a estas regiones con los otros señores de esta tierra a los sarracenos y a su jefe Almanzor», E. Falque (ed.), Historia compostelana, I, II, 8.
[25]M. Lafuente, Historia, vol. 4, p. 73.
[26]R. Altamira, Historia, vol. 1, p. 249.
[27]M. Morayta, Historia, vol. 2, p. 5.
[28]A. Martínez e V. Infantes, El abad, pp. 127-128.
[29]Ibid., p. 139.
[30]Ibid., p. 142.
[31]Ibid., p. 149.
[32]J. de Marieta, Historia de la Santissima Imagen de Nuestra Señora de Atocha, Madrid, Juan de la Cuesta, 1604.
[33]R. Menéndez Pidal, Historia y epopeya, vol. 2, p. 113. Opinión que compartieron otros autores, véase A. Deyermond, La literatura perdida de la Edad Media castellana. Catálogo y estudio, I. Épica y romances, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1995, pp. 62-63.
[34]V. Infantes, «Las Historias caballerescas», p. 312.
[35]G. Cirot, «Une chronique léonaise inédite», Bulletin Hispanique 11 (1909), pp. 259-282, y «La chronique léonaise», Bulletin Hispanique 13 (1911), pp. 133-156 y pp. 381-439. Para un análisis de la leyenda entre los siglos XII y XV, véase M. Vaquero, Tradiciones orales en la historiografía de fines de la Edad Media, Madison, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1990, pp. 1-64.
[36]R. Menéndez Pidal, «Relatos poéticos en las crónicas medievales», Revista de Filología Hispánica 10 (1923), pp. 331-334.
[37]L. A. García Moreno, El fin del reino visigodo, pp. 22-29.
[38]R. Jiménez de Rada, Historia, V, 3.
[39]Ibid., V, 18.
[40]Alfonso X, Primera Crónica, p. 427. Esta leyenda ocupa los capítulos 730-732 y 763-764 del segundo volumen y las pp. 427-429 y 453-454.
[41]Ibid., p. 428.
[42]S. Martínez, «Tres leyendas heroicas de la Najerense y sus relaciones con la épica castellana», Anuario de Letras 9 (1971), p. 130.
[43]Alfonso X, Primera Crónica, p. 428.
[44]Ibid., p. 453.
[45]Los Anales Castellanos Segundos, compuestos en la primera mitad del siglo XII, sitúan la muerte de García Fernández en el año 995: «In era MXXXIII preserunt mauri conde Garcia Fernandiz, et fuit obitus eius die II feria III kalendas augusti», M. Gómez-Moreno, Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia, Madrid, Imprenta de San Francisco de Sales, 1917, p. 26. El Tudense recuerda que García Fernández murió en una batalla y que Sancho, a pesar de haberse rebelado contra su padre, fue a Córdoba a reclamar el cadáver: «Poco menos en esse tiempo, como Sancho reuelase contra su padre Garci Fernandez, el noble conde Burgos, murió esse conde Garci Fernandez y subçediole [en] el condado su fijo, que llamauan Sancho, varon noble en armas, prudente en las cosas que auia de fazer, justo en sentencia, e no sabiendo dar lugar al trabajo, dio muchas pestilencias a los moros (…) Y ouo el muchos vencimientos noblemente de los moros, asi que fasta Cordoua fue batallosamente y dio muchas muertes en los moros», L. de Tuy, Crónica de España, IV, 42.
[46]Alfonso X, Primera Crónica, p. 453.
[47]Lucas de Tuy afirma que desde el día en que Almanzor fue vencido en Calatañazor «nunca quiso comer nin beuer, y veniendo en la çibdad que se dize Medinaceli morio…», Crónica de España, IV, XXXIX.
[48]Alfonso X, Primera Crónica, p. 454.
[49]Surgiría a partir de este momento la institución de los monteros de Espinosa, aquellos guardianes seculares del palacio de los reyes de Castilla.
[50]Alfonso X, Primera Crónica, p. 454.
[51]P. Gracia, «La leyenda de la condesa traidora: observaciones sobre su estructura y significación», en J. M. Megías (ed.), Actas del VI Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, vol. 1, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1997, p. 727.
[52]F. Bautista, «Pseudo-historia y leyenda en la historiografía medieval: la Condesa Traidora», en F. Bautista (ed.), El relato historiográfico: textos y tradiciones en la España medieval, Londres, Queen Mary, 2006, pp. 88-91.
[53]Alfonso X, Primera Crónica, p. 429.
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