Ana María Suárez Piñeiro - Roma antigua

Здесь есть возможность читать онлайн «Ana María Suárez Piñeiro - Roma antigua» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Roma antigua: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Roma antigua»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Roma ha ejercido una influencia sin par, indeleble y duradera, en nuestras sociedades y, en paralelo, su historia y civilización no han dejado ni por un momento de cautivarnos, tanto en la esfera académica como en la cultura popular. Jamás ha perdido Roma un ápice de actualidad; además, la arqueología permite, con relativa frecuencia, descubrir nuevos hallazgos o completar hitos de una cultura que continúa deslumbrándonos.En verdad la historia de Roma aún nos importa y sentimos la necesidad de conocerla y comprenderla, ya que somos parte de ella. Su dificultad estriba, en buena medida, en su extensión cronológica y espacial: alrededor de 1.200 años y un territorio que abarca varios continentes. Proponemos aquí recorrer un largo viaje por los acontecimientos y procesos esenciales que determinan su historia, un itinerario que arranca, a mediados del siglo VIII a.C., en una simple aldea de pastores situada en el monte Palatino y culmina en el Imperio que, tras dominar todo el mar Mediterráneo, acabó sucumbiendo, solo en su mitad occidental, en el siglo V d.C.Desde unos orígenes tan humildes, nada hacía presagiar el futuro desarrollo de este Estado. Roma antigua desvela y detalla las claves de esta expansión extraordinariamente veloz y contundente, capaz de integrar en una nueva entidad política a las grandes culturas mediterráneas (el mundo heleno-macedónico, la cultura cartaginesa, Egipto, Siria…). Y veremos también cómo este éxito abrirá, en buena medida, el camino hacia su propia disolución.

Roma antigua — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Roma antigua», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Aunque una de las principales vías para reconocer la presencia de grupos indoeuropeos es la lengua, no siempre la existencia de lenguas de este tipo implica necesariamente la ocupación masiva del territorio por parte de comunidades de su cultura. Es decir, no podemos unir de manera indisoluble lengua y comunidad indoeuropeas. Hoy en día se admite de manera bastante generalizada que los indoeuropeos entrarían en la península itálica en diferentes momentos, en olas o migraciones de distinta intensidad, para acabar mezclándose con las comunidades locales. Como lenguas no indoeuropeas tendríamos el etrusco, del que hablaremos a continuación, y el rético y el ligur, apenas conocidas.

LOS ETRUSCOS

La cultura de mayor desarrollo en la península itálica fue la etrusca, que floreció entre los años 800 y 500 a.C. Los etruscos (tyrrhenoi para los griegos o tusci para los latinos) se situaban al noroeste del Lacio, en la Italia central, entre los ríos Tíber y Arno, con límites interiores en los Apeninos y, por el oeste, en el mar Tirreno. La actual Toscana ocupa una gran parte de este territorio. Desde esta región se fueron extendiendo por el sur hacia el Lacio, y hacia el norte por el valle del río Po (Lombardía).

Durante mucho tiempo, los etruscos fueron vistos por los estudiosos como un grupo atractivo y enigmático debido, por una parte, a la riqueza de sus restos materiales (frescos y relieves de tumbas), y, por otra, a las numerosas inscripciones conservadas (unas 8.000, en su mayoría funerarias) escritas en una lengua no indoeuropea (en un alfabeto derivado del griego pero que no alcanzamos a comprender por completo). La principal incógnita ha sido esclarecer su origen, tema intensamente debatido por los especialistas. En esencia, se defendieron dos hipótesis principales: un origen exterior (oriental, posiblemente de Asia Menor, del área egeo-anatólica) o la procedencia autóctona.

Hoy en día, gracias a las evidencias arqueológicas sobre el periodo de formación, parece imponerse con claridad la segunda hipótesis. Por una parte, en la fase del Bronce Final e inicios de la Edad del Hierro la población de Etruria presenta analogías significativas con otras comunidades de Italia en los tipos de asentamiento y en los usos funerarios. Por otra parte, desde el Bronce tardío el área del Tirreno estuvo sometida a diversas influencias de grupos orientales (griegos y fenicios) que llegaban atraídos por las riquezas mineras de Cerdeña. Y, desde inicios del siglo VIII a.C., con la fundación de Pitecusa (Isquia) y Cumas, los griegos iniciaron un periodo de relaciones continuas con el área etrusca.

Por lo tanto, en la actualidad se defiende un origen local para la cultura etrusca, a partir de un sustrato villanoviano, desde el siglo IX a.C. Sobre este sustrato actuarían, de manera decisiva, los contactos con los viajeros fenicios y griegos, cuyas influencias explicarían su enorme desarrollo. En este contexto, pues, no habría que recurrir a invasiones masivas de otros grupos para justificar el esplendor etrusco, sino que bastaría con la capacidad de una comunidad indígena para adaptarse a las corrientes culturales del Mediterráneo. Curiosamente, esta hipótesis coincide en esencia con los postulados defendidos ya en 1947 por M. Pallottino, quien hablaba de una formación gradual en la propia Italia de la civilización etrusca.

Una vez aclarado el origen, ¿qué elementos distinguen a los etruscos de otros grupos de su entorno itálico? Ante todo, los etruscos poseen una cultura urbana que les lleva a levantar sus ciudades en lugares elevados del interior, en zonas de fácil defensa. Entre sus poleis podemos citar: Tarquinia, Veyes, Ceres y Vulci, al sur; Volterra, Populonia, Vetulonia y Rusellae, al norte; y Arezzo, Cortona, Perusa, Clusio y Volsini, en el interior. Como en otras culturas mediterráneas, los etruscos se organizaron a nivel político en ciudades-Estado, gobernadas por reyes (lucumones), luego sustituidos por magistrados elegidos anualmente, cuyo poder ejecutivo era controlado por un senado de aristócratas. Cada ciudad era autónoma y, aunque los etruscos eran conscientes de la comunidad cultural que compartían, nunca establecieron una vinculación política. Solo se evidencia una unión de tipo religioso, bajo la forma de una liga o confederación de doce ciudades.

Los recursos a su alcance eran importantes, e hicieron un buen uso de los mismos. Desarrollaron una rica agricultura, favorecida por las fértiles tierras volcánicas y por el empleo de técnicas de irrigación y drenaje; explotaron con intensidad minas de hierro y cobre; mantuvieron activos talleres de artesanía, sobre todo de cerámica, armas y joyas. Su actividad productiva les permitió disfrutar de intensos intercambios comerciales en el ámbito mediterráneo con mercaderes griegos y fenicios, sobresaliendo el papel comercial protagonizado por Veyes (intermediaria entre Etruria y el Lacio). Esta intensa actividad económica condujo a la formación de un nuevo tipo de sociedad aristocrática, estratificada, cuya riqueza podemos reconocer en los ajuares funerarios hallados en sus tumbas.

Los etruscos fueron grandes navegantes y comerciantes que llegaron a situarse como potencia marítima en el Mediterráneo occidental. No obstante, su poder comenzó a deteriorarse poco a poco al tener que defenderse ante varios enemigos. Primero debieron afrontar las invasiones de los galos cisalpinos llegados del norte, quienes les arrebataron el valle del Po, así como los ataques de los samnitas en la Campania. Además, frente a griegos y cartagineses lucharon por el dominio del mar Tirreno. En estas circunstancias surgió una competidora inesperada e imbatible, la nueva ciudad de Roma, que creció de manera acelerada hasta imponer su dominio sobre Etruria. Esta conservó mal que bien su independencia hasta principios del siglo III a.C., cuando se incorporó de forma definitiva a la órbita romana.

Gracias a sus contactos comerciales, los etruscos asumieron desde muy pronto influencias griegas en diversos ámbitos de la cultura, la política, la religión o el arte. Buena parte de estos elementos fueron luego absorbidos por Roma, de manera que los etruscos podrían haber actuado como intermediarios entre las civilizaciones griega y romana. No obstante, también la región del Lacio y los propios romanos mantuvieron contactos desde fecha bien temprana con poblaciones helenas (asentadas en la península), razón por la que resulta muy difícil diferenciar qué aspectos o influencias tomó Roma directamente de los griegos y cuáles le llegaron por mediación etrusca. En cualquier caso, el resultado es el mismo. Los etruscos copiaron el alfabeto griego; adaptaron técnicas arquitectónicas helenas a las posibilidades de los materiales locales como la terracota; asumieron la práctica del banquete o el combate al modo hoplita, y adoptaron el panteón antropomorfo de tradición griega. La huella etrusca sobre la cultura romana fue, de igual modo, profunda: el poder monárquico, la costumbre del triunfo militar; las grandes obras públicas y, sobre todo, algunas prácticas reli­giosas como la organización de dioses en tríadas; paralelos rituales, como el de la fundación de la ciudad tras la consulta augural y la delimitación del área sagrada (pomerium), los libros sagrados y las prácticas mánticas (mediante la observación del vuelo de las aves por los augu­res o de las vísceras de animales sacrificados por parte de los arúspices).

LOS GRIEGOS

Los griegos arribaron a las costas itálicas, siguiendo los movimientos de colonización hacia el Mediterráneo occidental que protagonizaron desde el siglo VIII a.C., en busca de tierras y de oportunidades de intercambio comercial. Las condiciones geográficas con estrechas penínsulas y vías de comunicación terrestre entre uno y otro golfo facilitaron el asentamiento de pequeños enclaves o factorías a lo largo de la costa sur de Italia, desde Tarento a Campania, y Sicilia. La presencia helena fue tan relevante que esta región fue conocida por los autores antiguos, a partir del siglo V a.C., con el nombre de Magna Grecia; de ella destacaban su prosperidad, en particular de Síbaris, famosa por su riqueza extraordinaria. Las fundaciones más tempranas fueron obra de los calcidios de Eubea, que llegaban en busca de metales; la primera de todas, Isquia (Pitecusa), en el golfo de Nápoles, en el año 770 a.C., y, aproximadamente una generación más tarde, Cumas. Los dorios de Corinto y Megara fundaron colonias en la isla siciliana: Naxos, Zancle, Siracusa, Selinonte o Agrigento. Otras fundaciones griegas de interés en la península, amén de la mencionada Síbaris, son Crotona o Tarento.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Roma antigua»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Roma antigua» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Roma antigua»

Обсуждение, отзывы о книге «Roma antigua» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x